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Hambre, la otra cara de la Costa del Sol
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MUCHAS PERSONAS NECESITAN AYUDA

Hambre, la otra cara de la Costa del Sol

Son los nuevos custodios de los más desfavorecidos. Les ofrecen bebida caliente y algo con lo que llenar el estómago. “El mundo da muchas vueltas y

Foto: Hambre, la otra cara de la Costa del Sol
Hambre, la otra cara de la Costa del Sol

Son los nuevos custodios de los más desfavorecidos. Les ofrecen bebida caliente y algo con lo que llenar el estómago. “El mundo da muchas vueltas y cuando menos lo esperas estás en la cola“. De esta manera tan grafica, define Rosa Garde la situación que viven muchos malagueños que acuden cada noche a buscar comida a las puertas de unos voluntarios que se han erigido como sus salvadores.

Son los  guardianes de la noche, los que protegen a los más desfavorecidos y  se erigen entre las sombras como refugio del débil, abocado a pernoctar en la calle buscando comida y hogar. Rosa es una voluntaria mas, entre centenares de personas que ayudan y nos cuenta a El Confidencial que lo que empezó siendo algo minoritario ahora les ha desbordado.

“Cuando su fundadora Felisa Castro viajó a Milán y trasladó esta idea a Málaga para ayudar a los más necesitados no imaginaba la gran demanda con la que se iba a encontrar”. La organización Los Ángeles Malagueños de la Noche comenzó su labor con los sin techo de la capital andaluza, pero ahora se ha convertido en fuente de manutención de familias enteras que se han quedado sin trabajo y no tienen para comer.

Resultaba un tanto paradójico, este fin de semana, ver la llegada de coches oficiales de los políticos del PP, asomándose por los grandes hoteles de la ciudad mientras la cola de los parados avanzaba en busca de su bocadillo y un café caliente.

“Los demandantes de comida van en aumento. La asociación antes sólo daba comida y ahora da hasta ropa”. Rosa Garde, integrante también de Amnistía Internacional, dice que “esta iniciativa no se ha tomado en ninguna otra ciudad española con esta formula. A mí lo que realmente más me impacta son las mujeres con la bolsa pidiendo para sus hijos… Es algo que te parte el alma”.  

Representantes de este colectivo de voluntarios explican que han pasado de repartir treinta bolsas diarias a distribuir 600 en una caseta fija. "Si cierran los comedores públicos, nos podemos juntar con 500 personas reclamándonos algo que llevarse a la boca. A veces nos falta comida. Y ellos esperan en la cola para pasar una segunda vez y volver a comer”

Un millar de bocadillos

Esta atención la prestan cada noche en una caseta emplazada en Málaga cerca de hoteles de lujo. Cada noche, hasta las dos de la mañana, acude una media de 600 personas de la calle que no tienen que comer. “Son personas que antes tenían un trabajo una casa una familia y ahora están desmembrados por la crisis”.

Para ayudarles estos voluntarios acuden para prepararles casi un millar de bocadillos cada día. Cada bolsa que repartimos contiene dos barras de pan y un café o colacao calentito" indica  Rosa.

Los voluntarios son el grueso fuerte de estos voluntarios: "Empiezas en esto y acabas volcándote  con  los que más lo necesitan y, sinceramente, soy la mujer más feliz”. Se definen como una Asociación Benéfica, de voluntarios de todo tipo: parados, abogados, empresarios, jubilados,  amas de casa, mileuristas, religiosos, policías, ex delincuentes, ex gorrillas… que reparten comida sin preguntar nada a nadie y “dando con una mano lo que recibimos con la otra”.

Frontera franqueable

Rosa asegura que “Sin pretenderlo, nos damos cuenta de que no sólo les ofrecemos alimento, también algo de autoestima, sentirse personas, cualquier ayuda o apoyo, por pequeño que sea, es mucho para ellos. Esto nos anima a continuar con más ganas, ya que algunos de los que venían al principio perdidos, sin norte, hoy han conseguido trabajo y colaboran como un voluntario mas.

“Un 15% aproximadamente de nuestros actuales voluntarios, son personas que vinieron al inicio buscando ayuda y a llevarse una bolsa de bocadillos”. La iniciativa ha tenido un efecto llamada y los mismos 'sin techo' se van pasando la dirección unos a otros.

En el Pasillo de Santo Domingo, junto al río Guadalmedina y en pleno barrio de La Trinidad, se empieza a hacer la cola respetando turno riguroso. Todavía no son las ocho de la noche pero María ya se ha acercado junto a la caseta de Los Ángeles de la Noche. “Es bonito que estas personas te ayuden sin pedir nada a cambio”, indica esta mujer que se ha visto en la calle, sin trabajo y sin dinero por un difícil proceso de divorcio.

La mayoría de las personas que acuden también son usuarios de otros recursos, como el Centro de Acogida Municipal. Algunos explican que vienen aquí porque no se les pregunta nada ni hay exigencias. “En el Centro de Acogida tienes que hablar con trabajadores sociales, cumplir unos horarios, ir por la mañana para pedir turno para la comida...”, señala otro de ellos. Aquí nadie pregunta nada, porque los que reparten saben, que el hilo que separa a unos y a otros es tan débil que la frontera entre el bocadillo y ellos siempre puede ser franqueable.

Son los nuevos custodios de los más desfavorecidos. Les ofrecen bebida caliente y algo con lo que llenar el estómago. “El mundo da muchas vueltas y cuando menos lo esperas estás en la cola“. De esta manera tan grafica, define Rosa Garde la situación que viven muchos malagueños que acuden cada noche a buscar comida a las puertas de unos voluntarios que se han erigido como sus salvadores.