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La 'pesadilla' de votar en EEUU: ocho claves que complican la jornada electoral
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DÍA LABORABLE, MÁQUINAS OBSOLETAS y otros retos

La 'pesadilla' de votar en EEUU: ocho claves que complican la jornada electoral

Te registraste a tiempo, tienes tu carnet de conducir en regla, tu jefe te deja perder dos horas, y aquí estás, el martes a las ocho de la mañana, en tu 'colegio'. Así es votar en EEUU

Foto: Simpatizantes de Hillary Clinton durante una marcha por el puente de Brooklyn, en Nueva York (Reuters).
Simpatizantes de Hillary Clinton durante una marcha por el puente de Brooklyn, en Nueva York (Reuters).

¿Se lo pone fácil una de las democracias más antiguas, y la segunda más poblada del mundo, a sus votantes? En un país con más de 240 millones de personas con derecho al voto, en el que no existe un documento nacional de identidad, y hay más de 8.000 circunscripciones electorales con sus normas particulares, algo tan sencillo como ir a votar puede acabar siendo una prueba de resistencia. Las peculiaridades del sistema estadounidense, desde el paso extra de registrarse hasta los cientos de diseños de papeletas distintos y las decenas de cuestiones sobre las que el votante ha de decidir, son para muchos expertos causa, al menos en parte, de la baja participación. He aquí ocho razones por las que votar en EEUU no es precisamente sencillo.

Registrarse antes de votar

Una semana antes de que se celebren las elecciones se cierra el plazo para registrarse como votante, un proceso que implica normalmente rellenar una solicitud oficial en la que hay que demostrar ser ciudadano, mayor de edad y el lugar de residencia, y que hay que repetir cada vez que uno cambia de domicilio. El 70% de los estadounidenses con derecho al voto pasan por este trámite, aunque no todos votan (en las últimas presidencial, un 67% de los registrados). Pero si al restante 30% que no se registra se lo pusieran más fácil, ¿cuántos votarían?

'Somos uno de los pocos países del mundo que exige este paso previo al votante. Nosotros hemos trasladado la responsabilidad del ciudadano al Gobierno. En Oregón, ha supuesto de golpe 300.000 nuevos votantes registrados'

Algunos estados han aprobado leyes para que sea posible registrarse al mismo tiempo que uno deposita su papeleta, el día de la votación. Pero esto supone más colas y esperas en los lugares de recepción de votos. Treinta estados han aprobado para estas elecciones la posibilidad de registrarse online, algo que se espera tenga una incidencia directa en la participación. En Arizona esta medida aumentó el número de votantes registrados entre los 18 y los 24 años de edad del 29% al 53% en las últimas elecciones legislativas. Oregón, Washington y Colorado han puesto en práctica por primera vez en la historia de EEUU el registro automático para todos los ciudadanos con carnet de conducir.

“Somos uno de los pocos países del mundo que exige este paso previo al votante”, explica a El Confidencial Phil Keisling, ex secretario de estado de Oregón y uno de los principales impulsores de las reformas en este estado. “Nosotros hemos trasladado la responsabilidad del ciudadano al Gobierno. Es el Gobierno el que debe asegurarse de que registra al ciudadano, y no al revés. Esto, en Oregón, ha supuesto de golpe 300.000 nuevos votantes registrados. Se puede imaginar lo que puede suponer a nivel federal si la medida se implementara en los demás estados, teniendo en cuenta que hay más de 50 millones de personas que podrían registrarse pero no lo hacen”.

No existe el carnet de identidad

En algunos estados es posible identificarse simplemente presentando una carta con la factura de la luz, mientras que en otros se exige un documento oficial con foto, lo cual es un verdadero quebradero de cabeza para los votantes sin carnet de conducir (un 18% de la población mayor de 65 no tiene un documento identificativo oficial válido, por ejemplo).

