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Cuando Macron despertó, Le Pen seguía ahí: Francia, dividida de nuevo ante las urnas
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Primera vuelta el 10 de abril

Cuando Macron despertó, Le Pen seguía ahí: Francia, dividida de nuevo ante las urnas

Las últimas encuestas sitúan a Marine Le Pen luchando frente a Emmanuel Macron en segunda vuelta, dentro del margen de error que ya dio lugar al Brexit o la victoria de Trump

Foto: Campaña de las presidenciales francesas en París. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Campaña de las presidenciales francesas en París. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
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El día 8 de marzo, apenas un mes antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, Emmanuel Macron hizo su primer acto de campaña. A esas alturas, la mayoría de sus rivales llevaban meses recorriendo el país frenéticamente y realizando mítines en cada rincón del hexágono, pero ni el mandatario ni su equipo parecían preocupados por esa aparente desventaja. Su victoria en la primera vuelta, que se celebra el próximo domingo 10 de abril, parecía casi garantizada y las encuestas mostraban por aquel entonces una clara ventaja frente a sus principales adversarios en el cara a cara posterior por la presidencia, que tendrá lugar el 24 de abril. Ahora, a menos de cuatro días de que Francia coloque las urnas, el panorama es muy distinto.

Tras una campaña marcada por la competición feroz por el segundo puesto entre los dos candidatos ultraderechistas, Marine Le Pen y Éric Zemmour, y la del partido conservador Los Republicanos, Valérie Pécresse, todo parece apuntar a que se producirá una reedición del enfrentamiento de 2017: Macron contra Le Pen. Sin embargo, mientras que entonces el actual presidente liberal se impuso con una amplia ventaja de más de 30 puntos, los sondeos muestran en esta ocasión una batalla mucho más encarnizada en una previsible segunda vuelta entre ambos.

Las encuestas recientes sitúan al presidente y a la candidata de Agrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) a una distancia de menos de 5 puntos. El último sondeo de Harris arroja un resultado todavía más ajustado, con un 51,5% de intención de voto para Macron y un 48,4% para Le Pen, una separación que se sitúa dentro del margen de error. “Es un poco efecto carambola. Cuando menos lo esperábamos, Le Pen puede acercarse más que nunca a Macron e incluso superarle”, explica el profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid y especialista en la ultraderecha francesa, Guillermo Fernández Vázquez, a El Confidencial.

El propio mandatario lanzó la semana pasada un mensaje de alarma al electorado francés, advirtiendo que su antigua y —probablemente— futura rival podría alzarse con la victoria si no hay una movilización suficiente ante las urnas. “No os creáis los sondeos que dicen que es imposible”, advirtió Macron ante 30.000 personas en un mitin en París. “Desde el Brexit hasta tantas otras elecciones, lo que parecía improbable ocurrió. Os lo digo con fuerza: nada es imposible”, agregó. No obstante, Fernández Vázquez también pide esperar a la reacción de los franceses tras la primera vuelta: “En 2017, los sondeos también eran muy favorables a Le Pen”. Aunque una parte de la derecha ya no tiene miedo en pedir el voto para Le Pen en segunda vuelta, su figura y su programa siguen generando miedo en la sociedad francesa. Sobre todo en la izquierda y el 'establishment', por la amenaza que supondría para el proyecto europeo un Gobierno francés que siguiera el librillo del húngaro Víktor Orbán.

Montaña rusa para volver a lo de siempre

Gran parte de la falta de preocupación demostrada por Macron a lo largo del último año se debe a la solidez que ha mantenido en las encuestas en todo momento. El presidente nunca ha bajado de un 23% de respaldo de cara a la primera vuelta, mientras que sus oponentes se enzarzaban en una lucha feroz por el segundo puesto que durante meses hizo que ninguno pudiera aspirar a más de un 17% de apoyo. Esta fragmentación del voto también le beneficiaba de cara a la segunda vuelta.

La carrera por el segundo puesto en las elecciones presidenciales ha supuesto toda una montaña rusa en Francia. El detonante fue el salto al ruedo de Éric Zemmour, un polémico periodista e ideólogo francés que lanzó su asalto al Elíseo con una plataforma muy similar a la que en 2016 llevó a Donald Trump a la Casa Blanca. Armado con un discurso ultraderechista, xenófobo, antiglobalista y basado en varias teorías de la conspiración, el considerado como “filósofo del supremacismo francés” observó un ascenso meteórico en los sondeos que llegó a situarlo cómodamente por delante de Le Pen antes del anuncio de su candidatura a finales de noviembre de 2021.

