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En la costa sin virus, los chiringuitos aún están vacíos: "Sin guiris, nos hundimos"
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EN BUSCA DEL BRITÁNICO PERDIDO

En la costa sin virus, los chiringuitos aún están vacíos: "Sin guiris, nos hundimos"

La Costa Blanca encarna una paradoja que se podría traducir en catástrofe. Tiene la incidencia más baja de España y sus bares están vacíos porque Reino Unido recomienda no viajar al país

Foto: Vista de una de las playas de Benidorm, este miércoles. (S. B.)
Vista de una de las playas de Benidorm, este miércoles. (S. B.)

Estos días, hay dos tipos de personas en Benidorm: los que creen que los turistas británicos van a acabar viniendo sí o sí a veranear a sus playas y los que tuercen el gesto, suspiran y se muestran escépticos. Sobre todo si está en juego la supervivencia de su puesto de trabajo. “Vamos a ver qué pasa, pero por ahora tiene mala pinta”, dice un camarero del Manila, un restaurante en primera línea de playa. “Estamos esperando a los británicos como agua de mayo y, si no pueden venir, lo tenemos clarito”.

Por el contrario, Ana, una jubilada que está tomando el sol a 300 metros del bar, exuda optimismo. “Van a venir. ¡Tienen que venir!”, afirma desde su tumbona en la playa de levante. “Si no, ¿qué les queda a los negocios de Benidorm? Nosotros venimos con el 'tupper' y no gastamos, pero los ingleses son como los peces en el río: beben y beben y vuelven a beber”.

placeholder Dos turistas, en una terraza de Benidorm. (S. B.)
Dos turistas, en una terraza de Benidorm. (S. B.)

Con el verano a la vista, la Costa Blanca encarna una paradoja que se puede convertir en catástrofe. Por un lado, han conseguido lograr una de las cifras de contagios más bajas de toda España. En el caso de Benidorm, por ejemplo, apenas tienen 18 casos por cada 100.000 habitantes. El covid es casi inexistente. “La incidencia de nuestra ciudad en los últimos meses ha sido posiblemente la menor de gran parte de Europa”, explica Antonio Pérez Pérez, alcalde de Benidorm.

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Pero, por otro, pese a la llegada de los primeros turistas españoles tras el fin del estado de alarma, algunos hoteles ni han abierto porque aún falta la pieza clave para reflotar la maltrecha economía de la región: los británicos.

El turismo en España, en manos de Boris

Hace unas semanas, Reino Unido incluyó a España junto a otros países europeos como Francia o Grecia en su lista ámbar —los viajeros que vuelvan de estos países tienen que guardar cuarentena obligatoria de 10 días y hacerse una PCR—. Fue un mazazo para la industria turística, que perdió 100.000 millones de euros en 2020 por la pandemia y fiaba la recuperación en este verano. Y sin británicos a la vista, que en Benidorm representan hasta el 40% de los ingresos turísticos, los próximos meses podrían ser la puntilla a un sector agonizante.

“Mi clientela siempre ha sido un 70% de británicos, un 20% de vascos y un 10% de madrileños, pero ahora no hay ingleses”, afirma Ariadna, dueña de un quiosco de prensa y chucherías. Durante la mañana, apenas han entrado un puñado de clientes y ella mata el tiempo en una salita contigua con ventilador. A estas alturas, en un año normal, ya habría bastantes jubilados británicos, pero ahora, sin ellos, lleva varios meses de pérdidas y atisba un verano catastrófico. “Si los guiris no vienen, nos hundimos”, remata.

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Foto: S. B.

En 2019, antes de la pandemia, España dio la bienvenida a más de 18 millones de turistas británicos. Dos años más tarde, el sector se conforma con rozar el 25% de esa cifra, algo que sería suficiente para reactivar un sector clave de una economía española hecha trizas. Boris Johnson ha pedido a sus ciudadanos que no viajen a países como Francia o España, ambos en la lista ámbar, “salvo en circunstancias excepcionales”. “Es muy importante que la gente entienda qué es un país de la lista ámbar, y no es un sitio donde debes irte de vacaciones”, dijo el lunes después de que despegaran 150 aviones con destino a estos países.

Portugal tiene el semáforo en verde, pero tiene cuatro camas. En cuatro hoteles de Benidorm metes más gente que en todo Portugal

“Todos están desesperados con que abra España: las líneas aéreas, los turoperadores y, por supuesto, los turistas”, subraya Antonio Mayor, presidente de la Asociación Empresarial Hostelera de Benidorm, Costa Blanca y Comunitat Valenciana. “Yo leo los medios británicos y todos los días dan caña diciendo 'por favor, ¡abran España y Grecia!'. Sí, Portugal tiene el semáforo en verde, pero tiene cuatro camas. En cuatro hoteles de Benidorm metes más gente que en todo Portugal. Las ganas que tenemos nosotros son superadas por ellos”.

