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Canon manda a sus empleados a casa para que tengan hijos
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Canon manda a sus empleados a casa para que tengan hijos

En un país donde el trabajo es venerado como si fuera una religión no es de extrañar que casi no quede tiempo para mucho más al

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Canon manda a sus empleados a casa para que tengan hijos

En un país donde el trabajo es venerado como si fuera una religión no es de extrañar que casi no quede tiempo para mucho más al terminar la jornada. Estas interminables jornadas laborales de 12 y 16 horas han transformado los hábitos en el país del sol naciente para lo bueno y para lo malo, y es que por un lado, la oferta de ocio se ha flexibilizado hasta límites insospechados (en megalópolis como Tokio todo está abierto las 24 horas todo el año) pero, por otro, apenas queda tiempo para momentos íntimos entre las parejas y la población va envejeciendo a marchas forzadas.

Los japoneses son ante todo prácticos y, más allá de motivaciones sentimentales y humanitarias, se han dado cuenta de que este envejecimiento progresivo de la población aumenta enormemente los gastos sociales y reduce la productividad. De hecho, en el ministerio de Sanidad nipón
han saltado las alarmas al comprobar que la tasa de natalidad del país está en 1,34 hijos mientras que para mantener la población actual -y por ende todo el sistema- es imprescindible elevar ese ratio a los 2 hijos. Dicho y hecho. Sin salirse un ápice del orden y rigor que vertebran la sociedad japonesa, algunas de las principales corporaciones de aquel país, como es el caso de CANON, han iniciado un programa bautizado como "luces apagadas" según el cual se rogará (en la literalidad del término) que los empleados abandonen sus puestos de trabajos a las 17:30 un par de días a la semana para retirarse a sus aposentos para cumplir con el mandato patrio.

Uno podría pensar que esta medida contaría con reticencias entre la población por tratarse de una injerencia en la vida privada de los particulares, pero lejos de eso, los principales inconvenientes que encuentran los trabajadores están motivados por los remordimientos que padecen al abandonar sus puestos cuando todavía es de día. Algunos empleados hablan de 'sentimiento de culpa', pero que les dura poco, y no por dedicarse a labores más gozosas, sino por hacerlo por su país. ¿Se imaginan qué ocurriría si se aplicara esta medida en España?

En un país donde el trabajo es venerado como si fuera una religión no es de extrañar que casi no quede tiempo para mucho más al terminar la jornada. Estas interminables jornadas laborales de 12 y 16 horas han transformado los hábitos en el país del sol naciente para lo bueno y para lo malo, y es que por un lado, la oferta de ocio se ha flexibilizado hasta límites insospechados (en megalópolis como Tokio todo está abierto las 24 horas todo el año) pero, por otro, apenas queda tiempo para momentos íntimos entre las parejas y la población va envejeciendo a marchas forzadas.

Los japoneses son ante todo prácticos y, más allá de motivaciones sentimentales y humanitarias, se han dado cuenta de que este envejecimiento progresivo de la población aumenta enormemente los gastos sociales y reduce la productividad. De hecho, en el ministerio de Sanidad nipón
han saltado las alarmas al comprobar que la tasa de natalidad del país está en 1,34 hijos mientras que para mantener la población actual -y por ende todo el sistema- es imprescindible elevar ese ratio a los 2 hijos. Dicho y hecho. Sin salirse un ápice del orden y rigor que vertebran la sociedad japonesa, algunas de las principales corporaciones de aquel país, como es el caso de CANON, han iniciado un programa bautizado como "luces apagadas" según el cual se rogará (en la literalidad del término) que los empleados abandonen sus puestos de trabajos a las 17:30 un par de días a la semana para retirarse a sus aposentos para cumplir con el mandato patrio.

Uno podría pensar que esta medida contaría con reticencias entre la población por tratarse de una injerencia en la vida privada de los particulares, pero lejos de eso, los principales inconvenientes que encuentran los trabajadores están motivados por los remordimientos que padecen al abandonar sus puestos cuando todavía es de día. Algunos empleados hablan de 'sentimiento de culpa', pero que les dura poco, y no por dedicarse a labores más gozosas, sino por hacerlo por su país. ¿Se imaginan qué ocurriría si se aplicara esta medida en España?