Exigir un carnet con foto es una medida relativamente reciente (que se aplica en 8 estados, la mayoría republicanos) y, para muchos, un intento de ponérselo difícil a determinado tipo de votantes. “Una más alta participación favorece a los demócratas, por eso todas las normas y leyes que tienen que ver con cómo se celebran unas elecciones, quién puede votar, dónde, etc, son asuntos muy politizados”, explica el ex secretario de estado de Oregón. Los estudios demuestran que son los ciudadanos pertenecientes a minorías o con bajo nivel adquisitivo los más perjudicados. “Gente pobre, con trabajos de jornadas muy largas, con poco tiempo para papeleo burocrático, con dificultades, por ejemplo, para encontrar su partida de nacimiento o para pagar las tasas que son necesarias para obtenerla”, enumera.

Foto: (Ilustración: Raúl Arias)

Votar en día de diario

Es una tradición aparentemente intocable que todo proceso electoral se celebre en un martes. Los trabajadores por cuenta ajena tienen derecho a dos horas de ausencia en un día de elecciones para ejercer su derecho al voto, pero como resulta lógico, no todo el mundo trabaja por cuenta ajena o tiene posibilidad real de tomarse este tiempo. En muchos estados esto se soluciona con la posibilidad de votar por correo o el voto temprano, donde los electores acuden al mismo lugar de las elecciones en días previos y pueden depositar sus papeletas. El voto por correo o el voto en ausencia es muy prevalente en EEUU y en muchos estados relativamente sencillo.

En Oregon, Colorado y Washington han cortado por lo sano: el voto se realiza sólo por correo y el plazo para entregar la papeleta, por correo o en buzones específicos, es de dos semanas. La autenticidad del votante se verifica con la firma. “Estamos usando una tecnología del siglo X antes de Cristo, el papel, y una institución del siglo XVIII, el servicio postal. En otros estados siguen insistiendo en hacer salir a todo el mundo de casa el mismo día, como se hacía en la Grecia clásica de 500 años antes de Cristo”, considera Phil Keisling, que rechaza, al igual que Mirken, que estas medidas favorezcan el fraude.

Colas y distancias

Te registraste a tiempo (o llevas registrado desde los 18 años y no has cambiado de casa ni de apellido); tienes tu carnet de conducir en regla, tu jefe te deja perder dos horas para ir a votar, y aquí estás, el martes a las ocho de la mañana, en tu centro de recogida de votos correspondiente. Si vives en una ciudad grande, lo más probable es que no tengas que esperar mucho. Si vives en una zona rural, es muy posible que hayas tenido que viajar en coche hasta el lugar más cercano, y es muy posible que como tú, otros tantos votantes hayan tenido que hacer lo mismo. Ahora están todos haciendo cola, y los trabajadores del centro de votación no encuentran en la lista el nombre de alguna persona, o hay una letra cambiada en su apellido, o discuten con otra persona que insiste que tiene derecho a registrarse allí mismo, o una máquina se ha roto. Conclusión: lo mismo no te toca hasta dentro de dos horas.

“Las largas colas no son ni mucho menos algo frecuente, pero está claro que ocurren más de lo que deberían”, coincide Bruce Mirken, del Greenlight Institute de California, una fundación especializada en discriminación. “Si vives, digamos, en un lugar en el campo en Mississippi, puede ser que estés muy lejos de cualquier lugar susceptible de ser un centro de recogida de votos y te toque viajar”, añade. La comisión presidencial creada hace un par de años para revisar el proceso electoral en todo EEUU advertía, en una de sus recomendaciones, de que los tiempos de espera no debían superar los 30 minutos. Recomendaba también que se "profesionalizara" el papel de funcionario electoral, ya que decisiones como cuántos centros de votación montar y dónde dependen de cargos públicos (elegidos o designados, pero con afiliación de partido). La única manera de reclamar si uno tiene su centro de votación demasiado lejos es en los tribunales. “Evidentemente, no es la mejor manera, puesto que para cuando se consigue una decisión judicial las elecciones hace tiempo que se celebraron. Pero ha habido demandas que por ejemplo la ACLU (Unión Americana de Libertades Civiles) ha llevado adelante y se han ganado, así que siempre es una vía”, añade Mirken.