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Foto: S. B.

Hace unas semanas, Mayor estaba en el bando de los pesimistas. Por culpa de las altas incidencias de Madrid y País Vasco, decía, la Comunidad Valenciana iba a tener que pagar los platos rotos y quedarse sin turistas británicos. Pero ahora es mucho más optimista. “Para mí, el titular de la película es que cada día que pasa estamos mejor”, repite una y otra vez. Y tiene razón. Este miércoles, la incidencia acumulada en España cayó a 147,54 casos por 100.000 habitantes en las dos últimas semanas, siendo la primera vez desde marzo que el indicador bajaba de 150. En la Comunidad Valenciana, el número es de apenas 29,58, siendo la comunidad con menos casos por 100.000 habitantes.

Foto: Dos jóvenes charlan en la playa de Maspalomas, en el sur de Gran Canaria. (EFE)

Estos datos han sido esgrimidos una y otra vez por la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, quien este jueves anunció que los británicos podrían visitar España sin una PCR. Pero los empresarios han criticado al Gobierno regional y al nacional en repetidas ocasiones por su inacción. “La ministra solo habla de Canarias y Baleares”, dice Mayor.

Maroto dijo hace unos días en la inauguración de Fitur que habían pedido a Reino Unido “diferenciar regiones” para que se pudiera viajar a las zonas con menor incidencia. El ambiente en Fitur, la punta de lanza de la recuperación turística, trataba de reflejar normalidad. Bajo el lema 'Especial recuperación turismo', el evento quiere volver a poner España en el foco internacional para reactivar un sector que ha llegado a representar el 13% del PIB. Allí, el alcalde Pérez Pérez ha ido a vender el concepto 'Isla Benidorm', para reclamar que Alicante y Benidorm tengan semáforo en verde, puedan operar como una isla para el turismo internacional y consigan “recibir cuanto antes a los turistas británicos”.

placeholder (S. B.)
(S. B.)

Pero el propio secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés, se ha mostrado escéptico, señalando que es poco probable que Reino Unido haga una excepción con España.

La única posibilidad que queda, por lo tanto, es seguir reduciendo la incidencia. La próxima revisión del semáforo es el 7 de junio. Pero eso no significa que, al día siguiente, miles de jubilados de Mánchester y Liverpool puedan extender su toalla en Benidorm. Los expertos consultados creen que, siendo optimistas, podrían llegar a finales de mes. “Si llegan antes de julio, podemos salvar un 60% de la temporada, porque ya hemos perdido mayo y junio, ahora estamos haciendo el indio con los hoteles abiertos a medio gas”, recalca Mayor. De momento, Benidorm sobrevive con los jubilados españoles y británicos que ya habían establecido su residencia aquí antes de la pandemia.

“Todos mis amigos quieren venir”

Mark tiene dos bares en la Costa Blanca, uno de ellos en Benidorm. Lleva años viviendo en España y, si no fuera por su acento, apenas se notaría que es británico. En su bar apenas hay tres mesas ocupadas en hora punta. Todos son ingleses que viven por la zona. “Hoy es un día raro, normalmente está más vacío”. Preguntado por el rifirrafe turístico entre España y Reino Unido, Mark lo tiene claro: “Boris dice eso porque quiere que los británicos se queden y gasten allí”.

placeholder Mark posa en su bar de Benidorm. (S. B.)
Mark posa en su bar de Benidorm. (S. B.)

En su bar, seis británicos de más de 60 años apuran sus jarras de cerveza. Llevan un año y medio sin ver a sus familias y no tienen intención de volver. “Todos nuestros amigos nos envidian, dicen que están encarcelados allí”, exclaman entre risotadas y palmadas en la espalda de sus colegas. Algunos, explican, usan el truco de hacer escala en Portugal. Sin embargo, si hay que hacerse dos PCR y cuarentena, muchos no vendrán por dinero y trabajo.

No son los únicos británicos que están disfrutando del sol y los 26 grados de la costa. A un par de calles, dos chicos y dos chicas jóvenes celebran que el camarero ha traído otra jarra de sangría. Cuando nos acercamos, les preguntamos si creen que sus amigos podrán venir a veranear a España. “¿Español? ¡Sangría, sangría!”, sueltan. Acto seguido, uno de ellos empieza a desbarrar con un acento del norte de Inglaterra y corona su discurso ininteligible: “You know what? Fuck Boris”.

Estos días, hay dos tipos de personas en Benidorm: los que creen que los turistas británicos van a acabar viniendo sí o sí a veranear a sus playas y los que tuercen el gesto, suspiran y se muestran escépticos. Sobre todo si está en juego la supervivencia de su puesto de trabajo. “Vamos a ver qué pasa, pero por ahora tiene mala pinta”, dice un camarero del Manila, un restaurante en primera línea de playa. “Estamos esperando a los británicos como agua de mayo y, si no pueden venir, lo tenemos clarito”.

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