Tres años, un chiste: el Brexit se convierte en la gota malaya de los viñetistas británicos
El comediante y humorista Tom Lehrer dijo en una ocasión que la sátira murió cuando Henry Kissinger ganó el Premio Nobel de la Paz. El Brexit está a la altura de la ocasión
El comediante y humorista Tom Lehrer dijo en una ocasión que la sátira murió cuando Henry Kissinger -secretario de Estado durante el Gobierno de Richard Nixon- ganó el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces, muchos otros episodios han logrado también ir más allá de la sátira, entre ellos el triunfo del Brexit. Cierto que el gran 'shock' se produjo hace más de tres años. Pero el divorcio interminable con la UE ha terminado convirtiéndose en una soberbia 'soap opera' que no da tregua a los humoristas gráficos británicos, sacando lo mejor y lo peor de la profesión.
Las representaciones de Theresa May como protagonista de “Sonrisas y Lágrimas” tras las interminables cumbres europeas, el baile del Limbo de Boris Johnson, la cabeza cortada del unicornio al estilo padrino simbolizando las peticiones imposibles de Londres a Bruselas.
“El Brexit no me ha hecho más o menos prolífico”, asegura Dave Brown, dibujante de 'The Independent'. “Sin embargo, creo que enfrentarse al mismo tema todos los días, aunque a menudo es frustrante, ha sido un estímulo para la creatividad. De alguna manera, continuamos encontrando una serie de formas fantásticas y originales de minar el humor del Brexit. Algunas de esas caricaturas pueden estar entre las mejores en la historia reciente del Reino Unido, pero seguro que han encontrado más público simplemente por la fascinación y horror que este tema genera en toda Europa”, explica a El Confidencial.
A cabezazos, literalmente
En cualquier caso, reconoce que a veces se ha dado cabezazos -literalmente- contra el escritorio por tener que afrontar sin descanso la misma cuestión, toda una frustración para una profesión que tacha de “perversa”.
“Para lo que la mayoría de la gente pueden ser malas noticias, para los dibujantes se convierte en oportunidad. Los desastres, escándalos, conflictos y deshonestidad de los representantes nos ofrece el mejor material. Los políticos que más te gusta dibujar suelen ser los que más odias, las mejores caricaturas no son simplemente imágenes físicas ligeramente exageradas, sino piezas de asesinato de carácter psicológico”, matiza Brown.
En este sentido, asegura que el primer ministro Boris Johnson es muy fácil de dibujar, “pero no necesariamente fácil de caricaturizar”. “Es muy simple lograr una semejanza cuando el sujeto tiene un aspecto tan distintivo y sería muy fácil representarlo como una especie de figura de payaso. Pero eso sería contribuir con la caricatura que ya ha creado de sí mismo; Johnson no es un idiota inepto o bufón adorable y es esencial que el dibujante no compre su perfil cuidadosamente elaborado”, recalca. “La criatura ridícula tiene que ser despojada para revelar al verdadero monstruo mentiroso y sin moral que está dentro”, añade.
Políticos graciosos, humoristas serios
Destripar las entrañas de los mandatarios no es un reto tan sólo ante un papel en blanco, sino también ante un escenario. Rory Bremner, uno de los cómicos más reconocidos del Reino Unido, lleva décadas imitando a políticos de todo signo. Sus parodias de Nigel Farage, Boris Johnson o Donald Trump son portentosas. Si uno cierra los ojos, cree que está escuchando la personaje real.
“Son personas que de alguna manera ofrecen entretenimiento por sí mismos. Pero esta es una de las ecuaciones que tengo que resolver. Si los conviertes en auténticos payasos, eso les da un espacio en el que pueden operar. La gente puede llegar a pensar 'Oh, es solo Trump. O Farage. O Boris'. En definitiva, acabamos por normalizarlos creyendo sus mentiras”, señala.
Por otra parte, Bremner denuncia que con la extensión de los populismos se ha llegado a un punto en el que si el cómico se mete con un líder, el votante se lo toma como un “insulto”. “Últimamente se toma todo al pie de la letra, sacándose las cosas de contexto, cuando nosotros precisamente lo que hacemos es jugar con la palabra”, matiza.