Foto: El eurodiputado francés, Nicolás Bay. (Reuters/Stephane Mahe)

Sin embargo, el extremismo de Zemmour ha demostrado ser demasiado abrasivo incluso para un electorado francés que ha vivido en los últimos años un considerable giro hacia la derecha. Los sondeos demuestran que el candidato de Reconquista, como él denominó a su partido, es el que más rechazo genera entre la población del país vecino. De acuerdo con datos de Ipsos-Le Monde, un 65% de los franceses muestran aversión hacia él, la cifra más alta de todos los aspirantes presidenciales y una que ha ido en constante aumento a lo largo de los últimos meses. “Cuanto más lo conocen los votantes, más desconfían de él”, resumió Gilles Paris, columnista de Le Monde, en un análisis reciente. Su reciente y drástica caída en las encuestas confirma esta tendencia.

Poco después del ascenso de Zemmour, Valerie Pécresse se convirtió en la nueva candidata estrella para plantar cara a Macron. Su nominación como representante de Los Republicanos en la carrera presidencial fue recibida con júbilo entre la cúpula del partido y los votantes conservadores más tradicionales, reticentes del populismo lepenista. “¡La derecha ha vuelto!”, exclamaron entonces. Los sondeos parecían darles la razón. Aupada especialmente por sus buenos números en un hipotético enfrentamiento cara a cara con Macron, mucho más ajustados por aquel entonces que los de sus rivales ultraderechistas, Pécresse ascendió brevemente, en diciembre del año pasado, por encima de Le Pen y Zemmour.

Foto: Jean-Luc Mélenchon. (Reuters/Sarah Meyssonnier)

Pero el camino de Pécresse hacia el Elíseo terminará, salvo sorpresa mayúscula, este fin de semana. Las últimas encuestas sitúan a la candidata de la derecha republicana por debajo del 10% en intención de voto, muy lejos de Le Pen y superada por Mélenchon y Zemmour. Desde su nominación, Pécresse se ha visto atrapada entre Macron y los candidatos a la derecha de la derecha, incapaz de crear un espacio político propio. Pese a que pretendía reivindicar una postura menos radical que la de Zemmour, la primera mujer en ser candidata a la presidencia por Los Republicanos ha terminado compitiendo por ver quién tiene un discurso más duro en inmigración y seguridad. En febrero, sus dificultades para mostrarse como una oradora segura y convincente delante de las cámaras en el mítin que debía lanzar su campaña dieron lugar al hashtag #naufragepecresse (#naufragiopecresse) en redes sociales. Desde entonces no ha levantado cabeza y evitar que las mofas se conviertan en realidad es misión casi imposible.

A la izquierda, en medio de batallas internas y un fracasado proyecto de candidatura única, Mélenchon es el único candidato con esperanzas de llegar a la segunda vuelta. Con un 15% de intención de voto en las encuestas, el líder de la Francia Insumisa ha vivido un momento dulce en las semanas posteriores a la invasión rusa de Ucrania, hasta el momento insuficiente para situarse por delante de Le Pen en la lucha por el pase a la segunda ronda. El izquierdista confía en dar la sorpresa —algunas encuestas lo sitúan hasta en un 17%— en unos comicios donde la abstención puede jugar un papel clave y Mélenchon apuesta por su capacidad de movilización. Con hasta seis candidaturas de izquierdas, Mélenchon parece aglutinar el voto útil contra la perspectiva de un nuevo duelo Macron contra Le Pen y quiere hacerse con los votantes del Partido Socialista de Anne Hidalgo y los Verdes de Jannick Jadot, que no llegan al 5% en los sondeos. Su continuado ascenso permite a Mélenchon soñar con una improbable sorpresa.

Moderada por accidente

La guerra en Ucrania aupó a Macron hasta casi un 30% en las encuestas y presagiaba un paseo militar para el presidente, en gran parte por la admiración que Le Pen o Zemmour han profesado a Putin en el pasado. Sin embargo, la candidata de Agrupación Nacional parece haber salido indemne de la revisión de sus fotografías en el Kremlin o su negativa a enviar armas a Ucrania, recogiendo los votos que sí se dejaban por el camino Zemmour y Pécresse. Con más competencia que nunca, en medio de la mayor crisis en Europa en décadas, ¿cómo ha llegado Le Pen a coquetear con la victoria?

