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Una mole en medio del desierto: así es la nueva capital que Egipto construye de la nada
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Una mole en medio del desierto: así es la nueva capital que Egipto construye de la nada

El recién reelegido presidente de Egipto, Abdelfatah El-Sisi, lleva años preparando un proyecto en las afueras de El Cairo: una segunda capital dentro de la principal

Foto: La nueva capital administrativa en El Cairo. (Francisco Sarrio Volpi)
La nueva capital administrativa en El Cairo. (Francisco Sarrio Volpi)
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Una autopista de cuatro carriles atraviesa el desierto a las afueras de El Cairo. En los primeros kilómetros, varios coches y autobuses públicos aceleran y adelantan hasta incorporarse y tomar la salida de Nuevo Cairo y otras ciudades satelitales de la capital egipcia. En el kilómetro veinte, ni rastro del tráfico. El vehículo, que deja atrás los dolores de cabeza y el tráfico infernal, avanza solo. De pronto, la soledad asoma en una ciudad de casi 20 millones de personas. Los peajes, que ya cobran a los conductores por el uso de la recién estrenada carretera, dan la bienvenida a uno de los proyectos más ambiciosos del reelegido presidente egipcio, Abdelfatah Al Sisi: la nueva capital administrativa de Egipto.

Una hilera de rascacielos, un par de mezquitas blanquecinas, con el mármol del suelo sin estrenar y un centenar de viviendas construidas y todavía inhabitadas, levantan un oasis administrativo y ministerial de 730 kilómetros cuadrados (la ciudad de Madrid abarca alrededor de 600 kilómetros cuadrados). Un refugio para las altas clases políticas y sociales del país. A los lados de las largas avenidas y debajo de las carreteras sobreelevadas, varios grupos de operarios se esconden del sol. En el proyecto, que comenzó a construirse en 2017, han trabajado alrededor de 150.000 personas. Además, y solo en la primera fase de la construcción, que prevé terminar en 2030, se ha gastado el equivalente a 23.000 millones de euros.

Entre el caos y los cláxones de El Cairo, un joven curioso pregunta: "¿Cómo es la nueva capital administrativa?". Tras la respuesta, añade "no sabemos cómo de avanzada está la construcción". La nueva ciudad se está edificando en forma de radios y círculos para poder ampliarse en el futuro a medida que la población egipcia se vaya mudando. Aun así, la metrópolis no pretende ser ni será para todos los públicos. Una gran parte de las residencias proyectadas y en construcción prevén venderse por el equivalente a entre 60.000 y 100.000 euros. Mientras tanto, el Banco Mundial cifra que el 60% de la población egipcia vive por debajo del umbral de la pobreza, aunque las autoridades egipcias solamente reconocen el 30%.

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Foto: Francisco Sarrio Volpi.

Un proyecto con mano militar y extranjera

Cerca del nuevo palacio presidencial y enfrente del Arco del Triunfo, se levanta una grada majestuosa con capacidad para un par de decenas de espectadores. En el centro del pasacalle, se asoma el Águila de Saladino cubierto de oro que sostiene sobre su pecho la bandera nacional egipcia. El proyecto de la nueva capital administrativa también está salpicado por la mano militar, igual que el resto de la economía egipcia: desde la producción de galletas hasta la participación en las mega infraestructuras.

Con el ascenso de Al Sisi en 2013 después del golpe de Estado, el Ejército tiene cada vez más protagonismo político y económico. Tanto es así que, en lo que concierne al proyecto de la nueva capital administrativa, una empresa pública financiada al 51% por las Fuerzas Armadas del Ejército lidera la construcción, frente al 49% de la financiación que está delegada en el Ministerio de Vivienda. El Ejecutivo egipcio defiende que los terrenos donde se está construyendo la nueva capital eran propiedad del Ejército y por ello están involucrados en el proyecto. La supervisión general la lidera la Capital Administrativa para el Desarrollo Urbano (ACUD), una empresa fundada en 2016, un año antes de iniciar la construcción.

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Foto: Francisco Sarrio Volpi.

