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¿Por qué sigue interesando la desaparición de Madeleine McCann 13 años después?
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MADELEINE PARA MILLENIALS

¿Por qué sigue interesando la desaparición de Madeleine McCann 13 años después?

¿Por qué a día de hoy se sigue hablando de Madeleine? Entre todos los miles de casos de niños desaparecidos, ¿qué tiene este de especial?, ¿por qué logra tener enganchada a la prensa?

Foto: Madeleine McCann. (EFE)
Madeleine McCann. (EFE)

“Dejad de preguntarnos y poneos a buscar a la niña. Os irá mejor”, gritaba una mujer desde la lejanía del rellano de su casa. Aquel 10 de septiembre de 2007, los periodistas no éramos bien recibidos en Rothley. El pueblo, localizado al norte de Inglaterra, cumple todos los requisitos que buscan las familias británicas de clase media. Las casas son grandes, hay tranquilidad y en 20 minutos en coche te plantas en la ciudad de Leicester, donde la mayoría tienen sus oficinas. En definitiva, un estilo de vida muy inglés. Gerry y Kate eran unos vecinos más. Él trabajaba como cardiólogo y ella como médico generalista. Sus vidas transcurrieron con normalidad hasta aquel 2007, cuando los McCann pasaron a acaparar toda la atención mediática a nivel global. La desaparición de su hija Madeleine, a punto de cumplir cuatro años, durante unas vacaciones en Portugal, dio la vuelta al mundo.

Tras cuatro meses de infructuosa búsqueda, en septiembre regresan a su casa. Y lo hacen como sospechosos. La policía lusa creen que se han deshecho del cuerpo de la menor, después de que ésta falleciera en un accidente al caer tras el sofá, cuando se despertó sola por la noche mientras ellos cenaban con unos amigos en un restaurante del Ocean Club, el mismo complejo turístico donde se alojaban.

Foto: Foto: Reuters

La vuelta a Rothley, por tanto, levanta revuelo. “Nadie va a cambiar la opinión de esta familia por las tonterías que diga la policía lusa. No quiero hacer ningún comentario sobre algo tan ridículo y si quieres un titular para tu periódico aquí lo tienes: que Portugal ya que no espere a más turistas ingleses, ya nadie quiere ir allí”, explicaba entonces una de las pocas personas dispuestas a hablar con los reporteros.

Del Papa a Oprah Winfrey

La desaparición de un niño acapara la atención de la prensa durante algunas semanas, pero luego el interés se evapora. Sin embargo, con el caso Madeleine desde el comienzo todo fue muy distinto. Los McCann llegaron a realizar una gira por distintos países para solicitar ayuda. Fueron recibidos por el Papa Benedicto XVI y entrevistados en el programa de Oprah Winfrey, el más visto de Estados Unidos. La fotografía de Maddie se distribuía en las librerías británicas cada vez que salía a la luz una nueva entrega del fenómeno Harry Potter e ilustraba también las camisetas con las que los jugadores de la Premier League salían al campo. “Llegó un momento en el que todo se gestionaba como si se tratara de una gran campaña política”, llegó a explicar Justine McGuinness, la responsable de relaciones públicas de la familia.

El alemán Christian Brückner, de 43 años, pederasta convicto, traficante de drogas y ladrón, ha sido identificado como el presunto secuestrador

En definitiva, el caso de Madeleine marcó a una generación. Por lo tanto, el hecho de que ahora, trece años después de su desaparición, la policía británica haya identificado un nuevo sospechoso, es motivo de gran expectación. El alemán Christian Brückner, de 43 años, pederasta convicto (acumula condenas desde 1994), traficante de drogas y ladrón, ha sido identificado como el presunto secuestrador.

