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Montenegro SA: cómo el crimen organizado 'secuestró' este diminuto estado balcánico
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un paquete de tabaco vale allí poco más de 1 euro

Montenegro SA: cómo el crimen organizado 'secuestró' este diminuto estado balcánico

Desde 2004, las autoridades europeas sospechan que altos cargos del Gobierno de Milo Djukanovic están implicados en el contrabando de tabaco. Quienes lo investigan corren grandes riesgos

Foto: Partidarios del presidente Milo Djukánovic en la sede del gobernante Partido de los Socialistas Democráticos (DPS) en Podgorica, el 15 de abril de 2018. (Reuters)
Partidarios del presidente Milo Djukánovic en la sede del gobernante Partido de los Socialistas Democráticos (DPS) en Podgorica, el 15 de abril de 2018. (Reuters)

Los primeros en abrir los ojos sobre lo que estaba ocurriendo fueron los fiscales de Bari y Nápoles. Era el año 2003. Desde las fiscalías de estas dos ciudades italianas salió a la luz una orden de captura contra Milo Djukanovic, entonces primer ministro de Montenegro. Tras años de informes e investigaciones, la acusación era seria: el haber creado, gracias a su posición y contactos, una organización criminal para contrabandear cigarrillos desde este diminuto estado balcánico a Italia. Todo ello, con una sospecha aún más inquietante: que ese comercio se llevaba adelante con la ayuda de dos organizaciones criminales organizadas italianas, la Camorra napolitana y la Sacra Corona Unida de Apulia.

Djukanovic desactivó la acusación de una manera muy sencilla: dijo ser víctima de un (improbable) complot serbio, apeló a su inmunidad como mandatario y encargó su defensa a los mejores abogados. En marzo 2008, incluso llegó a ser interrogado durante seis horas y media en Bari. Pero, al año siguiente, la jueza Anna Di Mauro de esa misma Fiscalía archivó el procedimiento en contra del político montenegrino, alegando que no se podía proceder contra él por la inmunidad diplomática de la que gozaba Djukanovic. Desde entonces, ningún magistrado volvió a acusarle.

Foto: Miembros de la policía especial albanesa vigilan las carreteras durante una operación antidroga en Lazarat, el 16 de junio de 2014. (Reuters)

Años después de aquello, Montenegro ha mutado, pero no del todo. Djukanovic sigue en poder —es presidente por segunda vez, tras haber sido nombrado reiteradas veces primer ministro— y el tráfico de cigarrillos procedentes del país, al que en los noventa se trasladaron decenas de mafiosos italianos, todavía es un problema de importancia para Podgorica. Eso sí, las técnicas de comercio de hoy no son las de antaño.

Olivera Lakic, periodista del diario Vijesti, ha sido el último aviso. La reportera venía de publicar una serie de reportajes sobre este comercio ilegal cuando, el pasado 8 de mayo, en torno a las nueve de la noche, fue alcanzada por disparos delante de su casa (en el mismo lugar donde seis años antes, en 2012, había recibido una brutal paliza). Por suerte para ella, solo resultó herida leve. En sus artículos, Lakic, quien en el pasado había tenido que vivir con escolta y ya había sufrido diversas formas de intimidación, también había denunciado la implicación de algunos funcionarios de policía y miembros de los servicios de inteligencia montenegrinos.

placeholder La periodista de investigación montenegrina Olivera Lakic se reune con el comisario europeo de Ampliación, Johannes Hahn, en la sede del periódico 'Vijesti' en Podgorica, Montenegro, el 11 de mayo del 2018, dos días después del ataque contra ella. (EFE)
La periodista de investigación montenegrina Olivera Lakic se reune con el comisario europeo de Ampliación, Johannes Hahn, en la sede del periódico 'Vijesti' en Podgorica, Montenegro, el 11 de mayo del 2018, dos días después del ataque contra ella. (EFE)

Impunidad para los agresores

El de Lakic ha sido el último caso de ataques e intimidaciones contra los periodistas que trabajan en este singular y diminuto país, cuyas organizaciones criminales han acabado numerosas veces en informes internacionales. En total, desde 2004 hasta ahora, 85 reporteros han sido objeto de agresiones, muchos de los cuales no han desembocado en la identificación y arresto de los atacantes, según recuerda Daliborka Uljarevic, directora del Centro de Educación Cívica de Montenegro (Centar za građansko obrazovanje, CGO).

