Guerra abierta contra 'los candados del amor', segunda parte

Una pareja se abraza en el Puente Nuevo de París. Una imagen tan idílica como en peligro de extinción si fuera por las autoridades parisinas. En la capital francesa, ya no saben qué más hacer para que no se vuelva a repetir, y en un último intento desesperado por conseguirlo han creado nuevas medidas reguladoras. Pero tranquilos, que no se trata de ninguna iniciativa censora sobre las muestras de afecto en público. La culpa la tiene otro detalle de la fotografía.

Si apartáis la mirada de los chicos, el siguiente detalle que llama la atención es la barandilla repleta de candados. Pero no son candados cualquiera, sino 'los del amor', los que las parejas cuelgan para expresar su idilio en los puentes que atraviesan el Sena. No se conoce muy bien el origen de esta tradición que prolifera en muchas capitales, si bien París es una de las más afectadas por esta moda desde 2008.

A raíz de la novela italiana 'Ho voglia di te' ('Tengo ganas de ti' en su traducción al castellano) de Federico Moccia, en la que los personajes principales colocaban una de estas cerraduras en el Ponte Milvio de Roma para inmortalizar su romance, los jóvenes de medio mundo se dedican a imitar esta acción sin saber el peligro y los riesgos que su gesto puede acarrear.

La nueva campaña para su extinción se basa en la insistencia sobre la seguridad y el respeto al patrimonio. La iniciativa prevista por el ayuntamiento parisino contempla la instalación durante este verano de paneles y marcas viales sobre varios puentes, pero sobre todo en el Puente Nuevo, el más goloso para los amantes. Y es que los candados no solo tapan las vistas sobre el Sena, una de las más bellas del mundo según la Unesco, sino que su peso plantea problemas de seguridad.

Después de que el famoso Puente del Arte sufriera el derrumbamiento de una de sus rejas en 2014, la alcaldía quitó las 70 toneladas de candados que este tenía e instaló en su lugar unas barreras de cristal que impiden la posibilidad de colgar cualquier artefacto. Pero esto solo consiguió que las parejas trasladaran la declaración de su amor unos 400 metros más lejos, al Puente Nuevo. Aunque sus vecinos, el del poeta Leopold Sedar Senghor o el del Arzobispo, situado frente a la catedral de Notre Dame, tampoco se libran hoy en día de la invasión.

Además de tratar de disuadir a los turistas con pancartas en inglés y francés en las que se pueden leer consignas como: "No a los candados, París le da las gracias" o "Declare su amor de otro modo", a partir de septiembre se tomarán nuevas medidas que saldrán de una reunión entre equipos técnicos y arquitectos del patrimonio, en la que se evaluará cómo impedir que se vuelvan a instalar.

Ahora solo queda esperar para ver si esta vez el Ayuntamiento de París consigue por fin erradicar esta molesta moda o si su nuevo intento por luchar contra el fenómeno vuelve a quedarse en solo eso, otra batalla más perdida de una guerra que ya se ha alargado más de lo que muchos quisieran.