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La aventura del caso Sancho: España no puede resistir un solo nepo baby más
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Carlos Prieto

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La aventura del caso Sancho: España no puede resistir un solo nepo baby más

HBO Max estrena un documental de culto sobre el crimen de Daniel Sancho (para mal)

Foto: Rodolfo Sancho, durante su entrevista en 'El caso Sancho'. (HBO Max)
Rodolfo Sancho, durante su entrevista en 'El caso Sancho'. (HBO Max)

El arranque del juicio tailandés de Daniel Sancho, acusado de asesinar a sangre fría a su amante colombiano, ha coincidido con el estreno de una serie documental de HBO Max, cuyo primer capítulo es una larga entrevista al padre de la criatura, Rodolfo Sancho, que hasta ahora solo había emitido mensajes sintéticos a la prensa.

Pues bien: hablamos de una entrevista de culto automático, y no para bien, pues la capacidad de la familia Sancho para generar estupor no parece tener fin. El de Rodolfo Sancho, en resumen, es un testimonio extremadamente desconcertante.

Puedo entender que Rodolfo Sancho esté hasta los cojones de la prensa, que no cuente gran cosa del caso en el documental, que solo haya dado la entrevista (parece que cobrando) para pagar la defensa legal en Tailandia y que defienda a su vástago hasta más allá de lo razonable. Puedo no estar de acuerdo con ninguna de estas cuatro cosas, pero las puedo entender.

"Compadezco a los que no han tenido un momento malo porque nunca conocerán su propio potencial"

Más cuesta comprender la frialdad de Rodolfo Sancho con la víctima, a la que llama varias veces "ese tipo"... con evidente resquemor (quizá le acuse inconscientemente de arruinar la vida de su hijo, pero claro, ¿quién jodió la vida a quién en realidad?).

Cuando Rodolfo dice ponerse en el lugar de la familia de la víctima suena tan impostado y hueco que no solo transmite falta de pericia actoral, sino severas carencias emocionales.

Es surrealista que Rodolfo diga que es muy fácil criticar el descuartizamiento "desde el sofá de casa", porque nadie, según él, está libre de arrebatos, como si trocear a cirujanos colombianos en raves tailandesas fuera el pan nuestro de cada día.

Puedo entender que Rodolfo haya metido un cerrojazo a sus emociones para lidiar con la tragedia sin venirse abajo. Quizá este autocontrol emocional se confunda con arrogancia desde fuera. Cualquiera puede parecer un borde cuando está cerca de la implosión. Pero lo que muestra el documental no es solo eso, es también un egotrip radical.

placeholder Rodolfo Sancho acude a la segunda sesión del juicio contra su hijo, acusado del asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta. (EFE/Sitthipong Charoenjai)
Rodolfo Sancho acude a la segunda sesión del juicio contra su hijo, acusado del asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta. (EFE/Sitthipong Charoenjai)

Conocerse a uno mismo

No hay nada que Rodolfo no intente resolver con un aforismo interior. Dice que "la vida es incontrolable", que "hay cosas mucho peores" que el caso Sancho y que todo esto (recuerden: que su hijo haya descuartizado a un hombre, esté en una cárcel tailandesa y le pidan la pena de muerte) es un "reto" personal para él. Una aventura. Llega un momento en que no sabes si Rodolfo Sancho está hablando del homicidio de su hijo o de correr el rally París-Dakar.

Dice Rodolfo que "al mundo venimos a aprender" y que este caso ya lo resumió Séneca en una de sus citas favoritas: "Compadezco a las personas que no han tenido un momento malo porque nunca conocerán su propio potencial". Rodolfo Sancho, en definitiva, ha convertido el estropicio criminal de su vástago en una vía para la autorealización personal. Que se dice pronto.

Por matizar, una cosa es afrontar un drama desde el recogimiento (¿por qué no?), y otra bien diferente tomarte el descuartizamiento de un hombre como una oportunidad de oro para el crecimiento personal y conocerte mejor a tí mismo. ¿Es Rodolfo Sancho lo peor que le ha pasado al pensamiento new age en medio siglo?

Pero no nos equivoquemos: el problema no es la espiritualidad, sino el narcisismo, el problema es que Rodolfo Sancho suena tan exageradamente desapegado de todo lo que ha pasado que da miedito. Miedo a mirar tanto al interior que el exterior te acabe pareciendo una engorrosa majadería. Pero sobre todo miedo a un mundo de nepo babies con la empatía de una ameba. ¿Qué le pasa a esta gente? ¿Cómo es posible que los personajes de Bret Easton Ellis parezcan normales a su lado? Menos que cero... empatía por el otro.

Dice Rodolfo: "Llevo toda mi vida preparándome para esto", y no habla de correr la maratón de Nueva York, sino de su hijo con un serrucho. "El 90% de las veces sufrimos más en la imaginación que en la realidad", concluye el ensimismado actor, pero un poco de realidad a veces es mucho: a uno se le caen los ojos viendo su testimonio.

Los realizadores del documental, por último, también toman decisiones asombrosas. Siguiendo la errática línea de pensamiento sanchoista, recurren constantemente a preciosistas planos aéreos de Fuerteventura (donde vive Rodolfo), en una extraña conversión de un homicidio en postal vacacional random. Este asesinato está patrocinado por playas de Canarias. Ni la imaginación más calenturienta podría igualarlo.

Definitivamente, los Sancho no son de este mundo.

El arranque del juicio tailandés de Daniel Sancho, acusado de asesinar a sangre fría a su amante colombiano, ha coincidido con el estreno de una serie documental de HBO Max, cuyo primer capítulo es una larga entrevista al padre de la criatura, Rodolfo Sancho, que hasta ahora solo había emitido mensajes sintéticos a la prensa.

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