En definitiva, el escocés señala que la realidad es ya tan “rocambolesca” que se han invertido los papeles. “Ahora parece que los políticos son los cómicos y cómicos los que debemos ponernos serios”, explica. “A los políticos hay que pedirles cuentas. Y el humor juega ahí un papel muy importante. La falta de sátira fue precisamente lo que causó el Brexit. No hubo suficiente análisis, no hubo suficiente compromiso”, concluye.
Bloqueo emocional
En este sentido, Judith Mora, periodista de la agencia EFE en Londres, asegura que la buena sátira “no solo es aquella que hacer reír, sino la que denuncia”, aunque para los cómicos y viñetistas en el Reino Unido el reto es cada vez más complejo debido al “bloqueo emocional” que crea tener que tratar el mismo tema, día sí y día también, sin ver aún la luz al final del túnel.
La periodista fue nominada este año por 'The Foreign Press Association' por su reportaje “Los viñetistas británicos, al borde del ataque de nervios”. Lo escribió a principios de abril, justo después de que la entonces 'premier' Theresa May tuviera que pedir una prórroga a Bruselas al no haber conseguido ratificar en la Cámara de los Comunes el Acuerdo de Retirada que había cerrado con los Veintisiete tras tres intentos. Los debates y votaciones se alargaban hasta altas horas de la madrugada sin conseguir nunca ningún avance.
“Yo estaba saturada. El propio parlamento había puesto a disposición de los diputados un servicio de ayuda para trata los problemas de salud mental que algunos empezaban a padecer por la intensidad de un tema que no conseguían arreglar y que al mismo tiempo causaba y causa una gran división social”, relató.
Cuando decidió hablar con los viñetistas, más que humor encontró a dibujantes exhaustos. Según Mora, algunos la reconocían no trabajar con la misma ilusión que antes. Otros le confesaban haber tenido problemas por el hecho de que May, la política que tenía que caricaturizar, fuera una mujer.
¿Demasiado duro?
A Peter Brooks, viñetista de 'The Times', por ejemplo, le vetaron un dibujo que había usado antes con hombres, donde, en el contexto de las negociaciones con Bruselas, aparecía la que fuera líder 'tory' debajo de una lluvia de orina procedente de Jean-Claude Juncker, transformado en el Manneken Pis (figura de un niño que orina de la capital belga).
Con todo, las propia May ha llegado a twittear algunas de las viñetas que ha protagonizado, riéndose de sí misma. “A veces me preocupaba por si estaba siendo demasiado malo con ella ... pero creo que ella tenía otras cosas en las que pensar”, asegura Matt Pritchett, dibujante 'The Telegraph', cabecera preferida de los conservadores.
En sus más de 30 años de carrera confesó a su rotativo que nunca antes se había encontrado con una situación política en la que absolutamente nadie pudiera predecir lo que va a suceder. “Una de las lecciones difíciles que he aprendido es que no se puede complacer a todos. La gente generalmente puede ver el lado divertido de incluso los problemas más divisivos. Pero Brexit ha sido la excepción”, señala.
A menudo, el viñetista se pregunta cómo será volver a la normalidad cuando todo esto termine. “Lo que me encantaría es un escándalo del tipo de hamburguesas de caballos u otro susto de salud alimentaria. Son mis favoritos…. Siempre que nadie se vea afectado claro está. Pero, hasta entonces, sólo nos queda ver cómo se desarrolla la mejor telenovela jamás escrita”, concluye.
El comediante y humorista Tom Lehrer dijo en una ocasión que la sátira murió cuando Henry Kissinger -secretario de Estado durante el Gobierno de Richard Nixon- ganó el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces, muchos otros episodios han logrado también ir más allá de la sátira, entre ellos el triunfo del Brexit. Cierto que el gran 'shock' se produjo hace más de tres años. Pero el divorcio interminable con la UE ha terminado convirtiéndose en una soberbia 'soap opera' que no da tregua a los humoristas gráficos británicos, sacando lo mejor y lo peor de la profesión.
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