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La estrambótica historia tras el crimen de Godella, a juicio: "Tenían que resucitar"
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hasta 50 años de prisión

La estrambótica historia tras el crimen de Godella, a juicio: "Tenían que resucitar"

Gabriel y María asesinaron a sus dos hijos, Aimiel e Ixchel, en 2019 en su casa tras someterles a "un baño de purificación"; sus padres creían que esa era la única forma de salvarlos de la secta que los perseguía

Foto: Gabriel y María, acusados por el doble parricidio de Godella. (Atlas)
Gabriel y María, acusados por el doble parricidio de Godella. (Atlas)

El 14 de marzo de 2019, Amiel, de tres años y medio e Ixchel, una bebé de unos cinco meses, fueron presuntamente asesinados por sus padres, Gabriel (27 años) y María (25 años), en su casa ubicada en la localidad valenciana de Godella. Cuando la Guardia Civil se presentó ante el domicilio familiar, el joven progenitor únicamente espetó: "Todos están muertos". En ese momento quizá no lo sabían, pero los agentes se encontraban ante uno de los casos más extravagantes jamás visto. Más de dos años después de aquella fatídica noche, el crimen de Godella se lleva a juicio desde este lunes en la Audiencia de Valencia; Gabriel y María se enfrentarán a un jurado popular y a una pena de 50 años de prisión para él y el internamiento en un centro especializado por el mismo tiempo para ella.

Gabriel y María se hicieron pareja de hecho en 2011 y seis años después se mudaron a una casita de campo en Godella que ocuparon ilegalmente. Durante su estancia allí, María dio a luz a sus dos hijos, Amiel e Ixchel. Pese a su temprana edad, su entorno parecía el de cualquier otro núcleo familiar, pero si algo diferenciaba a esta familia eran los progenitores.

Desde tiempo antes de que nacieran los dos pequeños, la joven pareja compartía creencias místicas-religiosas basadas en la idea de que las almas humanas se purificaban mediante baños de agua, así como que tras la muerte, las almas renacen. Según destaca la Fiscalía, estas ideas fueron defendidas, en primer lugar, por el padre, quien posteriormente se las inculcó a su pareja, como ocurrió la noche del crimen.

Creían que una secta los seguía para llevarse a sus hijos y decidieron enviarles 'al más allá' para salvarlos

Según informa EFE, la acusación pública sostiene que ese día los padres se pusieron de acuerdo para bañar a los niños en la piscina de la vivienda y, después, los mataron a golpes —contra el suelo, el bordillo de la piscina o con un objeto contundente—. Sus cuerpos fueron enterrados en dos fosas, una a unos 75 metros de la casa y la otra a unos 150 metros, en el suelo. Así fue como los encontraron las autoridades cuando acudieron a la parcela por una denuncia de desaparición de los menores. Allí también encontraron a la madre, completamente desnuda, y escondida dentro de un bidón mientras repetía que "tenían que resucitar".

Foto: Gabrielle, la abuela paterna de los menores asesinados.

El crimen fue fruto de las creencias de la pareja de que una secta los perseguía, la misma que abusaba de su hijo y cuya intención era secuestrar a los pequeños. Tal y como recoge Europa Press, ambos creían que sus perseguidores eran varias personas, entre ellas, algunas personas del entorno familiar de María. Hasta tal extremo estaban convencidos de ello que durante las noches estaban en vigilia para evitar ser atacados por miembros de la secta y que sus hijos fueran secuestrados.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

Inmersos en esta teoría, los padres tomaron la decisión de que la única forma de proteger a sus hijos del asedio era, previo baño purificador de sus almas, terminar con sus vidas y enviarlos al más allá para que posteriormente pudieran revivir. Después de encontrar los cuerpos de los menores y de detener a sus progenitores, María fue sometida a varios análisis médicos para tratar de determinar si sufría alguna enfermedad mental, y al menos dos informes psiquiátricos determinaron que sufre esquizofrenia paranoide, motivo por el cual está intensamente medicada.

Los hechos descritos son, a juicio del Ministerio Público, constitutivos de dos delitos de asesinato, de los que son autores materiales los padres de los menores, con la agravante de parentesco, pero, en el caso de la madre, con la eximente completa de anomalía psíquica. El informe psiquiátrico forense de la madre es claro: "Dice que lo que hizo tiene una causa directa en los delirios, voces y paranoias que sufría, en nada más, de modo que no se explica la participación de ninguna otra persona en el asesinato de los menores".

El 14 de marzo de 2019, Amiel, de tres años y medio e Ixchel, una bebé de unos cinco meses, fueron presuntamente asesinados por sus padres, Gabriel (27 años) y María (25 años), en su casa ubicada en la localidad valenciana de Godella. Cuando la Guardia Civil se presentó ante el domicilio familiar, el joven progenitor únicamente espetó: "Todos están muertos". En ese momento quizá no lo sabían, pero los agentes se encontraban ante uno de los casos más extravagantes jamás visto. Más de dos años después de aquella fatídica noche, el crimen de Godella se lleva a juicio desde este lunes en la Audiencia de Valencia; Gabriel y María se enfrentarán a un jurado popular y a una pena de 50 años de prisión para él y el internamiento en un centro especializado por el mismo tiempo para ella.

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