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Españoles excavando como topos en una colosal fortaleza bajo las montañas de Irak
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Insólita ciudad de galerías bajo rocas

Españoles excavando como topos en una colosal fortaleza bajo las montañas de Irak

No son mineros y, sin embargo, pasan parte de su tiempo en el interior de una enorme red de pasadizos y de cuevas construida por las milicias de la YBS en la región yazidí de Sinyar

Foto: Un español se introduce por una de las bocas de la enorme red de madrigueras.
Un español se introduce por una de las bocas de la enorme red de madrigueras.

Es un lugar insólito situado en las entrañas de la tierra de los yazidíes, una fortificación militar subterránea formada por decenas de kilómetros de galerías excavadas bajo las rocas de las montañas iraquíes de Sinyar en menos de cinco años por la filial local de la guerrilla del PKK, archienemiga de Turquía. Es un secreto a voces que vastas zonas de esa área situada al noroeste de Irak, junto a la frontera de Siria, están a punto de convertirse —si es que no lo son ya— en un nuevo santuario de la citada milicia socialista kurda de Anatolia. Esa red de galerías de Sinyar ha sido construida claramente a imagen y semejanza de Qandil, un pequeño territorio montañoso de apenas 50 kilómetros cuadrados y situado en los Zagros, donde se estima que se hayan desplegado al menos cinco mil hombres y mujeres del PKK.

Más de una docena de milicianos de nuestro país han ayudado a construir a lo largo de los años los corredores subterráneos de aquella zona montaraz de Irak, mientras patrullaban o combatían en la zona, junto a kurdos yazidíes o árabes, bajo el emblema de la filial del PKK en la zona, otra unidad militar conocida con el nombre de Unidades de Resistencia de Sinyar (YBS). En este momento hay seis sobre el terreno, junto a varios occidentales más de diferentes procedencias (un rumano, un finlandés, un australiano y un francés), trabajando por turnos en la construcción de las defensas y pasando parte de su vida bajo tierra. Se trata de una forma de existencia inusitada, asociada a su compromiso militar con la guerrilla.

Foto: Un combatiente peshmerga frente a un maniquí, en una base conquistada al Estado Islámico (Reuters)

“Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, nos dice el valenciano Bahuz Sores, de 50 años, que es justamente el comandante de la unidad internacional de las YBS desde el día en que se creó. “La guerrilla kurda tiene asumido que Erdogan nos va a echar encima a los peshmerga de Barzani o a sus amigos islamistas sirios, así que comenzaron a construir los búnkeres y las galerías casi desde el minuto cero”. El minuto cero que menciona el miliciano comenzó a contar a partir de diciembre de 2014, que es cuando una coalición de fuerzas terrestres esencialmente formada por kurdos del PKK y las YPG de Rojava escucharon la llamada de socorro de los yazidíes y se desplegaron por la zona para protegerlos de los ataques del Daesh, con el apoyo aéreo de Estados Unidos.

Nadie pone hoy en duda que, sin la intervención del PKK, la masacre de yazidíes habría sido mucho más devastadora. En aquel momento, el ISIS era poderoso y se extendía por Irak como un engrudo negro y correoso que amenazaba las vidas de millares de personas. Los yazidíes nunca olvidarán que los peshmergas de Barzani, que ahora reclaman aquellos territorios en disputa —el ejército también kurdo al servicio de la dictadura que rige los destinos de parte del Kurdistán iraquí—, salieron de espantada y los abandonaron a su suerte, lo que finalmente desencadenó aquel genocidio y la ocupación por parte del Daesh de los territorios asirios (cristianos) de los Llanos de Nínive.

Moscas a cañonazos

En vista de la bochornosa huida de sus hermanos iraquíes, los guerrilleros kurdos del PKK acudieron justo entonces a defender a los infieles yazidíes procedentes de Rojava (norte de Siria), de Majmur (Irak), del sureste de Anatolia (Turquía) y de Qandil (Kurdistán iraquí), donde llevan años defendiéndose de los ataques terrestres y aéreos de turcos e iraníes y de los hostigamientos a los que los someten los peshmergas de Barzani. Cierto es que nunca tuvieron la intención de irse. Llegaron para quedarse debido, entre otras cosas, a las ventajas estratégicas que esa zona les brinda en su guerra contra Ankara. Y ese es justamente el problema: los turcos se encuentran decididos a acabar con cualquier enquistamiento del PKK, allá donde se encuentre. Y en el caso de Sinyar, no parece que vayan a conformarse con bombardear sus posiciones desde el aire, como vienen haciendo durante los últimos años con escasos resultados militares.

placeholder Bahuz Sores, junto al resto de la unidad internacional de la guerrilla del YBS, en el interior de una cueva.
Bahuz Sores, junto al resto de la unidad internacional de la guerrilla del YBS, en el interior de una cueva.

