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Vuelve la conspiración definitiva: ¿fueron los juegos de Wuhan la centrifugadora del covid?
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Vuelve la conspiración definitiva: ¿fueron los juegos de Wuhan la centrifugadora del covid?

Las conjeturas de que los juegos militares celebrados en octubre en Wuhan pudieron haber sido la centrifugadora del coronavirus cobran fuerza de nuevo. Factible, pero improbable

Foto: Manifestante contra la cuarentena en Australia. (EFE)
Manifestante contra la cuarentena en Australia. (EFE)

Más de 10.000 atletas, 110 naciones y una ciudad: Wuhan. Las especulaciones de que la séptima edición de los Juegos Mundiales Militares pudieron haber sido la centrifugadora planetaria del coronavirus cobran fuerza de nuevo después de que cada vez más atletas internacionales presentes en la cita —celebrada entre el 18 y el 27 de octubre de 2019 en el epicentro de la pandemia— aseguren haber sufrido síntomas asimilables al covid-19. Una conjetura que suena factible, pero que es altamente improbable.

Conviene recordar que los primeros en enredar con esta teoría fueron los propios chinos, quienes a día de hoy todavía no reconocen Wuhan como origen de la epidemia. La versión inicial de Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, es que habrían sido los propios militares estadounidenses los que introdujeron el virus en el país durante el evento deportivo. Una cábala tan carente de respaldo científico o documental como la que difunde Donald Trump sobre que el virus salió de un laboratorio en Wuhan.

Foto: Montaje: iStock/EC.

Pero estos días, los juegos militares de Wuhan vuelven a sonar en los titulares. Varios deportistas en Francia, Italia, España y Suecia aseguran haber pasado la enfermedad tras viajar a China. Unas conclusiones difíciles de corroborar que siembran aún más confusión sobre la cronología de la pandemia y dan fuerza a las turbias aguas del molino de la conspiración.

¿Ya pasamos el coronavirus?

—¿No tiene miedo de participar en los Juegos Olímpicos de Japón, siendo Asia el continente donde se originó la enfermedad?

—No, porque creo que Valentín [Belaud] y yo ya pasamos el coronavirus en los Juegos Mundiales en Wuhan.

El 25 de marzo, estas declaraciones de Elodie Clauvel, campeona mundial de pentatlón moderno y plata olímpica en Río de Janeiro, pasaron prácticamente desapercibidas. Según el relato de la deportista de 31 años en el canal local Loire7 Télévisión, ella y su compañero de disciplina Valentin Belaud, cinco veces campeón mundial, tuvieron serios problemas respiratorios en China. En las semanas siguientes, un médico militar los calificaría como "síntomas obvios de coronavirus", prosiguió la atleta, que habrían afectado a buena parte de los 281 miembros de la delegación gala.

Otros atletas franceses han declarado estos días a la prensa local haber sufrido cuadros médicos que ahora interpretan como covid-19. Ninguno da su nombre alegando que el Ministerio de Defensa les instruyó para que canalicen las preguntas de los medios a través de sus oficinas de comunicación. Y el Gobierno galo asegura que no hubo casos de hospitalización de atletas franceses con síntomas de coronavirus.

En España, un reportaje de la agencia EFE identificó al menos cuatro potenciales casos de militares que creen que pudieron pasar la enfermedad —dos que enfermaron en Wuhan y otros dos que presentaron los síntomas a su regreso—. Aunque el Ministerio de Defensa no tiene constancia de ningún caso sospechoso entre los 170 miembros de la delegación, la conversación ha empezado a agitar algunos círculos militares.

Foto: Enrique Villarino.
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Un efectivo del ejército español que compitió en los juegos militares de Wuhan cuenta a El Confidencial que varios compañeros suyos tuvieron síntomas similares a los del coronavirus a la vuelta de China. "Por grupos de WhatsApp se están comentando que pudo haber más de tres con fiebre alta a la vuelta del viaje", añade con un tono escéptico. “Sería fácil comprobarlo con las muestras de sangre recurrentes que nos hacen”, agregó.

En Italia hay casos públicos, como el del esgrimista Matteo Tagliariol, quien declaró al diario deportivo Gazzetta dello Sport que al llegar a China “casi todos nos enfermamos”. Al regresar a su país, cuenta, su estado empeoró y pasó varias semanas con fiebre muy alta y problemas para respirar. En ese momento, meses antes de que el virus fuera bautizado, todos pensaron que era la gripe. No fueron los únicos.

