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La policía austriaca cree que "alguien tuvo que ayudar a Fritzl"
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La policía austriaca cree que "alguien tuvo que ayudar a Fritzl"

"Alguien del entorno (familiar) tiene que haberlo sabido". Así de contundente se ha mostrado el jefe de la policía criminalística de Austria, Franz Polzer. Para Polzer

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La policía austriaca cree que "alguien tuvo que ayudar a Fritzl"

"Alguien del entorno (familiar) tiene que haberlo sabido". Así de contundente se ha mostrado el jefe de la policía criminalística de Austria, Franz Polzer. Para Polzer no hay duda alguien tenía que saber algo acerca de lo que hacía Josef Fritzl, el 'carcelero' de Amstetten, y del 'sótano de los horrores'.

Para el jefe criminalístico, esta persona fue la que seguramente informó de manera "confidencial" a la policía la semana pasada que Fritzl visitaría junto con su hija Elisabeth y sus dos hijos varones a la hija mayor, que se encuentra al borde de la muerte en la clínica de Amstetten. La policía los esperaba allí tras la denuncia anónima.

Polzer ha reiterado que hay indicios de que el 'carcelero', de 73 años, pensaba desde hace meses acabar con la tortura de su hija. A fines de 2007, le hizo escribir a Elisabeth una carta dirigida a su familia en la que anunciaba que este verano volvería a Amstetten con sus hijos. Esta hipótesis coincide con la información que publica la revista alemana 'Brigitte' que afirma que uno de los hijos que convivían normalmente con la familia en la 'parte alta' de la casa tuviera una copia de la llave electrónica que daba al sótano.

Además, también se ha podido saber que Fritzl había instalado un dispositivo eléctrico que permitía que la puerta del 'zulo de los horrores' se abriera sola en el caso de que él desapareciera.

Más detalles del caso

Poco a poco se van esclareciendo más detalles sobre el terrible caso que ha sacudido Austria y Europa entera. La prensa del país alpino se ha volcado en remover el pasado y la vida de Josef Fritzl, un jubilado de 73 años capaz de mantener secuestrada en un zulo a su hija Elisabeth, desde los 18, abusar de ella sexualmente desde los once y durante todo este tiempo y tener 7 hijos con ella. Tres de ellos también han permanecido encerrados en el sótano de la casa sin ver la luz del sol hasta el pasado domingo, cuando se supo parte de la verdad que ahora la Policía austriaca trata de desvelar por completo.

Según publica el periódico gratuito Heute entre el 6 de enero y el 3 de febrero de 1998 Fritzl estuvo en Tailandía disfrutando de unas vacaciones de lujo, en el Hotel cuatro estrellas "Nova Lodge".

Rainer Wieczorek, un pensionista que estuvo con él en dicho complejo turístico y al que pudo entrevistar la revista por teléfono, explica que el agresor parecía muy "suelto" y que le llamó la atención que comprase muchos regalos para sus niños, "demasiados" según Wieczorek para tan sólo tres. Estos tres menores son los únicos de los siete vástagos que concibió Fritzl con su hija que fueron criados con él y su propia esposa, Rosemarie como niños 'normales'.

A ojos del pueblo, estos niños habrían sido abandonados por la madre en casa de los Fritlz, ya que ella habría caído en una secta; una mentira lanzada por el propio Josef para no levantar sospechas.

Sin embargo, Heute hace referencia a este dato y pone el foco en la incompetencia policial. Según el semanario, los investigadores locales no se encargaron de buscar a Elizabeth, a quien dieron por desaparecida, por lo que pudo haber "un fallo de investigación": según el párrafo 82 del Código Penal, el abandono de un niño es un delito, y la policía no se esforzó en ponerle pena a la presunta actitud de Elizabeth.

Solvencia económica

Así pues, de esas vacaciones se puede extraer que la familia Fritlz, o por lo menos el patriarca, gozaba de una considerable holgura económica. El periódico Österreich publica que el jubilado no sólo había sido ingeniero electricista, sino que también poseía varias casas en propiedad con las que hizo dinero. Entre otras, el rotativo menciona una imobiliaria en Mondsee (Alta Austria), que se convirtió en restaurante. Durante los veranos él y su mujer trabajaban allí. Lo que pasó durante este tiempo con las víctimas, como por ejemplo quién les dio de comer, todavía se desconoce, aunque parece descartarse la existencia de cómplices, ya que el agresor podría haber abastecido el sótano con comida para este tiempo, al disponer de nevera y una pequeña cocina en sus escasos 60 metros cuadrados.

El semanario vienés News aporta una lista en la que figuran la propia casa familiar, tres edificios con numerosos apartamentos y locales comerciales, otra casa y un terreno, por un valor estimado de unos 2,2 millones de euros. Los edificios están ubicados en las localidades de Waidhofen an der Ybbs, Sankt Pölten (capital de Baja Austria) y en Amstetten, la ciudad de 23.000 habitantes donde vivía.

Según añade News, en un solar adquirido por Fritzl hace apenas tres años, el hombre había hecho mover decenas de metros cúbicos de tierra, aparentemente sin ninguna finalidad. Después de destaparse el caso del calabozo subterráneo de Amstetten, la policía también investigará ese lugar, asegura News.

El semanario destaca, además, que en uno de los inmuebles adquiridos por Fritzl en Amstetten el hombre quería construir 13 casas adosadas, un centro de oficinas y un aparcamiento para 30 vehículos, un proyecto que fue suspendido ante la resistencia de los demás vecinos.

Dudas y más dudas sobre el caso

Por su parte, el periódico Österreich señala otro punto oscuro en este dato: el hecho de que Fritzl tuviera en el sótano de casa escondidas a cuatro personas malviviendo, en un recinto diminuto y precario. Las preguntas sobre cómo se habría podido construir ese zulo, sin que nadie se haya dado cuenta siguen en el aire.

El rotativo apunta que el habitáculo en el que el agresor mantuvo encerrado a sus víctimas fue aprobado por la autoridades de construcción en el año 1978 como "búnker de protección". Lo que no está claro es cómo el electricista pudo incorporar una puerta de más de 300 kilos de acero que se activa con un código electrónico.

Toda esta historia aparece ahora como un caso atroz sobre el que no dejan de planear preguntas turbias que quizá nunca se puedan resolver.

"Alguien del entorno (familiar) tiene que haberlo sabido". Así de contundente se ha mostrado el jefe de la policía criminalística de Austria, Franz Polzer. Para Polzer no hay duda alguien tenía que saber algo acerca de lo que hacía Josef Fritzl, el 'carcelero' de Amstetten, y del 'sótano de los horrores'.

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