“Marine Le Pen se ha forjado una imagen de mujer normal, preocupada por las clases populares”, pese a que sus orígenes disten mucho de los de un francés de a pie, considera Fernández Vázquez, autor también de la obra ‘Qué hacer con la extrema derecha en Europa: el caso del Frente Nacional’. En una coyuntura económica delicada, el mensaje de normalidad y cercanía de una mujer divorciada y con hijos, centrado en las dificultades de los franceses para llegar a final de mes, funciona. Según los sondeos, los franceses confían más en que Le Pen sea capaz de proteger su poder adquisitivo que en que lo haga Macron, ministro de economía y banquero de inversión antes de llegar a la presidencia.

Foto: El presidente francés, Emmanuel Macron, en una imagen de archivo. (Getty/Leon Neal)

Le Pen se ha beneficiado también de una paradoja: la aparición de Zemmour, con un discurso todavía más duro en inmigración, por ejemplo, ha hecho pasar por blandas y presidenciables algunas de sus ideas. La candidatura del polemista obedece a una operación estratégica de los movimientos franceses más conservadores, que buscaban desbancar a Le Pen para forzar una unión de todo el espectro a la derecha de Macron. Aunque Agrupación Nacional ha perdido una parte de sus cuadros y votantes en favor de la Reconquista de Zemmour, este se ha nutrido también de la derecha convencional de Los Republicanos. No obstante, el sorpasso ‘“no les ha funcionado y la consecuencia no deseada es que han moderado a Le Pen, siendo Marine Le Pen básicamente la misma o muy parecida a la que era en 2017”, afirma Fernández Vázquez.

Quien no es el mismo es el inquilino del Elíseo. Hace cinco años, Macron se presentaba como un ‘outsider’, reformista, moderno y joven aspirante a presidente que quería arrasar a los partidos tradicionales y articular un nuevo eje frente al populismo identitario. Tras un quinquenato en crisis constante, por los chalecos amarillos, la pandemia y la guerra, el presidente se ha convertido en el candidato del ‘establishment’. Su idea de reelección pasaba por utilizar un perfil bajo, de estadista en tiempos de guerra. Tras postergar el anuncio de su candidatura al límite de lo posible y ser el último en lanzarse a la campaña, Macron se ha negado a participar en los tradicionales debates con el resto de candidatos, que lo han usado como saco de boxeo común gracias a su ausencia.

Foto: El presidente francés, Emmanuel Macron (Reuters/Piroschka van de Wouw)

Además, el ‘affaire McKinsey’ se ha convertido en la china del zapato del presidente. El uso desmedido de consultoras por parte de su Gobierno para realizar tareas que el Estado francés, con sus altos funcionarios salidos de la Escuela Nacional de Administración, debería ser capaz de llevar a cabo por sí mismo, ha reforzado la imagen de Macron como presidente de los ricos. Que McKinsey apenas haya pagado impuestos en Francia mientras cobraba las facturas del erario público no ayuda. En unas elecciones en las que la economía en general es la principal preocupación de los franceses, solo el tiempo dirá si Macron se arrepiente de haber dejado un vacío presidencial en la campaña.

De fondo, el miedo a que una abstención histórica —con proyecciones de hasta el 30% en los comicios del 10 de abril— se lleve por delante a Macron. Desde la victoria de Jacques Chirac frente a Jean-Marie Le Pen hace dos décadas, ningún presidente ha logrado ser reelegido, buena muestra de la desafección de los franceses. El riesgo de una derrota se ha hecho evidente a última hora y el profesor Fernández Vázquez condensa el nuevo desafío de la República: “Ahora no hay muchos más franceses dispuestos a votar a Le Pen que hace cuatro años, pero sí hay muchos menos dispuestos a votar a Macron”.

El día 8 de marzo, apenas un mes antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, Emmanuel Macron hizo su primer acto de campaña. A esas alturas, la mayoría de sus rivales llevaban meses recorriendo el país frenéticamente y realizando mítines en cada rincón del hexágono, pero ni el mandatario ni su equipo parecían preocupados por esa aparente desventaja. Su victoria en la primera vuelta, que se celebra el próximo domingo 10 de abril, parecía casi garantizada y las encuestas mostraban por aquel entonces una clara ventaja frente a sus principales adversarios en el cara a cara posterior por la presidencia, que tendrá lugar el 24 de abril. Ahora, a menos de cuatro días de que Francia coloque las urnas, el panorama es muy distinto.

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