El pasado mes de diciembre fue encarcelado de nuevo en Alemania por la violación en 2005 de una turista estadounidense de 72 años en Praia da Luz, la misma zona donde Maddie fue vista por última vez. “Estamos hablando de un depredador sexual que ya ha sido condenado por crímenes contra niñas y que ya está cumpliendo una larga condena”, aseguró este jueves en rueda de prensa Hans Christian Wolters, de la Fiscalía de Braunschweig. Mientras las autoridades alemanas suponen que Madeleine está muerta, la policía británica continúa considerando a la menor “persona desaparecida”, porque no tiene “evidencia definitiva” sobre si está viva o no.

Aquel verano de 2007, Brückner fue investigado por la Policía Judicial de Portugal. Pero luego su perfil fue descartado por los detectives en el Algarve, aproximadamente al mismo tiempo que se declaró a Kate y Gerry “sospechosos oficiales”. Bajo el liderazgo del controvertido Goncalo Amaral, la policía lusa pasó meses tratando de demostrar que los padres habían matado accidentalmente a su hija e intentado encubrirlo.

placeholder Un Jaguar que podría ser clave en la investigación de la desaparición de Madeleine. (Reuters)
Un Jaguar que podría ser clave en la investigación de la desaparición de Madeleine. (Reuters)

La presión sobre los detectives era máxima. El mundo entero les observaba esperando que resolvieran el caso. Y el hecho de no investigar completamente a Brückner fue tan sólo un eslabón de una larga cadena de errores. En las primeras horas críticas tras la desaparición, se perdió evidencia crucial cuando no se selló el apartamento. Al menos 50 personas pudieron pasar por la habitación, destruyendo cualquier pista forense. Los propios agentes también contaminaron el área al no usar ropa protectora e incluso fumar y arrojar cenizas dentro del apartamento.

Además, los detectives no enviaron la ropa de cama de Madeleine para su análisis forense y, finalmente, el personal del hotel la lavó junto con las sábanas de otros huéspedes del complejo turístico. La investigación portuguesa se cerró prematuramente en julio de 2008, 14 meses después de la desaparición, y todos los sospechosos quedaron en libertad sin cargos. Entre ellos, Brückner.

Tras las súplicas de los McCann al entonces primer ministro británico David Cameron, Scotland Yard reabrió el caso en 2011. Desde entonces, la “Operación Grange” ha costado más de 11 millones de libras (aproximadamente 14 millones de euros). No fue hasta 2017, cuando las autoridades británicas fueron informadas de los posibles vínculos del alemán con la menor. Durante la emisión de un programa especial que se emitió en las televisiones de varios países para marcar los 10 años de la desaparición, Brückner se jactó ante un amigo en el bar de saber lo que había sucedido y éste informó de la conversación.

En cualquier caso, en 2013, Brückner ya estaba bajo el radar de la policía alemana después de que éste suscitara sospechas tras una conversación en un chat en Internet donde mencionó también a Madeleine. Según los rotativos, los agentes de Scotland Yard llegaron a hablar con él entonces la cárcel. Pero no encontraron evidencias suficientes hasta ahora, que han identificado dos vehículos -una furgoneta de camping Volkswagen T3 de principios de los años 1980 y un Jaguar modelo XJR 6 de 1993- que pueden ser claves.

Scotland Yard cree además que el sospechoso utilizó el número "+351 912 730 680" y recibió una llamada desde las 19:32 horas hasta las 20:02 horas del 3 de mayo de 2007 en el área de Praia da Luz. El segundo número es el "+351 916 510 683", desde que el que se efectuó esa llamada y que no se encontraba en esa área del Algarve.

¿Cuál es la atracción del caso Madeleine?

La pregunta es: ¿por qué a día de hoy se sigue hablando de Madeleine? Entre todos los miles de casos de niños desaparecidos, ¿qué tiene este de especial? ¿por qué logra tener enganchado a la prensa? Ernie Allen, el que fuera presidente del Centro Nacional de niños desaparecidos y explotados en los Estados Unidos (NCMEC), asegura que esta es una de las preguntas que atormenta siempre a los padres: “¿por qué un caso cobra protagonismo y otro no?”. “Todo se trata de las circunstancias y las de los McCann reunían todos los requisitos para que el resto de familias se sintieran identificados con ellos”, explica el experto.

