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Muere Bhumibol, el rey adorado por los tailandeses
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¿Cuál será la deriva institucional del país?

Muere Bhumibol, el rey adorado por los tailandeses

Era el monarca que más tiempo llevaba sentado en un trono. Ahora, su heredero, mucho menos venerado que su padre, debe apaciguar las diferencias entre los grupos políticos

Foto: Tailandeses se lamentan tras recibir la noticia de la muerte del Rey Bhumibol, en Bagkok, el 13 de octubre de 2016 (Reuters).
Tailandeses se lamentan tras recibir la noticia de la muerte del Rey Bhumibol, en Bagkok, el 13 de octubre de 2016 (Reuters).

El 20 de mayo de 1992, la televisión tailandesa emitió una de esas imágenes simbólicas que quedan grabadas en el imaginario colectivo de un país. En ella, un hombre vestido de blanco impoluto y corbata marrón aparecía sentado en un canapé con dos hombres en el suelo postrados a sus pies. El hombre impoluto era el entonces rey, Bhumibol Adulyadej, y los dos hombres postrados, Suchinda Krapayoon y Chamlong Srimuang, dos militares que durante los meses previos se habían enfrentado por el poder en Tailandia; el primero había liderado un golpe de Estado en 1991 y buscaba ser elegido primer ministro, mientras que el segundo se había puesto a la cabeza de las protestas contra su designación como cabeza de gobierno. Las revueltas antigolpistas se saldaron con la muerte de cientos de personas tras una dura represión militar – episodio histórico que se conoce como el “mayo negro” - y llevaron a la intervención televisada del rey.

Esa imagen es considerada por muchos el punto álgido de los 70 años del reinado del también conocido como Rama IX, un monarca venerado por la mayor parte de la población tailandesa, cuya muerte, a los 88 años de edad, ha sido oficialmente confirmada este jueves por el Palacio Real. Tras el anuncio, el primer ministro de Tailandia, el general Prayuth Chan-ocha, se dirigió a la nación a través de un mensaje televisado y anunció que el heredero será el único hijo varón de Bhumibol,Vajiralongkorn, quien será oficialmente coronado como Rama X.

Foto: Una mujer tailandesa llora por la muerte del rey Bhumibol Adulyadej. (EFE)

La intervención en la masacre de 1992 consolidó la imagen de semidiós que Bhumibol tenía ante la sociedad tailandesa. Su retrato cuelga prácticamente en las paredes de cada casa del país y las banderas amarillas que lo representan velan buena parte de sus puertas. Para la mayoría de los tailandeses, Bhumibol, el rey que más tiempo llevaba sentado en un trono, era el único monarca que habían conocido y muchos lo asocian al desarrollo económico y social del país.

Bhumibol no estaba, sin embargo, destinado a ser rey. Su padre, Mahidol Adulyadej, era hijo del rey Chulalongkorn y de una de sus consortes, mientras que su madre ni siquiera tenía sangre real, lo que le situaba muy lejos del trono en la línea sucesoria. Tanto que Bhumibol ni siquiera nació en Tailandia, sino en Massachusetts, Estados Unidos, durante el periodo que su padre pasó en Harvard estudiando salud pública. Durante años, Bhumibol recibió una educación totalmente despreocupada de las tareas reales que no se esperaba que tuviera que asumir nunca. Tras una breve estancia en Bangkok cuando tenía apenas 2 años, su madre se lo llevó a Suiza, donde el francés se convirtió en su idioma de referencia. Así, Bhumibol apenas aprendió tailandés o las rígidas tradiciones reales y religiosas del país.

Su llegada al trono tampoco fue sencilla. A mediados del siglo XX, la monarquía tailandesa se encontraba en caída libre. En 1932, un golpe de Estado obligó a Rama VII a ceder sus poderes absolutos y someterse a una Constitución parlamentaria. El entonces monarca no aguantó la presión y abdicó en 1935 en el hermano mayor de Bhumibol, Ananda. Tampoco parecía entonces que Bhumibol estuviera llamado a ocupar nunca el trono. Sin embargo, en 1946, Ananda apareció muerto en su habitación en extrañas circunstancias con un tiro en la cabeza.

