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La UE se divide sobre cómo tratar con una Turquía cada vez más problemática
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CUMBRE EUROPEA DE DICIEMBRE

La UE se divide sobre cómo tratar con una Turquía cada vez más problemática

Los Veintisiete han sufrido para alcanzar un acuerdo sobre el lenguaje que debe utilizarse con una Turquía cada vez más agresiva que complica la situación para Grecia y Chipre

Foto: Erdogan, durante una reunión con el presidente del Consejo Europeo. (Reuters)
Erdogan, durante una reunión con el presidente del Consejo Europeo. (Reuters)

La actitud de Turquía en el Mediterráneo occidental y sus continuos roces con Grecia y Chipre se han convertido poco a poco en un asunto cada vez más complicado de tratar para los socios europeos, como ha quedado demostrado en la madrugada de este jueves, con unos jefes de Estado y de Gobierno que han tardado varias horas en llegar a un acuerdo para aprobar unas conclusiones sobre la actitud de y con Ankara que demuestran, en su complejidad, el difícil despliegue de caricias y mano dura que los socios europeos buscan tener con Turquía.

La UE intenta hacer equilibrios en un alambre muy delgado. Necesita a Turquía como un socio crucial para la gestión de los flujos migratorios en el mar Egeo, como ha quedado demostrado desde que la UE apostara por "externalizar" esa gestión a partir de 2016, y también como un país cercano con el que mantiene muchos lazos comerciales y económicos, además de ser un socio de la Alianza Atlántica, como se ha encargado de recordar este jueves Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. Pero al mismo tiempo la actitud de Ankara es cada vez más agresiva, y resulta muy complicado mantener a raya a Recep Tayyip Erdogan. Eso divide a los Estados miembros entre los que piden aplicar la 'realpolitik' y apaciguar a Turquía, y los que piden que, de una vez por todas, la UE se muestre firme ante Erdogan.

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En septiembre, cuando parecía que la decisión de sancionar al régimen de Bielorrusia estaba hecha a nivel político, Chipre la bloqueó pidiendo medidas también contra Turquía por sus exploraciones en aguas chipriotas y griegas. Han sido meses de continuos tiras y aflojas, de tensiones muy serias en el Mediterráneo oriental. Los jefes de Estado y de Gobierno lograron que en septiembre Nicosia al final cediera a cambio de que la situación se volviera a revisar en este Consejo Europeo de diciembre. El compromiso era el siguiente: dar una oportunidad a Ankara para construir una agenda positiva durante los próximos meses. Nadie en Bruselas, ni siquiera los partidarios de evitar el choque con Turquía, defiende que se haya comenzado a construir esa agenda positiva. Pero insisten en evitar los roces.

Las relaciones entre la Unión Europea y Turquía se mueven siempre en un espacio extraño. Son aliados, se necesitan mutuamente, pero sus caminos cada vez se separan más. Las negociaciones de adhesión de Turquía al bloque comunitario son un ejemplo de esa naturaleza extraña de las relaciones: lanzadas en 2005, nadie tiene en realidad ninguna esperanza o ningún deseo de que lleven a ningún sitio. Desde el Parlamento Europeo insisten en la necesidad de cerrarlas como una muestra de rechazo a las tendencias autoritarias de Erdogan. Pero incluso sin que vayan a ningún sitio muchas capitales rechazan una idea así: con Turquía a veces es mejor no ir a ningún lado que a un choque de trenes.

placeholder Erdogan, junto al presidente del Consejo Europeo. (Reuters)
Erdogan, junto al presidente del Consejo Europeo. (Reuters)

Una fuente diplomática describía el difícil encaje de bolillos antes del encuentro y el trabajo que se estaba realizando respecto al borrador de conclusiones. “Todo esto es una discusión fina sobre cómo abordar ese enfoque gradual que queremos con Turquía y que refleje nuestra voluntad de desescalamiento y nuestra apertura a una relación mucho más fluida, pero también nuestra voluntad de una respuesta más coherente ante acciones que nos parecen a todos inaceptables. En este pequeño margen, se mueve la discusión. Nadie discute que Turquía está actuando de forma inaceptable”, explicaba la fuente.

Pero para Grecia y Chipre, el asunto es muy serio y consideran que Alemania está poniendo sus intereses, su necesaria relación con Turquía, por encima de los intereses de la Unión y de dos de sus Estados miembros que están siendo acosados por Ankara. A su llegada al encuentro, Kyriakos Mitsotakis, primer ministro heleno, no dudaba en señalar que la cuestión turca era para la UE un asunto de "credibilidad". Pero el lenguaje respecto a las sanciones se ha mantenido más o menos estable a lo largo de la noche en cada nuevo borrador sobre el que han ido trabajando los líderes europeos, pidiendo añadir a más personas a la lista de sancionados por las prospecciones turcas, pero endureciendo el tono en otros puntos importantes para Atenas y Nicosia, como por ejemplo el proceso de negociaciones para la unificación chipriota, ya que el país se encuentra dividido desde 1974, con una parte grecochipriota y otra turcochipriota. La oferta europea para una agenda positiva sigue sobre la mesa, y se seguirán haciendo esfuerzos con Ankara aunque cada vez sean menos los que tengan esperanzas en encauzar las relaciones entre el bloque y Turquía.

La actitud de Turquía en el Mediterráneo occidental y sus continuos roces con Grecia y Chipre se han convertido poco a poco en un asunto cada vez más complicado de tratar para los socios europeos, como ha quedado demostrado en la madrugada de este jueves, con unos jefes de Estado y de Gobierno que han tardado varias horas en llegar a un acuerdo para aprobar unas conclusiones sobre la actitud de y con Ankara que demuestran, en su complejidad, el difícil despliegue de caricias y mano dura que los socios europeos buscan tener con Turquía.

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