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Entre bambalinas del juicio Daniel Sancho: Tailandia presenta caso contra la prensa española
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Maremágnum mediático

Entre bambalinas del juicio Daniel Sancho: Tailandia presenta caso contra la prensa española

El inicio del juicio de Daniel Sancho ha sido un circo de altura. Tailandia ha bloqueado la entrada a la prensa por falta de respeto

Foto: El actor español Rodolfo Sancho, padre de Daniel Sancho, declara ante medios de comunicación tras la segunda sesión del juicio contra su hijo. (EFE / Sitthipong Charoenjai)
El actor español Rodolfo Sancho, padre de Daniel Sancho, declara ante medios de comunicación tras la segunda sesión del juicio contra su hijo. (EFE / Sitthipong Charoenjai)

El viernes a la hora del aperitivo en Koh Samui era casi imposible no encontrarse a reporteros españoles en trajes de baño y embadurnándose con crema solar en los socorridos chiringuitos playeros de la isla. Camarógrafos, periodistas, realizadores y ayudantes que habían llegado en masa a cubrir el juicio de Daniel Sancho y que imaginaban estar a esa hora dentro del juicio, pero que no habían reparado en que el proceso coincidía con la festividad del Songkran, el fin de año tailandés y un momento del año en que el país se paraliza y los funcionarios amplían su calendario festivo.

Dicha coincidencia fue la enésima artimaña del gobierno siamés contra la prensa española para tratar de neutralizar el imparable circo mediático. Al fin y al cabo, las autoridades locales prefieren que los reporteros extranjeros estén bañándose en el mar y gastando en mojitos el dinero de sus cadenas en lugar de verlos apostados en la puerta de sus juzgados, bloqueando el paso a sus jueces y abogados.

La corte provincial de la isla vislumbró el maremágnum mediático que se le venía encima, y optó por algo tan propio del gobierno tailandés como es la prohibición. Negaron la entrada a la prensa y a los curiosos al juicio del hijo de Rodolfo Sancho, esperando que aquello calmara a las fieras. Sin embargo, fue al contrario y el cerrojo avivó las presiones y ante todo las filtraciones, en una pugna entre los cazadores de exclusivas que intentaron cualquier artimaña y los funcionarios que trataban de impedirlas.

El pulso vivido esta semana entre la prensa española y las autoridades tailandesas en la corte provincial de Samui evidencia un conflicto entre dos bandos que ni se entienden ni quieren hacer el más mínimo intento por ponerse de acuerdo. Los reporteros televisivos de nuestro país exigen su derecho a informar como a ellos les gusta, abalanzándose en masa sobre cualquier tailandés que pase por ahí y preguntándole por Daniel Sancho, aunque el tipo en cuestión hubiera ido al juzgado por otro asunto y no tuviera ni idea de quién es el supuesto chef que (dicen) nunca cocinó profesionalmente. Las avalanchas de reporteros cortan el tráfico de vehículos y enturbian el funcionamiento de un juzgado que no solo ha de ocuparse de Daniel Sancho.

Foto: Rodolfo Sancho, durante su entrevista en 'El caso Sancho'. (HBO Max)

Los camarógrafos van por otro lado. Muchos visten en pantalón corto y sandalias porque, claro, hace calor en este país. Pero luego no tienen pudor al tratar de colarse en el interior de los tribunales pese a los carteles a la puerta que informan que hay un código de vestimenta que prohíbe el acceso luciendo pantorrillas y pinreles. Se quejan los medios españoles luego del bloqueo a los medios, pero muchos luego andan sin remilgos por ahí diciendo que necesitan entrar al baño por urgencias biológicas y, en cambio, salen corriendo hacia la sala donde se celebra el juicio a ver si hay fortuna y obtienen la foto que todos buscan. Otros salen disparados en motos cuando ven salir a un supuesto testigo o familiar para interceptarlo en el camino y tratar de arañar unas declaraciones. La privacidad brilla por su ausencia en el tribunal de la isla.

Sin embargo, la estrategia del bloqueo informativo por parte de las autoridades tailandesas no parece haber surtido efecto en la primera semana del juicio. El cerrojo impuesto a los medios y la amenaza de perseguir legalmente a aquellos asistentes al juicio por el crimen de Edwin Arrieta que filtraran algo de lo ocurrido dentro de la sala no ha salido como ellos esperaban. Algunos acusan a los tribunales de esconder algo, y otros dan alas a los rumores que aparecen a diario y que en muchas televisiones se cuentan como hechos contrastados.

Foto: Daniel Sancho, escoltado por la policía tailandesa, en una supuesta recreación del crimen. (EFE/EPA/Policía Real de Tailandia)

La improvisación tailandesa

En agosto del pasado año, los funcionarios tailandeses se quejaron profundamente del trato de los periodistas españoles movilizados en Koh Phangan —donde presuntamente Daniel Sancho asesinó al cirujano Edwin Arrieta— y en la prisión de Koh Samui, lugar al que fue trasladado el acusado. Pese a realizar una rueda de prensa para tratar de aparentar transparencia y permitir a la mayoría de periodistas informar sin haber solicitado los pertinentes permisos de trabajo, el ansia de exclusivas en un caso que colapsó la información española inundó los medios de inexactitudes, en muchos casos debido a los problemas de traducción entre periodistas que hablaban el inglés de aquella manera y tailandeses que solo se manejan bien en su lengua.

Es por eso que Tailandia afrontó este juicio como un reto, ya que el conflicto entre dos maneras de ver el mundo es evidente. El reino siamés es un lugar en el que un policía puede sonreírte y afirmar que es tu amigo en el momento en que está llevándote a prisión, ya que las formas importan y levantar la voz se considera una ofensa. Tratan de mostrar amabilidad, a veces incluso cuando están enchironando a un tipo. Para ellos es un asunto de respeto, hay que ser amable incluso cuando se es contundente. Y por ello no llevan nada bien la presión de un sector de los medios de comunicación acostumbrado a elevar la voz y a exigir que se les haga caso.

