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El fraude masivo de pasaportes que ha llevado al límite la relación entre Hungría y EEUU
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"Un problema sistémico"

El fraude masivo de pasaportes que ha llevado al límite la relación entre Hungría y EEUU

Estados Unidos ha restringido la entrada de ciudadanos húngaros en el país por un caso de fraude de pasaportes que ha afectado a las tensas relaciones entre Budapest y Washington

Foto: Un mural de Viktor Orbán y Vladímir Putin en Varsovia. (EFE)
Un mural de Viktor Orbán y Vladímir Putin en Varsovia. (EFE)

En 2014, un medio local húngaro informó de un fenómeno que llevaba tiempo investigando. “Si alguien se sentó en un lugar barato alrededor del Deák tér de Budapest (una de las plazas más famosas de la ciudad) en los últimos años, no pudo evitar notar cómo las conversaciones rusas en las mesas han aumentado”. No eran turistas, tampoco hablaban otro idioma que no fuera el suyo propio. Pero muchos de ellos tienen la ciudadanía húngara. “La compró por 10.000 euros y se fue a Alemania”. Cuatro años después, The Washington Post alertó que más de 700 personas consiguieron entrar de manera ilegal en el país con pasaportes falsos.

Las dos noticias describen un fraude documental que ha sido definido por Estados Unidos como un “un problema sistémico” en Hungría, lo suficientemente grave como para imponer restricciones de entrada al país para los ciudadanos del país europeo. Los primeros casos de documentación irregular se identificaron en 2011, después de que el partido conservador Fidesz aprobara una ley que otorgaba la ciudadanía a aquellos extranjeros que acreditasen tener ascendencia húngara y conocimientos de dicha lengua. Sin embargo, la Administración no introdujo hasta 2020 la verificación biométrica para garantizar la identidad de las personas. “Existen vulnerabilidades de seguridad muy graves asociadas con cientos de miles de pasaportes que se han emitido sin requisitos estrictos de verificación de identidad”, dijo David Pressman, el embajador estadounidense en Hungría.

Foto: Vladímir Putin y Viktor Orbán tras una rueda de prensa en Budapest en octubre de 2019. (Reuters/Bernadett Szabo)

Estados Unidos lleva años alertando del alto peligro de fraude en los pasaportes emitidos hasta 2020, y las autoridades sostienen que han mantenido varias conversaciones con el Gobierno de Viktor Orbán para intentar encontrar una solución. Las demandas, según Washington, no fueron tomadas en cuenta por Budapest, lo que ha provocado que aquellos húngaros con pasaporte emitido entre 2011 y 2020 podrán ingresar en EEUU solo una vez al año.

El llamado Sistema Electrónico para Autorización de Viaje (ESTA), vigente en 40 países, permite permanecer en el país durante 90 días y tiene una validez de dos años, durante los cuales el turista puede viajar a Estados Unidos en varias ocasiones con el mismo documento. En cambio, desde principios de agosto, la validez del ESTA para los húngaros con el pasaporte emitido en esas fechas será de un año, en lugar de dos, y solamente podrán utilizarlo una sola vez. “Es una decisión desafortunada en respuesta a la inacción del Gobierno de Budapest para responder a los serios problemas de seguridad en los que nos hemos involucrado durante muchos años y múltiples administraciones”, explicó Pressman.

El anuncio de Estados Unidos ha sido el último punto de choque entre dos gobiernos cuyas relaciones se han caracterizado por tensiones políticas. El primer ministro Viktor Orbán no esconde su predilección por Donald Trump y recientemente ha apoyado su candidatura a las elecciones presidenciales de 2024 frente al demócrata Joe Biden. Por otro lado, Washington ha criticado en varias ocasiones la posición de Budapest en la guerra de Ucrania, marcada por el rechazo a mandar ayudas militares a Kiev, a las sanciones y por continuar haciendo negocios con Moscú. “La última medida de Estados Unidos empeorará las relaciones, pero hay que tener en cuenta que ya eran bastante malas”, explica Garvan Walshe, del Centro de Políticas Europeas, a El Confidencial. “El problema de los pasaportes es que el Gobierno de Orbán los ha otorgado a personas que pueden ser sospechosas y que puedan estar implicadas en escándalos de corrupción o blanqueo de dinero, incluso dinero ruso”.

'Enemigos públicos'

A pesar del rechazo de los socios europeos, Hungría no ha demostrado la intención de alejarse de Rusia, y Péter Szijjártó, el ministro de Relaciones Exteriores, ha visitado Moscú en varias ocasiones desde el inicio de la invasión. Por otro lado, el Gobierno de Orbán ha llevado a cabo una importante campaña de propaganda en medios de comunicación para cambiar la percepción de la guerra de Ucrania. “Aunque la mayoría cree que el lugar de Hungría está en Occidente, en los últimos dos años se ha duplicado la proporción de quienes preferirían vínculos más estrechos con Rusia”, apunta András Bíró-Nagy, director del think tank Policy Solutions, en su informe El mundo a través de los ojos húngaros.

