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Coordenadas | El patio trasero de Putin, en llamas: ¿qué pasa en el espacio postsoviético?
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"Garante de la estabilidad"

Coordenadas | El patio trasero de Putin, en llamas: ¿qué pasa en el espacio postsoviético?

Kirguistán, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia... Los estallidos de tensión en el espacio postsoviético pasan factura a Rusia

Foto: Protestas de la oposición en Kirguistán. (EFE)
Protestas de la oposición en Kirguistán. (EFE)

A finales de la semana pasada, el presidente de Kirguistán, Sooronbai Jeenbekov, anunció su dimisión tras varias semanas de intensas protestas que han empujado al más absoluto caos a este país de Asia Central y 6,5 millones de habitantes. La dimisión de Jeenbekov, "para evitar un baño de sangre", intenta calmar las protestas que comenzaron el pasado 4 de octubre, tras unas elecciones consideradas fraudulentas por la oposición, y que llegaron incluso a asaltar varios edificios gubernamentales y oficinas de la Comisión Electoral Central.

El caos en Kirguistán es solo el último de los frentes que están abriéndose en distintos países del espacio postsoviético (Bielorrusia en Europa Oriental y Nagorno-Karabaj en el Cáucaso Sur), en lo que ha sido visto como un resquebrajamiento de la aplacadora hegemonía y 'statu quo' rusos en la región. A continuación, te explicamos las claves.

En breve

Tras la dimisión de Jeenbekov, Kirguistán se encuentra ahora en un momento de vacío de poder en el Gobierno, con un presidente en funciones, hasta la celebración de nuevas elecciones, que podrían sacudir de nuevo el país mientras las distintas facciones opositoras luchan por acaparar influencia.

Esta transición calma por el momento uno de los fuegos encendidos en el patio trasero de Vladímir Putin, presidente de Rusia, que ha querido proyectar una imagen de garante del 'statu quo', si no incluso de la estabilidad. Sin embargo, en estos últimos conflictos, Rusia parece estar perdiendo ese poder de control, peso e influencia en el espacio postsoviético. En Kirguistán, Jeenbekov se vio forzado a renunciar apenas dos semanas después de que el propio Putin afirmara que "harían todo para apoyarlo como jefe de Estado". En el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por la región separatista de Nagorno-Karabaj, Rusia ha logrado que ambos jugadores firmen sendos acuerdos de alto el fuego que fueron violados apenas horas después. En Bielorrusia, continúan las protestas contra Alexander Lukashenko. Son unas pruebas no deseadas de la eficacia del papel de Moscú como vigilante regional y que, de momento, no está pasando con nota.

Contexto

La ex república soviética de Kirguistán, un país de 200.000 kilómetros cuadrados (algo mayor que Uruguay) fronterizo con China y otros 'istanes', es uno de los países más pobres de Asia Central, pero también uno de los más leales aliados de Rusia en la región, que cuenta con una base militar en el país. También forma parte de la Unión Euroasiática, la alianza económica auspiciada desde Moscú y de la que depende fuertemente la economía kirguí. Las remesas suponen cerca de un tercio del PIB, y la mayoría viene de Rusia. En 2005, Kirguistán vivió su Revolución de los Tulipanes, y nuevas protestas o 'revoluciones de colores' en 2005 y 2010, pero hasta el momento ninguna ha supuesto un cambio radical en su relación con la 'madre Rusia', heredera de la URSS. Aunque los estallidos de conflicto siguen tensiones internas, señalan también las cicatrices de tres décadas de transición postsoviética sin terminar.

