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Cómo el Estado Islámico en Afganistán se ha convertido en la mayor amenaza yihadista para Europa
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¿Vuelve la amenaza?

Cómo el Estado Islámico en Afganistán se ha convertido en la mayor amenaza yihadista para Europa

Afganistán es un país que ha estado recibiendo miembros del Daesh desde incluso antes de que la coalición internacional acabase físicamente con su pretendido Califato en Irak y Siria

Foto: Ataúdes de las víctimas del atentado en Irán. (Reuters/West Asia News Agency)
Ataúdes de las víctimas del atentado en Irán. (Reuters/West Asia News Agency)

En el universo del yihadismo, uno de los elementos más populares es la capacidad de las organizaciones extremistas para sobrevivir a la aniquilación, regenerarse y regresar con más fuerza que antes. Lo que hoy llamamos Estado Islámico ha experimentado múltiples transformaciones, escisiones, guerras civiles y exterminios, para regresar en cada ocasión renacido de sus cenizas y con nuevas capacidades de golpear a sus enemigos. Lo único que necesita es una base territorial donde lamerse las heridas y planear su retorno.

Hoy, ese lugar se llama Afganistán, un país que ha estado recibiendo miembros del Daesh desde incluso antes de que la coalición internacional acabase físicamente con su pretendido Califato en Irak y Siria. A principios del 2015, el grupo había anunciado la creación de la Wilaya (provincia) de Jorasán, una antigua región de Persia que engloba partes de los actuales Irán, Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Y aunque las diferentes ramas del Estado Islámico —y el movimiento yihadista en general— controlan cada vez más zonas de África y Asia, es esta nación centroasiática la que se ha convertido en el epicentro de una de sus características más inquietantes: su capacidad de atentar en otros países.

El Estado Islámico en la Provincia de Jorasán (o ISKP, como lo denominan muchos expertos por sus siglas en inglés) ha sido capaz de llevar a cabo operaciones sangrientas en todos los estados bajo su jurisdicción, así como en otros más alejados, como las Maldivas. 2022 fue el año en el que el ISKP se consolidó definitivamente como amenaza transnacional, con atentados en Pakistán en marzo, en Uzbekistán en abril, en Tayikistán en mayo y en Irán en octubre.

Además, los servicios antiterroristas han sido capaces de prevenir otros ataques en Irán (en cuatro ocasiones), India, Turquía y Alemania (tres veces en cada país), Qatar y Maldivas (una vez). La vocación global del grupo queda de manifiesto con la existencia de un aparato de propaganda en una docena de idiomas, incluyendo un medio en inglés, La Voz de Jorasán, lanzado hace dos años.

Foto: Cientos de personas se reúnen en la Puerta del Sol para recibir con las campanadas el Año Nuevo en Madrid (España). (EFE/JP Gandul)

Hace pocos días, El Confidencial informó sobre un plan del ISKP para atentar en varias ciudades de Europa, Madrid incluida, durante las festividades navideñas, que por fortuna fue desbaratado por las autoridades antiterroristas. La organización también ha reivindicado el doble atentado en la ciudad iraní de Kermán, que el pasado 3 de enero dejó más de 80 muertos durante las celebraciones del aniversario de la muerte del comandante de la Guardia Revolucionaria, Qasem Soleimani.

La tendencia es innegable: mientras que el número total de complots abortados del ISKP en el extranjero en los años previos a la toma de Afganistán por los talibanes había sido de cuatro, ascendió a cinco en 2022 y a siete en 2023. La operación de Kermán implica que el grupo arranca 2024 con lo que para ellos es un éxito espectacular.

"La amenaza que representa ISKP ha sido contenida en gran medida dentro del sur de Asia"

"La amenaza que representa el Estado Islámico en la Provincia de Jorasán (ISKP) en Afganistán ha sido contenida en gran medida dentro del sur de Asia. Sin embargo, esto podría cambiar si el grupo es capaz de reconstituir su red de operaciones de atentados externos", señala Colin P. Clarke, experto antiterrorista de la consultoría de inteligencia privada The Soufan Group. "Europa sería particularmente vulnerable a ataques lanzados desde Afganistán, basándose en la proximidad geográfica y las redes de la diáspora centroasiática que pueden jugar un papel, como hicieron en un plan desmantelado contra bases militares de EEUU y la OTAN en Alemania", apunta Clarke en un informe titulado Tendencias en terrorismo: ¿cuáles son las perspectivas en 2024?, publicado por el Instituto de Investigación en Política Exterior (FPRI) de Washington.

El plan al que se refiere Clarke es un complot desmantelado por las autoridades alemanas en abril de 2020, que detuvieron a cuatro individuos que conspiraban para atacar la base estadounidense de Spangdahlem y la de la OTAN en Geilenkirchen, utilizando drones o ultraligeros cargados con explosivos. También planeaban provocar una explosión de gas en un apartamento residencial, así como varios asesinatos contra individuos específicos en Albania y Alemania. En el momento del arresto, los sospechosos ya habían encargado por internet componentes para la fabricación de bombas y almacenado armas de fuego, precursores químicos y munición.

