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Las 'fake news' inundan Venezuela (de nuevo)
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Las 'fake news' inundan Venezuela (de nuevo)

En determinados picos, las noticias falsas se expanden como la pólvora, mezcla de la negación informativa practicada por el Gobierno y el hambre de saber de la ciudadanía

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

Nunca se fueron, pero en épocas convulsas las noticias falsas, las tan traídas 'fake news', rebrotan para infundir miedo, generar expectativas que no son pero, sobre todo, para desinformar. Esta vez han llegado tan lejos que han traspasado las fronteras de Venezuela y, en modo de audios de WhatsApp, han llegado incluso a algunas redacciones de medios en España.

De las más difundidas, y la que más ruido y daño ha causado: un audio donde una joven de 20 años se comunica con una tal Andre y le pide que ore por ella y por todos los jóvenes venezolanos porque los militares están recogiendo a menores de edad desde 13 años por las calles con el fin de reclutarlos ante una posible invasión militar. En el extenso audio, la emisora dice que “es una orden que al parecer ha dado el presidente Maduro” y dice que se está haciendo sin el consentimiento de los padres. A pesar de que esto se ha desmentido, la bola ha corrido como la pólvora. Mientras, lo que sí estaba pasando era que había menores y adolescentes detenidos. Este hecho, cierto, quedó opacado con lo anterior.

En otro audio habla un supuesto periodista desde Palo Negro, en el estado Aragua, y dice que hay un levantamiento militar en la base de allá y que los antimotines están actuando. También hay otro donde un joven, con voz muy triunfalista, cuenta que los militares venezolanos “se han volteado a Maduro” y van a escoltar ellos mismos la ayuda humanitaria desde Cúcuta, en la vecina Colombia.

Foto: Opositores venezolanos comienzan un "plantón" en Caracas, siguiendo una convocatoria nacional, el 24 de abril de 2017. (EFE)

Por supuesto, en este repertorio no faltan los consabidos rumores de golpe de Estado. Mucha fue la gente —incluyendo periodistas— que anunció que quedaban “de 48 a 72 horas” para que hubiera un levantamiento militar. También llegaron noticias de “rampa 4”, el hangar presidencial en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Otra vez (ocurrió en 2017, en cada elección, casi casi en cada ocasión en que ha habido picos de crisis en el país) se dijo que “había movimientos raros en rampa 4” y que se creía que Nicolás Maduro se estaba yendo. Esta última vez, el rumor coincidió con la llegada del presidente de Bolivia, Evo Morales, por ese hangar.

No está demostrado que, como también se ha difundido, haya tropas rusas, chinas e incluso del Mossad en territorio venezolano. Hasta en tres ocasiones ha rodado la información de que un avión ruso habría llegado al país con dos intenciones, según quién contara el chisme. Una, recoger a Nicolás Maduro para que se fuera al exilio. La otra, traer soldados rusos. También está por demostrar que efectivamente las FAES llegaran a la casa del presidente de la Asamblea, Juan Guaidó, preguntando por su esposa. Llegó la prensa al lugar, pero no se han mostrado fotos, más allá del testimonio de ellos, que den por cierto este hecho.

placeholder Vista de un periódico donde se observa una ilustración del líder opositor Juan Guaidó como un títere de EEUU. (EFE)
Vista de un periódico donde se observa una ilustración del líder opositor Juan Guaidó como un títere de EEUU. (EFE)

Hambre informativa

“Proliferan porque el entorno lo necesita. Hay un hambre informativa que es mayor incluso que el hambre física y real de la gente. Hay censura contra los medios y un Estado que no rinde cuentas, no hay acceso a data pública. Esto se llena con información falsa”, dice Luis Carlos Díaz, comunicador venezolano experto en redes sociales.

Similar tesis tiene el historiador y comunicólogo Bernardino Herrera (Universidad Central de Venezuela). Dice que el fruto de todo esto es la deserción del Estado para no informar a los ciudadanos venezolanos sobre el estado del país. “Esto se complementa con la desinformación para invadir, intoxicar las redes sociales de noticias falsas, para no hacer nada creíble, para que los venezolanos no tengamos alternativa de información ni siquiera en las redes sociales”.