El misterioso caso de Monsieur Hammar

Amirouche Hammar es un desempleado argelino de 42 años residente desde hace varios años en la comuna de Bondy, a las afueras de París. El pasado 27 de diciembre fue ingresado en el hospital local diagnosticado con una neumonía severa. Pero meses después, unas pruebas retrospectivas con muestras respiratorias de tomadas durante su convalecencia han dado positivo a SARS-CoV-2, según un artículo publicado en el 'International Journal of Antimicrobial Agents'. Si se llegara a confirmar —ya que el estudio no es completamente fiable— este sería el primer contagio en Europa e implicaría que el virus ya circulaba por el continente en 2019.

Esto reventaría la lógica temporal oficial china, que informó de los primeros casos el 31 de diciembre a la OMS, no confirmó la primera muerte hasta el 11 de enero y no anunció la transmisión entre humanos hasta el 20 de enero. Unas fechas que ya han sido cuestionadas por investigaciones que ubican los primeros contagios entre el 17 de noviembre (SCMP) y el primero de diciembre ('The Lancet'), cuestionando la reacción, eficiencia y cooperación de las autoridades chinas para frenar la amenaza en sus primeros compases.

placeholder Ceremonia de los Juegos Militares de Wuhan el pasado octubre. (Reuters)
Ceremonia de los Juegos Militares de Wuhan el pasado octubre. (Reuters)

También alterarían la llegada del virus a Europa, donde los primeros casos se detectaron precisamente en Francia, el 24 de enero, en tres personas que habían tenido contacto directo con China —el primero en Burdeos, un hombre de 48 años, y los dos siguientes en París, una pareja de 30 y 31 años, todos procedentes de Wuhan—. Pero el caso de Hammar tiene aún más flecos sueltos, ya que el hombre asegura no haber tenido contacto directo con nada relacionado con el foco de la epidemia —sus dos hijos también enfermaron, pero no su mujer—. También en Italia hay varios testimonios de personas que aseguran haber pasado el coronavirus en diciembre, aunque no hay ningún caso confirmado médicamente.

Posible, pero improbable

Varios expertos consultados por El Confidencial dicen que pese a que la existencia de casos previos a las fechas dadas por las autoridades sanitarias nacionales es posible, pero es altamente improbable que hubiera una elevada proliferación de casos asintomáticos o que los casos importados a Europa se remonten a fechas tan tempranas como octubre. Hasta el momento no hay ninguna evidencia sólida que respalde esta afirmación, que choca con el comportamiento del virus, su tiempo de incubación y su desplazamiento geográfico.

“Sí, es posible que el virus circulase por Wuhan antes de diciembre. Pero, dada la alta transmisibilidad y lo conectada que está esa ciudad, sería realmente difícil que no se hubiera detectado ningún caso grave hasta esas fechas en Wuhan, ni confirmados ‘a posteriori’ en otras ciudades chinas y del resto del mundo (la excepción del caso francés publicado hace un par de días debemos tomarla con bastante cautela)”, explica Fernando González Candelas, genetista de la Universidad de Valencia, a El Confidencial.

Si el covid-19 se hubiera dispersado en un evento con miles de atletas por más de un centenar naciones, la progresión de la pandemia habría sido diferente. Sin embargo, los primeros casos fuera de China se registraron en países cercanos en la región: Tailandia, Japón y Corea del Sur. El primer muerto fuera de Asia se registró en Filipinas el 2 de febrero, y la pandemia llegó luego a Europa, finales de enero, Irán hacia el 19 de febrero y a América Latina el 26 de ese mismo mes.

Foto: Tedros Adhanom, director de la OMS, y Xi Jinping. (Reuters)

Un reportaje de la agencia SINC también considera remota la posibilidad de que el virus “campara a sus anchas por España, silente, mucho antes de los primeros casos conocidos” —teniendo en cuenta que el primer positivo es del 31 de enero en la Gomera, el primer contagio local confirmado es del 12 de febrero en Sevilla y el primer fallecido del 13 de febrero en Valencia, confirmado mediante necropsia en marzo—.

El epidemiólogo jefe de Suecia, país donde también hubo informes de deportistas enfermos tras los juegos de Wuhan, tampoco descarta que alguno de estos casos anecdóticos se llegue a confirmar. "No hubo una expansión [de la infección] fuera de Wuhan hasta que vimos el brote en Europa más tarde. Pero creo que se pueden encontrar casos individuales de viajeros que pudieron estar en Wuhan en diciembre o noviembre del año pasado. No me suena extraño. Más bien natural”, dijo Anders Tegnell en conferencia de prensa la semana pasada.

Los científicos piden cautela, ya que el estudio a fondo de una epidemia puede llevar años. Hay elementos más relevantes y útiles en el frente sanitario en este momento que los primeros casos. Pero el minucioso ritmo del laboratorio no tiene nada que ver con el turbo narrativo de la política y los medios. La pandemia ha infectado a más de cuatro millones de personas, se acerca a los 300.000 fallecidos y ha provocado el colapso económico global. Tarde o temprano habrá que dirimir responsabilidades y reconfigurar alianzas.

