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La némesis del gigante energético alemán RWE es un campesino de Perú
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denuncia a la compañía por el cambio climático

La némesis del gigante energético alemán RWE es un campesino de Perú

Saúl Luciano Lliuya se querella contra RWE por el CO2 que emite y que él relaciona con el deshielo acelerado de los glaciares andinos y el peligro de que una riada anegue su casa y sus campos

Foto: Saúl Luciano Lliuya, el campesino peruano que ha llevado a juicio a RWE por contribuir al calentamiento que amenaza con derretir un glaciar andino (Fuente: Germanwatch)
Saúl Luciano Lliuya, el campesino peruano que ha llevado a juicio a RWE por contribuir al calentamiento que amenaza con derretir un glaciar andino (Fuente: Germanwatch)

Saúl había salido en pocas ocasiones de su Huaraz natal, enclavada en los Andes peruanos. Pero la semana pasada cogió un avión en Lima, cruzó el Atlántico y se plantó en Alemania. Allí puso rostro a la amenaza concreta que supone ya para millones de personas anónimas el cambio climático. Y señaló a los culpables en un caso legal que no tiene precedentes en Europa. Ante la Audiencia de Essen, y con ayuda de expertos alemanes, este agricultor y guía de montaña denunció al gigante eléctrico alemán RWE por las ingentes emisiones de CO2 de sus centrales térmicas. Alega que parte de su ciudad quedaría anegada si, por el calentamiento global, colapsan dos glaciares próximos sobre su lago glaciar y se produce una salvaje riada sobre Huaraz.

"La razón para venir es mayor que el miedo", asegura al 'Süddeutsche Zeitung' Saúl Luciano Lliuya, de 36 años, que en los cuatro días que ha pasado en Alemania ha concedido decenas de entrevistas. El caso de este padre de tres hijos, de lenguaje sencillo y directo, ha despertado un enorme interés en un país que convive con la contradicción de tener un importante grado de desarrollo económico -con las emisiones que eso conlleva- y de alimentar una sincera preocupación por el medio ambiente.

Pero es que este pequeño agricultor teme realmente por su familia, su casa y las tres hectáreas donde cultiva patatas, maíz y trigo. Y tiene razones para sentirse así. Un estudio de la Universidad de Texas reveló hace dos años, coincidiendo con la Cumbre del Clima que se celebró en Lima, que el volumen del lago Palcacocha, que se encuentra a 20 kilómetros de Huaraz, se ha multiplicado por treinta en los últimos cuarenta años. La causa, prosiguen sus conclusiones, es el acelerado proceso de deshielo de dos glaciares colindantes, situados entre las cumbres del Alpamayo, el Chupicalqui y el Huascarán, en la Cordillera Blanca.

En los últimos tiempos se ha levantado una represa para contener la crecida de las aguas y se han instalado una docena de tuberías para desaguar. Pero no es suficiente. Los investigadores estadounidenses simularon por ordenador cómo podría ser una riada en caso de avalancha y estimaron que podría llegar a a afectar a 50.000 habitantes de Huaraz. Casi uno de cada dos vecinos de esta ciudad. "Es una bomba de relojería", resume Roda Verheyen, abogada en Alemania de Lliuya.

Un precedente con 5.000 muertos

Hay además precedentes. En 1941, cuando el lago era mucho menor, un fuerte terremoto hizo que se desprendiese un fragmento de glaciar sobre el Palcacocha, lo que provocó una riada que mató a unas 5.000 personas. Desde entonces las autoridades de Huaraz han decretado en muchas ocasiones el estado de emergencia por miedo a un desastre similar. "Sería una catástrofe", dice Lliuya en un documental de la ONG ecologista alemana Germanwatch, que ha sido quien ha animado a este humilde peruano a llevar su caso a la justicia.

Lliuya ve además injusto que los más amenazados por las consecuencias del cambio climático sean precisamente los que menos han contribuido al calentamiento global. Gente como él. "Cualquier persona normal sabe que esto no está bien", apunta Lliuya, que reconoce que muchos de sus vecinos en Huaraz se quedan enfangados en el silencio de la "impotencia" y no se atreven a dar el paso que él ha dado.

placeholder Un guía de la llamada ruta del calentamiento global espera a turistas, en Huaraz, Perú (Reuters).
Un guía de la llamada ruta del calentamiento global espera a turistas, en Huaraz, Perú (Reuters).