Foto: Una mujer pasa frente a un mural del presidente Hugo Chávez en Caracas, el 4 de febrero de 2019. (EFE)

La base, dice Herrera, siempre es la misma. “Hay una especie de patrón. No es algo casual, que algún loco haya inventado. Todo es parte de una especie de laboratorio que no hace otra cosa que contribuir a la desinformación con miras a minar la credibilidad de las pocas instituciones que quedan, de los periodistas que hacen un esfuerzo por paliar la falta de información”. Según él, la fuente podrían ser las salas situacionales que el Gobierno tiene desde hace tiempo. “La misión de esas salas es recabar todo lo que se comunica e informa y procesarlo en bases de datos para saber quién opina, qué se hace y qué se dice. Elaborar y contraelaborar. Hay todo un laboratorio para manipular los 'trending topics' en Twitter, por ejemplo. En ocasiones, son eficientes. Han estudiado bien el terreno donde van a caer”.

En opinión de Díaz, estas 'fake news' tienen distintos orígenes, no solo los laboratorios del Gobierno. “Sí, puede ser del Gobierno, pero también de distintos sectores opositores que intentan empujar alguna agenda. Más evidentes son son los pro-Gobierno, pero hay que sumar que hay un sesgo por querer hacer que la realidad se parezca a lo que uno cree, a sus prejuicios. Hay gente que se inventa historias que terminan dándole la razón y unas teorías de conspiración autoconcluyentes que refuerzan sus propias posturas”.

placeholder Peatones en una calle de Caracas, en agosto de 2018. (Reuters)
Peatones en una calle de Caracas, en agosto de 2018. (Reuters)

Cómo y por qué triunfan

La difusión es sobre todo por WhatsApp, dice Andrés Cañizalez, periodista y fundador de Medianálisis. “Facilita que las 'fake news' se distribuyan de modo más rápido, que se viralicen por la forma en que funciona WhatsApp, donde no hay manera de verificar la fuente, la certeza o la veracidad de lo que se esté compartiendo”.

Y no se dan todo el rato. “Hay un patrón de picos altos. Cuando ocurre un suceso que involucra al Gobierno en alguna medida, como el crimen de Fernando Albán [concejal opositor que murió bajo la custodia del Estado], enseguida surgieron un montón de noticias falsas. En una coyuntura determinada. Tienden a opacar, disminuir o contrarrestar. Son parte de un plan prediseñado y tienen un sentido. Son coyunturales para que puedan ser efectivas”.

Foto: El presidente Nicolás Maduro habla durante un encuentro con representantes del sector del transporte en Caracas, el 5 de febrero de 2019. (Reuters)

El papel que juega el 'wishful thinking', lo que uno quiere que pase, el pensamiento mágico, el refuerzo de lo que uno cree, hace que esto sea material para que se difunda como la pólvora. “Porque es atractivo, sexy y dice lo que yo estoy pensando, lo que quisiera saber y de la manera que necesito saber. Dice lo que yo creo, y no necesito que le llegue a todo el país, sino al conjunto de personas dentro del espectro político que quiera reforzar lo que tú estás creyendo. Significa que hay producción de 'fake news', audios para todos los gustos posibles. Y se difunden porque es impune, no hay trazabilidad (sobre todo con los audios), se replican y no se sabe el origen. Con un clic, llegan a muchas personas”, explica Luis Carlos Díaz.

¿Y cómo se vencen? Herrera dice que lo primero es que haya un Gobierno dispuesto a ser responsable en informar. “Luego una clase política que también esté dispuesta a informar. Además, los medios tradicionales están sumamente censurados, la presión de la censura es muy severa. Las redes son vulnerables y son invadidas por gente de todo tipo. Esa combinatoria de Estado que deserta, clase política que está en medio de casi una clandestinidad, censura de medios tradicionales y el periodo infantil de las redes sociales es un cóctel explosivo”, señala Herrera.

“Hay una tarea que se está haciendo que tiene que ver con la educación del público. Ya se ve en chats de vecinos y familiares, donde hay personas que certifican y dicen si algo es falso o no. No impide que circule, pero en algunos momentos sirve de contención”, concluye Cañizalez.

Nunca se fueron, pero en épocas convulsas las noticias falsas, las tan traídas 'fake news', rebrotan para infundir miedo, generar expectativas que no son pero, sobre todo, para desinformar. Esta vez han llegado tan lejos que han traspasado las fronteras de Venezuela y, en modo de audios de WhatsApp, han llegado incluso a algunas redacciones de medios en España.

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