Es noticia
"No hay más droga ni más peleas en una rave que en una discoteca"
  1. Sociedad
LAS FIESTAS CLANDESTINAS VIVEN SU MEJOR MOMENTO EN ESPAÑA

"No hay más droga ni más peleas en una rave que en una discoteca"

El monte, una casa abandonada, un túnel de la M-50, una nave industrial o una fábrica son lugares perfectos para celebrar una rave, siempre y cuando

Foto: "No hay más droga ni más peleas en una rave que en una discoteca"
"No hay más droga ni más peleas en una rave que en una discoteca"

El monte, una casa abandonada, un túnel de la M-50, una nave industrial o una fábrica son lugares perfectos para celebrar una rave, siempre y cuando no haya casas ni autoridades cerca. La amplitud es necesaria para albergar a las cientos o miles de personas que acudirán a una fiesta clandestina (rave) a bailar durante horas la música electrónica que los DJs pinchen. Cada uno llevará su propia bebida, aunque seguramente allí se venda algo, y nadie habrá conocido la fiesta por las vías usuales de publicidad.

El carácter clandestino de este tipo de celebraciones implica cierto secretismo, de modo que la difusión se hace principalmente boca a boca, aunque también ayudan las redes sociales y, a veces, los flyers (pequeños papeles-anuncio que se reparten en otras fiestas). En realidad no es difícil pues quienes acuden a este tipo de fiestas suelen ser siempre los mismos y entre ellos mismos se comunican.

El boom de este tipo de fiestas se dio en España a principios de los años 90, cuando la figura del DJ se puso de moda y aparecieron estilos musicales como el trance, el jungle o el drum&bass. En Europa, sobre todo en Inglaterra, hacía ya años que cientos de jóvenes convertían en discotecas las casas okupas y las fábricas, consecuencia de la rigidez horario de sus lugares de fiesta.

Las raves ibéricas tardaron algo más en surgir, pero lo hicieron con fuerza y hoy en día se celebran cientos de ellas cada fin de semana. Los lugares más míticos se han convertido ya en auténticos templos de la música electrónica, pero nunca se sabe cuándo se puede encontrar un nuevo hangar dispuesto para la fiesta.

En Valencia es famosa la rave de Buñol y gracias al auge de los festivales de música durante el verano cada vez se celebran más raves a la sombra de estos eventos organizados. Cuando acaban los conciertos, la gente abandona el recinto y en los alrededores es común encontrar una o varias de estas fiestas (casi siemrpe bajo carpas de plástico o tela) para continuar bailando hasta que el cuerpo aguante.

En Madrid, una de las ciudades más activas en la celebración de raves, son célebres el Monasterio de Perales del Río (donde murieron dos jóvenes hace una semana por consumir estramonio), uno de los túneles de la M-50 o el matadero de Rivas. Alejandra Pérez, de años, acudió hace poco a otro de los lugares míticos de la comunidad, un circuito de cross abandonado en Paracuellos del Jarama.

“Allí hay hasta controles de la Guardia Civil, abajo, en la carretera, para los coches que salen de la fiesta”, cuenta. Que haya policías o guardias civiles cerca no es lo usual, pero sí es cierto que las raves se suelen celebrar en lugares de muy difícil acceso, entre otras cosas, para evitar a las autoridades. Pero también para no molestar a los vecinos y poder explotar todo el potencial de los equipos de sonido, la música es el elemento esencial de estas reuniones y tiene que sonar muy alta.

Barato para el público, costoso para los DJs

Para ello los organizadores, que usualmente son colectivos de DJs, alquilan los equipos y los trasladan ellos mismos. Para los pinchas poco conocidos sirve además como promoción pero, sobre todo, les sirve para divertirse y escuchar los estilos que normalmente no suenan en las discotecas.

El público, por su parte, también acude principalmente por esa razón, pero hay otras. Siguiendo la misma lógica que el botellón, para los jóvenes resulta mucho más barato llevar su propia bebida de casa, aunque es frecuente que en las fiestas haya barras. A veces las ponen los propios organizadores para cubrir gastos porque “las raves no son un negocio, más bien, todo lo contrario”.

Así lo asegura el responsable de la web Cultura Rave, Juan Antonio Díaz, que explica los pasos necesario para organizar una rave: “En cuanto se junta un grupo de DJs con la idea de organizar una rave, lo siguiente es buscar el sitio. No importa que tenga luz, siempre se alquilan generadores y tampoco importa lo lejos u oculto que esté por que el público siempre lo va a encontrar”. Los lugares abandonados no siempre están del todo practicables y por eso los organizadores suelen ‘adaptarlo’. “Se limpia si es necesario, se cierra alguna zona que pueda ser peligrosa, etc.” continúa Díaz.

Cuando todo está listo, llegan los ravers. Cada cual con su bebida, cada cual con su droga, y cada cual “a su rollo”. El lema primigenio de este tipo de fiesta fue “Paz, Amor, Unidad y Respeto” (PLUR) y parece que aún se mantiene ese espíritu aunque, como opina Díaz, se haya perdido un poco “la magia” de las primeras raves. Por eso, porque cada cual se dedica a disfrutar de la fiesta a su aire, no son usuales las peleas ni los enfrentamientos, aunque se den casos aislados. “El ambiente de las raves por lo general es muy bueno, hay muchas menos peleas que las que puede haber en un botellón o una discoteca. La gente asidua a las raves normalmente se conoce y entre amigos no hay peleas”, explica Díaz.

Alejandra confirma su versión: “Yo no he visto ni una pelea en las fiestas a las que he ido, la gente va a su bola y no se mete con los demás”. Lo que sí ha visto, y en grandes cantidades, es droga. Hachís o marihuana, cocaína, éxtasis o MDMA son las drogas más frecuentes, pero algunos experimentan también con otras como el Nexus (mescalina), las setas o incluso plantas venenosas, como ocurrió con el estramonio el pasado sábado en la rave de Getafe.

Pero, como recuerda Díaz, “al igual que las peleas, las drogas que se consumen en una rave no son más que en una discoteca normal, aunque quizá si con mayor impunidad porque no hay portero”.

El monte, una casa abandonada, un túnel de la M-50, una nave industrial o una fábrica son lugares perfectos para celebrar una rave, siempre y cuando no haya casas ni autoridades cerca. La amplitud es necesaria para albergar a las cientos o miles de personas que acudirán a una fiesta clandestina (rave) a bailar durante horas la música electrónica que los DJs pinchen. Cada uno llevará su propia bebida, aunque seguramente allí se venda algo, y nadie habrá conocido la fiesta por las vías usuales de publicidad.