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"Assange tenía que reunirse en el baño de mujeres para evitar los micrófonos"
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La periodista Stefania Maurizi

"Assange tenía que reunirse en el baño de mujeres para evitar los micrófonos"

La periodista Stefania Mauriz se encontró decenas de veces con Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres. Allí, fue víctima del espionaje de una compañía española

Foto: Julian Assange. (EFE)
Julian Assange. (EFE)

Durante siete años, la periodista de investigación Stefania Maurizi, colaboradora del diario italiano La Repubblica, se encontró decenas de veces con Julian Assange. En aquel momento, el activista australiano permanecía refugiado en la embajada de Ecuador en Londres. En esos encuentros hablaban de las investigaciones periodísticas a las que ella trabajaba gracias a los documentos confidenciales filtrados por Wikileaks. Así Maurizi terminó siendo una de las víctimas de los presuntos actos de espionaje por los que está siendo investigado David Morales, el opaco director de la empresa de seguridad española UC Global S.L.

Según lo conocido hasta ahora y denunciado por la defensa del 'hacker', Assange y las visitas que recibía fueron sometidos a un intenso espionaje por una extensa red de micrófonos y cámaras colocadas en la embajada de Ecuador. La denuncia está siendo estudiada por la Audiencia Nacional. El Confidencial entrevista a Maurizi semanas después de que la periodista difundiera públicamente algunas pruebas sobre este intrincado caso.

PREGUNTA: En uno de sus últimos artículos escribió que parece una historia de película, pero que todo es terriblemente real.

RESPUESTA: Es así. Esta historia de UC Global es increíble. Todos los que visitábamos a Julian Assange, nosotros, los periodistas, los abogados, los médicos... Nos identificábamos. Ellos, que supuestamente estaban allí para proteger a la embajada, sabían perfectamente quiénes éramos. Sabían que discutíamos cuestiones protegidas por el secreto profesional [y aun así espiaron sus conversaciones].

Foto: Julian Assange, tras ser detenido. (Reuters)

P: ¿Cómo acabó colaborando con Wikileaks y Assange?

R: Empecé a colaborar con ellos en 2009. Recuerdo que lo primero que publiqué fue una interceptación telefónica que me filtraron sobre un concejal local que hablaba de una presunta involucración de los servicios de inteligencia italianos en la crisis de basuras que ese año azotaba a la ciudad de Nápoles. Lo verifiqué y después lo publicamos en el semanario L'Espresso, en el que en ese entonces trabajaba. Desde entonces, me ocupé de muchos documentos [filtrados por] Wikileaks, sobre la guerra en Afganistán, sobre Guantanamo… Eso sí, yo siempre trabajé para mis medios, no para Wikileaks.

P: ¿Y Assange?

R: La última vez que lo vi libre fue en septiembre de 2010, después de eso siempre lo encontré o en arrestos domiciliarios o con la pulsera electrónica en el tobillo, o ya encerrado en el austero apartamento de la embajada de Ecuador en el que estuvo por siete años.

placeholder Stefania Maurizi
Stefania Maurizi

P: ¿Tuvo la posibilidad de visitarlo con frecuencia?

R: Sí, lo visité varias veces. Era la única manera de reunirme con él.

P: ¿Cómo descubrió que la espiaban? ¿Tiene pruebas de ello?

R: Sólo puedo hablar de lo que que ha salido a la luz hasta ahora. Nuestras conversaciones fueron escuchadas, yo misma he oído una de estas grabaciones. También existen fotos de mis teléfonos abiertos, fotografías de mis códigos IMEI, y mis aparatos electrónicos desmontados.

P: ¿El audio que has escuchado de cuándo es?

R: De 2017, poco después del cambio de las cámaras de vídeo vigilancia en la embajada y su sustitución por otras que incorporaran audio. Es cierto que esas cámaras se veían, lo que nosotros desconocíamos es que también nos escuchaban, y que nos estaban grabando. También descubrir que mis teléfonos fueron desmontados ha sido acojonante. Hasta el día de hoy no sé si lograron tener acceso a las informaciones que tenía guardadas en mis aparatos. No sé si fueron capaces de romper la encriptación. Es algo que me preocupa mucho. Intenté hacer todo lo posible para proteger a mis fuentes, pero no sé si tuve éxito.

P: ¿No sabe qué ha pasado con esos datos?

R: Exacto. Y esta es una de las razones por la que espero que pronto podamos saber la verdad sobre el espionaje de la UC Global. Quisiera saber a qué tuvieron acceso y qué estaban buscando. Quiero subrayar que, para acceder a la embajada, [el personal de UC Global] nos pedía nuestros datos y pertenencias, garantizándonos que nada iba a ser tocado.

P: ¿Quiénes eran estas personas?