“El nexo entre todos los periodistas atacados cuyos casos siguen irresueltos es que investigaban en los negocios de diversos empresarios ligados a organizaciones criminales y a círculos de poder”, dice a El Confidencial Uljarevic. Según esta investigadora, sin lugar a dudas, “Montenegro no es hoy un lugar seguro para los periodistas, especialmente para aquellos que investigan sobre casos de corrupción y crimen organizado”, añade.

Foto: Partidarios del ultranacionalista serbio Vojislav Seselj en una protesta en Belgrado, el 24 de marzo de 2016 (Reuters)

El documental 'Silom na sedmu', estrenado el pasado abril, ha reflejado este clima de intimidación que sufren los periodistas hacen investigación en Montenegro, con testimonios que apuntan a que funcionarios estatales habrían a menudo colaborado para obstaculizar las investigaciones para esclarecer estos delitos. “Como regla general, los periodistas que se han atrevido a criticar al Gobierno y resaltar los casos de corrupción ha sido atacados y, en los casos más graves, asesinados. Las investigaciones no fueron rápidas, eficaces y profesionales”, concluye el documental, realizado por la ONG 35mm, en colaboración con dos periodistas de la televisión de Vijesti, Svetlana Đokić y Tatjana Ašanin.

El enésimo ejemplo, según Uljarevic, se encuentra en que “a casi tres meses de distancia hoy del ataque contra Lakic, todavía no se han producido avances en el caso ni parece que se vayan a producir”. Según ella, los investigadores y el autoridades encargadas de la investigación "han simulado” interés por descubrir los autores del ataque contra la periodista, cuando realmente el episodio ha desaparecido incluso de su retórica pública.

Contrabando en alta mar

Por otra parte, el tráfico de cigarrillos que entran y salen de Montenegro es, pese las duras batallas de las últimas décadas, un fenómeno todavía muy vigente en el país. En su último informe de mayo pasado sobre el tráfico de cigarillos en la Unión Europea, relativo al año 2017, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF, por sus siglas en inglés) le dedicó un detallado apartado al caso de este diminuto país de alrededor de 600.000 habitantes, cuya superficie es de 13.812 kilómetros cuadrados y donde un paquete de cigarrillos cuesta poco más de un euro.

En este estudio se lee que OLAF le ha prestado “una atención particular” a los barcos que cargan importantes cantidades de cigarrillos ilegales y que atracan en el puerto montenegrino de Bar, a la espera de partir hacia Libia, Egipto, Líbano y Chipre. Según la reconstrucción hecha por esta institución, que vigiló los desplazamientos de varios de estos navíos, “en muchos casos” los barcos llegaron “vacíos” a sus puertos de destino. Algo que, según este organismo, sugiere que las mercancías que transportaban fueron, de camino a los puertos de destino señalados previamente, depositadas por los traficantes en otros puertos europeos, o que los cigarrillos fueron transferidos en alta mar a otras naves no identificadas por los guardacostas y las aduanas europeas.

Foto: La puesta de sol se refleja en la Torre Usce de Belgrado, en agosto de 2014 (Reuters)

Reflejo de ello es el caso de los ocho barcos cuyos cargamentos de cigarrillos ilegales fueron secuestrados en el puerto de Bar desde el año 2015, antes de que estas naves emprendiesen su viaje hacia España y Grecia. “En total, casi 350 millones de cigarrillos fueron secuestrados en estos barcos, el equivalente a cerca de 70 millones de euros en impuestos no pagados”, ha explicado OLAF. En otra de estas operaciones de vigilancia, en cambio, la OLAF identificó un barco que se acercó a la costa sur de Malta y efectuó varias paradas "sin que hubiera una razón comercial”, en lo que fue un "comportamiento típico de los barcos que fraudulentamente transfieren mercancías a otros barcos”, indicó la agencia europea.