No hay colegios electorales fijos

Si el lector se ha fijado en que hasta el momento no se ha usado la palabra “colegio electoral” optando por una mucho más alambicada construcción “centro de recogida de votos” es porque, de hecho, los votos no se depositan en un colegio. Siendo día de diario, las “polling stations” se montan en todo tipo de edificios que se presten a ello, desde iglesias a estaciones de bomberos. “De hecho, muchas se montan en las bibliotecas o los auditorios de escuelas públicas o privadas”, advierte Mirken. Exactamente, un tercio. Pero también puede ser en una biblioteca municipal o en el centro de la logia masónica, como en el barrio angelino de Los Feliz. En el colmo de lo improvisado, algunas se montan en una casa particular.

Al contrario que en España, los miembros de la "mesa electoral" son voluntarios y cobran entre 200 y 300 dólares por la jornada. No hay ninguna obligación de dar el día libre, por lo que abundan estudiantes y jubilados, que han recibido una formación de alrededor de 4 horas. Teniendo en cuenta lo complicado de las papeletas y las máquinas que se usan para votar, en muchas ocasiones no es suficiente.

Foto: Silueta de la candidata demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, capturada durante la campaña en Des Moines, Iowa. (Reuters)

Máquinas obsoletas y papeletas confusas

Vencidos los obstáculos logísticos, llega el momento de elegir a quién votar y dejarlo bien claro en la papeleta. Tras el trauma colectivo que supusieron las elecciones de 2000 y las infames papeletas con agujeros de los condados de Florida que terminaron por ser decisivos en el triunfo de George W Bush por 537 votos, muchos estados y condados invirtieron en maquinaria electrónica para modernizar y hacer más fiable el proceso. Cada cual a su manera. Hay máquinas que escanean el voto de papel. Hay máquinas de pantalla táctil. Todavía hay sitios donde se vota con los punzones y papeletas troqueladas. Hay softwares diferentes de voto electrónico con o sin papeleta física. Y todos ellos están quedando obsoletos después de más de una década. El hecho de que no haya una pauta federal, ni tan siquiera estatal, sobre la mejor manera de realizar el proceso hace que las administraciones locales no quieran invertir en modernizar sus equipos y que las compañías que diseñan todos estos sistemas no lancen nuevos productos al mercado. Muchas voces advierten del grave riesgo que las elecciones de 2016 tienen de sufrir un colapso con máquinas que se rompan o sean susceptibles a ser hackeadas.

Muchas voces advierten del grave riesgo que las elecciones de 2016 tienen de sufrir un colapso con máquinas que se rompan o sean susceptibles a ser hackeadas

Al mismo tiempo, el diseño tanto de las propias papeletas físicas como de los softwares electrónicos deja mucho que desear en términos de claridad y simplicidad. Hay leyes estatales de lo más peculiares. En NY, por ejemplo, por ley hay que poner un dibujo de una mano con el dedo índice señalando delante de cada opción. En California, otra ley antediluviana especifica que el orden en que se presenta el nombre de los candidatos desde ser aleatorio y no alfabético, en teoría para evitar que los candidatos cuyos nombres empiezan por A, B, C, etc tengan ventaja sobre los demás, lo cual, como es de suponer, hace algo más difícil encontrar al candidato que uno busca. Una variedad de tipos de letra y tamaños, y papeletas diseñadas por los funcionarios de cada secretaria de estado, y no por diseñadores gráficos, da como resultado aberraciones como las famosas papeletas “mariposa” del año 2000.

Se calcula que el diseño confuso fue la causa del más de medio millón de votos anulados en las elecciones de 2008 y 2010.

No se vota solo por un partido o un candidato

No sería tan importante el diseño de las papeletas si solamente hubiera que elegir entre Hillary Clinton y Donald Trump, y sus respectivos vice presidentes; pero nada más lejos de la realidad. Debido a la estructura federal del país, al número y la variedad de jurisdicciones, las elecciones en EEUU son más complejas que en casi ningún otro país del mundo. Junto con el presidente y vicepresidente del país, se eligen los senadores o congresistas de cada estado que toca sustituir en Washington, y los representantes en las asambleas estatales, en los organismos del condado o en los tribunales superiores.