Bhumibol tuvo que empezar entonces una difícil lucha de poder para dejar de ser la figura simbólica que muchos pretendían que fuera. En 1951, el nuevo rey – Bhumibol no fue oficialmente coronado hasta 1950 - intentó una primera intervención política cuando se negó a volver a Bangkok desde su residencia en Hua Hin, a tres horas en coche al sur de la capital, para firmar la nueva Constitución redactada tras un golpe de Estado. En esa ocasión tuvo que claudicar, pero poco a poco Rama IX fue incrementando su autoridad ante los militares, en un país que ha vivido 19 golpes de Estado, 12 de ellos exitosos, desde 1932.

Rama IX, una figura de unión

La salud de Bhumibol llevaba una década siendo suscitando rumores. La frecuencia de las apariciones públicas del monarca se había reducido paulatinamente, mientras las visitas al hospital se incrementaban. Sin embargo, la draconiana ley de lesa majestad que impera en el país, y que contempla penas de entre 3 y 15 años de cárcel para cualquiera que insulte a la monarquía, ha disuadido durante años cualquier discusión sobre el estado del rey, dando rienda suelta a las a los rumores.

Muchos interrogantes se abren tras la muerte de un monarca que era visto como el principal pilar de estabilidad en un país que lleva más de 10 años inmerso en un conflicto político entre dos grupos opuestos, los camisas rojas y los camisas amarillas, que han tomado las calles en varias ocasiones.

El primer interrogante es si el futuro monarca Rama X, mucho menos venerado que su padre, será capaz de aglutinar a los tailandeses y apaciguar las diferencias entre los grupos políticos. Una de las claves será la posición que tome Thaksin Shinawatra, antiguo primer ministro depuesto en un golpe en 2006. Thaksin, que hoy vive en el exilio, ha agitado la política tailandesa durante los últimos años, levantando pasiones entre los camisas rojas, mayoritariamente procedentes de clases rurales del norte y noreste del país, y provocando odios entre los camisas amarillas, ultramonárquicos procedentes de la capital y del sur del país. No obstante, no se espera que haya tensiones entre ambos grupos en los meses siguientes a la muerte del monarca.

El primer interrogante es si el futuro monarca Rama X, mucho menos venerado que su padre, será capaz de aglutinar a los tailandeses y apaciguar las diferencias

Otro interrogante es la deriva institucional del país. En mayo de 2014, una junta militar dirigida por el general Prayuth Chan-ocha, tomó el poder, después de meses de manifestaciones de los camisas amarillas. Desde entonces, el gobierno castrense ha prometido que está siguiendo una hoja de ruta para reinstaturar la democracia en el país. Así, el pasado mes de agosto una nueva Constitución, redactada por los militares, fue aprobada en referendum, pero aún no ha recibido la sanción real. Los militares tendrán así que esperar a que el nuevo rey Rama X estampe su firma sobre la Carta Magna para que entre en vigor. Además las elecciones que la junta militar había prometido para 2017 podrían ser pospuestas de forma indefinida.

El gobierno ha declarado un periodo de duelo de un año para los oficiales del gobierno. Un duelo que los tailandeses ya habían comenzado antes de conocer la noticia, pero cuando ya se la temían. Minutos antes de recibir el anuncio oficial, cientos de personas ya esperaban a la puerta del hospital donde se encontraba el monarca cantando entre sollozos “larga vida al rey”.

El 20 de mayo de 1992, la televisión tailandesa emitió una de esas imágenes simbólicas que quedan grabadas en el imaginario colectivo de un país. En ella, un hombre vestido de blanco impoluto y corbata marrón aparecía sentado en un canapé con dos hombres en el suelo postrados a sus pies. El hombre impoluto era el entonces rey, Bhumibol Adulyadej, y los dos hombres postrados, Suchinda Krapayoon y Chamlong Srimuang, dos militares que durante los meses previos se habían enfrentado por el poder en Tailandia; el primero había liderado un golpe de Estado en 1991 y buscaba ser elegido primer ministro, mientras que el segundo se había puesto a la cabeza de las protestas contra su designación como cabeza de gobierno. Las revueltas antigolpistas se saldaron con la muerte de cientos de personas tras una dura represión militar – episodio histórico que se conoce como el “mayo negro” - y llevaron a la intervención televisada del rey.

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