Pongámonos en situación. Un matrimonio se va unos días de vacaciones con un grupo de amigos. Todos con niños. Por el día, todos disfrutan de los planes en familia. Por la noche, cuando los menores están durmiendo, los adultos se reúnen en el restaurante del complejo turístico, desde donde pueden ver los apartamentos.

A las 20.30h de aquel fatídico 3 de mayo, los McCann dejaron a sus tres hijos -Madeleine, a punto de cumplir cuatro años, y a los mellizos, de dos años- dormidos. La ventana está cerrada. Las persianas bajadas. A las 21.05, Gerry echa un vistazo a la habitación. Los tres están durmiendo. A las 22.00, Kate hace lo mismo, pero Madeleine ha desaparecido. La ventana está abierta. Las persianas están subidas. Entra en pánico. Comienza la investigación. “Si un niño no está seguro dentro de un complejo turístico, ¿dónde lo está? Es algo que a todo el mundo le podría haber pasado”, señala Allen.

Foto: Una fotografía de Madeleine McCann.

Puede que todo empezara, en efecto, por las circunstancias. Pero llegó un momento en el que ya no sólo se trataba de la desaparición de una menor: estaba en juego el sector turístico de Portugal ante el Reino Unido, uno de sus mercados más importantes; el enfrentamiento entre la policía lusa y la británica llegó hasta límites insospechados; se generó un debate sobre el papel de la maternidad y los portugueses echaron en cara a las autoridades que jamás se habían puesto tantos medios cuando habían desaparecido otros niños que eran del país.

Cuando los McCann se pudieron en contacto con Allen, éste les advirtió: “Si queréis que se hable de esto todos los días tenéis que ir a por todas”. Y así fue. Los medios se volcaron con ellos. Pero cuando la policía lusa les situó como sospechosos, las aguas retrocedieron para volver cual tsumani. “¿Habéis matado vosotros a Maddie?” titulaban los tabloides. Comenzaron a circular diferentes teorías: como médicos la habían sedado para que durmiera y la dosis se les fue de las manos; se despertó en medio de la noche sola, se cayó del sofá y al encontrar la situación los padres quisieron deshacerse del cadáver…

Ésta última es el principal argumento de “La verdad de la mentiras”, el libro que escribió Gonzalo Amaral, el detective al cargo de la investigación lusa que luego fue retirado del caso. Se publicó en 2008 y vendió 120.000 ejemplares en apenas unas semanas, pero luego se retiró de las librerías por orden judicial. Los McCann le piden un millón de euros que quieren destinar al fondo que se abrió para continuar con la búsqueda de la pequeña. La batalla legal llegó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y a día de hoy aún continúa abierta.

placeholder La zona del apartamento donde Madeleine desapareció en 2007. (Reuters)
La zona del apartamento donde Madeleine desapareció en 2007. (Reuters)

Por su parte, Luis Neves, entonces responsable de la unidad de crimen organizado y secuestros de la Policía lusa, fue más lejos y aseguró que fueron sus colegas británicos quienes primero desarrollaron la teoría, por lo que no entendía por qué hablaban luego de secuestro. En octubre de 2013, la policía de Portugal también reabrió el caso.

Los McCann lograron convertirse de nuevo en los “padres corajes” tras contratar en septiembre de 2007 a Clarence Mitchell como portavoz. El que en su día fuera reportero de la BBC no sólo se mueve como pez en el agua delante de las cámaras, sino que en su momento se mostró encantado en su papel de héroe al abandonar su trabajo como director de la Oficina Central de Información del Gobierno “por defender la causa”. “Estoy dispuesto a renunciar a mi carrera al servicio del Ejecutivo para ayudarles”, señaló.