La denuncia argumenta, basándose en un informe publicado en 2013 en la revista científica 'Cambio climático', que RWE es uno de los mayores contaminantes históricos a nivel global y, por tanto, uno de los principales causantes del retroceso de los glaciares andinos. En concreto, ese estudio estimaba que la eléctrica alemana era la responsable del 0,47% de las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero entre 1751 y 2010 (el equivalente a 6,85 Gigatoneladas de CO2). Por eso Lliuya y sus abogados alemanes exigen a la compañía que abone el 0,47% de las obras previstas para evitar el desastre, que consisten en drenar el lago, modernizar la actual represa y construir otras nuevas, así como montar un sistema de alerta temprana. En total, unos 20.000 euros de los 4,25 millones de euros presupuestados. Para una compañía que entre enero y septiembre de este año ha facturado 33.206 millones de euros esta cantidad es insignificante. Pero sentaría un costosísimo precedente en el sector.

Lliuya lo ve claro. "Los causantes del cambio climático como RWE deben finalmente asumir la responsabilidad por las consecuencias de sus emisiones. Espero que la juez nos dé la oportunidad de explicar en detalle con qué peligros debemos convivir debido a las emisiones de empresas como RWE y que necesitamos protección", argumenta. Desde Germanwatch piensan de igual manera. "Hemos visto algo parecido con la industria tabaquera: sólo cuando este tipo de casos civiles tienen éxito, la presión para la clase política es lo suficientemente grande como para actuar. Eso es precisamente lo que esperamos con este caso", explica el presidente de Germanwatch, Klaus Milke.

RWE: la denuncia no tiene "sustento legal"

RWE, por su parte, no ve pertinente la denuncia. Cree que no tiene "sustento legal", según un comunicado emitido el día en que Lliuya acudió a la Audiencia de Essen. La eléctrica alega que cumple con todas las leyes medioambientales alemanas y europeas, y que compra derechos de emisión de CO2 tal y como lo prescriben las normas comunitarias. Además, subraya, invierte miles de millones en tecnologías menos contaminantes y en energías renovables. "La reducción de nuestras emisiones de CO2 tienen para RWE una alta prioridad", subraya la empresa.

El derecho civil alemán, asegura además la compañía, deja claro que no se puede culpar a una empresa concreta de un problema global y con múltiples causantes como el cambio climático. RWE hace así referencia a sendos fallos del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional en los años 90. Y lo argumenta: "Debido a la diversidad de las emisiones globales de gases que provocan el efecto invernadero, tanto de fuentes naturales como antropogénicas, y a la complejidad del clima y su variabilidad natural, no es posible, en opinión de RWE, imputar jurídicamente consecuencias especificas del cambio climático a un emisor concreto".

La primera vista del juicio le dejó a Lliuya un regusto agridulce. La juez no desestimó el caso y fijó una segunda sesión para el próximo 15 de diciembre. Eso es ya un logro. Dejó la puerta abierta a atender su demanda, incluso que se le acabe dando la razón. Pero no será en absoluto fácil: la jueza ya ha exigido a la acusación que presente pruebas de la relación entre las emisiones de RWE y el deshielo en los glaciares andinos. No obstante, Lliuya se quedó con una espina clavada en Essen. No obtuvo el permiso para dirigirse directamente a la presidenta de la audiencia y explicar, con sus propias palabras, la amenaza que se cierne sobre su ciudad, el miedo de su familia y vecinos. Tuvo que permanecer en silencio durante la hora que duró la sesión. No volverá a la segunda sesión.

De fallarse a favor de Lliuya, algo de todo menos fácil, David habría ganado a Goliat. Y como es un caso sin precedentes, decenas, miles de nuevos Davides anónimos podrían surgir de todos los rincones del mundo reclamando a las eléctricas compensaciones por sus emisiones históricas. Como una riada.

Saúl había salido en pocas ocasiones de su Huaraz natal, enclavada en los Andes peruanos. Pero la semana pasada cogió un avión en Lima, cruzó el Atlántico y se plantó en Alemania. Allí puso rostro a la amenaza concreta que supone ya para millones de personas anónimas el cambio climático. Y señaló a los culpables en un caso legal que no tiene precedentes en Europa. Ante la Audiencia de Essen, y con ayuda de expertos alemanes, este agricultor y guía de montaña denunció al gigante eléctrico alemán RWE por las ingentes emisiones de CO2 de sus centrales térmicas. Alega que parte de su ciudad quedaría anegada si, por el calentamiento global, colapsan dos glaciares próximos sobre su lago glaciar y se produce una salvaje riada sobre Huaraz.

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