Otro estudio, publicado en diciembre de 2016 por Crime & Tech, una empresa vinculada a la Universidad Católica de Sacro Cuore de Roma y el también italiano sitio universitario Transcrime, va en una dirección similar. Según esta fuente, que financió sus pesquisas con fondos de tabaqueras privadas y analizó el comercio ilegal de tabaco a granel en 15 países de la Europa oriental y los Balcanes, en la actualidad el 48,2% de lo consumido de esta mercancía en esos países es ilegal. Más aún, en cinco países —Montenegro, Serbia, Bosnia y Herzegovina, Rumanía y Croacia—, el consumo ilícito equivale a más del 75% del total consumido.

placeholder Un policía custodia el Alto Tribunal de Podgorica, en julio de 2017. (Reuters)
Un policía custodia el Alto Tribunal de Podgorica, en julio de 2017. (Reuters)

¿Avances en el horizonte?

Esta evolución en las técnicas y formas de comercio ilegal de cigarillos desde Montenegro coincide, en efecto, con el cierre casi completo de la ruta del tráfico de cigarrillos desde este país hasta Italia. Una ruta que, en el principio, Roma había tolerado por razones de 'realpolitik': poseer un aliado, el Gobierno de Montenegro, que entonces se oponía al líder serbio Slobodan Milosevic, durante los turbulentos años de las guerras balcánicas de los noventa. Pero a partir de la caída del autócrata serbio, las autoridades italianas pusieron en marcha una serie de operativos que redujeron sustancialmente el tráfico hacia Italia. En una de estas iniciativas, llamada 'Primavera' y en la que se llegaron a utilizar 1.900 agentes italianos, unas 500 personas fueron detenidas en el año 2000.

Foto: La guardia de honor montenegrina inspecciona las banderas del país y de la OTAN antes de una ceremonia en Podgorica, el 7 de junio de 2017. (Reuters)

Dicho esto, algún avance podría producirse también en el futuro. En septiembre de 2017, de hecho, el Gobierno de Montenegro —liderado por el Partido de los Socialistas Democráticos de Montenegro, cuyo líder es Dukanovic— ratificó finalmente el “Protocolo para la eliminación del comercio ilícito de productos de tabaco”, el cual entrará en vigor el próximo mes de septiembre de este año. Este acuerdo, negociado por las partes en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (Cmct), establece en su artículo 15 que los países se comprometen a eliminar todas las formas de comercio ilícito de productos de tabaco. Algo que, según la Cmct, representa una victoria también ante la industria tabacalera, la cual, pese su apoyo público en la lucha contra el tabaco ilegal, en realidad “ha obstaculizado” la entrada en vigor del tratado contra el comercio ilícito de tabaco

No obstante, el tráfico de cigarrillos no es el único comercio criminal que ocurre en Montenegro, un país que recientemente entró en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y que ahora aspira a ingresar en la Unión Europea. “En su lucha contra el crimen organizado, se han puesto en marcha algunos primeros procedimientos en la lucha contra el tráfico de migrantes y el narcotráfico. Sin embargo, más avances se necesitan para producir un resultado satisfactorio, en particular en lo que concierne la lucha contra el blanqueo de dinero y el tráfico de seres humanos”, ha escrito la Comisión Europea en su último informe de abril de 2018. Algo que, a su vez, ha hecho sonar las campanas de los informadores que trabajan en el país, según los cuales las autoridades internacionales y europeas están haciendo oídos sordos ante sus exigencias por las agresiones que sufren los periodistas en el país.

Los primeros en abrir los ojos sobre lo que estaba ocurriendo fueron los fiscales de Bari y Nápoles. Era el año 2003. Desde las fiscalías de estas dos ciudades italianas salió a la luz una orden de captura contra Milo Djukanovic, entonces primer ministro de Montenegro. Tras años de informes e investigaciones, la acusación era seria: el haber creado, gracias a su posición y contactos, una organización criminal para contrabandear cigarrillos desde este diminuto estado balcánico a Italia. Todo ello, con una sospecha aún más inquietante: que ese comercio se llevaba adelante con la ayuda de dos organizaciones criminales organizadas italianas, la Camorra napolitana y la Sacra Corona Unida de Apulia.

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