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El fin de la era de los dos Papas que convivieron juntos y en paz dentro del Vaticano
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El fin de la era de los dos Papas que convivieron juntos y en paz dentro del Vaticano

Las infinitas manadas de turistas, que iban y venían por la vía de la Conciliación, recordaban que era el último día del año en la ciudad más turística de Italia. No sabían lo que iba a ocurrir

Foto: El Papa emérito Benedicto XVI y el actual Papa, Francisco I. (EFE/Maurizio Brambatti))
El Papa emérito Benedicto XVI y el actual Papa, Francisco I. (EFE/Maurizio Brambatti))

Roma vivió el sábado horas extrañas. La Cittá Eterna, hogar privilegiado de 266 Papas desde San Pedro hasta hoy, parecía resistirse a su encuentro con la Historia: el fin de la era de los dos Papas que convivieron juntos y en paz dentro del Vaticano, un hecho único en más de 2.000 años de cristianismo.

Las infinitas manadas de turistas, que iban y venían por la vía de la Conciliación, recordaban que era el último día del año en la ciudad más turística de Italia, donde la pandemia ha dejado en herencia una urbe que es incluso más atiborrada que antes. Pero el ruido, el agobio y las multitudes desentonaban en la instantánea. Gentes de toda procedencia, culturas y fe decían ignorar la última hora. Vendedores ambulantes e inquietos ‘manteros’ vendían sus artículos religiosos ajenos a las vicisitudes papales. Los mendigos vagaban distraídos como siempre. Los restaurantes y bares no daban abasto para contener los flujos humanos. E incluso el tránsito de coches y motos, siempre caótico, discurría con una normalidad atípica.

Foto: Benedicto XVI orando durante una misa de Pascua. (Reuters/Alessandro Bianchi)
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Cualquier conversación también lo reflejaba. En los alrededor de la basílica de San Pedro, unos discutían sobre el inusual invierno europeo y los males de la crisis climática. Otros contemplaban el trasiego de las tantas palomas y gaviotas que pululan en la zona. Clic, clac, eran los chasquidos que se oían a todo rato procedentes de móviles convertidos en cámaras enloquecidas en su anhelo de retratar el árbol navideño de la plaza, que resiste pese a todo, incluso el clima tropical de estos días en la capital de Italia.

Son síntomas de mundanidad que contradicen la noticia de la muerte de un Papa histórico, el intelectual que intentó reformar a la Iglesia, fallecido con la sola compañía de las cuatro mujeres consagradas del grupo Memores Domini, su secretaria alemana, sor Birgit Wansing, y dos enfermeros. El ex Papa alemán estará presente también este domingo en el monasterio Mater Ecclesiae. Espiritualmente, porque no se prevén ni rezos ni visitas oficiales ante sus restos mortales. El mundo pagano y el profano tienen dificultades para dialogar en épocas de epidemias modernas y guerras de raíces antiguas.

También porque, el clima es otro en estas horas en los edificios vaticanos. Hierven los preparativos, pero con discreción. El corazón de la Iglesia católica late regularmente, como un reloj, adelanta la puesta en escena de los próximos días y marca los minutos de la puesta en marcha del inédito ritual de la despedida de un Papa jubilado, nunca antes ensayado.

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La Sala de Prensa vaticana es vivo testimonio de ello. Ya a mitad tarde del sábado, el trajín era continúo. Un grupo de operarios se encargaban de construir las cabinas destinadas a los intérpretes simultáneos, mientras otros discutían sobre los horarios de apertura del lugar desde donde periodistas venidos de todas partes en el mundo deberán transmitir la noticia de sus funerales, previstos para el jueves. Para ese día, se espera la llegada de alrededor de 60.000 peregrinos, por lo que se pondrán a trabajar unos 500 voluntarios. Con ellos, la Santa Sede espera poder manejar la situación sin grandes percances.

