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¿A santo de qué?
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La feria de San Isidro arranca hoy en Las Ventas

¿A santo de qué?

La feria será este año una prueba de fuego para las figuras, que se medirán cara a cara con los jóvenes valores, en lo que ya muchos consideran el San Isidro del relevo generacional

Foto:  El diestro Alejandro Talavante da un pase con la muleta en la Feria de San Isidro de 2015. (EFE)
El diestro Alejandro Talavante da un pase con la muleta en la Feria de San Isidro de 2015. (EFE)

¿A santo de qué 31 corridas de toros seguidas? ¿A santo de qué casi 200 toros y 100 toreros enfrentados consecutivamente ante más de 600.000 personas que se prevé llenaran la plaza a lo largo de la feria? ¿A santo de qué una minuciosa y laboriosa sincronización de centenares de medios humanos, mecánicos y animales para ofrecer un espectáculo complejo, peligroso y muchas veces impredecible, expuesto a fiascos y percances, alegrías, broncas y disgustos? ¿A santo de qué mantener las tradiciones, el respeto a nuestra historia, y la mejor muestra de nuestra particular idiosincrasia en una actualidad compleja y sometida permanentemente a la demagogia de la modernidad y de la defensa animal mal entendida?

Antiguamente, cuando alguien se proponía hacer algo, se encomendaba directamente a la ayuda de algún santo, y cuando los demás no le veían el sentido al empeño, preguntaban a qué santo se iban a encomendar ante semejante chaladura. A santo de qué mantener la afición a los toros en estos tiempos, podrían preguntarnos los antiguos, y los modernillos, ahora. Pues a San Isidro claro. A San Isidro encomendamos la tarea de que compense los precios de las entradas, las horas dedicadas a los traslados, las incomodidades de una plaza diseñada con la ergonomía de principios de siglo pasado con la alegría de espíritu de ver cuajar una faena, con la plena satisfacción de disfrutar de la emoción y de la estética del toreo, con la admiración de la bravura de un toro fiero como mejor respeto a su existencia.

A San Isidro nos encomendamos y daremos a diestra y siniestra santo y seña de nuestra ilusión y nuestra entrega, porque ese ha de ser el compromiso. El compromiso de manifestar nuestra afición no solo con la asistencia a la plaza sino con las conversaciones de café, las charlas de sobremesa y el repaso en la cena de familia cuando compartimos lo bueno del día y tratamos de conjurar lo malo del día siguiente. Hay que hablar de toros donde se pueda y sacar a la luz nuestra presencia de aficionados en una sociedad que empieza a flaquear peligrosamente: 500 aficionados menos han renovado su abono en la Plaza de Las Ventas para este año, y nos acercamos a la mitad total del aforo abonado, menos de 2.000 festejos taurinos se han celebrado en 2015, de los cuales menos de 400 han sido corridas de toros. Nos podríamos quedar para vestir santos como colectivo y sin embargo parece que algo no cuadra: hay más toreros que nunca. El último registro de profesionales taurinos de 2014 arroja cifras esperanzadoras de la recuperación: 10.194 inscritos, de los cuales 249 son mujeres, y un total de 801 son matadores de toros y 397, rejoneadores. Competencia desde luego no es lo que falta.

A San Isidro encomendamos nuestra feria lanzando, eso sí, nuestras primeras plegarias a la empresa Tauro Delta, que no vamos a dejarlo todo en manos de la providencia, para que la combinación de carteles que se ha preparado no sucumba a las ausencias sonadas de José Tomás, Morante o Cayetano y a la virtual ausencia de Manzanares, que ha sido contratado por la Comunidad de Madrid, desde donde con la nueva gerencia se están haciendo las cosas con muchísimo más sentido y criterio que antes, para la tarde de la Beneficiencia del 1 de junio.

Ponemos a cada santo su vela y confiamos en que las cuatro oportunidades de Castella, las tres de Talavante, Manuel Escribano, Lopez Simón o Roca Rey, las dos de El Juli, Fandiño o Rafaelillo den soporte a una feria de éxito, y notoriedad pública y publicada al tremendo esfuerzo que acometen los toreros.

No es santo de mi devoción la monotonía en la fiesta, por lo que me resulta especialmente edificante contemplar el plantel de toreros que se presentan o confirman su alternativa en la primera plaza del mundo: hasta 10 entre matadores, novilleros y rejoneadores harán su primer paseíllo ante la afición más exigente y exigible del planeta.

Y sin querer desvestir un santo para vestir otro, siempre nos quedarán los otros protagonistas: los toros. Variedad de encastes en combinaciones de matadores que podrían resultar menos conservadoras si salvamos el caso de Castella con los de Adolfo Martín o Uceda Leal con los vitorinos. Se implora a San Gen y al Santo Cromosoma para que respondan a su origen los de Núñez del Cubillo o Victoriano del Río, para que se empeñen en demostrar su naturaleza los de Fuente Ymbro o Juan Pedro Domeq y para que no la demuestren tanto los de Cuadri Saltillo o Miura

Santos los que acudan todos los días, los que vayan poco o de paso, santos los que lo vean por la tele o simplemente lean las crónicas. Santos los que se mojen en la plaza de toros o de su pueblo, los que se acaloren al sol de mayo o defendiendo a un torero. Santos los aficionados, porque esta vez sí van a estar muy cerca del cielo… ¿a santo de qué? De San Isidro…

¿A santo de qué 31 corridas de toros seguidas? ¿A santo de qué casi 200 toros y 100 toreros enfrentados consecutivamente ante más de 600.000 personas que se prevé llenaran la plaza a lo largo de la feria? ¿A santo de qué una minuciosa y laboriosa sincronización de centenares de medios humanos, mecánicos y animales para ofrecer un espectáculo complejo, peligroso y muchas veces impredecible, expuesto a fiascos y percances, alegrías, broncas y disgustos? ¿A santo de qué mantener las tradiciones, el respeto a nuestra historia, y la mejor muestra de nuestra particular idiosincrasia en una actualidad compleja y sometida permanentemente a la demagogia de la modernidad y de la defensa animal mal entendida?

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