A esto hay que añadir, en los estados con iniciativas populares y referendums, las propuestas legislativas. Este año, en California, hay un récord de 17, que tratan del consumo de marihuana a la aplicación de la pena de muerte, pasando por la regulación del uso de armas, el uso de condones en el cine porno, los precios de las medicinas o la financiación de las escuelas públicas. Esto ha supuesto el envío de una guía electoral de 224 páginas que ha costado al estado 15 millones de dólares. California se lleva la palma, pero en todo EEUU 35 estados votarán 156 medidas diferentes.

A pesar de ser un firme defensor de la democracia directa, Bruce Mirken, del Greenlight Institute, reconoce: “Este año votar en California va a ser un desafío. No sólo están las 17 iniciativas estatales sino que cada municipio tiene las suyas propias. En San Francisco, donde yo vivo, hay otras 15 cuestiones municipales sobre las que decidir. Son mis deberes para el fin de semana”, bromea. Es en parte consecuencia de querer concentrar el mayor numero de iniciativas en un año de elecciones presidenciales, que, por experiencia, aumenta la participación. “Sin duda, para personas con dos trabajos de bajo sueldo, o que estudian y trabajan, no es algo muy viable”.

Aun teniendo tiempo, hay que estar fresco de mente para leer las prolijas instrucciones (donde se especifica hasta el impacto fiscal de cada propuesta), y la mayoría están redactadas de una manera deliberadamente confusa. Los anuncios de tv o radio no ayudan: “¿Está usted a favor de que se prohíba el uso de las bolsas de plástico… o quiere ayudar al medio ambiente?”. En ocasiones averiguar lo que uno está votando exige un trabajo detectivesco para desentrañar qué grupos de presión defienden o se oponen a cada una de las medidas y a quién pueden o no beneficiar.

El idioma

Todos los puntos anteriores tienen aun mayor impacto en la población que no domina el inglés, que no es la lengua nativa de unos 10 millones de votantes en EEU. Incluso en las circunscripciones que se ofrecen papeletas en otro idioma que inglés, (que en 2012 fueron 248) está el problema de los voluntarios que trabajan en el centro de recogida de votos o las muchas otras instrucciones o comunicaciones oficiales que preceden al mismo día de las elecciones. Por primera vez este año, en California, las instrucciones para registrarse para votar se han publicado en 12 idiomas diferentes. Un paso adelante.

“Si fuera por mí, lo ideal sería que todos los estados se fueran pareciendo cada vez más a Oregón, y menos a Texas”, concluye Mirken. No sería fácil ni popular tomar medidas a nivel federal, pero para este experto sería la mejor manera de garantizar el acceso al voto de las minorías y las personas con ingresos muy bajos. “Al menos, a nivel estatal, organizaciones como la nuestra van consiguiendo pequeñas victorias”.

Estamos anclados en el pasado, y la gente está más ocupada que nunca. ¿Por qué convertimos participar en las elecciones en una prueba de resistencia?”, reflexiona Keisling. “Llegará el día en que los votantes querrán recibir la papeleta en su teléfono. Nuestro sistema es un paso en ese sentido, muchos estados “azules” (de mayoría demócrata) están pasando leyes similares. Ahorra dinero y facilita la participación. Y es muy popular entre los votantes, todas las encuestas así lo demuestran”.

¿Se lo pone fácil una de las democracias más antiguas, y la segunda más poblada del mundo, a sus votantes? En un país con más de 240 millones de personas con derecho al voto, en el que no existe un documento nacional de identidad, y hay más de 8.000 circunscripciones electorales con sus normas particulares, algo tan sencillo como ir a votar puede acabar siendo una prueba de resistencia. Las peculiaridades del sistema estadounidense, desde el paso extra de registrarse hasta los cientos de diseños de papeletas distintos y las decenas de cuestiones sobre las que el votante ha de decidir, son para muchos expertos causa, al menos en parte, de la baja participación. He aquí ocho razones por las que votar en EEUU no es precisamente sencillo.

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