Que no te engañen: el calculado racismo de Trump puede ser la llave de su reelección
El propio Trump está encantado con el resultado de su estrategia, ya que presume de estar casando a los centristas del Partido Demócrata con las cuatro congresistas conocidas como 'El Escuadrón'
“Esta es la verdadera razón por la que Donald Trump está atacando al ‘Escuadrón’”, escribió Joshua Leifer en 'The Guardian': “Tiene miedo de sus políticas”. Una parte de la prensa progresista sigue viendo al presidente de EEUU como un animalillo herido. Un hombre simplón, limitado, que ganó la presidencia de pura chiripa y que desde entonces dispara a ciegas para disimular lo “aterrorizado” que está. Otra manera de verlo es que, una vez más, Donald Trump está llevando el debate a su propio territorio.
Y que no, no le dan miedo cuatro congresistas cuya popularidad real es mucho menor que su popularidad mediática. Es al contrario: con el ataque racista que lanzó en Twitter hace unos días (“Volved a vuestro país”), Trump está tratando de dar a estas cuatro congresistas mujeres, de color y socialistas -conocidas como ‘El Escuadrón’-, toda la publicidad posible. ¿Por qué?
El Partido Demócrata está viviendo una lucha interna entre los moderados de toda la vida, que siguen siendo la mayoría, y una nueva hornada de militantes autodenominados “socialistas democráticos”. Estos son pocos, pero acaparan casi todo el mensaje, pues son más jóvenes, agresivos y hábiles en las redes sociales.
El ejemplo más claro es Alexandria Ocasio-Cortez, latina del Bronx de 29 años. Hace un año, la actual representante demócrata ganó las primarias de su distrito neoyorquino por apenas 4.000 votos. Su estrecha victoria, sin embargo, la catapultó a la fama, y a día de hoy ella sola genera casi el mismo tráfico en Twitter que todos los candidatos demócratas a la presidencia juntos. Y son 25.
A la líder de los moderados, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, le molesta mucho este desequilibrio. Si los moderados como ella son la mayoría del partido, ¿por qué da la impresión, si uno pone la televisión o se mete en Twitter, de que todos los demócratas son como Ocasio-Cortez?
El puñado de votos decisivo
Lo que hace Trump es aprovecharse de esta división. A él lo que le interesa, por encima de todo, es mantener el apoyo de un electorado concretísimo: los blancos sin educación universitaria de Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Estos tres estados, tradicionalmente demócratas, marcaron la diferencia en 2016. Le dieron la Casa Blanca por un puñado de votos. Y sin ellos no hay reelección posible.
¿Y qué opinan en estos lugares de Ocasio-Cortez y el resto del “escuadrón”? Según una encuesta interna del Partido Demócrata en los distritos clave del interior, el apoyo a Ocasio-Cortez aquí es mínimo. Un 74% la reconocen, pero sólo un 22% simpatiza con ella. En el caso de la congresista Ilhan Omar, la simpatía es del 9%.
Estos datos confirman lo que ya se vio en las elecciones legislativas. A los demócratas les fue bastante bien en estados como Pensilvania, pero todos sus candidatos, como Connor Lamb o Madeleine Dean, eran del ala centrista. Y, si miramos a las encuestas presidenciales, ¿quién tendría las mayores posibilidades de ganar en Wisconsin o Pensilvania? Joe Biden, un histórico del centro demócrata.
Lo que en algunos lugares puede resultar dinámico y estupendo, en otros es veneno político. Y ahí puede estar la estrategia ganadora de Trump: forzar a los demócratas a formar una piña en torno a las mujeres socialistas, en obligarlos a defenderlas, a atrincherarse con ellas y así “estropear” la imagen del partido en los estados clave.
De momento, está funcionando. Al liderazgo demócrata, naturalmente, no le queda otra que defender a sus colegas frente a una soflama de ese calibre. Y las víctimas han recibido toda la atención mediática. Han dado ruedas de prensa y entrevistas, y sus mensajes han reverberado como nunca en las redes sociales.
Trump, encantado
“Si todo lo que oyen los votantes es acerca de Alexandria [Ocasio-Cortez], esto podría poner la mayoría [demócrata en la Cámara de Representantes] en riesgo”, dijo un alto responsable demócrata al portal Axios. “Está llevándose todas las noticias y definiendo las carreras electorales de todo el mundo”.
Varios gobernadores demócratas, como Gina Raimondo, de Rhode Island, ven el peligro y han hecho un llamamiento a sus compañeros para que aguanten el centro político. “No creo que esas sean buenas políticas o buena política”, dijo Raimondo, en referencia a la sanidad universal pública, el Green New Deal o la matrícula universitaria gratis que proponen los congresistas más a la izquierda. “Creo que da miedo a la gente”, añadió Michelle Grisham, gobernadora de Nuevo México.
Según fuentes consultadas por 'The New York Times', el propio Trump está encantado con el resultado de su estrategia. “Ha dicho a sus ayudantes (...) que está contento con la reacción demócata a sus ataques, presumiendo de que está ‘casando’ a Pelosi y al Partido Demócrata con las cuatro congresistas".
Vuelve el "miedo al rojo"
La esencia sigue siendo la misma desde que anunció su campaña presidencial en 2015. Como el general que trata de elegir un campo de batalla que se ajuste a las condiciones de su ejército, Donald Trump lleva el debate a un terreno emocional y prejuicioso. Tiene décadas de experiencia en la prensa amarilla, la televisión y ahora en política.
Su campo de juego son las sensaciones, el radicalismo. Por eso define el debate con bulos descarados e insultos flagrantes; la opinión pública ya no puede ignorarlos, y sus respuestas racionales palidecen en comparación.
Si en 2016 el gran peligro existencial para Estados Unidos era la corrupta “Maquinaria Clinton” y los malvados tentáculos del 'establishment', ahora el peligro sería un Partido Demócrata que supuestamente quiere transformar el país en un infierno socialista, una Venezuela del Norte. Quizás Trump sólo está escribiendo las primeras líneas de un nuevo relato de campaña: un nuevo “miedo al rojo”.
“Esta es la verdadera razón por la que Donald Trump está atacando al ‘Escuadrón’”, escribió Joshua Leifer en 'The Guardian': “Tiene miedo de sus políticas”. Una parte de la prensa progresista sigue viendo al presidente de EEUU como un animalillo herido. Un hombre simplón, limitado, que ganó la presidencia de pura chiripa y que desde entonces dispara a ciegas para disimular lo “aterrorizado” que está. Otra manera de verlo es que, una vez más, Donald Trump está llevando el debate a su propio territorio.
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