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Steve Bannon: la línea dura de la Casa Blanca toma el control
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Steve Bannon: la línea dura de la Casa Blanca toma el control

Su ascenso a 'hombre fuerte' empezó a sonar este fin de semana, durante las protestas contra el veto migratorio. Después, llegó la inclusión de Bannon en la cúpula del Consejo de Seguridad Nacional

Foto: Trump, junto a Flynn y Bannon, habla por teléfono con el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull. (Reuters)
Trump, junto a Flynn y Bannon, habla por teléfono con el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull. (Reuters)

Stephen K. Bannon tiene un aire casual. De rostro mullido como una hogaza de pan, nariz colorada y pinta de haber dormido vestido, este 'agente provocador' de la extrema derecha ha pasado en seis meses de escribir titulares sensacionalistas en su antiguo medio, Breitbart News, a escribir las leyes que gobiernan EEUU.

Su ascenso a 'hombre fuerte' de la Casa Blanca empezó a sonar este fin de semana, cuando los principales aeropuertos de Estados Unidos eran presa de las protestas contra el bloqueo sorpresivo del visado a personas de siete países de mayoría musulmana. Una medida acaecida como un relámpago, sin seguir el proceso tradicional de la toma de decisiones, y una de las promesas de campaña más duras de Donald Trump.

Poco a poco se ataron cabos. Según 'Politico', el decreto fue redactado por Steve Bannon y otro asesor, Stephen Miller, sin esperar el consejo de los departamentos encargados de aplicarlo, ni avisar con tiempo a las autoridades portuarias. Los otros decretos de la semana (construir el muro con México, intensificar las detenciones y deportaciones de inmigrantes indocumentados, buscar el fin de las ‘ciudades santuario’) indicarían lo mismo: el dominio de la línea dura dentro del Gobierno, encarnada por Bannon.

Las dudas desaparecieron con la inclusión de Bannon en la cúpula del Consejo de Seguridad Nacional, la sala donde los jefes militares y de espionaje aconsejan al presidente en situaciones de emergencia

Las dudas desaparecieron con la inclusión de Bannon en la cúpula del Consejo de Seguridad Nacional, la sala donde los jefes militares y de espionaje aconsejan al presidente en situaciones de emergencia. Además de ascender a Bannon, Trump recortó el estatus del jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia y del presidente de la junta de jefes del Estado Mayor. Su presencia solo será requerida en asuntos específicos.

Es claramente una locura”, declaró en su cuenta de Twitter Susan Rice, antigua asesora de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, e ironizó: “¿Quién necesita asesoría militar o de inteligencia para elaborar políticas sobre el ISIS, Siria, Afganistán, Corea del Norte?”.

“Nos enfrentamos a enormes amenazas y no podemos permitirnos que se politice el proceso de toma de decisiones en materia de seguridad nacional”, escribió Michael R. Ortiz, exmiembro del Consejo. “Tuve asiento de primera fila incontables ocasiones en las reuniones del Consejo y nunca pude imaginar a un estratega político tomando partido. ¡Es lo nunca visto!”.

También se oyen críticas en la bancada republicana. Eliot A. Cohen, asesor del departamento de Estado con George W. Bush, ha calificado la decisión de “peligrosa” en un texto profundamente oscuro sobre los años que vienen. “Ya que el problema es de temperamento y carácter, esto no va a mejorar”, dijo en referencia a Donald Trump, y advirtió a otros expertos de seguridad nacional: “Ser asociado con esta gente, salvo para las personalidades más fuertes, va a ser un ejercicio de autodestrucción moral”.

Con apenas 10 días de historia, la Administración Trump parece inspirar su Gobierno en los titulares de Breitbart News, el medio que dirigía Bannon desde 2012 y con el que esperaba “construir un portal de noticias global de centro derecha, populista y 'antiestablishment”, como declaró a la agencia Bloomberg el pasado octubre.

Bannon, que ha sido calificado de “supremacista blanco” por la asociación sin ánimo de lucro SPLC, se refería a la 'alt-right' o 'derecha alternativa', un compendio creciente de grupos de derecha antisistema que se acercan al poder en varios países de Occidente y que ya lo tienen en Estados Unidos. Breitbart describe su país como lo hace el actual presidente: un lugar al borde del colapso, asediado por bandas de latinos tatuados y musulmanes radicales, frente a la mirada impotente de una élite corrupta.

Foto: Trump y Steve Bannon durante una visita al Gettysburg National Military Park, en Gettysburg, Pensilvania (Reuters).

La historia de cómo Steve Bannon conquistó el oído presidencial está documentada en directo. El entonces periodista y el candidato presidencial mantuvieron conversaciones de radio en 2015 y 2016 donde repasaban la actualidad nacional. Bannon, usando malas artes del oficio, deslizaba ideas a Trump y le pedía que las confirmara. Este a veces asentía, dándole la razón y generando una creciente afinidad.

En una ocasión, Bannon le fue empujando suavemente hacia la idea de reclutar espías en las mezquitas. “¿Lo que realmente estabas diciendo es que se necesita una unidad de inteligencia para crear una red de informantes?”, le preguntó en noviembre de 2015, después de los atentados de París. “No estás dispuesto a permitir que el enemigo interior (…) intente destruir este país”. “Eso es”, respondió Trump. “Eso no va a ocurrir”.

El CEO de Breitbart fue nombrado presidente de la campaña de Trump en verano de 2016 y menos de una semana después de la victoria electoral, en noviembre, fue confirmado como “jefe de estrategia de la Casa Blanca”: un cargo creado para él y con el mismo poder, según el propio Trump, que el de jefe de gabinete.

Si las prioridades del presidente recuerdan a las de su principal asesor, también lo hace su manera de aplicarlas, completamente de espaldas a la tecnocracia. Sus decretos salen exprés, sin apenas revisar, y en las últimas horas Trump ha despedido fulminantemente a la fiscal general en funciones, Sally Yates, por cuestionar la legalidad del decreto para bloquear las visas. Cuando centenares de funcionarios del departamento de Estado firmaron un memorando diciendo que dicho decreto puede ser “contraproducente” para la seguridad nacional, la Casa Blanca respondió invitándoles a “marcharse”.

La vena antisistema no se ha quedado, como muchos esperaban, en campaña, ni tampoco la enemistad jurada con el periodismo. En una entrevista reciente con 'The New York Times', Bannon dijo que los medios de comunicación “deberían mantener la boca cerrada” y los definió como el “partido de la oposición”. Poco después, en Twitter, el presidente Trump se refirió a los medios con exactamente la misma expresión.

Unos medios que siguen esclavizados las 24 horas de todo lo que sale de la boca de Donald Trump, en un baile febril donde se mezclan el miedo y el entretenimiento y que también sabe bailar Steve Bannon. “La oscuridad es buena”, declaró a 'Vanity Fair' después de las elecciones. “Dick Cheney. Darth Vader. Satán. Eso es poder”.

Stephen K. Bannon tiene un aire casual. De rostro mullido como una hogaza de pan, nariz colorada y pinta de haber dormido vestido, este 'agente provocador' de la extrema derecha ha pasado en seis meses de escribir titulares sensacionalistas en su antiguo medio, Breitbart News, a escribir las leyes que gobiernan EEUU.

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