Los vaticanistas completan el cuadro. Tras días de variopintas y aparentemente serias especulaciones sobre las patologías que llevaron a la muerte al líder católico -ninguna confirmada por el Vaticano-, el siguiente acertijo que los mantiene ocupados es conocer las delegaciones oficiales que participarán a las exequias del difunto expontífice. De momento solo han sido invitadas las de Italia y Alemania, el país de nacimiento de Benedicto XVI. Aunque no se excluyen que otros líderes participen al evento.

La estrategia de estos expertos en temas religiosos es sencilla. Consiste en preguntarles a otros periodistas extranjeros si alguno de los líderes de sus países han confirmado o anunciado su asistencia al evento. De la respuesta se espera dictaminar la importancia que ha tenido Joseph Ratzinger para el mundo.

Foto: El papa Benedicto XVI en 2012. (EFE EPA/Maruizio Brambatti)

Todavía hay tiempo para adivinar el resultado final. Antes de sus funerales, el cuerpo de Benedicto XVI será expuesto por tres días, en la basílica de San Pedro, a la que se cree que entrarán alrededor de 30.000 fieles al día para dar su último adiós al sacerdote de Marktl. Por ello, la Santa Sede también ha dispuesto horarios muy precisos para el peregrinaje. El primer día, el lunes, Joseph Ratzinger admitirá visitas de las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde, mientras que los restantes días lo hará a partir de las siete de la mañana hasta las siete de la tarde.

También ya se ha sabido dónde Benedicto XVI finalmente encontrará su merecido descanso, después de que todo el capítulo de la despedida se cierre. El lugar escogido son las grutas vaticanas, probablemente en el sitio en el que se hallan otras tumbas de mármol blanco, sobrias, elegantes, discretamente iluminadas entre las asépticas bóvedas de la cripta. Allí cerca reposa también Cristina de Suecia, una aristócrata que se convirtió en reina con tan solo seis años.

Todo esto, por supuesto, lo desconocen la mayoría de los ciudadanos de a pie de calle, incluso si es el caso de un o una italiana, habitantes de un país cuya política aún presume de su religión. Así lo dejaban claro Carola y Martina, dos jóvenes de 19 años de Génova, que a la sencilla pregunta de qué sabían de Benedicto XVI, respondieron con un cándido "nada". O una anciana que, al ser interrogada sobre el aspecto que más apreciaba del difunto Papa emérito, respondió: "Que se llevaba bien con Juan Pablo II".

La razón, dicen algunos, tal vez pueda hallarse en que las iglesias de Roma echan raíces en los templos del Imperio romano

Pero que esto no engañe: algunas crónicas de aquellos años, recuerdan que también cuando falleció el Papa polaco las tiendas estaban abiertas y ningún síntoma aparente reflejaba la conmoción. La razón, dicen algunos, tal vez pueda hallarse en que las iglesias de Roma echan raíces en los templos del Imperio romano.

Sea como fuere, la pregunta que se han hecho los malignos dentro y fuera del Vaticano, es otra. ¿Dimitirá ahora el Papa Francisco, dado que él también sufre de varios achaques y ya ha tenido que anular algunas actividades por sus problemas de salud? Sus detractores podrían ya haber recibido la respuesta hace días, cuando el argentino concedió una entrevista al diario español ABC, cuya índole no desconoce nadie.

"Se gobierna con la cabeza, no con la rodilla", dijo Francisco al periodista Javier Martínez-Brocal, al dar a entender que es pronto para sus enemigos descorchen el champán. Que tomen nota los ateos. Como dijo hace años un psicólogo jesuita, "la Iglesia es como una montaña, apenas se mueve".

Roma vivió el sábado horas extrañas. La Cittá Eterna, hogar privilegiado de 266 Papas desde San Pedro hasta hoy, parecía resistirse a su encuentro con la Historia: el fin de la era de los dos Papas que convivieron juntos y en paz dentro del Vaticano, un hecho único en más de 2.000 años de cristianismo.

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