Según la ONU, la organización cuenta con entre 4.000 y 6.000 miembros. La mayoría son reclutas locales procedentes de las diversas zonas de Afganistán, así como de los países colindantes. Sin embargo, los individuos más peligrosos desde el punto de vista de los servicios antiterroristas occidentales son los miembros pertenecientes a minorías centroasiáticas en la diáspora y radicalizados en el extranjero, sobre todo tayikos, que han tomado parte en casi todas las operaciones desmanteladas en Europa. Tanto los detenidos en Alemania en 2020 por planificar los atentados contra las bases, como los arrestados en diciembre de 2023 por el presunto complot contra las catedrales de Colonia, Viena y Madrid, eran de nacionalidad tayika. También lo era el pistolero que el pasado agosto tiroteó a los fieles del templo de Shah Cherag, en la ciudad iraní de Shiraz.

"Uno de los aspectos más llamativos de las redes operativas externas del ISKP es que los nacionales tayikos estuvieron implicados en muchos planes de atentado, esquemas de financiación y esfuerzos de reclutamiento, en concreto en Alemania, Irán y Turquía. Sin embargo, Tayikistán no ha hecho pública ninguna actividad similar en su propio territorio", señalaba Aaron Y. Zelin, experto antiterrorista del Instituto Washington para la Política hacia Oriente Próximo, en un informe sobre las redes globales del ISKP publicado el pasado septiembre. "La situación recuerda a las redes yihadistas de Túnez antes de la revolución de 2011 en el país, que implicaba poquísimo activismo yihadista a nivel local, pero sí una gran movilización en el extranjero, un aspecto que no se volvió completamente visible hasta que Túnez estableció un sistema político abierto", añadía Zelin.

Foto: Imagen del lugar tras las explosiones en el acto homenaje al general Qasem Soleimani en Kermán, Irán. (Europa Press/Zuma)

Los ciudadanos de Uzbekistán y Kirguistán también parecen tener un papel prominente en estas actividades. En agosto de 2023, el gobierno de EEUU desveló que un facilitador del Estado Islámico había ayudado a introducir en el país a un grupo de uzbecos desde México, aunque no se sabía con certeza si estos tenían relación con la organización —y, por tanto, suponían una amenaza directa— o se trataba solamente de una operación de tráfico de personas para recaudar fondos para la causa. Un mes antes, la policía de Holanda y Alemania arrestó a 9 personas de nacionalidad tayika y kirguís por planificar atentados en esos países. La mayoría eran inmigrantes que habían residido en Ucrania hasta la invasión rusa y se conocían desde hacía tiempo, que habían llegado a Alemania más o menos en la misma época y tenían ideas extremistas, según la fiscalía alemana. Todos ellos estaban en contacto con mentores del ISKP en Afganistán.

"Radicales de Asia Central han supuesto un porcentaje notable de los planes y atentados más recientes en EEUU, Europa, Turquía e Irán"

"Radicales de Asia Central han supuesto un porcentaje notable de los planes y atentados más recientes inspirados o dirigidos por el Estado Islámico en EEUU, Europa, Turquía e Irán. Los militantes centroasiáticos han adoptado un papel cada vez más visible en las actividades locales, regionales e internacionales del ISKP", afirman Lucas Webber y Riccardo Valle, expertos del Instituto Hudson, en un estudio sobre esta cuestión publicado a mediados de octubre.

Según estos especialistas, esta creciente ascendencia se debe a "la intensa campaña propagandística de esa filial para atraer a los extremistas de Asia Central, incluida una importante producción de propaganda en uzbeco y tayiko por parte de Al Azaim, el aparato interno de medios del grupo".

La radicalización de una porción significativa de individuos de origen centroasiático entre las comunidades inmigrantes en Europa —que, en el pasado, había sido un fenómeno relativamente marginal— supone un poderoso activo para un ISKP en auge, siempre necesitado de militantes de a pie. Además, desde la retirada de las tropas internacionales de Afganistán, la organización ha consolidado una base territorial desde la que ha podido tejer amplias redes logísticas y financieras, con el objetivo último de poder golpear a mucha distancia. La suma de todo ello explica por qué el llamado Estado Islámico en la Provincia de Jorasán es hoy por hoy el grupo yihadista más peligroso para los países occidentales. Una amenaza a la que, como demuestra la alerta del pasado diciembre, España no es ajena.

En el universo del yihadismo, uno de los elementos más populares es la capacidad de las organizaciones extremistas para sobrevivir a la aniquilación, regenerarse y regresar con más fuerza que antes. Lo que hoy llamamos Estado Islámico ha experimentado múltiples transformaciones, escisiones, guerras civiles y exterminios, para regresar en cada ocasión renacido de sus cenizas y con nuevas capacidades de golpear a sus enemigos. Lo único que necesita es una base territorial donde lamerse las heridas y planear su retorno.

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