No todos los medios de comunicación españoles se han sobrepasado en la cobertura de este caso en Tailandia. Entre los tailandeses afirman que hay muchos periodistas y cadenas que han tratado de mostrar respeto y buscar el rigor informativo. El problema es que las autoridades tailandesas se fijan en quienes han presionado y desinformado, y posiblemente por eso optaron por bloquear la presencia de los medios en el juicio más polémico este año en Koh Samui. La decisión fue de última hora, como tantas otras en Tailandia. Dos semanas atrás era posible solicitar acceso al juez para entrar a la sala, y días antes de la primera vista la versión oficial era que podría entrar todo el mundo mientras hubiera espacio disponible en la sala. Solo cuando el fin de semana previo la isla empezó a llenarse de reporteros decidieron imponer el bloqueo.

Foto: El único cargo del que se ha declarado culpable Daniel Sancho en el juicio por el asesinato de Ediwn Arrieta. (EFE/EPA/ Somkeat Ruksaman)

Hacer coincidir las fechas del proceso con el fin de año tailandés, una festividad en la que todo el país viste en bañador y carga con pistolas de agua en una salvaje celebración pasada por agua, ya fue toda una declaración de intenciones. Los vuelos son más caros en estas fechas, los alojamientos escasos y los días libres muy numerosos. Pensarían los oficiales que, si han de venir los reporteros, al menos que paguen más y se dejen seducir por la que algunos consideran que es la fiesta más salvaje de Asia. Quizás esperan que así las cadenas se cansen de pagar estancias y dietas en este parón de casi una semana y envíen a los suyos de vuelta.

Los medios, por su parte, han echado toda la carne en el asador. Han venido equipos de hasta tres o cuatro personas por programa. Eso sin contar los profesionales tailandeses contratados como apoyo para traducir, si bien muchos de ellos se han pasado los tres primeros días a la intemperie tratando de acceder al juicio sin éxito.

Algunos comentan que lo curioso es que las televisiones decidieron prescindir de los profesionales españoles en Asia y de los experimentados en Tailandia, y que el presupuesto ha sido dirigido a contar con reporteros desplazados que desconocen las peculiaridades del país, como si el escenario no importara y conocer las particularidades legales del lugar fuera algo menor. Incluso muchos medios de nuestro país han preferido contar con representación legal española para analizar lo que suceda en el tribunal sin buscar el asesoramiento de juristas locales, como si el proceso no ocurriera en este suelo asiático. Solo han contado las cadenas españolas con tailandeses para las traducciones y para conducir sus coches.

Entre los tailandeses allí contratados también ha habido numerosos comentarios polémicos

Entre los tailandeses allí contratados también ha habido numerosos comentarios polémicos. Dos de ellos comentaban el segundo día en su lengua que la prensa española es "el diablo", ya que sus contratantes españoles estaban sumamente enfadados con ellos porque no pudieron acceder a la sala, reprochándoles que no pudieran ver el juicio, como si fuera culpa suya y no hubiera policías que les denegaran la entrada.

Y fueron afortunados los intérpretes siameses que cobraron por adelantado, porque alguna cadena que prometió tres días de trabajo y sueldo a algún tailandés desplazado desde Bangkok decidió, durante el primer día de juicio, que donde dijo digo diría Diego y que no pagaría a quien había contratado mediante acuerdo verbal, dejándole tirado al traductor cuando el profesional ya se había sufragado los gastos. La excusa de la cadena fue que si el traductor no pudo entrar al juicio fue su culpa. A otros intérpretes les exigieron que se colaran en el juicio y que llevaran teléfonos móviles para sacar la foto del momento, como si en lugar de haberles contratado para traducir fuera para que hicieran de paparazzi.

En cualquier caso, el juicio de Daniel Sancho se reanudará a mitad de la próxima semana en un clima incierto y, viendo lo visto, con problemas de traducción. El único periodista que habla tailandés e inglés de manera perfecta estos días en la corte de Samui, Malik Sethisuwan, es un representante de diferentes asociaciones por la libertad de prensa en Tailandia al cual incluso con su notable currículum tampoco se le deja acceder. El primer día sí que logró entrar el delegado español de Efe en Tailandia, según el guarda de seguridad porque llevaba una acreditación diplomática, si bien se confirmó después que la embajada no tenía nada que ver en ello. En cualquier caso, tras el revuelo que se organizó ningún otro periodista volvió a entrar y, en cualquier caso, el español respetó el veto oficial. Así que la información, manipulada o no, a veces llega por parte de los abogados tailandeses en su idioma, para que luego algún intérprete por allí lo traduzca y acaba enturbiándose en los cambios de idioma, algo muy habitual en los juicios asiáticos seguidos por profesionales occidentales. Lo más sorprendente fue cuando unos reporteros de prensa españoles pidieron a una tercera persona que tradujera del inglés al español, porque aunque asombre, muchos profesionales desplazados en Samui para cubrir un juicio internacional solo hablan español.

El viernes a la hora del aperitivo en Koh Samui era casi imposible no encontrarse a reporteros españoles en trajes de baño y embadurnándose con crema solar en los socorridos chiringuitos playeros de la isla. Camarógrafos, periodistas, realizadores y ayudantes que habían llegado en masa a cubrir el juicio de Daniel Sancho y que imaginaban estar a esa hora dentro del juicio, pero que no habían reparado en que el proceso coincidía con la festividad del Songkran, el fin de año tailandés y un momento del año en que el país se paraliza y los funcionarios amplían su calendario festivo.

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