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Alemania dice adiós a sus reactores: el triunfo a destiempo de los activistas antinucleares
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¿Nuclear? Ya no, gracias

Alemania dice adiós a sus reactores: el triunfo a destiempo de los activistas antinucleares

Este sábado 15 de abril, los activistas antinucleares de Alemania logran el que durante décadas ha sido su objetivo final: el apagón de todos los reactores del país

Foto: Protesta antinuclear en Berlín. (EFE/Ronald Wittek)
Protesta antinuclear en Berlín. (EFE/Ronald Wittek)

Cuando uno busca en Google la palabra "nuclear" en alemán (atomkraft), la primera imagen que aparece es la de un sol rojo sonriente que le contesta Nein, danke (No, gracias). Se trata del emblema antinuclear por excelencia, creado por una artista danesa en 1975, pero que tuvo especial resonancia entre un público alemán. Este sábado 15 de abril, los activistas de Alemania logran el que durante décadas ha sido su objetivo final: el apagón de todos los reactores del país. Sin embargo, el cierre de las últimas tres centrales nucleares se produce en un momento complejo, con los precios de la energía disparados y dudas sobre el desarrollo de las renovables.

Los defensores del apagón

El principal argumento de los activistas es que, en caso de accidente nuclear, la catástrofe es incontrolable. Se amparan no solo en el caso de Chernóbil (Ucrania), en 1986, sino en que algo así puede ocurrir en un país altamente tecnificado como Japón, como demostró Fukushima, en 2011. O, más recientemente, en la peligrosa situación que se vive en la ucraniana Zaporiyia, la mayor planta europea, ocupada por las tropas rusas.

Existe una creencia generalizada de que el accidente en la planta nipona fue el que llevó a Angela Merkel, doctora en Ciencias Físicas, a decretar el fin de la energía nuclear en Alemania. Sin embargo, lo único que hizo la canciller alemana fue recuperar el calendario acordado nueve años atrás, en 2002, por el socialdemócrata Gerhard Schröder, con los Verdes como socios. "Si Fukushima no hubiera sucedido, no sé cómo sería el mundo, pero hay algo que sí sé: que Alemania seguiría decidida a eliminar gradualmente sus reactores nucleares. Tal vez más lentamente de lo que lo ha hecho, pero aun así lo estaría haciendo", afirma Thomas Pellerin-Carlin, el director del Programa Europa del Institute for Climate Economics (I4CE), en entrevista con El Confidencial.

Foto: Vista aérea del agua contaminada almacenada en la central de Fukushima I. (EFE/Jiji Press)

El movimiento antinuclear comenzó en la década de 1970 en Alemania, con una serie de protestas contra los planes para construir reactores en el país. En 1975, 28.000 manifestantes ocuparon el sitio de construcción de una planta de energía nuclear en Wyhl, en Baden-Württemberg, y lograron detener la construcción. A mediados de los 80, a raíz del accidente de Chernóbil, la marea contra el átomo se convirtió en un auténtico tsunami, propulsando al Partido Verde a la primera línea de la política alemana y convirtiendo cualquier construcción de una nueva central en un auténtico tabú.

Hasta hace dos años, existía un consenso en torno a un apagón que se daba por sentenciado. El adiós a esa fuente de energía se había acordado bajo un gobierno roji-verde y se mantuvo bajo sucesivas coaliciones, de liderazgo conservador o socialdemócrata, con los liberales o con los ecologistas. Sin embargo, la crisis energética que comenzó en 2021 —la cual empeoró drásticamente tras la invasión rusa de Ucrania— cambió drásticamente las tornas de la opinión pública alemana. Una encuesta elaborada en agosto de 2022 por la revista Der Spiegel reveló que el 67% de los ciudadanos del país centroeuropeo respaldaban una extensión de cinco años de sus plantas nucleares. Además, un 41% apoyaba la construcción de nuevos reactores, un hallazgo sorprendente si se tiene en cuenta que, tres décadas antes, la cifra era prácticamente cero.

El Partido Liberal (FDP), el tercer socio del tripartito de Olaf Scholz, había defendido de la necesidad de dejar las tres centrales, como mínimo, en reserva para atender eventuales crisis futuras. Sin embargo, la férrea defensa de los Verdes ha garantizado, tras posponerlo brevemente el pasado mes de diciembre, el fin definitivo de la energía nuclear en Alemania este sábado. "La razón principal por lo que el final del funcionamiento de los reactores no se ha vuelto a posponer, a pesar de la crisis energética, es el Partido Verde. Este partido fue creado con la promesa de acabar con la energía nuclear, es algo que está engranado en el ADN de la formación", señala Pellerin-Carlin.

Un final problemático

Apenas un 6,4% del total del consumo eléctrico de Alemania procedió en 2022 de las tres centrales atómicas activas. Un año antes, su porcentaje era del 12,6%, según el departamento federal de Estadística (Destatis). El objetivo del Gobierno es que las renovables aporten el 80% del consumo en 2030, pero el país todavía se encuentra muy lejos de esa meta. El año pasado, un 46,3% del mix energético alemán provino de estas fuentes. Mientras tanto, el Ejecutivo alemán, acuciado por la crisis energética, se vio obligado a reactivar las explotaciones de carbón en reserva, pese a mantener el objetivo del adiós al carbón para 2030 o 2038.

Alemania tampoco ha resuelto el problema de qué hacer con unos residuos que, teóricamente, deben almacenarse bajo tierra por un millón de años. Sigue sin definirse dónde quedará su cementerio definitivo, una asignatura pendiente que ha pasado de un gobierno al siguiente sin que se vislumbre una solución. Cada transporte de residuos al depósito temporal de Gorleben (centro) derivó en el pasado en batallas campales entre manifestantes y antidisturbios. Ahí siguen aproximadamente la mitad del total de residuos acumulados por los alrededor de 65 años de actividad de las centrales alemanas. El resto está almacenado en plantas ya desmanteladas. Para 2031 tiene que haberse acordado la construcción de un cementerio, que deberá estar listo para 2050.

Foto: Un manifestante disfrazado de monje pone la zancadilla a un agente de policía durante los desalojos en Lutzerath, Alemania. (EFE/Ronald Wittek)

El apagón en la primera economía europea se produce cuando otros miembros de la Unión Europea (UE) ven en la energía nuclear una ayuda clave para reducir las emisiones y para la seguridad energética. El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció a principios de 2022 una importante inversión en nuevas plantas de energía nuclear, la construcción de hasta 14 reactores de última generación y la extensión de la vida útil de los ya existentes durante el máximo tiempo que se puedan utilizar de forma segura. Por otra parte, países que abandonaron el átomo, como Suecia, han dado marcha atrás, mientras Polonia se prepara para entrar en el club.

Cuando uno busca en Google la palabra "nuclear" en alemán (atomkraft), la primera imagen que aparece es la de un sol rojo sonriente que le contesta Nein, danke (No, gracias). Se trata del emblema antinuclear por excelencia, creado por una artista danesa en 1975, pero que tuvo especial resonancia entre un público alemán. Este sábado 15 de abril, los activistas de Alemania logran el que durante décadas ha sido su objetivo final: el apagón de todos los reactores del país. Sin embargo, el cierre de las últimas tres centrales nucleares se produce en un momento complejo, con los precios de la energía disparados y dudas sobre el desarrollo de las renovables.

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