Además de la postura de la ciudadanía húngara, el informe también apunta a la percepción sobre la OTAN, específicamente en lo que rodea a la adhesión de Finlandia y Suecia a la alianza, cuya aprobación ha sido retrasada en varias ocasiones por Budapest en el caso de Estocolmo. “Una de las posibilidades es que las restricciones de entrada al país para los húngaros sean una respuesta de EEUU a la propaganda pro-Moscú de Orbán y sus medios estatales, o al aplazamiento de la ratificación de la entrada de Suecia a la OTAN”, continúa Garvan Walshe. En esta misma línea se ha posicionado Bence Rétvári, el secretario de Estado húngaro, que opinó que las restricciones de EEUU a los pasaportes húngaros es una forma de vengarse de Budapest por no cumplir con las solicitudes de Washington.

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, saluda al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. (Reuters/Susan Walsh)

Las tensiones entre los dos países, agravadas por la guerra de Ucrania, se materializan a través de dos personas. El embajador estadounidense, David Pressman, y el ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó. Los funcionarios han protagonizado algunos encontronazos en redes sociales, mayoritariamente por la gestión de los recursos militares a Ucrania. "Estados Unidos claramente está tratando de empujar a Hungría al campo de guerra, pero Hungría está dentro de la mayoría pacífica. El embajador Pressman está activamente involucrado en la propaganda de guerra. Pero no queremos nada de eso porque no queremos lidiar con guerra, queremos tratar con la paz", dijo Szijjártó.

Las declaraciones fueron una respuesta a las críticas del embajador por las visitas del ministro a Rusia. En total, Szijjártó se ha reunido con sus homólogos rusos cinco veces, y ninguna con los ucranianos. “Quiero subrayar que Pressman es un embajador y no un virrey. Sería bueno que la otra parte muestre respeto”, criticó el ministro de Exteriores húngaro. Las interacciones del estadounidense no son mejores con Viktor Orbán, a pesar de que el primer ministro reconoció recientemente que “no es bueno para los negocios criticar a Estados Unidos”.

Este tono ha sido la crónica de una mala relación que ya fue anunciada por Politico cuando el embajador fue enviado a Budapest. El medio estadounidense vaticinó que la relación entre Pressman y Orbán (o Szijjártó) sería de “enemigos públicos”, y no se equivocó.

Foto: Viktor Orban. (EFE/Leszek Szymanski)

“La mala relación pública entre el embajador y el primer ministro es un síntoma de la ruptura más amplia de la relación entre Estados Unidos y Hungría. En los últimos años, el enfoque diplomático de Estados Unidos hacia Hungría ha estado tratando de decirle cómo debe comportarse, en oposición a la disposición esperada de actuar como un socio que busca abordar problemas estratégicos comunes”, explica Logan C. West, investigador visitante estadounidense en el Danube Institute en Budapest, en un artículo publicado en National Interest. “Ya sea en el esquema fiscal global o en cómo manejar la escasez de energía derivada de las sanciones contra Rusia, el enfoque estadounidense ha sido más parecido a dar órdenes que a buscar un diálogo saludable”, continúa el investigador.

Uno de los peligros de esta tensa relación es que, en un entorno hostil y sin confianza, es posible que la voz de Estados Unidos tenga cada vez menos significado para los húngaros. "Tal vez, hasta el punto en que ni siquiera se considera en absoluto", alerta West.

Una desconfianza en potencia

Esta postura puede provocar una mayor división en la política húngara, y las últimas medidas que han provocado un distanciamiento entre los dos países podrían ser utilizadas por los opositores a Orbán. “Pueden usarlo como otro ejemplo de aislamiento internacional provocado por el primer ministro. Existe una fuerte división dentro del partido oficialista Fidesz, entre atlanticistas y partidarios de una política más cercana a Rusia y China. La oposición podría utilizar estas restricciones para acentuar esta división”, sostiene Garvan Walshe en declaraciones a este periódico.

Mientras crece el distanciamiento entre Hungría y Estados Unidos, para este último crece también la desconfianza hacia Budapest. A pesar del trasfondo político en el que se ha tomado la decisión de limitar la entrada de húngaros con pasaportes emitidos entre 2011 y 2020, Washington no ha escondido su rechazo a la gestión del Gobierno de Orbán en el caso de fraude documental. En 2018, los medios locales informaron que la laxitud y corrupción en el sistema de pasaportes permitió a cerca de 700 ciudadanos “no húngaros” asumir identidades robadas y obtener pasaportes ilegalmente.

En ese momento, las autoridades alertaron de que las razones más comunes para disfrazar la identidad son el contrabando, el crimen organizado, inmigración ilegal o terrorismo. Desde febrero de 2022, a esta lista se sumó el miedo de que espías rusos ingresen al país. "Se han dado casos de campañas de inteligencia organizadas por el Kremlin en EEUU y eso no ha hecho más que provocar que la paranoia crezca, y que los países se alejen todavía más", concluye Walshe.

En 2014, un medio local húngaro informó de un fenómeno que llevaba tiempo investigando. “Si alguien se sentó en un lugar barato alrededor del Deák tér de Budapest (una de las plazas más famosas de la ciudad) en los últimos años, no pudo evitar notar cómo las conversaciones rusas en las mesas han aumentado”. No eran turistas, tampoco hablaban otro idioma que no fuera el suyo propio. Pero muchos de ellos tienen la ciudadanía húngara. “La compró por 10.000 euros y se fue a Alemania”. Cuatro años después, The Washington Post alertó que más de 700 personas consiguieron entrar de manera ilegal en el país con pasaportes falsos.

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