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Tsunami pandémico o salida controlada: ¿Qué le espera a China tras el fin del 'covid cero'?
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La nueva ola que se avecina

Tsunami pandémico o salida controlada: ¿Qué le espera a China tras el fin del 'covid cero'?

El gigante asiático carece de medidas efectivas para hacer frente a un aumento exponencial de los contagios, lo que podría desatar la mayor crisis sanitaria hasta la fecha en la nación

Foto: Trabajadores sanitarios en Pekín, China. (Reuters/Thomas Peter)
Trabajadores sanitarios en Pekín, China. (Reuters/Thomas Peter)

El presidente chino, Xi Jinping, ha decidido poner fin de forma brusca a casi tres años de su política de restricciones draconianas contra la pandemia de coronavirus, llamada 'covid cero', a pesar de carecer de medidas efectivas para hacer frente a un aumento exponencial de los contagios. Esto abre una serie de interrogantes cuya respuesta no solo es importante para la población china, sino también para el resto del planeta. ¿Se mantienen las previsiones catastróficas de fallecimientos? ¿Creará China un modelo no occidental para hacer frente a la catástrofe? ¿Desarrollará su propia vacuna de ARN mensajero (ARNm) o se verá obligada a importarla?

Hasta ahora, la estrategia de confinamientos y testeos estrictos y masivos había mantenido a raya los contagios y muertes en la segunda potencia económica. De un cómputo global de 650 millones de contagios y 6,6 millones de muertos, China solamente ha registrado 1,8 millones de casos y 5.235 muertes, según datos oficiales chinos, de dudosa credibilidad entre los observadores debido al carácter autoritario y censor del régimen.

Foto: Un repartidor con equipo de protección duerme la siesta en la calle. (Reuters/Alex Plavevski)

Pero, al mismo tiempo, también ha dañado gravemente la economía de la segunda potencia económica y la supuesta paciencia confucionista de su población. A finales de noviembre, el hartazgo civil por las medidas, que han convertido a los chinos en prisioneros de facto de la pandemia, provocó inusuales protestas en las principales ciudades del país. Durante las marchas, algunos llegaron a pedir la dimisión de Xi y del Partido Comunista de China (PCCh), que dirige el país desde 1949. Los expertos lo han llamado el “Efecto Copa del Mundo”, ya que muchos chinos se han dado cuenta de su triste situación al comprobar que el público de los estadios del Mundial de Fútbol de Qatar no llevaba mascarillas, un detalle que al principio se le coló a la habitualmente estricta censura china.

Las medidas fueron anunciadas el 7 de diciembre, inmediatamente después de las protestas. Estas incluyen una relajación de los test PCR diarios para casos leves, una reducción del control digital de exposición de la población, el permiso de que las cuarentenas se realicen en los domicilios en lugar de las improvisadas instalaciones usadas hasta ahora, la restricción de los confinamientos masivos y un incremento de las vacunaciones para los más mayores. Sin embargo, no especifican cómo harán frente al muy predecible aumento de los contagios, que podría generar al menos 1,55 millones de muertos, según diversas publicaciones en la revista Nature.

Numerosos observadores han expresado su estupefacción ante la falta de preparación de Pekín en los últimos tres años, que podrían haber sido aprovechados para aumentar su capacidad de cuidados intensivos y crear su propia vacuna de ARNm, favoreciendo una transición positiva al finalizar el 'covid cero'. China contaba con 3,6 UCI por cada mil habitantes al inicio de la pandemia (la mitad de la ratio de Hong Kong cuando los muertos se apilaban en ese territorio), un dato que apenas se ha incrementado. Y en cuanto a las vacunas chinas, desarrolladas por Sinovac y Sinopharm a partir de virus desactivados, su efectividad con tres dosis es de entre un 50% y un 60% frente al virus, comparada con más del 90% con dos dosis de las vacunas de Pfizer o Moderna desarrolladas con ARNm.

Basándose en estos datos, Airfinity, una firma de analíticas sanitarias, calcula que en China menos del 10% de la población tiene protección contra la infección por la variante ómicron. La principal urgencia ahora es vacunar a los más ancianos, la población más vulnerable, ya que un 65,8% de los mayores de 80 años tiene una dosis de la vacuna china y solamente un 40% ha recibido una tercera dosis. Además, este sector poblacional se resiste a la vacunación por temor a sus efectos secundarios.

Fuentes del sector han filtrado que las autoridades chinas han estado negociando con Pfizer y Moderna la importación de su vacuna, que sería la manera más efectiva de frenar la hecatombe, pero Pekín exige una transferencia de tecnología y producir la vacuna en territorio chino, a lo que se niegan estas multinacionales. Los preparados de ARNm han dejado unos beneficios de 50.000 millones de dólares. De momento, tanto Estados Unidos como Alemania ya han recomendado a Pekín que las importe para evitar un nuevo tsunami pandémico con origen en China.