Al igual que en Kirguistán, las otras 14 ex repúblicas soviéticas se enfrentaron a una compleja transición tras la caída de la URSS, y la evolución se produjo a distintas velocidades, pero, con la excepción de las repúblicas bálticas, en general han permanecido en la órbita de influencia de Rusia. Estos tres países muy especialmente: Bielorrusia, Kirguistán y Armenia son tres de los cuatro aliados de Moscú en la Unión Euroasiática (el otro es Kazajastán) y también pertenecen (junto a Kazajastán y Tayikistán) al CSTO, una organización militar similar a la OTAN. Pero, en menos de dos meses, tres de los aliados más cercanos se han visto envueltos en conflictos, y el Kremlin ha mantenido una posición hasta ambivalente, muy diferente del rol mucho más asertivo que el presidente Putin ha imprimido a su política exterior en otras esferas, desde la intervención en Siria o su papel en Libia, o incluso la presunta injerencia rusa en elecciones como las de EEUU.

placeholder El presidente ruso, Vladímir Putin. (Reuters)
El presidente ruso, Vladímir Putin. (Reuters)

Actores

Vladímir Putin, presidente de Rusia: con una muy cultivada imagen de estratega y genio táctico, Putin ha querido restaurar el rol de Rusia como actor clave en el panorama internacional y como árbitro supremo en el espacio postsoviético. Pero en esta crisis, ha estado más atado de manos, sin intervenir directamente en ninguno de los tres conflictos, que representan desafíos distintos: en el Cáucaso Sur, la creciente influencia de Turquía en la región con su apoyo a Azerbaiyán y que pone en cuestión la hegemonía rusa, las protestas contra Lukashenko, con más de 26 años en el poder, implican también ciertas preguntas a nivel interno sobre la propia erosión de la popularidad de Putin, y el caos poselectoral en Kirguistán señala los pies de barro del modelo de 'democracia guiada' ('managed democracy') de Putin en Rusia y que ha sido imitado en muchos países postsoviéticos.

Pero, apuntan los analistas, es prematuro asumir que Putin ha perdido mano en el vecindario. La pandemia de coronavirus y sus consecuencias económicas han debilitado su posición, pero está por ver cómo evolucionará en los próximos meses.

"No quiero acabar en la historia como un presidente que derramó la sangre y disparó a sus ciudadanos"

Sooronbai Jeenbekov, expresidente de Kirguistán: "No quiero acabar en la historia como un presidente que derramó la sangre y disparó a sus propios ciudadanos".

Jeenbekov es el tercer presidente kirguí en ser derrocado por una revuelta popular en los últimos 15 años. En las elecciones del 4 de octubre, consideradas fraudulentas (la propia Comisión Electoral Central anuló los resultados), solo dos partidos de la oposición lograron entrar en el Parlamento, ya que el umbral electoral requerido es del 7%. El presidente en funciones de Kirguistán, Sadir Zháparov, ha propuesto rebajar ese umbral, con la intención de que no se vuelvan a repetir las escenas de caos de estas semanas.

placeholder El expresidente kirguí Sooronbai Jeenbekov. (Reuters)
El expresidente kirguí Sooronbai Jeenbekov. (Reuters)

Nikol Pashinyan, primer ministro de Armenia: "Esperamos que Rusia tome medidas más efectivas y más específicas para detener la ofensiva azerí y turca".

La llegada de Pashinyan al poder en 2018 tras una 'revolución de terciopelo' no agradó mucho al Kremlin, por los intentos de Armenia de acercarse poco a poco más a Occidente. Sin embargo, con la ofensiva azerí sobre Nagorno-Karabaj, Armenia se volcó en Rusia, confiando en que acudiría en su defensa en virtud de la cláusula de defensa mutua del CSTO. No ha sido así: Rusia ha insistido en que sus compromisos defensivos se refieren a los ataques contra Armenia, no contra la región separatista de Nagorno-Karabaj, y se ha resistido a ser arrastrada al conflicto. Frente a la posición mucho más asertiva de Turquía, la capacidad de Rusia de influir en los acontecimientos en el Cáucaso ahora parece limitada, a pesar de su papel anterior como mediador en el conflicto de Nagorno-Karabaj.