La amenaza turca es muy real, lo que a su vez explica que la guerrilla se reorganizara militarmente casi inmediatamente después de su llegada, en colaboración con grupos locales de árabes y yazidíes, creando las YBS, la forma levemente maquillada que el PKK ha adquirido en Sinyar. Los turcos no distinguen entre una y otra. Para ellos, son todos terroristas. Y ello incluye a los españoles que combaten con los kurdos.

Comprender aquel conflicto pone a prueba a menudo incluso a los más sesudos analistas geopolíticos. Hay pocos lugares en el mundo con una urdimbre de alianzas y de odios interétnicos y sectarios más enrevesados y con una sopa de siglas de milicias, grupos paramilitares y ejércitos más espesa. En unos pocos miles de kilómetros cuadrados, se enfrentan kurdos contra turcos e iraníes, suníes contra chiítas, kurdos contra árabes, islamistas contra asirios y yazidíes, nacionalistas kurdos antiárabes contra kurdos socialistas... Y todo bajo la presencia de las potencias mundiales que, a menudo, se sirven de Mesopotamia para representar sus diferencias o tutelar a las partes en liza.

Por Dios o por Bakunin

¿Pero qué hacen esos españoles trabajando como topos dentro de una intrincada red de galerías y apuntalando el sistema defensivo de una guerrilla a la que los turcos tienen por un diabólico grupo terrorista? Algunos se enrolaron en la guerrilla para combatir al Daesh; otros, por simpatía con los paradigmas ideológicos del Confederalismo Democrático, una amalgama autóctona de socialismo tradicional y anarquismo a la manera del municipalismo libertario cuyos postulados se atribuyen al líder kurdo Abdulá Ochalán. Todos odian a los turcos. Curiosamente, en la milicia “roja” han combatido y convivido occidentales de todas las ideologías: desde anarquistas a cruzados. El propio Bahuz Sores no ha ocultado nunca sus simpatías mestizas y simultáneas por el credo del PKK y el de los Nuevos Evangelios.

Los bombardeos aéreos que los españoles de las YBS y sus camaradas kurdos sufren desde hace algunos años en Sinyar son un 'déjà vu' de las operaciones militares que, junto a los iraníes, llevan a cabo los turcos desde hace años en Qandil. Es tan asimétrica la guerra que se libra contra estos kurdos y los occidentales que se unieron a ellos que para sobrevivir en esas posiciones de Sinyar se han visto también obligados a recurrir a las mismas viejas tácticas ya antes ensayadas en los Zagros. Y la principal es justamente ocultarse bajo tierra de lo más letal de sus enemigos: los drones y la aviación turca.

placeholder Miliciano español en la boca de uno de los túneles del sistema de defensa.
Miliciano español en la boca de uno de los túneles del sistema de defensa.

En realidad, no es nada nuevo, aunque se dice que los kurdos han perfeccionado más que nadie ese viejo sistema de defensa. Esta forma militar de resistencia fue ensayada ya con éxito por el Vietcong y más tarde por los talibanes o por el propio Estado Islámico, cuyos yihadistas siguen incluso a día de hoy sobreviviendo como ratas en algunos agujeros del desierto. Parte de la red de cuevas utilizada por las YBS en las zonas fronterizas son, de hecho, una ampliación de las galerías capturadas al Daesh.

La ciudad militar subterránea creada por los kurdos en Sinyar es una especie de anomalía geográfica cuya existencia es corroborada por primera vez mediante los documentos gráficos que incluye este reportaje. Los turcos han dejado caer contra ellas centenares de explosivos sin apenas dañarlas y, según los datos de la milicia, sin provocar un número significativo de bajas. En realidad, la guerrilla ni siquiera reconoce oficialmente la existencia de esas minas. Dos árabes que trabajaban en la excavación de las galerías fueron fulminados hace algunos meses por un bombardeo turco y la versión oficial del PKK es que se trataba de empleados de la “red de aguas subterránea de Sinyar”. No le faltó humor a la milicia cuando realizó semejante afirmación, a sabiendas de que nadie en aquel entorno geopolítico ignora que sus hombres y mujeres se han incrustado en las entrañas de esa área montañosa.

Bombas termobáricas

Buena parte de los desarrollos militares de Ankara han sido concebidos para destruir este tipo de defensas. Hace ahora medio año, el director del Instituto de Investigación de Industrias turcas, Gürgan Okumuş, se vanagloriaba de que su país estaba ya preparado para producir en masa una munición para aviones capaz de perforar el hormigón (SARB-83). El turco precisó que esta tecnología de ojivas podía ser utilizada con explosivos termobáricos. No era preciso que aclarara que su objetivo preferente eran las cuevas, hangares y búnkeres de la guerrilla kurda a la que combaten con su aviación y mediante fuerzas 'proxies'.