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Joan Kaufman, profesora de Salud Global en la Harvard Medical School, cree que Pekín no importará estas vacunas. “China usará sus propias vacunas, Sinopharm o Sinovac, para sus campañas de vacunación. Dudo que vayan a importar las de ARNm de Pfizer o Moderna. Estoy segura de que están desarrollando su propia vacuna, y he oído que está en proceso de pruebas”, señala a El Confidencial Kaufman, quien considera que tanto las vacunas de ARNm como el antiviral Paxlovid deberían ser bienes de salud global y no propiedad intelectual de sus creadoras.

“Estoy segura de que China, que cuenta con una comunidad de investigadores muy sofisticada, tiene motivos para no haber lanzado ya su propia vacuna. Pero seguro que una de las razones es la lucha por los Derechos de Propiedad Intelectual (DPI), y Moderna y Pfizer temen perder los enormes beneficios que su nueva tecnología les proporciona y presionan a China desde la OMC para que respecten sus DPI”, agrega Kaufman. Existen mecanismos en la OMC, agrega, como el ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) para acceder a estas patentes en casos de emergencias sanitarias, como ya sucedió con el SIDA. “Por qué no se ha invocado este acuerdo durante la crisis del covid-19 es algo que me supera”, subraya esta experta.

Para Kaufman, la máxima prioridad ahora es reforzar la vacunación de la población de más de 65 años, y en especial a los mayores de 80. “La actual variante ómicron es muy contagiosa pero menos virulenta (aunque pueden emerger nuevas variantes). Así que para la mayoría de la población de menos de 65 años, que tiene al menos dos dosis de Sinovac o Sinopharm, no creo que vayamos a ver un gran número de enfermedades graves y muertes. Pero la protección baja a los seis meses, por lo que una campaña de refuerzo es importante, y claramente este es el plan”, añade la profesora.

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La protección de entre un 50% y un 60% con tres dosis de estas marcas “no es poco, y está bastante bien para una vacuna”, apunta Kaufman. “El problema está entre los mayores, en especial los de más de 80 que no han tenido las tres dosis. Hay muchas otras condiciones médicas en este sector poblacional en China, que se ha convertido en un país con una gran carga de enfermedades prevenibles como la diabetes y la hipertensión, y por tanto de enfermedad y muerte entre los mayores, cuyo número ha crecido muy rápido debido a una mayor expectativa de vida y a la política del hijo único”, indica. Esta situación podría agravar y también distorsionar las cifras de muertes por covid entre este estrato.

A diferencia de otros expertos, Kaufman considera que las medidas anunciadas por Pekín en la última semana pueden ser suficientes para contener oleadas de casos graves y muertes, pero se muestra preocupada por la fragilidad del sistema sanitario en el autoproclamado país comunista. “No hay un sistema de servicios externos ni ambulatorios en China. La gente va a los hospitales directamente, a menudo por dolencias menores. Esto lleva a un temor a que los hospitales se vean desbordados. Este es un problema real. Pero si los casos menos graves se aíslan en casa, lo que se debería incentivar, puede que el sistema no se hunda”, concluye la experta.

Por el momento, los medios oficiales chinos, que en abril alertaban sobre la alta letalidad de ómicron, ya han proclamado la victoria sobre el covid, al que ahora describen como poco menos que una “gripe” llevadera, una muestra de que la propaganda y la censura seguirán haciendo su trabajo. Otro síntoma de esta tendencia es la promoción de los supuestos beneficios de la medicina tradicional china contra la infección, un efecto ilusorio al que ya se recurrió durante la epidemia de SARS de 2003. Mientras tanto, las redes sociales ya están informando de un aumento drástico de los contagios en Pekín y en Wuhan y de protestas no verificadas de personal contratado para aplicar la política de covid cero ante la pérdida de sus empleos.

Pero los números no cuadran. Un antiguo directivo del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, Feng Zijian, ha afirmado que un 60% de la población se infectará con covid tras la relajación de las medidas. “Esto serían 840 millones de personas, comparados con los 646 millones que se han infectado hasta ahora en todo el mundo”, señala el experto en salud global Yanzhong Huang en su cuenta de Twitter. Si la letalidad del covid se sitúa en torno al 1%, hagan sus números.

El fin del 'covid cero' también plantea otra importante pregunta: ¿han triunfado las protestas en China? Parcialmente. Puede afirmarse que Pekín ha escuchado el mensaje: no más restricciones. Pero está aplicando mano dura para que no cunda el ejemplo y los chinos se entusiasmen con tomar las calles. Las protestas se han disipado después de un masivo despliegue policial y el alto número de detenciones e intimidaciones ha desatado el pánico entre los manifestantes, sometidos a una implacable vigilancia digital por parte del régimen, hasta el punto de dispararse las peticiones de asilo político en Estados Unidos de una media de 25 diarias a 250, según informa Politico.

Otro signo de una persistencia del malestar civil habría sido aprovechar el reciente funeral de Jiang Zeming para ensalzar al líder muerto como crítica al vivo, una tradición china que precede a las protestas de Tiananmén de 1989. No solamente no se han producido, sino que el homenaje ha sido la oportunidad para que reapareciera públicamente el expresidente Hu Jintao tras su bochornosa expulsión por orden de Xi Jinping del Congreso del PCCh en octubre. ¿Se estará ablandando “Xi Dada”, el tío Xi?

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Xi Jinping