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De la tienda de campaña al iglú: los 'indignados' se reinventan en el frío de Davos
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EL MOVIMIENTO 'OCCUPY' LEVANTA CONSTRUCCIONES DE HIELO EN EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL

De la tienda de campaña al iglú: los 'indignados' se reinventan en el frío de Davos

¿A qué temperatura se congela la indignación? Cuando la pasada primavera la madrileña Puerta del Sol se cubrió de tiendas de campaña, no faltaron quienes apuntaron

Foto: De la tienda de campaña al iglú: los 'indignados' se reinventan en el frío de Davos
De la tienda de campaña al iglú: los 'indignados' se reinventan en el frío de Davos

¿A qué temperatura se congela la indignación? Cuando la pasada primavera la madrileña Puerta del Sol se cubrió de tiendas de campaña, no faltaron quienes apuntaron que parte del éxito de las concentraciones se debía al agradable clima del mes de mayo en la capital. Pasó el verano y el fenómeno se repitió en numerosos lugares del mundo, cobrando especial relevancia en los alrededores de Wall Street. Pero las condiciones climáticas eran bien distintas por entonces. A mediados de octubre, en pleno otoño neoyorquino, el parque Zuccotti no ofrecía un entorno muy acogedor para una convivencia al aire libre, y la llegada de las lluvias parecía anunciar el fin de la protesta. No obstante, los manifestantes consiguieron adaptarse y permanecer razonablemente secos durante semanas, manteniendo vivo su mensaje. Ahora, con el General Invierno al mando del hemisferio norte, las tiendas de campaña han dejado de ser un refugio eficaz. Es la hora del iglú.

Así lo han entendido los miembros de 'Occupy WEF' (siglas en inglés del Foro Económico Mundial), que se han desplazado hasta Davos para hacer oír su voz en la asamblea anual de líderes políticos y empresariales que comienza hoy. En esta región de los Alpes suizos, los termómetros oscilan entre los cinco y los doce grados bajo cero, por lo que los manifestantes han optado por construir sus propios refugios con bloques de hielo en lugar de acampar. “En 42 años, nunca había visto tanta nieve en Davos” escribió en Twitter el fundador del Foro, Klaus Schwab, adjuntado una foto del blanco paisaje alpino. “¡Una nieve perfecta para hacer iglús!” respondió la cuenta de 'Occupy WEF'.

A pesar de las dificultades logísticas, cerca de sesenta personas están trabajando para construir un pequeño poblado de refugios de hielo en un aparcamiento, una tarea para la que usan palas y sierras. Se trata de un trabajo duro: cuatro personas necesitan aproximadamente cinco horas para levantar un iglú, y su intención es alojar a varias decenas de personas a razón de dos manifestantes por cada una de las construcciones.

“Los líderes están excluyendo a la gente de sus decisiones, a pesar de que nos afectan a todos. Estamos aquí para proclamar que esto no puede seguir así”, declaró uno de los manifestantes a Reuters en una entrevista celebrada dentro de uno de los iglús. “Son unos pocos los que nos han llevado a esta crisis, y son esos mismos los que ahora se presentan como la solución”, señala por su parte David Roth, uno de los organizadores de la protesta.

Esos “pocos” a los que hacen referencia los miembros del movimiento 'Occupy WEF' son los 2.600  representantes de más de cien países que está previsto que acudan a Davos durante los próximos cinco días. Entre ellos, se espera la presencia de 50 jefes de Gobierno y 18 presidentes de bancos centrales, además de cientos de altos ejecutivos de empresas multinacionales, todos ellos en busca de fórmulas para restaurar el crecimiento económico a pesar de la crisis de deuda y de la desconfianza de los mercados.

Los manifestantes son conscientes de que es improbable que los invitados al evento lleguen a ver el poblado de iglús, puesto que éste se encuentra junto a la estación de tren y la mayoría de los asistentes al Foro Económico Mundial optarán por el jet privado o el helicóptero como medio de transporte. Además, el blanco campamento solo ha sido tolerado fuera del perímetro de seguridad, un anillo de 18 kilómetros de diámetro blindado por cerca de 3.500 soldados suizos.

No obstante, esta pequeña aldea de irreductibles ‘indignados’ está dispuesta a demostrar que no hay lugar en el mundo donde los líderes mundiales puedan aislarse por completo. Ni siquiera en el remoto paraje alpino en el que Thomas Mann situó 'La montaña mágica', donde las protestas arden entre gruesas paredes de hielo.

¿A qué temperatura se congela la indignación? Cuando la pasada primavera la madrileña Puerta del Sol se cubrió de tiendas de campaña, no faltaron quienes apuntaron que parte del éxito de las concentraciones se debía al agradable clima del mes de mayo en la capital. Pasó el verano y el fenómeno se repitió en numerosos lugares del mundo, cobrando especial relevancia en los alrededores de Wall Street. Pero las condiciones climáticas eran bien distintas por entonces. A mediados de octubre, en pleno otoño neoyorquino, el parque Zuccotti no ofrecía un entorno muy acogedor para una convivencia al aire libre, y la llegada de las lluvias parecía anunciar el fin de la protesta. No obstante, los manifestantes consiguieron adaptarse y permanecer razonablemente secos durante semanas, manteniendo vivo su mensaje. Ahora, con el General Invierno al mando del hemisferio norte, las tiendas de campaña han dejado de ser un refugio eficaz. Es la hora del iglú.