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El 'tsunami' de impuestos de Syriza ahoga a los pequeños empresarios de Grecia
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un cuarto del trabajo no se declara a hacienda

El 'tsunami' de impuestos de Syriza ahoga a los pequeños empresarios de Grecia

La aprobación de toda una batería impositiva en los dos últimos meses está asfixiando a consumidores y propietarios de pequeños y medianos negocios, disparando la economía sumergida

Foto: Una clienta en una tienda de "Todo a un euro" en Atenas (Reuters)
Una clienta en una tienda de "Todo a un euro" en Atenas (Reuters)

La economía griega no levanta cabeza. Mientras las grandes empresas extranjeras se llevan la gran tajada de las privatizaciones de los valores seguros (puertos, aeropuertos, compañías de agua) sobrevivir como pequeño y mediano empresario en Grecia se ha convertido una tarea destinada, con gran probabilidad, al fracaso.

Primero por el decreto de control de capitales de hace poco más de un año, que sigue vigente, y que desde su aplicación ha terminado por estrangular el consumo en una economía tan centrada en los servicios, lo que ha su vez ha llevado, según cálculos de la confederación de comerciantes (ESEE), al cierre de la friolera de 25.990 negocios, frente a apenas 3.000 que se han abierto en el mismo periodo.

La limitación de mover dinero ha impedido pagar a proveedores, salarios… y muchos echaron la persiana sin pensárselo dos veces, sabiendo que las restricciones tardan mucho en levantarse. En Chipre, un país mucho más disciplinado, perduraron dos años.

El Gobierno griego debe ahorrar 5.400 millones de euros al año para percibir el rescate, que saldrán de la reforma de las pensiones y la subida de impuestos, sobre todo los indirectos

Pero había más sorpresas a la vuelta de la esquina, un verdadero ‘tsunami’ de impuestos que ha dado el tiro de gracia a los más resistentes. En dos sesiones el Parlamento griego, con un Alexis Tsipras de gesto sin duda torcido, aprobaba tres paquetes de medidas como parte de los 5.400 millones de euros al año que debe ahorrar el Gobierno para que le abonen el rescate: reforma profunda de las pensiones, subida de los impuestos directos y aumento de los indirectos.

Y estos últimos han sido los más dolorosos en una comunidad empresarial que hace equilibrios en la cuerda floja: subida del IVA al 24% (no era la primera subida promulgada por Tsipras, ya lo subió al 23% en julio de 2015), nuevas tasas al tabaco, al café, telecomunicaciones, gas natural, gasolina… prácticamente ningún sector se quedaba sin su parte del impacto. Las islas perdieron su preciado descuento en el IVA. El turismo, joya de la corona (quizás la única) de la economía griega veía como se imponían nuevas tasas por huésped y día en los hoteles.

"Nos están llevando al fondo del pozo"

Yannis tiene 32 años y ha invertido en varios sectores de la hostelería desde que salió de su Ítaca natal. Nada más comenzar el control de capitales tuvo que cerrar una pequeña startup turística porque el negocio difícilmente iba a poder funcionar sin poder operar con el extranjero. Pagó el salario a sus empleados y echó la persiana. Aunque tuvo relativa suerte, ya que pudo mantener a flote un bar en el centro de Atenas junto a su socio, además de una pequeña tienda de complementos en Ítaca.

Para él intentar hacer negocios en Grecia es tan complicado que ha decidido abrir una nueva tienda en Chipre, donde sí ve más posibilidades: “Chipre es una salida razonable porque está muy cerca de Grecia y tiene una situación económica y política estable, aunque tenga algunos problemas. Las condiciones para los emprendedores no son hostiles como en Grecia”, asegura. “Durante la crisis económica se han destruido profesiones enteras y sectores enteros y los que no, han tenido que cambiar su manera de funcionar”, describe. “Desde el punto de vista del negocio tuvimos que diversificar porque no sabíamos qué [parte del negocio] sobreviviría y cual no”, reconoce.

"Para finales de 2016 veremos el cierre de muchos más comercios. Los consumidores no pueden comprar ni lo básico", afirma un empresario de la hostelería

A pesar de su carácter optimista, al hablar de su país pierde la sonrisa: “Grecia no ha llegado al fondo del pozo, pero las condiciones nos están llevando a ese punto”, ya que desde su punto de vista “todos los sectores están en recesión y el poder adquisitivo [de la gente] es reducido o directamente inexistente”. Y “el incremento del IVA al 24% durante una recesión para los ‘exprimidos’ consumidores es catastrófico”, y “si unimos la bajada de las pensiones y el resto de medidas, para el fin de 2016 veremos muchos más cierres [de comercios]. Los consumidores no pueden comprar ni lo básico”.

Yannis evita pronunciar nombres de políticos, pero no oculta su rabia para con ellos, ya que cree que “se aprovechan de la gente, que está muy cansada de la situación, con palabras bonitas y soluciones imposibles”, y para él “es triste”, ya que “todo el mundo sabe que exterminando a los empresarios y autónomos no se recaudarán impuestos y tendremos que reducir más los salarios y pensiones… y aún así se continúa por este camino para conseguir rédito político a corto plazo”.

“Nuestro país ha demostrado ser financieramente analfabeto y no quiere o se ha olvidado de que hay controles de capital en el país”, remata Yannis, porque para él “es una broma hablar de economía, negocios, inversiones y crecimiento cuando tenemos controles de capital”.

"El 90% de los comerciantes hace lo mismo"

Ana está en la treintena y en una situación más precaria. Junto a su padres, con los que dirige el negocio familiar, antes de que la situación se pusiera tan espinosa importaba productos de China para venderlos en un par de austeras tiendas, situadas en un barrio obrero, mientras que ahora produce en Grecia para exportar a China. “Vendemos accesorios, pequeños productos de entre uno y diez euros, de hecho el 70% son de un euro”, explica, “y a pesar de los bajos precios la gente se queja siempre, quieren descuentos”.

"Muchos clientes nos dicen enfadados: 'No nos des recibo, ya pagamos lo suficiente'", explica la propietaria de una tienda de productos baratos

“Muchos de los clientes nos dicen enfadados: ‘No nos des recibo, ya pagamos suficiente’, destaca Ana, que asegura que, a pesar de todo y tras el aumento al 24 % del IVA no han aumentado los precios “porque sería imposible que [los clientes] compraran, el poder adquisitivo de los griegos se ha reducido dramáticamente”.

El enfado no se limita solamente a sus clientes ya que ella también reconoce “sin vergüenza” que no paga todos los impuestos que debería: “Lo hago para sobrevivir, el Estado me empuja a este comportamiento, al freírnos a impuestos y contribuciones sin parar, la única solución es no dar recibos y gracias a ello puedo tener un salario”.

Ana no se siente sola en este comportamiento: “Estoy segura de que el 90% de los comerciantes actúa igual”, concluye. En un estudio publicado recientemente por el ministerio de Trabajo y refrendado por los principales agentes sociales, se describe como el tamaño de la economía sumergida en Grecia alcanza el 25% del PIB, mientras que un cuarto de los trabajos remunerados no se declaran a Hacienda.

La economía griega no levanta cabeza. Mientras las grandes empresas extranjeras se llevan la gran tajada de las privatizaciones de los valores seguros (puertos, aeropuertos, compañías de agua) sobrevivir como pequeño y mediano empresario en Grecia se ha convertido una tarea destinada, con gran probabilidad, al fracaso.

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