Gerry y Kate nunca han abandonado la búsqueda de su hija. Pero en los últimos años sí han intentado que sus mellizos vivan dentro de una “normalidad” en el pequeño pueblo de Rothley, donde sigue a día de hoy una vela encendida y cada semana en la iglesia local se reza por el regreso de la niña, como ocurre en la parroquia de Nuestra Señora de la Luz en Praia da Luz.

Durante años, la escuela de Primaria del pueblo siguió manteniendo una plaza para Madeleine, y ahora ocurre lo mismo con De Lisle College, el colegio de secundaria en el cercano Loughborough, donde estudian sus hermanos, que a día de hoy tienen 15 años. Dicen que ambos son buenos atletas y les gusta salir a correr como a sus padres. Rara vez las relaciones más estables sobreviven a la desaparición de un niño, pero los McCann ha resistido una tensión inimaginable. A menudo se les ve por el pueblo, viendo partidos de cricket o tomando algo en el jardín de la cafetería.

No podía sacar de mi mente los pensamientos más oscuros de que alguien se la había llevado y abusado de ella

Kate, ahora de 52 años, renunció a su trabajo como médico de familia después de la desaparición de Madeleine. Durante años ha sido una embajadora activa de la organización benéfica Missing People y recientemente ha comenzado a trabajar como voluntaria con pacientes con demencia. Por su parte, Gerry, también de 52 años, es un renombrado consultor cardiólogo y profesor de la Universidad de Leicester. En una rara entrevista a BBC Radio 4 en 2018, admitió que después de descubrir que su hija había desaparecido, se convenció de inmediato de que había sido secuestrada. “No podía sacar de mi mente los pensamientos más oscuros de que alguien se la había llevado y abusado de ella”, dijo.

En el último comunicado publicado esta semana al conocerse los últimos datos del nuevo sospechoso, los padres señalan que nunca han perdido “la esperanza de encontrar a Madeleine con vida” aunque “sea cual sea el resultado, necesitamos saber qué es lo que ocurrió para encontrar la paz”.

Foto: Una imagen de Maddie cerca del lugar en el que desapareció. (Reuters)

La habitación de Maddie sigue intacta. “En mi cabeza, supongo que solo quiero que todo esté bien para ella cuando regrese a casa”, aseguró Kate a The Telegraph en 2017, en una de sus últimas entrevistas. Reconocía que era absurdo tener lista la habitación de una niña de tres años para alguien que ahora tendría 17. “Pero por alguna razón no puedo tocar nada”, añadía.

Las paredes sigue rosas, los peluches encima de la cama y el armario con todos sus disfraces. En los cajones se acumulan los regalos que le compran cada año, el 12 de mayo, por su cumpleaños, día en el que le mandan un mensaje por redes sociales con la esperanza de que pueda leerlo: “Te amamos, te estamos esperando y nunca nos rendiremos”.

“Dejad de preguntarnos y poneos a buscar a la niña. Os irá mejor”, gritaba una mujer desde la lejanía del rellano de su casa. Aquel 10 de septiembre de 2007, los periodistas no éramos bien recibidos en Rothley. El pueblo, localizado al norte de Inglaterra, cumple todos los requisitos que buscan las familias británicas de clase media. Las casas son grandes, hay tranquilidad y en 20 minutos en coche te plantas en la ciudad de Leicester, donde la mayoría tienen sus oficinas. En definitiva, un estilo de vida muy inglés. Gerry y Kate eran unos vecinos más. Él trabajaba como cardiólogo y ella como médico generalista. Sus vidas transcurrieron con normalidad hasta aquel 2007, cuando los McCann pasaron a acaparar toda la atención mediática a nivel global. La desaparición de su hija Madeleine, a punto de cumplir cuatro años, durante unas vacaciones en Portugal, dio la vuelta al mundo.

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