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Esta es la próxima gran crisis de China
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"LA DEMANDA DE AGUA PRONTO SUPERARÁ LA OFERTA"

Esta es la próxima gran crisis de China

Lenta desaparición de los ríos y acuíferos, crecimiento caótico de las ciudades, una red de abastecimiento obsoleta... China lucha a contrarreloj para evitar su gran “sequía”

Foto: Una aldeana carga agua no apta para el consumo en medio de una grave sequía en Kunming, en la provincia china de Yunnan (Reuters).
Una aldeana carga agua no apta para el consumo en medio de una grave sequía en Kunming, en la provincia china de Yunnan (Reuters).

Más de 27.000 ríos han desaparecido en China desde los años 50 del siglo pasado. Décadas de progreso descontrolado han terminado por agotar o contaminar los acuíferos destinados a abastecer a una quinta parte de la población mundial. En la actualidad, el país asiático cuenta con menos del 7% de las reservas globales y una demanda creciente, factores que parecen empujar a la segunda economía del mundo a su próxima gran crisis.

En la cordillera del Himalaya, conocida también como el Tercer Polo de la Tierra, nacen los tres grandes ríos que, tradicionalmente, han cubierto la demanda de agua en China. El Mekong, que atraviesa seis países hasta su desembocadura en el Golfo de Tailandia, el Yangtsé, el tercero más largo del mundo tras el Nilo y el Amazonas, y el Río Amarillo, cuyas aguas, prácticamente inservibles para el uso agrícola o industrial, dan fe de la delicada situación que atraviesan los principales cursos fluviales del país y sus afluentes.

'El tiempo se agota y no sé lo que pasará. Se intenta cambiar en diez años lo que se ha destruido en más de medio siglo'

“Uno de los grandes ríos amenazados debido a la expansión descontrolada de la industria del carbón es el río Kuye, un afluente del Río Amarillo con unos 878.000 residentes en su cuenca. En el curso alto del Kuye, en las provincias (septentrionales) de Shaanxi y Mongolia Interior, se encuentra la explotación de carbón más grande del país, Shenfu-Dongsheng. Dicha explotación ha aumentado su ritmo de producción de unos 55 millones de toneladas en 2006 a 173 millones en 2011, algo que ha tenido un serio impacto en el curso fluvial del citado río, el cual ha disminuido hasta experimentar períodos prolongados de sequía desde el año 2000”, asegura a El Confidencial Du Sha, responsable de la campaña de tóxicos de Greenpeace en el Este de Asia.

La demanda de agua derivada de las explotaciones carboníferas no es la única cara visible de las consecuencias que el desarrollo chino ha tenido sobre las reservas de agua del país. El aumento de la población y el consecuente crecimiento de los asentamientos urbanos son otra de las principales causas del problema.

“Los cursos de ríos como el de la Perla se están secando poco a poco. Los glaciares en la cordillera del Himalaya son cada vez más pequeños y, sin un flujo de agua continuo, los cortes de agua que hemos vivido en los últimos años irán a más. Los estudios con los que contamos ahora concluyen que la demanda superará a la oferta en 2030 pero, en mi opinión, y atendiendo al ritmo al que crecen las ciudades de segundo y tercer nivel, esto ocurrirá mucho antes”, afirma a este diario Wong Yuen, experto en desarrollo sostenible de la Universidad Jinan de Guangzhou.

El problema apuntado por Wong, el de los cortes de agua en las grandes ciudades, no es desconocido para la mayoría de las urbes chinas. Llamativo es el caso de Shenzhen, en el sur del país, una ciudad donde, de media, llueve cada tres días, pero que a principios de los años 90 tuvo durante semanas a gran parte de su población sin agua corriente y que, además, se espera tenga una demanda por encima de la oferta en 2020.

“El caso de Shenzhen fue muy complicado y muy sencillo a la vez. Contaminación industrial, malas infraestructuras que producían un gran desperdicio de agua y un sistema de almacenamiento obsoleto fueron las causas que provocaron que una de las ciudades más húmedas de China fuera, al mismo tiempo, de las más secas”, recuerda Wong. Sin embargo, el experto asegura que la situación ha mejorado y, aunque no se muestra especialmente optimista respecto al futuro del abastecimiento de agua en el país, si cree que se debe “esperar hasta ver cómo termina lo del trasvase”.

El gran trasvase

El trasvase al que hace referencia Wong es uno de los planes más ambiciosos del Ejecutivo chino. Basado en una idea de Mao Zedong a mediados del siglo XX, Pekín comenzó en 2002 un gran proyecto de ingeniería que, en palabras del propio Mao “debía de llevar el agua de donde había (Sur) a donde no la había (Norte)”.

Esta gran obra de ingeniería, que tiene como objetivo final proporcionar casi 45.000 millones de metros cúbicos anuales a más de 400 millones de habitantes, ha desplazado a cerca de de medio millón de personas y recibido la crítica, casi unánime, de grupos ecologistas, que aseguran que este gran proyecto, sin una adecuación de las obsoletas infraestructuras urbanas y una potabilización de los recursos hídricos, no servirá de nada. “Abordar el tema de la contaminación del agua en China es urgente. Según datos oficiales, cerca de 280 millones de ciudadanos chinos beben agua considerada insalubre y cerca de un 60 por ciento de los acuíferos subterráneos están seriamente afectados”, apunta Du Sha.

Desde el Ministerio de Recursos Hidrícos de China, sin embargo, se muestran confiados en que las obras llegaran a buen término y que, aunque no resolverán el problema del abastecimiento de forma permanente, sí permitirán “seguir trabajando”. “El primer tramo del trasvase de agua Sur-Norte entró en funcionamiento a finales de 2014 y más de 30 millones de personas se benefician de él en Pekín, Hebei, Henan y Tianjín. Los resultados son positivos y esperamos que los otros dos tramos, el Oriental y el Occidental, traigan resultados igual de satisfactorios”, declaran a El Confidencial desde el ministerio.

Preguntados acerca de la contaminación de los acuíferos que, según los grupos ecologistas, es el principal problema en el medio y largo plazo, estas mismas fuentes se limitan a asegurar que se “está trabajando en esta cuestión y dando los pasos necesarios para garantizar que tanto los ríos como las aguas subterráneas de China sean seguras y que el crecimiento y el desarrollo de los nuevos emplazamientos urbanos se lleve a cabo de una manera planificada y sostenible”.

Desde Greenpeace también creen que se han dado pasos en la buena dirección al mejorar los mecanismos para sancionar a aquellas compañías que sigan contaminando los ríos y abogan por reforzar la prevención para, al menos, “garantizar que las reservas de agua consideradas seguras no sigan disminuyendo”.

La lenta desaparición de los ríos y los acuíferos subterráneos, el crecimiento desordenado de las ciudades y una red de abastecimiento obsoleta e ineficiente son, en definitiva, los problemas contra los que China lucha a contrarreloj para evitar su gran “sequía”. “El tiempo se agota y no sé lo que pasará. Se intenta cambiar en diez años lo que se ha destruido en más de medio siglo y no sé si eso, hablando de un tema tan delicado como es el agua, será posible”, concluye Wong.

Más de 27.000 ríos han desaparecido en China desde los años 50 del siglo pasado. Décadas de progreso descontrolado han terminado por agotar o contaminar los acuíferos destinados a abastecer a una quinta parte de la población mundial. En la actualidad, el país asiático cuenta con menos del 7% de las reservas globales y una demanda creciente, factores que parecen empujar a la segunda economía del mundo a su próxima gran crisis.

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