Hasta hace solo unos días, el contingente de españoles trabajaba junto a kurdos y árabes en turnos alternos, día sí y día no, desde las siete de la madrugada hasta las cinco y, en grupos de tres, en el sistema defensivo subterráneo. Los árabes siempre han llevado el peso del trabajo de minería. Para evitar que los drones localicen los accesos de las galerías al detectar las carretillas de escombros, ahora solo se trabaja por la noche. No hay una estimación precisa de cuántos kilómetros de cuevas se han excavado en las montañas de Sinyar, pero se habla de “muchas decenas”. “La envergadura de lo que allí se ha hecho es difícil de visualizar y de imaginar para nadie que no conozca ese lugar por dentro”, nos dice Bahuz Sores.

placeholder Bahuz Sores, en el interior de una galería.
Bahuz Sores, en el interior de una galería.

El responsable de la unidad internacional de las YBS asegura, sin embargo, que no están autorizados “a proporcionar información sobre las posiciones ni nada que pueda comprometer la defensa ante un eventual ataque por aire o tierra”, aunque es innegable y todo el mundo sabe que se encuentran preparados para hacerles frente. Los trabajadores de esas minas militares poseen un código de actuación muy estricto que les prohíbe, por ejemplo, utilizar los móviles y arriesgarse, de ese modo, a desvelar las coordenadas de los accesos a las galerías.

Según Bahuz Sores, “la situación es ahora mismo muy tensa. Hace solo unos días se acordó que nuestra guerrilla debía retirarse de los grandes núcleos de población de Sinyar y el ejército iraquí se desplegó en nuestras proximidades. Aunque, debido a las presiones de la población local, se ha acordado finalmente que nuestra policía, la Asayish, continúe patrullando en las ciudades como Kanasur, Sinoni o Sinyar City, mientras la milicia propiamente dicha se retira a las montañas”.

Los trabajadores de esas minas poseen un código de actuación muy estricto que les prohíbe utilizar los móviles y arriesgarse a desvelar coordenadas

Aunque la situación es siempre cambiante, nadie cree que el Gobierno de Irak vaya a lanzar su ejército contra una milicia que, de hecho, pasó recientemente a formar parte oficial de las Unidades de Movilización Popular (PMU), más conocidas con el nombre de Al Hashd Al Shaabi. Tanto el Gobierno federal de Irak como la coalición paramilitar de milicias iraquíes, en su mayoría chiíes, que también se hallan presentes en Sinyar, toleran la presencia de la guerrilla kurda y la prefieren indisimuladamente a la de los peshmergas de Barzani. Al fin y al cabo, la filial local del PKK es bien vista por los yazidíes y no se propone, como los kurdos de Erbil, fragmentar el país y apoderarse de esa porción del territorio.

“Son los turcos, como siempre, nuestra principal amenaza. Y ellos no van a venir por tierra salvo que invadan completamente el norte y el este de Siria. Hoy por hoy, si se lanzan contra nosotros será sirviéndose de sus mercenarios islamistas de Siria o de los peshmergas de Barzani”, asegura el responsable valenciano de la unidad internacional de las YBS.

A prueba de turcos

En palabras de Bahuz Sores, quien intente atacarlos “debe saber que tendrá que pagar un coste muy alto. No hace demasiado nos estuvieron bombardeando una treintena de aviones y no nos causaron ni una baja”. Las galerías de su sistema defensivo son capaces incluso de restar toda efectividad a las bombas termobáricas que aspiran el aire de su interior y supuestamente matan a sus ocupantes sin destruir sus estructuras. Los hombres y mujeres de la guerrilla disponen asimismo de mascarillas y bombonas de oxígeno.

La insólita ciudad subterránea a cuya construcción están contribuyendo los españoles ha sido diseñada interponiendo en sus distintos tramos puertas blindadas de hormigón armado. Las galerías tienen un trazado sinuoso y poseen numerosas entradas y salidas y portones sellados. En algunos tramos apenas tienen la altura de medio hombre. En otros, pueden aparcar vehículos pesados. No cabe duda de que los turcos conocen la existencia de este sistema defensivo de cuevas y sus características. ¿Cómo iban a pasar desapercibidas a sus drones y a su servicio de inteligencia las miles de toneladas de hormigón y materiales que transportan los camiones al interior de las galerías para reforzar las estructuras o toda la maquinaria de la que se están sirviendo?

placeholder Durmiendo, en el interior de los refugios.
Durmiendo, en el interior de los refugios.

