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Venezuela, al borde del aislamiento internacional: qué implican las sanciones
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Venezuela, al borde del aislamiento internacional: qué implican las sanciones

El Tesoro de EEUU ha puesto al presidente Maduro en la lista negra por "imponer un régimen autoritario al pueblo de Venezuela". Es la primera de una serie de medidas que preparan sus vecinos

Foto: Efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana custodian la sede del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas, el 1 de agosto de 2017. (Reuters)
Efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana custodian la sede del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas, el 1 de agosto de 2017. (Reuters)

Orgulloso. Así ha dicho estar el presidente Nicolás Maduro después de conocer las sanciones que le han impuesto desde Estados Unidos. El Departamento del Tesoro, tras calificarlo de “dictador”, le ha incluido en la Lista OFAC (Oficina para el Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro). Es una medida de signo político, pero además es un paso más hacia un abismo solitario. Si antes los venezolanos jugaban a la rueda o se juntaban en canciones lentas y pegadas, ahora Venezuela se va quedando casi incomunicada en el salón de baile. Un aislamiento internacional que se inicia en las sanciones, el desconocimiento, pero que está llegando a un verdadero cerco territorial.

Que Maduro esté incluido en la lista significa que sus propiedades en Estados Unidos, de tenerlas, quedan confiscadas y sus cuentas bancarias congeladas. Además, no puede tener relación con empresas o personas estadounidenses. La lista, creada en 1995 por el presidente Bill Clinton, reúne a las personas o empresas que a juicio del Departamento del Tesoro tienen relación con dinero proveniente del narcotráfico.

En ese club, Maduro es el cuarto presidente que entra. Antes llegaron Robert Mugabe (Zimbabwe), Bashar Al Assad (Siria) y Kim Jong-un. En el caso del venezolano, entra por “usurpar el papel constitucional de la Asamblea Nacional democráticamente elegida e imponer un régimen autoritario al pueblo de Venezuela”.

La reacción de Maduro fue mofarse e incluso vanagloriarse. “Son unas decisiones que expresan su impotencia, su desesperación, su odio”, dijo refiriéndose al presidente Donald Trump. “Es una reacción iracunda”.

Colérica o no, la reacción a la primera parece haber sido el reencarcelamiento de Leopoldo López y de Antonio Ledezma. Ambos cumplían arresto domiciliario y han sido trasladados a la cárcel militar de Ramo Verde, según el Tribunal Supremo de Justicia porque había riesgo de que se fugaran.

A su vez, tanto la Constituyente como las acciones contra López y Ledezma han activado una cadena de reacciones. Este martes, los embajadores de España, México, Francia y Reino Unido, acudieron a la sesión de la Asamblea Nacional. “No es un tipo de injerencia, no vienen a tomar postura política, sino a demostrar que hay una preocupación mundial por Venezuela”, ha dicho el presidente del parlamento Julio Borges.

placeholder Nicolás Maduro junto a la presidenta del Consejo Nacional Electoral Tibisay Lucena, durante un acto en la sede del Poder Electoral en Caracas, el 31 de julio de 2017. (EFE)
Nicolás Maduro junto a la presidenta del Consejo Nacional Electoral Tibisay Lucena, durante un acto en la sede del Poder Electoral en Caracas, el 31 de julio de 2017. (EFE)

El embajador de España en Venezuela, Jesús Silva, ha dicho que “cualquier tipo de actitud violenta no contribuye a la paz de los venezolanos” y ha remarcado que “los poderes deben actuar con independencia sin superponerse los unos a los otros”. También ha dicho que el Gobierno de España hablará con la Unión Europea para ver qué medidas tomarán.

Estos pronunciamientos se suman a los de una decena de países que se han posicionado en contra de la Constituyente, la iniciativa de Maduro con la que pretende reescribir la Carta Magna y que, en la elección de sus miembros participaron, según el Consejo Nacional Electoral, más de ocho millones de personas. Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Ecuador y Cuba apoyaron los resultados.

En la región, salvando los ya mencionados, Venezuela queda al margen. En Europa, también. Los únicos aliados de otras regiones que apoyan a Maduro son además sus principales socios. Rusia sí se ha pronunciado. China, aún no. Ambos tienen jugosos negocios en el país. Tanto que, a medida que aumenta la deuda venezolana, podría crecer el control de ambas potencias sobre el país del Caribe. No sólo petróleo. Coltán, diamantes, oro. El arco minero, las reservas de crudo –las más grandes del país–, son un aval que puede tapar cualquier consideración de transparencia electoral.

Mientras, el aislamiento de verdad, el que deja a los venezolanos incomunicados, se hace cada día más real. Las últimas compañías aéreas en irse del país han sido Avianca y Delta. Aeroméxico, Air Canadá, Alitalia, Latam, Lufthansa y United ya se fueron antes. Otras compañías bajaron su frecuencia de vuelo. Las que se quedan, venden sus billetes a precios prohibitivos.

Aún no ha habido sanciones económicas, ni siquiera el temido cierre del grifo compraventa de petróleo Estados Unidos-Venezuela. Si vienen, la crisis económica y social puede agravarse al tener aún menos ingresos, que se suman a la caída de los precios del petróleo y la dependencia monoproductora del país.

El orgullo está haciendo que cada vez a Venezuela le queden menos parejas a las que pedir echar un pie.

Orgulloso. Así ha dicho estar el presidente Nicolás Maduro después de conocer las sanciones que le han impuesto desde Estados Unidos. El Departamento del Tesoro, tras calificarlo de “dictador”, le ha incluido en la Lista OFAC (Oficina para el Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro). Es una medida de signo político, pero además es un paso más hacia un abismo solitario. Si antes los venezolanos jugaban a la rueda o se juntaban en canciones lentas y pegadas, ahora Venezuela se va quedando casi incomunicada en el salón de baile. Un aislamiento internacional que se inicia en las sanciones, el desconocimiento, pero que está llegando a un verdadero cerco territorial.

Nicolás Maduro
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