La paciente cero de la conspiración

La batalla por la narrativa del covid-19 tiene siempre dos frentes propagandísticos. Uno doméstico o político —cómo los gobiernos van a tratar de ‘vender’ su respuesta a la emergencia sanitaria para sobrevivir a la crisis económica que se avecina— y otro internacional o diplomático —cómo las relaciones de poder entre países van a cambiar a raíz del covid-19—. Y ambos están entrelazados, como muestra el dramático caso de Maatje Benassi.

La historia de cómo esta reservista estadounidense de 52 años vio implosionar su vida después de haber participado en la prueba de ciclismo en ruta en Wuhan retrata a estas fuerzas —a veces contradictorias— en pleno movimiento. Todavía no está claro por qué, pero George Webb, un ‘youtuber’ estadounidense de 59 años de extrema derecha, señaló directamente a esta mujer como la paciente cero. Desde entonces, Benassi y su esposo viven atrincherados en su casa de Virginia recibiendo cientos de amenazas de muerte, según relataron a la cadena CNN.

Foto: Trump y Xi Jinping, en un grafiti del muro de Berlín. (EFE)

El material de Webb —sin prueba o dato alguno— estaba destinado a los incondicionales del presidente Donald Trump y esbozaba un delirante plan del ‘Estado profundo’ para liberar un virus diseñado en un laboratorio e impedir la reelección del magnate republicano el próximo noviembre. Pero lo que buscaba ser un revulsivo ‘trumpista’ para justificar su errática respuesta a la pandemia acabó siendo utilizado por los medios estatales chinos para acusar a Washington de haber llevado el virus a China.

El 12 de marzo, cuando Europa empezada a despertar a la ferocidad del coronavirus con el cierre de Italia y la inminente cuarentena en España, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China Zhao Lijian lanzaba a Twitter esta idea sacando de contexto unas declaraciones de Robert Redfield, director del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos. "¿Cuándo comenzó el paciente cero en EEUU? ¿Cuántas personas están infectadas? ¿En qué hospitales? Puede que haya sido el ejército de EEUU el que trajo la epidemia a Wuhan. ¡EEUU nos debe una explicación!”, tuiteó el alto funcionario chino.

placeholder Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Exteriores chino. (Reuters)
Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Exteriores chino. (Reuters)

En realidad, al experto norteamericano le estaban preguntando sobre la posibilidad de que algunas de las muertes atribuidas a la gripe común podría haberlas causado el nuevo coronavirus. “En algunos casos, ya han sido diagnosticadas como tal en Estados Unidos hoy día”, dijo Redfield a un comité del Congreso. ¿Qué tenía de extraño este testimonio? Nada, en realidad. La comparecencia es del 11 de marzo y, para esa fecha, habían pasado 50 días desde que se detectara el primer caso confirmado de covid-19 en Estados Unidos (21 de enero, un hombre procedente de Wuhan) y varias semanas desde que se regitró el primer fallecido en el país norteamericano.

Pero la maquinaria propagandística de Pekín se puso en marcha y conectó esta cita con los juegos militares. Cuanta más confusión se sume al origen del covid-19, menos se disputará su gestión del brote, marcada por la opacidad y el autoritarismo. Washington hizo lo propio y respondió promoviendo su propia teoría improvisada sobre el laboratorio de Wuhan. Cuando peor se mire a China, mejor funcionará la retórica republicana de cara a las elecciones. Aunque nada de esto vaya a ayudar a solventar la actual crisis sanitaria o prevenir la siguiente.

Cuanta más confusión se sume al origen del covid, menos se disputará su gestión del brote, marcada por la opacidad y el autoritarismo

"En este momento no parece necesario cargar aún más al sector sanitario con este tipo de investigación”, dijo el epidemiólogo jefe sueco cuando le preguntaron por qué no se estaban investigando los primeros casos sospechosos. ”Tenemos un montón de cosas que hacer y esto no nos ayudaría a tomar ninguna medida ahora”.

Más de 10.000 atletas, 110 naciones y una ciudad: Wuhan. Las especulaciones de que la séptima edición de los Juegos Mundiales Militares pudieron haber sido la centrifugadora planetaria del coronavirus cobran fuerza de nuevo después de que cada vez más atletas internacionales presentes en la cita —celebrada entre el 18 y el 27 de octubre de 2019 en el epicentro de la pandemia— aseguren haber sufrido síntomas asimilables al covid-19. Una conjetura que suena factible, pero que es altamente improbable.

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