R: Todos los periodistas, y todos los visitantes, teníamos contacto con los 'contractors' que estaban en la entrada de la embajada.

Foto: Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres en 2012. (Reuters)

P: ¿Eran españoles? ¿Cuántos has visto?

R: Alrededor diez, que se iban turnando; algunos los recuerdo bien. Y sí, hablaban español. Pero nunca les pedí sus documentos de identificación. Solo en una ocasión me pidieron entregarles mi mochila, por eso sé que la fotografía en la que aparecen mis teléfonos y aparatos desmontados es de 2017. Por supuesto nunca di mi consentimiento a esta acción. Es una gravísima violación de la privacidad de un periodista, que pone en riesgo a las fuentes.

P: ¿Has visto pruebas o documentos que establecen un claro vínculo con 'los estadounidenses'?

R: En algunos emails hablan de unos clientes estadounidenses. Y después está [lo que han atestiguado] los testigos protegidos. Otro elemento es que algunas peticiones de UC Global no tenían sentido alguno. Por ejemplo, pidieron conocer las características de la conexión de Internet de la embajada. ¿Por qué?

P:¿Me dice un poco más de estos emails?

R: Se trata de los emails que se intercambiaban los empleados de la UC Global, ahí hay mucha información.

P: Leí que en la embajada Assange usaba una técnica llamada 'white noise', pues, pese a que no tenía certezas, sí sospechaba que lo espiaban.

R: Es interesante que me haga esta pregunta porque, por mucho tiempo, Assange fue calificado de 'paranoico', a causa de que desde el primer momento dijo que el fin último de Estados Unidos era obtener su extradición. Por eso también empezó a reunirse con sus abogados en el baño de las mujeres [de la embajada], creyendo que allí no lo iban a interceptar. Ahora sabemos que también allí había micrófonos que captaban sus conversaciones.

P: ¿Me lo explica mejor?

R: Me siento orgullosa de poder decir que yo siempre le creí. Nunca pensé que uno que había revelado decenas de millones de documentos sobre la CIA, el NSA y el Pentágono, no iba a sufrir consecuencias. Las autoridades estadounidenses lo quisieron extraditar desde el primer minuto.

P: ¿Cuándo empezó a usar el baño de las mujeres?

R: Sus condiciones de vida [en la embajada] empeoraron con la llegada del nuevo presidente de Ecuador [elegido en 2017], Lenin Moreno. La estancia de Julián Assange se volvió algo imposible. Ya anteriormente él había empezado a usar la técnica del 'white noise'. Sin embargo, no funcionó. Habían colocado un micrófono muy cerca de él, en la habitación en la que se llevaban a cabo los encuentros. Repito todo esto es algo muy inquietante y que debería preocupar a la opinión pública. Que un periodista y sus fuentes sean espiados de esta manera, en una embajada, es algo más propio de un Estado autoritario. En las democracias, no debería ocurrir. Y, sin embargo, se habla poquísimo de este tema.

Foto: Stella Penn, ex espía. (Fotos: Jorge Álvaro Manzano)
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P: ¿Es decir?

R: Le pongo un ejemplo. Una de las principales periodistas de The Washington Post también ha sido espiada. Es Ellen Nakashima, una reportera especializada en seguridad nacional, y pues, que yo sepa, ella no ha publicado ni una línea sobre el presunto espionaje de UC Global. ¿Por qué? ¿Por qué el diario británico The Guardian, que está en Londres, no le ha dado espacio al caso? Son preguntas que me hago. Repubblica [el diario donde escribe ahora Maurizi] sí lo ha hecho, otros diarios también, pero somos una minoría.

P: ¿Qué respuesta se ha dado?

R: No lo sé. Pero, sí, me hago estas preguntas. Pues lo que ha ocurrido es grave para la libertad de información.

P: ¿Si solicitasen su testimonio, se presentaría ante la Audiencia Nacional?

R: Absolutamente sí. Se lo dije. Quiero saber qué han llegado a saber, si pudieron romper la encriptación de mis aparatos, para mí y para mis fuentes, esto es fundamental.

P: ¿Qué opina de lo que se sabe de la investigación de la Audiencia Nacional?

R: Creo que es muy importante lo que está pasando. Hay líneas que no se pueden cruzar si uno quiere vivir en una democracia, así como también creo que deberíamos evitar que Estados Unidos logre la extradición de Assange. ¡Son ya 10 años que ha perdido su libertad! Es inaceptable todo esto. Debería ser posible de revelar crímenes de guerra, torturas y crímenes contra la humanidad en toda seguridad.

Foto: Julian Assange. (Reuters)

P: ¿Sigue en contacto con Assange?

