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Verano geopolítico: el gran rival estratégico de la UE agita el Mediterráneo
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Verano geopolítico: el gran rival estratégico de la UE agita el Mediterráneo

Europa necesita un gran acuerdo con Turquía para crear un marco de resolución de conflictos tanto a corto como a largo plazo

Foto: El presidente turco Tayyip Erdogan. (Reuters)
El presidente turco Tayyip Erdogan. (Reuters)

Durante la visita de Josep Borrell a Ankara a principios de julio, se produjo una extraña escena cuando el ministro de exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, le dio una lujosa caja con la etiqueta “un regalo del ministro de energía” quien, por supuesto, es el yerno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Al abrir el regalo, el jefe de la diplomacia europea vio que dentro tan solo había una pequeña botella de desinfectante. El ministro turco se empezó a reír y Borrell tuvo que poner cara de circunstancias con una sonrisa, medio incrédula medio afectada.

Esta es la misma respuesta de la UE con Turquía. Perpleja, horrorizada por el auge de una Turquía fuerte y, al mismo tiempo, inmóvil a la hora de reaccionar ante su vecino del sudeste. Con sus proyectos de perforación en el este del Mediterráneo y sus incursiones en la guerra civil de Libia, la nueva política exterior de Turquía, más asertiva que nunca, ya no es un fenómeno lejano que Bruselas pueda ignorar. Es un conflicto que sucede en la periferia de Europa y empuja a Turquía hacia una confrontación directa con estados miembros europeos como Francia y Grecia.

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Pese a eso, no hay consenso dentro de la Unión a la hora de tomar una decisión. Aunque Borrell visitaba Ankara para proponer un diálogo sobre el este del Mediterráneo, él no tenía exactamente un mandato político para llegar a un gran acuerdo con Turquía. Esto es porque los europeos están divididos. Turquía, una vez candidato para entrar en la UE, es visto ahora como un vecino complicado. Pero mientras Italia, Alemania o España prefieren un acercamiento transaccional, Francia se concibe a sí misma como el país que debe contener a Turquía en el este del Mediterráneo.

Turquía vs. Francia

Históricamente, los enfrentamientos entre Turquía y Francia han durado poco -tal y como ocurrió en temas como en el genocidio armenio en 1915 y las incursiones turcas en Siria-. Pero ahora las cosas se están complicando, incluso llegando a un punto crucial. Los países apoyan a bandos opuestos en la guerra libia. Francia ve en la Turquía de Erdogan un modelo ideológico peligroso mientras que el turco considera que las acciones francesas forman parte de un esfuerzo para prevenir su inminente auge.

En otro nivel, los franceses consideran que las acciones turcas en el patio trasero de Europa es un problema estratégico que debe resolverse mediante una política europea. La Turquía de Erdogan quiere su lugar bajo el sol y, para eso, es clave proyectar poder más allá de su frontera. Ya lo está haciendo en Siria, Libia, Iraq y el este del Mediterráneo. Mientras tanto, París ha apoyado a los rivales regionales de Ankara, desarrollando lazos más estrechos con Emiratos Árabes Unidos y Egipto, al mismo tiempo que apoyando a Khalifa Haftar en Libia.

placeholder Emmanuel Macron y Tayyip Erdogan. (Reuters)
Emmanuel Macron y Tayyip Erdogan. (Reuters)

La disputa francoturca en territorio de la OTAN el pasado 10 de junio, cuando una fragata francesa intentó inspeccionar un barco de carga acompañado de barcos turcos ante la sospecha de que estaba violando el embargo de armas de la ONU, llevó a un enfrentamiento entre ambas partes. Pero aún queda tela por cortar. Si el Gobierno de Acuerdo Nacional en Tripoli lanza una ofensiva apoyada por Turquía contra los pueblos estratégicos de Sirte y Jufra, esto causará casi seguro que Francia y Emiratos Árabes Unidos refuercen su apoyo a las fuerzas de Haftar.

Mientras tanto, las exploraciones de gas y petróleo en el este del Mediterráneo son otro punto clave que podría llevar a Turquía a una confrontación directa con Francia o Grecia. Este enfrentamiento latente involucra tanto nuevas como viejas rivalidades, provocadas por disputas marítimas, quejas por saber de quién son las zonas económicas exclusivas y décadas sin resolver el conflicto de Chipre. Ankara ha protestado por la decisión de Nicosia de recompensar con contratos de perforación a compañías energéticas en los últimos años, diciendo que Chipre del Norte, a la que apoya y reconoce, ha sido aislado de los recursos de hidrocarburos.

