Rifirrafe diplomático: la postura belga ante Cataluña enfada a Moncloa
En España no se entiende que el líder belga se centre en criticar al Ejecutivo que lidera Mariano Rajoy, pasando por alto que la Generalitat ha quebrantado la legalidad española
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La postura del primer ministro belga, Charles Michel, sobre Cataluña ha levantado ampollas en La Moncloa. No gustó que Michel fuera el primer líder europeo en condenar la actuación de las fuerzas de seguridad en propio 1-O, ni la reciente entrevista en la que dijo que la catalana “no es una crisis jurídica, sino una crisis política”, por lo que instaba al diálogo. Y este malestar ha sido transmitido, no por la vía oficial, sino a través de unos 'emails' de protesta, tal y como han confirmado fuentes del Gobierno belga a El Confidencial.
No ha habido contacto directo entre Mariano Rajoy y su homólogo belga, que esta tarde tendrán la oportunidad de verse cara a cara en la cumbre de líderes europeos que se celebra en Bruselas. España tampoco ha echado mano de ninguno de los recursos diplomáticos —convocar al embajador belga, enviar una nota verbal— de los que dispone para hacer oficial su malestar, según fuentes diplomáticas.
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Pero en Bélgica son conscientes de que tanto en La Moncloa como en la Representación Permanente de España ante la Unión Europea no ha sentado bien la entrevista de Michel. Y creen que esta “irritación” se debe a una mala interpretación de sus palabras. “Se piensa que pedimos una mediación, y no es el caso”, apuntan las fuentes gubernamentales.
En España no se entiende que el líder belga se centre en criticar al Ejecutivo que lidera Mariano Rajoy, pasando por alto que la Generalitat ha quebrantado la legalidad española. Bélgica, por su parte, mantiene que la cuestión catalana es un asunto interno español y no quiere meterse en medio. Pero, al mismo tiempo, considera que la situación solo podrá solucionarse recurriendo al diálogo político. Una posición que siguen defendiendo.
Efectos colaterales
El Gobierno belga considera que las relaciones diplomáticas con España son “excelentes” y espera que este episodio no vaya a más. Ni se sienten “amenazados” por La Moncloa, como apuntan los diarios 'De Morgen' y 'Het Last News', los primeros en informar sobre el incidente, ni temen que el país tome represalias. Los diarios ligan el rifirrafe diplomático a la supuesta decisión de España de no apoyar a la candidata belga, Catherine De Bolle, favorita para convertirse en la próxima presidenta de Europol.
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Michel ya ha mostrado en público que “no está preocupado” al respecto y su confianza en que España tendrá en cuenta las virtudes técnicas de De Bolle. Fuentes diplomáticas, por su parte, apuntan a que la decisión sobre Europol no tiene nada que ver con la cuestión catalana y que si finalmente no se apoya a la candidata belga será por consideraciones meramente técnicas.
Careo entre Rajoy y Michel
Rajoy tendrá la oportunidad de tratar estos asuntos en persona con Michel durante la cumbre europea que se celebra hoy y mañana en Bruselas. Da la casualidad de que ambos líderes se sientan uno al lado del otro en la mesa de jefes de Estado y de Gobierno europeos, con lo que será difícil que eludan la cuestión.
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La situación en Cataluña no figura en la agenda de la reunión y Mariano Rajoy no pretende pedir la palabra para hablar del asunto. Pero en este tipo de reuniones, siempre hay espacio para conversaciones en los pasillos y en los márgenes. Si alguno de sus colegas le pregunta por Cataluña, Rajoy le explicará cuál es la situación. Pero poco más.
La estrategia es clara: no elevar al más alto nivel europeo la cuestión catalana. Todo lo contrario de lo que busca la Generalitat catalana, que este jueves organizó una visita sorpresa de su consejero de Asuntos Exteriores, Raül Romeva, quien volvió a pedir la implicación europea en el asunto.
La postura del primer ministro belga, Charles Michel, sobre Cataluña ha levantado ampollas en La Moncloa. No gustó que Michel fuera el primer líder europeo en condenar la actuación de las fuerzas de seguridad en propio 1-O, ni la reciente entrevista en la que dijo que la catalana “no es una crisis jurídica, sino una crisis política”, por lo que instaba al diálogo. Y este malestar ha sido transmitido, no por la vía oficial, sino a través de unos 'emails' de protesta, tal y como han confirmado fuentes del Gobierno belga a El Confidencial.