Son decenas las informaciones de los medios turcos donde se denuncia su existencia y se clama por su destrucción, lo que no significa que hayan encontrado el modo de impedir que los kurdos consigan resistir en las montañas de Sinyar. “Se está trabajando de este modo incluso considerando la posibilidad de una invasión total de Rojava. Allá existen edificios enteros de refugiados del PKK que tendrían que salir huyendo y esconderse en algún sitio. Ni tú ni nadie podéis haceros una idea mental de la cantidad de búnkeres y galerías que se están haciendo y, claro está, nadie trabaja durante años en semejante red de posiciones defensivas con la intención de irse a la primera de cambio”, nos aclara otro miliciano kurdo.

placeholder Miembro de la unidad internacional de la guerrilla.
Miembro de la unidad internacional de la guerrilla.

“Está todo estudiado. Para que te hagas una idea, hace algún tiempo bombardearon el acceso principal de una de las galerías mientras dos de los nuestros estaban dentro viendo la tele y apenas sintieron un ruido lejano dentro de la galería”, añade el guerrillero. “Oyeron un rumor distante que reverberaba, pero no repararon en que habían destruido la puerta hasta que no salieron fuera”. Algunas entradas son tan grandes que tienen un 'parking' de doshkas (ametralladoras pesadas rusas cargadas sobre vehículos) y pueden entrar incluso blindados. Por supuesto, todas las minas excavadas poseen galerías y salidas secundarias, al igual que una madriguera de conejos.

Los milicianos desplegados en el área dan por hecho que cualquier eventual enemigo que se atreviera a atacarlos por tierra debería asumir un coste enorme y un elevado número de bajas. “No es que hayamos creado una ciudad para escondernos donde cierras la puerta y ya no entran”, nos cuenta otro miliciano. “Es que el sistema defensivo está lleno de búnkeres, de posiciones de tiradores con Zagros y misiles Hornet... Hablamos de agujeros muy difícilmente detectables hasta que alguien no dispara. Claro está, en ese momento te localizan, pero cuando logran bombardearte ya estás tomando un té en otro lugar sellado de la galería”.

Minas de 300 kilos

El remoto rincón de las montañas Sinyar donde los españoles pasan esta Navidad aguardando un eventual ataque de los peshmergas ha sido también guarnecido minando todas las rutas de acceso con artefactos explosivos de varios cientos de kilos. “Tenemos víveres dentro para sobrevivir meses, si no años. Hablamos de enormes contenedores de azúcar, harina y alimentos. Es decir, que incluso contando con un ejército convencional, podrías enviar la aviación o los helicópteros a machacar esa montaña durante semanas y todo lo que conseguirías sería romper piedras, porque la gente está viviendo mucho más adentro, en el corazón de la montaña. Es preciso también acercarte primero y el coste de ello sería bestial. Recuerdo que en Daura había entre 10 y 15 Daesh a los que atacamos 500 hombres con blindados y, al primer intento, tuvimos que retroceder”, indica el valenciano.

placeholder Un miliciano hace guardia en uno de los cientos de accesos.
Un miliciano hace guardia en uno de los cientos de accesos.

La moral entre la tropa española es más que alta debido, entre otras cosas, a que todos tienen claro que “ha sido Turquía quien ha promocionado el islamismo radical en esta zona”. Hace solo unos meses, cinco de ellos se ofrecieron voluntarios a desplazarse a Karabaj para combatir del lado de los armenios contra los azeríes apoyados por las armas turcas e israelíes. Su comandante en jefe de Sinyar es, de hecho, un armenio. Finalmente, no lograron ser movilizados.

“No digo que seamos invencibles, pero el coste de quien quiera echarnos va a ser muy alto porque, al final del día, no tendrán otra opción que venir a sacarnos del agujero y la montaña es nuestra”, dice Bahuz Sores. “La población local yazidí está con nosotros y odia a los kurdos de Barzani. A menudo, incluso los pastores nos piden armas para defenderse. Y los árabes aún los odian más porque no han olvidado que los peshmergas destruyeron pueblos enteros con bulldozers para erradicar su presencia de esta tierra e impedir que retornaran”.

Es un lugar insólito situado en las entrañas de la tierra de los yazidíes, una fortificación militar subterránea formada por decenas de kilómetros de galerías excavadas bajo las rocas de las montañas iraquíes de Sinyar en menos de cinco años por la filial local de la guerrilla del PKK, archienemiga de Turquía. Es un secreto a voces que vastas zonas de esa área situada al noroeste de Irak, junto a la frontera de Siria, están a punto de convertirse —si es que no lo son ya— en un nuevo santuario de la citada milicia socialista kurda de Anatolia. Esa red de galerías de Sinyar ha sido construida claramente a imagen y semejanza de Qandil, un pequeño territorio montañoso de apenas 50 kilómetros cuadrados y situado en los Zagros, donde se estima que se hayan desplegado al menos cinco mil hombres y mujeres del PKK.

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