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Trump contra Biden: insultos e interrupciones nublan el primer debate
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rumbo a las elecciones en EEUU

Trump contra Biden: insultos e interrupciones nublan el primer debate

El hecho de que el encuentro se desarrollara sin pausa añadió aspereza a la noche, de la que apenas sobresalieron discusiones prácticas de política. Los aspirantes se enrocaron en su papel

Foto: Donald Trump y Joe Biden, esta noche (EFE)
Donald Trump y Joe Biden, esta noche (EFE)

La pandemia de coronavirus anuló cualquier expresión de espontaneidad: el público de este pabellón clínico de Cleveland, unas setenta personas con mascarillas y guardando la distancia de seguridad, tenía prohibido hablar o aplaudir, y los contrincantes no pudieron darse la mano. Quizás ni lo deseaban. Donald Trump y Joe Biden pasaron directamente al cuerpo a cuerpo, desplegando los trucos y los insultos que ya habían practicado con sus respectivos equipos.

Los candidatos más mayores de la historia, de 74 años Trump y 77 Biden, se arrastraron por los seis bloques temáticos enzarzados en ataques e interrupciones, sobre todo por parte de Trump. "¿Te vas a callar, tío?”, le espetó Biden al presidente, que no dejó de cortarlo durante la hora y media que duró el encuentro. Donald Trump llegó a recordarle a Biden los problemas de drogas que había tenido su hijo Hunter, y Biden acabó llamándole “payaso” delante de una audiencia millonaria.

Donald Trump cuestionó varias veces la memoria y la inteligencia de Biden, a quien lleva toda la campaña llamando “Adormilado Joe”, asegurando sin pruebas que está en un claro declive cognitivo. Pocos días antes del debate, Donald Trump exigió que los organizadores hicieran un control antidopaje, sugiriendo que Biden se ayudaría de medicamentos para rendir bien en la discusión.

Foto: Imagen: Laura Martín.

El moderador, el periodista de Fox News Chris Wallace, tuvo constantes dificultades en separar a los candidatos y se ganó una buena andanada de críticas desde los distintos puestos de observación. “¿Qué está haciendo Chris Wallace?”, se preguntaba el presentador Joe Scarborough. “Modere este debate. Ahora”, ordenaba el historiador presidencial Michael Beschloss, normalmente circunspecto.

No era un papel cómodo el del moderador, considerado uno de los entrevistadores más incisivos e imparciales de Estados Unidos, igual que lo fue su padre, Mike Wallace. Desde la izquierda se acusaba a Chris Wallace de dejarse pisar por Donald Trump; desde la derecha, Wallace, que sobre todo tuvo que llamar la atención al presidente, ha sido visto como un aliado de Biden. El propio Trump, poco después de terminar, tuiteó una foto en la que aparecía él versus los otros dos: Biden y Wallace.

El hecho de que el encuentro se desarrollara sin pausa añadió aspereza a la noche, de la que apenas sobresalieron discusiones prácticas de política. Cada uno de los aspirantes se enrocó en su papel: Donald Trump se retrató como el presidente enérgico que había revitalizado Estados Unidos y minimizado el impacto de la pandemia, y Biden como la alternativa presidencial a un claro incompetente: “Es usted el peor presidente de la historia de América”, dijo el demócrata.

El presidente Trump arrojó varias veces la palabra “socialismo” y acusó a Biden de ser tímido con el crimen para no perder el apoyo de la extrema izquierda. Al republicano le conviene colocar el foco en la seguridad en las calles. Una reciente encuesta del New York Times y de Siena College refleja que, cuando los disturbios ocupan las portadas, crecen los apoyos a Donald Trump; cuando las portadas hablan de la pandemia, quien avanza en los sondeos es Joe Biden.

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Foto: EFE

Guiño al supremacismo blanco

A medida que llegaban al final, la temperatura fue subiendo, hasta que Donald Trump volvió a evitar, esquivando la pregunta directa de Wallace, condenar el supremacismo blanco. En su lugar, Trump acusó a la extrema izquierda de ser más violenta y luego dijo: "Proud Boys: stand back and stand by" (haceos a un lado y estad preparados), una declaración que encaja con otros momentos de su presidencia: cuando pareció diluir la responsabilidad de los ataques racistas de Charlottesville, en 2017, o cuando en la campaña de 2016 evitó condenar al exlíder del Ku Klux Klan David Duke. Proud Boys es un grupo de odio, según el Southern Poverty Law Center, que piensa que la raza blanca está en peligro de desaparecer y que ha sido activo en las contramanifestaciones de los últimos meses en EEUU.

Este grupo radical tardó literalmente unos minutos en subir a su cuenta de Telegram las palabras del presidente, como si fueran su nuevo eslogan: 'Stand back and stand by'. Desde entonces muchos de sus miembros presumen de lo que, para ellos, ha sido una muestra de apoyo presidencial. En el mismo bloque del debate, Trump se volvió a negar a garantizar una transición pacífica del poder y pidió a sus seguidores que estuvieran “vigilantes” por los posibles casos de fraude electoral.

El jefe de la Liga Anti-Difamación, Jonathan Greenblatt, pidió al presidente que aclarara su comentario. "Es increíble que, cuando se le hace una simple pregunta, si condena a los supremacistas, el presidente responda: 'Los Proud Boys deben hacerse a un lado y estar preparados'. Intentando determinar si esto fue una respuesta o una admisión. El presidente le debe a América una disculpa o una explicación. Ahora".

Joe Biden se había preparado el debate de forma tradicional: discutiendo con un colaborador que hacía de Donald Trump, y Trump, por su parte, recibiendo todo tipo de ataques de sus asesores en la sala de mapas de la Casa Blanca. Según fuentes de la CNN, ambos contendientes se centraron en sacar de quicio al contrario. En bajar al terreno de lo personal y lo doloroso, tal y como reflejó efectivamente su encuentro.

El demócrata acudió con algo de munición extra: los documentos, publicados por The New York Times, que probarían que Donald Trump apenas ha pagado impuestos en las últimas dos décadas, y que su “imperio” estaría ahogado por deudas que superan los mil millones de dólares. Trump respondió que él pagaba "millones de dólares" en impuestos anuales; como en la campaña de hace cuatro años, dijo que su declaración de la renta aún estaba siendo preparada.

El diagnóstico general del encuentro, a un lado y a otro de las bancadas de la opinión, dejó un sabor turbio: como el que emana del paisaje político, envenenado por la desconfianza mutua y los ataques a la legitimidad de las instituciones. Al acabar la noche corría el rumor de que, dado cómo habían ido las cosas, quizás Joe Biden no acuda a los dos debates siguientes. Algo que su equipo todavía no ha confirmado.

La pandemia de coronavirus anuló cualquier expresión de espontaneidad: el público de este pabellón clínico de Cleveland, unas setenta personas con mascarillas y guardando la distancia de seguridad, tenía prohibido hablar o aplaudir, y los contrincantes no pudieron darse la mano. Quizás ni lo deseaban. Donald Trump y Joe Biden pasaron directamente al cuerpo a cuerpo, desplegando los trucos y los insultos que ya habían practicado con sus respectivos equipos.

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