La matanza de Karida o qué está pasando entre las tribus de Papúa Nueva Guinea
El asesinato de 18 personas, entre mujeres, niños y dos fetos, ha destapado el inmenso problema que se vive en este país oceánico
Hace apenas dos semanas los teletipos escupían la noticia de una matanza en una remota provincia de Papúa Nueva Guinea, un país al norte de Australia de casi 9 millones de habitantes. Como tantas otras veces, se pasa de puntillas por sucesos que ocurren al otro lado del mundo, pero esta vez era diferente: todo en esta historia es diferente.
Ocurrió en Hela, una provincia montañosa de casi medio millón de habitantes que ocupa la zona occidental del país, la más cercana a la frontera con el vecino país de Papúa. Es un área con dos problemas congénitos: una histórica lucha entre tribus locales y la presencia de un yacimiento de Gas Natural Licuado que explota la compañía Exxon-Mobil. Todo está relacionado.
La noticia de la matanza de Karida, más allá de la muerte de 18 personas, provocaba escalofríos por las circunstancias: se encontraron los cuerpos de diez mujeres, seis niños y dos fetos mutilados a machetazos de tal manera que los propios familiares no fueron capaces de saber qué extremidad pertenecía a cada persona.
Un problema sin solución
Janet Koriama, presidenta del Consejo de Mujeres de Hela, explica a The Guardian que está “muy preocupada por mis mujeres. Las familias lo han perdido todo: sus huertas, sus refugios, sus ropas”. Los asesinatos no cesan y las familias han tenido que buscar refugio en las montañas, abandonando sus casas, mientras la mayoría de los hombres luchan contra otras tribus locales.
Chris Ballard, un antropólogo australiano que ha vivido con la tribu Huli dominante en la zona, está sorprendido con la crueldad de la matanza y de quiénes fueron las víctimas: "Incluso en los peores casos de guerra donde clanes enteros fueron expulsados de su territorio, las bajas fueron mínimas y casi siempre se trató de luchadores". Antes, además, había estipuladas indemnizaciones por las muertes, por lo que a nadie le interesaba tener que pagar una gran cantidad de cerdos por haber matado indiscriminadamente a personas de otra tribu.
Pero los expertos en la zona asocian esta escalada de violencia con la presencia de un yacimiento de Gas Natural Licuado apenas a 30 kilómetros del lugar de la matanza. Un proyecto de más de 17.000 millones de euros que, supuestamente, iba a repartir los beneficios entre las comunidades vecinas. Sin embargo, después de años en funcionamiento, estas aún no han recibido nada y, al contrario, piensan que les están arrebatando algo que es suyo.
Las tribus locales no solo no han visto beneficios de la explotación de GNL, sino que piensan que les están arrebatando algo suyo
La llegada de Exxon-Mobil a la zona ha tenido efectos nocivos para estas familias: los policías mejor preparados han sido destinados a defender el complejo de la petrolera y los problemas de seguridad no han hecho más que aumentar en la última década, desde que comenzaron a construir el campamento. Aunque la compañía se desliga del problema: lo que sucede fuera de su complejo no les atañe, aseguran a los medios.
Para Chris Ballard, todo está conectado: “Es parte de la historia, parte del paisaje. La política del GNL y el aumento de las rivalidades políticas, ciertamente ha aumentado el flujo de armas en el área de Tari". Dicen los expertos en la zona que la matanza de Karida comenzó por un conflicto con una niña y ya ha provocado más de 80 muertos entre ataques y represalias. Y el problema no se va a solucionar de hoy a mañana con la presencia de 60 policías disponibles para toda la región.
Hace apenas dos semanas los teletipos escupían la noticia de una matanza en una remota provincia de Papúa Nueva Guinea, un país al norte de Australia de casi 9 millones de habitantes. Como tantas otras veces, se pasa de puntillas por sucesos que ocurren al otro lado del mundo, pero esta vez era diferente: todo en esta historia es diferente.