R: Sí, claro. Y también sigo buscando información sobre su caso y he pedido información con el FOIA [Freedom of Information Act, una ley que otorga el derecho de acceso a información]. Ya han pasado 5 años desde que lo intenté la primera vez. Pero las autoridades inglesas, australianas y estadounidenses no están colaborando.

P: ¿Por qué estos documentos son importantes?

R: La investigación sueca contra Julian Assange empezó en 2010, poco después de que él empezó a publicar los archivos secretos sobre la guerra en Afganistán. Desde ese momento, siempre estuvo bajo investigación. Pero todavía en 2015 nadie nunca había tenido acceso a los detalles de esta investigación [en la que Assange estaba investigado por abuso sexual 'en grado menor'], que además continuaba siendo una investigación preliminar, algo completamente anómalo. Por eso pedí información a Suecia.

P: ¿Le respondieron?

R: En agosto de 2015, cuando ya habían pasado cinco años de la abertura de la investigación preliminar y Assange ya llevaba tres años encerrado en la embajada, presenté un petición FOIA. Las autoridades suecas me entregaron 226 páginas, pocas páginas, que, sin embargo, aclararon por qué los suecos insistieron tanto en interrogar a Assange en Suecia y no en Inglaterra, donde estaba. Ahí, negro sobre blanco, se lee que fue el Servicio de la Fiscalía de la Corona (Crown Prosecution Service) que sugirió a las autoridades suecas no interrogar a Assange en suelo británico. También llamativo es que Assange nunca fue imputado, siempre permaneció como investigado, y que esta investigación se abrió y cerró tres veces, la última el año pasado.

P: ¿Después de esto siguieron colaborando con usted?

R: No, se interrumpió todo.

placeholder Manifestación en Londres en contra de la extradición de Assange. (EFE)
Manifestación en Londres en contra de la extradición de Assange. (EFE)

P: ¿Y la razón de esta petición de los británicos?

R: No, eso no está en los documentos a los que he tenido acceso. Pero fue esto lo que creó primero la parálisis judicial y después el caso diplomático, porque él entró en la embajada para evitar la extradición.

P: ¿Pidió información a las autoridades británicas?

R: Sí pero me las negaron, así que les llevé a juicio, que también perdí. Me dijeron también que habían destruido toda la documentación relativa al intercambio epistolar con Suecia.

P: Acabará así…

R: No, primero porque una de las explicaciones que me dieron es que esos documentos no son de interés público, y segundo, porque ahora la petición de extradición de las autoridades estadounidenses es pública. Por ello, acabo de presentar una nueva petición FOIA. El problema es que en 5 años sólo he obtenido alrededor de 700 documentos, y solo el intercambio de mensajes entre ingleses y suecos es de más de 10.000.

P: ¿Cree que tiene alguna posibilidad?

R: Creo que sí porque las circunstancias ahora son distintas. Para empezar, como le dije, la petición de extradición es pública. Tiene sentido seguir luchando.

P: Todo esto debe ser costoso.

R: Es estresante y es difícil encontrar los recursos para costearlo.

P: Trabaja con abogados, supongo.

R: Sí, abogados que trabajan en cuatro jurisdicciones. El tema es ese. Ellos saben que hoy el periodismo tiene poco dinero y tiempo, y claramente se aprovechan de esto. Al final muchos abandonan. Es una estrategia.

P: Volviendo al espionaje de UC Global. ¿Has intentado contactar a Morales?

R: Todavía no. Pero lo quiero hacer.

P: ¿Cree que el Gobierno de Ecuador sabía de estas tramas?

R: Es difícil responder a esta pregunta, de si Lenín Moreno sabía. Uno se imagina que los Gobiernos saben lo que hacen las empresas que contratan. También supongo que una empresa de seguridad no puede tomar iniciativas de este tipo sin el consentimiento de su empleador. Se trata de actos muy graves. Interceptaciones ambientales y telefónicas, en una estructura como una embajada [protegida por el Derecho Internacional]. Me parece difícil de creer. Tampoco creo que ellos hayan decidido espiarnos por decisión propia. Pero me preocupa también la decisión de un Gobierno de imputar a una persona que reveló noticias importantes. Y creo que es solo el comienzo. Que después de él lo harán con otros.

Durante siete años, la periodista de investigación Stefania Maurizi, colaboradora del diario italiano La Repubblica, se encontró decenas de veces con Julian Assange. En aquel momento, el activista australiano permanecía refugiado en la embajada de Ecuador en Londres. En esos encuentros hablaban de las investigaciones periodísticas a las que ella trabajaba gracias a los documentos confidenciales filtrados por Wikileaks. Así Maurizi terminó siendo una de las víctimas de los presuntos actos de espionaje por los que está siendo investigado David Morales, el opaco director de la empresa de seguridad española UC Global S.L.

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