Turquía, Grecia y Chipre están enfrentados por temas de fronteras marítimas. Turquía firmó un acuerdo marítimo con Libia en diciembre de 2019, asegurando que sus aguas territoriales se extendían hasta el más del norte de Libia. Mientras que la mayoría de las compañías energéticas que operan en el área han dejado de explorar y perforar por el covid y los bajos precios del petróleo, Ankara tiene entre ceja y ceja seguir la perforación del área cercana a Creta. Y todo esto podría llevar a enfrentamientos en alta mar.

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En ese sentido, Europa necesita un gran acuerdo con Turquía para crear un marco de resolución de conflictos tanto a corto como a largo plazo, tanto en el campo de la energía como de las fronteras marítimas, el conflicto en Chipre y Libia. Pero es casi imposible para los estados miembros de la UE llegar a un compromiso en todos esos frentes, dado que no se ponen de acuerdo en qué hacer ni cuánto presionar a Turquía. El enfoque más agresivo, defendido por Grecia, Chipre y Francia, consiste en sanciones económicas, pero es rechazado por Alemania, Italia, Malta y otros países que prefieren proteger sus relaciones con Turquía.

Durante una reunión la semana pasada en el consejo de asuntos exteriores, la UE advirtió de posibles sanciones contra Turquía, pero dijo que intentarían primero establecer un diálogo. “Vamos a apoyar un camino para contribuir a rebajar las tensiones. Y, por supuesto, las perforaciones en aguas disputadas en Grecia podrían aumentar el conflicto”, dijo Borrell. Esto era, esencialmente, un aviso a Turquía para no seguir con sus exploraciones de petróleo y gas en la costa de Creta, un área que tanto Grecia como Turquía dicen que les pertenece como zona económica exclusiva. Turquía, claro, gracias a su reciente acuerdo marítimo con Libia.

La presidencia alemana de la UE podría ser una gran oportunidad para la desescalada. Esta semana, el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, visitó Atenas para organizar una nueva ronda de encuentros diplomáticos discretos entre Turquía y Grecia. Ya que un gran acuerdo parece impracticable, Bruselas debería dar pequeños pasos para trabajar para reducir las tensiones entre Turquía y Grecia y empezar un diálogo para compartir los recursos energéticos de la costa de Chipre. La pregunta es: ¿por dónde habrá que compensar?

Bruselas debería dar pequeños pasos para trabajar para reducir las tensiones y empezar un diálogo para compartir los recursos energéticos

Ankara parece abierta a un acuerdo que involucre lo que ellos llaman una “distribución equitativa” de recursos de hidrocarburos en la costa de Chipre. Los turco-chipriotas son una minoría, pero quieren su trozo del pastel. Varias partes ya tienen algunas ideas para conseguirlo. Es difícil, pero no imposible, lograr un acuerdo, ya que las dos comunidades de la isla llevan en conversaciones durante décadas y hay un reconocimiento general de que los turcochipriotas también deberían recibir parte de los beneficios de la riqueza generada por los recursos de la región.

Está menos claro que esto sea suficiente para que Ankara frene en sus propias ambiciones energéticas en el este del Mediterráneo. Pero las conversaciones entre Turquía y Grecia o entre Turquía y Chipre harían, por lo menos, que todo el mundo se parara unos segundos a pensar sobre la situación. Desde un punto de vista optimista, incluso marcaría el inicio de una nueva relación entre Turquía y la UE. Y eso, en esta era de desquiciadas rivalidades geopolíticas, no es un tema menor.

*Análisis publicado en el European Council on Foreign Relations por Asli Aydıntaşbaş y titulado 'Turkey and Europe: Growing tensions and a hot summer in the Mediterranean'

Durante la visita de Josep Borrell a Ankara a principios de julio, se produjo una extraña escena cuando el ministro de exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, le dio una lujosa caja con la etiqueta “un regalo del ministro de energía” quien, por supuesto, es el yerno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Al abrir el regalo, el jefe de la diplomacia europea vio que dentro tan solo había una pequeña botella de desinfectante. El ministro turco se empezó a reír y Borrell tuvo que poner cara de circunstancias con una sonrisa, medio incrédula medio afectada.

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