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Más allá de Holanda. ¿Qué pintan tres países socialdemócratas en los 'frugales' de la UE?
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DISTINTAS EUROPAS, MISMA IDEOLOGÍA

Más allá de Holanda. ¿Qué pintan tres países socialdemócratas en los 'frugales' de la UE?

Los tres países nórdicos que forman parte de la UE tienen gobiernos liderados por socialdemócratas y, aun así, han mostrado posiciones a años luz de gobiernos sureños de la misma cuerda política

Foto: Stefan Lofven, primer ministro sueco, junto al canciller Sebastian Kurz y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. (Reuters)
Stefan Lofven, primer ministro sueco, junto al canciller Sebastian Kurz y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. (Reuters)

Algunos los han tildado de tacaños, rácanos o insolidarios. Ellos prefieren denominarse frugales, buscando una connotación más positiva —ahorradores, responsables de sus finanzas— a sus argumentos en contra de una solidaridad europea y de transferencias a fondo perdido. El primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, ha sido el líder de los autodenominados ‘cuatro frugales’, pero igual de reacios han sido Austria, Suecia y Dinamarca, con la ayuda, a última hora, también de Finlandia. Todos lucharon para reducir la proporción destinada a subvenciones en el fondo de recuperación de la pandemia. De hecho, su intención era que todas las ayudas fueran en forma de préstamos. No lo lograron, pero acabaron consiguiendo reducir las subvenciones a la mitad. De 750.000 millones de euros a 390.000.

Foto: Los líderes de España, Francia y Alemania charlan durante la cumbre europea. (Reuters)

“Tenemos a líderes en esta mesa que se han movido de nada a 350.000 millones. ¿Qué habéis hecho vosotros? Nosotros nos hemos movido, ahora os toca a vosotros”, le espetó la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, al presidente español, Pedro Sánchez, durante la cena del tercer día de cumbre europea, según narraba el 'Financial Times'.

Los tres países nórdicos que forman parte de la UE —Noruega e Islandia no son miembros del club europeo— tienen gobiernos liderados por socialdemócratas y, aun así, han mostrado posiciones a años luz de gobiernos sureños de la misma cuerda política, como España y Portugal, ambos presididos por socialistas. ¿Cuáles son las razones de este distanciamiento a la hora de entender la integración europea?

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Magnus Ryner, profesor de economía política internacional del King’s College de Londres y experto en la socialdemocracia nórdica, explica a El Confidencial que estos países han construido su relación con la Unión Europea de una forma muy distinta a algunos países del sur. “En España, el proceso de democratización estuvo ligado a la europeización, mientras que, en la creación del estado de bienestar en los países nórdicos, Europa no tuvo ningún papel en absoluto; en todo caso, la integración europea llegó en un momento en que se consideraba que el estado de bienestar estaba siendo atacado y se vio como una amenaza”, argumenta. “Hay un nivel de europeización muy débil en los países nórdicos”, añade.

Solo hay que ver qué ocurrió en Suecia el martes, tras conocerse el acuerdo de madrugada en la cumbre europea. El ‘hashtag’ #Swexit se convirtió en tendencia en Twitter, y los medios se llenaron de las críticas al papel del Gobierno liderado por el socialdemócrata Stefan Löfven. Entre los más activos en redes sociales, había miembros y simpatizantes de los Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna), partido populista y xenófobo, que hasta hace poco más de un año incluía en su programa político un referéndum sobre la salida de Suecia de la UE. Aunque, como los extremos se tocan, el más crítico con el acuerdo fue el líder del Partido de Izquierda (Vänsterpartiet), Jonas Sjöstedt, que anunció que denunciaría al Gobierno a una comisión de control parlamentaria y planteó la posibilidad de introducir un debate sobre el Swexit en el próximo congreso del partido.

Foto: Líderes europeos, en la cumbre de este fin de semana. (Reuters)

“La izquierda nórdica ha sido habitualmente más euroescéptica que la derecha; hay una fuerte opinión antifederalista en el ala más a la izquierda del espectro político, que tradicionalmente ha concebido la UE como un club conservador, capitalista, católico y colonialista que amenaza la soberanía nacional y el estado de bienestar”, afirma Johan Strang, experto en política nórdica e investigador del Centro de Estudios Nórdicos de la Universidad de Helsinki. “Aun así, creo que los gobiernos socialdemócratas y la opinión política en general en los países nórdicos ahora son menos contrarios a la UE, especialmente desde que la oposición se ha asociado con la derecha populista”, añade.