"Esperamos que Rusia tome medidas más específicas para detener la ofensiva azerí y turca"

Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia. Pese a que en los últimos años Lukashenko se había resistido a establecer relaciones aún más cercanas con Rusia, tras las protestas, el líder autoritario (26 años en el poder) se ha vuelto a Putin para solicitar ayuda. Aunque el Kremlin aseguró en agosto que estaba abierto a una intervención "si la situación se salía de control", hasta el momento ha intentado mantener la calma sin dejar caer a Lukashenko pero intentando que su apoyo no acabe rebotando en una nueva Ucrania.

¿Y qué pasa ahora?

Mientras Rusia trataba de consolidar su posición como actor clave en el escenario mundial, su influencia se ha ido debilitando más cerca de casa: Turquía y China, especialmente, desafían cada vez más el antiguo dominio de Moscú del espacio postsoviético. "Rusia no es ya el máximo poder dominante en ninguna de las regiones de la antigua Unión Soviética", declaró Dmitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, al 'Washington Post'.

En Kirguistán, por ejemplo, se está construyendo el corredor de transporte China-Kirguistán-Uzbekistán, un proyecto apoyado por Pekín y que minará el monopolio actual de Rusia sobre el tránsito de mercancías por vía terrestre de China a Europa. La Turquía de Erdogán ya no solo tose a Rusia en Siria o en el Mediterráneo, sino en su propio patio trasero. La oposición bielorrusa se inclina hacia la UE.

Tanto en Kirguistán como en Armenia, actores políticos ya han dejado claro que no pretenden alejarse de Rusia por Occidente, pero Moscú está tomando nota de la advertencia. Ante el vacío demostrado por Moscú en estas crisis, existe el riesgo de que aparezcan nuevos puntos calientes en los próximos meses, con las elecciones en Moldavia (noviembre), Georgia o Kazajistán.

Para saber más

Para conocer cómo se dibujan desde la narrativa rusa las 'revoluciones de colores' en los países de su espacio postsoviético, este artículo de Nicolás de Pedro que analiza cómo el discurso ha llegado ya incluso a las elecciones de EEUU.

Foto: El presidente Donald Trump junto a su homólogo ruso, Vladímir Putin, en un encuentro del G20 en 2019. (Reuters)
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Nicolás de Pedro*

Otro ángulo

Un ángulo más personal de uno de los tres conflictos abiertos, con el testimonio de un voluntario armenio que ha viajado desde Barcelona a Armenia para luchar en el frente de Nagorno-Karabaj.

"Quien te diga que no tiene miedo, miente". Hace poco menos de una semana, Zareh (nombre ficticio) abandonó la cómoda vida que tenía en Barcelona, con esposa e hijos, por el frente en Armenia. Nuevamente, cuenta por teléfono a El Confidencial, "Armenia está sola". Como parte de la diáspora armenia, Zareh se ha ofrecido a ayudar con lo que tiene. En su caso, su cuerpo. "Hay mucho que hacer por Armenia, cualquier mano es útil. Yo he venido para hacer lo que pueda por mi patria".

Foto: Una calle en Stepanakert, capital de Nagorno-Karabaj. (Reuters)

Para seguir el hilo...

Este hilo (en inglés) de Ulrich Speck, analista alemán, que desgrana los objetivos, los éxitos y los fracasos de la política exterior de Putin. "Putin tiene dos objetivos principales en política exterior: control de su vecindadio, es decir, Europa del este, el Cáucaso sur, Asia Central, partes de Oriente Medio y el Norte de África. Casi como en los tiempos de la Unión Soviética. El segundo, poder mirar al mismo nivel a EEUU: ser respetado globalmente y tener un sitio en la mesa cuando se negocian los asuntos globales".

A finales de la semana pasada, el presidente de Kirguistán, Sooronbai Jeenbekov, anunció su dimisión tras varias semanas de intensas protestas que han empujado al más absoluto caos a este país de Asia Central y 6,5 millones de habitantes. La dimisión de Jeenbekov, "para evitar un baño de sangre", intenta calmar las protestas que comenzaron el pasado 4 de octubre, tras unas elecciones consideradas fraudulentas por la oposición, y que llegaron incluso a asaltar varios edificios gubernamentales y oficinas de la Comisión Electoral Central.

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