El proyecto inicial fue presentado en Sharm el Sheij en marzo de 2015, un año después de que Al Sisi tomara el poder en Egipto por primera vez. A pesar de que en un primer momento los planes estaban liderados por un consorcio cercano a la constructora emiratí Emaar y SOM, un despacho arquitectónico estadounidense, Al Sisi decidió colocar el proyecto en otras manos. La visita oficial del presidente chino, Xi Jinping, selló el acuerdo y, desde finales de 2015, la China State Construction Engineering Corporation (CSCEC) lidera el proyecto, sobre todo, en el distrito de oficinas.

La CSCEC es una entidad pública china que, por ingresos, es la mayor empresa constructora del mundo y la octava mayor contratista general en términos de ventas en el extranjero. En el continente africano, ha participado en el proyecto de la Djamaa el Djazair, la Gran Mezquita de Argel, así como en el Estadio Nacional y en el centro de conferencias de la Unión Africana de Adís Abeba en Etiopía, entre otros. Además, la CSCEC es la empresa que levantó dos hospitales en la ciudad china de Wuhan durante el estallido de la pandemia del coronavirus.

Pero China no es el único que se lleva un pedazo del pastel. Entre los principales inversores involucrados también destacan empresas extranjeras de países de Europa, como Alemania y Francia, así como de países del Golfo como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Sin ojos para el egipcio de clase media

Hasta mediados de los años noventa, las ciudades satélites egipcias buscaban una salida al problema de vivienda y la congestión de la segunda ciudad más grande de África, después de Lagos, en Nigeria. Ciudad Nast, la ciudad modelo promovida por el exlíder Gamal Abdel Nasser, estaba pensada para las clases medias, mientras que la ciudad Seis de Octubre o Diez de Ramadán bajo el mandato de Anwar el-Sadat eran un refugio dormitorio para, en el primer caso, estudiantes y, en el segundo, la clase obrera.

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Foto: Francisco Sarrio Volpi.

Aunque las intenciones están claras, algunas voces de El Cairo tampoco quieren trasladarse a las nuevas urbes modernas, alejadas del corazón histórico del país. "Para mí, la antigua Ciudad es perfecta. Aunque tuviera un palacio en la nueva capital, no viviría nunca ahí", cuenta el doctor, investigador y profesor, Mostafa el-Sadek. Mostafa es uno de los miembros destacados de la iniciativa por la salvaguardia de los cementerios históricos de El Cairo, así como autor del libro Tesoros de los cementerios egipcios. "En nuestra capital tenemos la historia del país: el Cairo copto, el musulmán y el judío", añade el profesor.

Hasta 2030, el objetivo prioritario es terminar la primera fase del proyecto, que abarca alrededor de 161 kilómetros cuadrados. Hasta entonces, están todavía difusos los tiempos y plazos para las siguientes fases de la ciudad. Con una grave recesión económica, surgen dudas sobre si el país puede permitirse los grandilocuentes sueños del presidente Al Sisi. En los últimos seis años, desde que empezó el proyecto, el Fondo Monetario Internacional ha concedido a Egipto tres préstamos por un total de 20.000 millones de dólares. La deuda y la bancarrota ya están en Egipto. Una nueva capital no hará más que ahondar en el agujero negro.

Una autopista de cuatro carriles atraviesa el desierto a las afueras de El Cairo. En los primeros kilómetros, varios coches y autobuses públicos aceleran y adelantan hasta incorporarse y tomar la salida de Nuevo Cairo y otras ciudades satelitales de la capital egipcia. En el kilómetro veinte, ni rastro del tráfico. El vehículo, que deja atrás los dolores de cabeza y el tráfico infernal, avanza solo. De pronto, la soledad asoma en una ciudad de casi 20 millones de personas. Los peajes, que ya cobran a los conductores por el uso de la recién estrenada carretera, dan la bienvenida a uno de los proyectos más ambiciosos del reelegido presidente egipcio, Abdelfatah Al Sisi: la nueva capital administrativa de Egipto.

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