Magnus Ryner coincide en la presión política desde la izquierda y también en el papel que juegan ciertos estereotipos sobre los “vagos del sur”, que considera “completamente absurdos y, francamente, bastante racistas”.

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Todo esto influye en cómo se percibe la solidaridad en los países nórdicos. Ryner arguye que también se puede explicar por las distintas formas en que los países europeos se adaptaron a la globalización económica. “Los modelos socialdemócratas nórdicos se acomodaron a una economía globalizada dominada por las finanzas con modelos orientados principalmente a la exportación y especializándose en mercancías de muy alto valor añadido, que a su vez generan altos beneficios que luego pueden redistribuirse a través de la negociación colectiva y los impuestos”, sostiene.

“Son modelos muy nacionales basados en la idea de generar superávit. Si lo trasladamos al nivel europeo, estos países se preguntan: nosotros tomamos estas decisiones en los noventa, ¿por qué los otros países no pueden hacer lo mismo?, ¿por qué tenemos que rescatarlos nosotros?”, argumenta. “Es la continuación de lo que ha defendido Alemania durante décadas, aunque ahora ha cambiado de discurso”, añade.

Finlandia, cerca pero fuera

¿Y qué pasa con Finlandia? El caso de este país es algo diferente, ya que no es miembro formal de la alianza de los ‘cuatro frugales’, aunque se sumó a sus filas durante las negociaciones en la cumbre de Bruselas. Según el politólogo de la Universidad de Helsinki Teivo Teivainen, la primera ministra finlandesa, la socialdemócrata Sanna Marin, recibe presiones no solo de la oposición sino también de algunos de sus socios de gobierno. Los socialdemócratas lideran una coalición de cinco partidos heterogéneos, entre los que están el Partido Popular Sueco (liberal), “que enfatiza la disciplina y el cumplimiento de condiciones” por parte de los países sureños, y también la Alianza de Izquierda, a favor de la solidaridad para reactivar rápido la economía europea.

Según Teivainen, parte de la explicación sobre la posición de la primera ministra es su intención de mandar un mensaje político a los finlandeses. En los últimos años, ha habido cierto flujo de votantes socialdemócratas que han ido a parar a la nueva derecha populista (el partido de los Verdaderos Finlandeses), que explota el discurso de que Finlandia “está cediendo demasiado para dar dinero fácil y sin condiciones a países del sur”.

En los últimos años, ha habido cierto flujo de votantes socialdemócratas que han ido a parar a la nueva derecha populista

“Hay muchos estereotipos sobre los países del sur, que son países de vagos y no saben gestionar bien la economía, y este es el discurso de la nueva derecha”, añade. “Dentro de los socialdemócratas, ya sea por cálculo político o por convicción, responden a esto como un mensaje a los votantes”, explica, y hace referencia especialmente al papel de Sanna Marin, que quiere dar una imagen de política flexible pero influyente, de ahí su enfrentamiento con Pedro Sánchez en Bruselas: “Nosotros nos hemos movido, ahora os toca a vosotros”.

Algunos los han tildado de tacaños, rácanos o insolidarios. Ellos prefieren denominarse frugales, buscando una connotación más positiva —ahorradores, responsables de sus finanzas— a sus argumentos en contra de una solidaridad europea y de transferencias a fondo perdido. El primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, ha sido el líder de los autodenominados ‘cuatro frugales’, pero igual de reacios han sido Austria, Suecia y Dinamarca, con la ayuda, a última hora, también de Finlandia. Todos lucharon para reducir la proporción destinada a subvenciones en el fondo de recuperación de la pandemia. De hecho, su intención era que todas las ayudas fueran en forma de préstamos. No lo lograron, pero acabaron consiguiendo reducir las subvenciones a la mitad. De 750.000 millones de euros a 390.000.

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