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Viaje a Lunel, el vivero yihadista de Francia
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EL PRESTIGIO DE QUIENES REGRESARON DE SIRIA

Viaje a Lunel, el vivero yihadista de Francia

Un tipo de pantalones traídos desde Siria es uno de sus rasgos distintivos, un símbolo de prestigio de los yihadistas regresados. Estamos en Lunel, la "fábrica de odio" de Francia

Foto: La calle Gabriel Peri, el corazón comercial de Lunel. (Foto: N. Campos)
La calle Gabriel Peri, el corazón comercial de Lunel. (Foto: N. Campos)

El ambiente en la ciudad es tenso. Al caminar por las callejuelas medievales del casco histórico, habitadas en su mayor parte por población de origen magrebí y donde muchos bajos comerciales están cerrados, las cámaras fotográficas despiertan desconfianza. Por aquí suelen deambular vecinos que han combatido en Siria. Un tipo de pantalones traídos desde allí es uno de sus rasgos distintivos, así como un símbolo de prestigio para el que los lleva. Los portadores de esta prenda despiertan admiración en algunos sectores de la ciudad.

Los atentados del pasado 13 de noviembre en París produjeron tanta sorpresa en Lunel como en el resto de municipios de Francia. O tal vez menos: esta soleada localidad de 25.000 habitantes situada a las puertas de la Camarga, en una extensa zona de viñedos entre Nîmes y Montpellier, es la población que más yihadistas ha enviado a combatir a Siria, 20 personas, de las cuales ocho han muerto en combates contra el ejército de Bashar al Asad. Todos habían nacido en Francia y ninguno había llamado antes la atención de la policía.

Los primeros vecinos de Lunel que partieron hacia Siria lo hicieron en noviembre de 2013. Un año después se produjeron las primeras muertes: cuatro jóvenes de entre 19 y 30 años cayeron en otoño de 2014 cerca de la frontera libanesa, en un bombardeo del ejército sirio. En diciembre del mismo año, en Deir-Ezzor, en el oeste de Siria, murieron Hamza, de 19 años e hijo del antiguo imán de Lunel, y Karim, de 28 años y propietario de un bar de chicha en la ciudad.

Eran chicos normales a los que les gustaba viajar. Nunca dijeron sus intenciones en público”, cuentan a El Confidencial Medine y Yacine, dos jóvenes procedentes del deprimido barrio de La Roquette, donde residían al menos cuatro de los yihadistas fallecidos. El séptimo en caer fue Abu Bakr, de 21 años, muerto en abril de 2015 durante un ataque suicida con coche bomba en la frontera iraquí-jordana. El octavo murió en mayo de este año por causas aún desconocidas. Un joven de Lunel que prefiere permanecer en el anonimato y que también conoció a varios de los finados afirma que los motivos de estos para ir a Siria eran “humanitarios”.

"Lunel es una fábrica de odio"

Estos sucesos han situado a Lunel en el punto de mira de los medios de comunicación y de los servicios de inteligencia franceses. Hace solo unos meses detuvieron en la localidad a cinco individuos pertenecientes a una supuesta célula yihadista. El alcalde, Claude Arnaud, del partido independiente conservador, negó, tras la muerte de los primeros jóvenes, que existiera una red de islamistas radicales en la ciudad, y aseguró que “la radicalización se produjo principalmente a través de internet, por amigos y familiares”. Sin embargo, los ocho fallecidos parecían conocerse desde su paso por el instituto Louis Feuillade; residían en Lunel y en sus alrededores.

Las palabras del alcalde no han impedido que Lunel haya quedado estigmatizada. La mayoría de los vecinos prefieren no hablar de los jóvenes muertos en Siria. Los que se atreven a hacerlo, a escondidas, mencionan la falta de entendimiento entre la comunidad musulmana, que representa un tercio de la población, y el resto de habitantes. “Por una parte están las familias francesas más o menos tradicionales y, por otra, las madres con velo, a menudo traídas desde Argelia por sus maridos franceses, que cada vez exigen más a los maestros de escuela: carne 'halal' e incluso un tiempo de rezo para sus hijos”, explica una profesora que prefiere permanecer en el anonimato.

Por una parte están las familias francesas más o menos tradicionales y por otra las madres con velo, que cada vez exigen más a los maestros: carne halal e incluso un tiempo de rezo para sus hijos, explica una profesora

La reproducción de una Estatua de la Libertad situada en una céntrica rotonda, en la que se ha colgado el cartel 'Nous sommes la France' sobre un memorial por las víctimas de los atentados, puede producir una sensación de unidad entre los 'lunellois'. Pero las palabras de Sandrine Cizos, presidenta de la asociación cultural Pecheurs d’images, la desmienten, y refuerzan la opinión pesimista de la profesora. “Son dos comunidades que se ignoran y recelan la una de la otra. Existe un islam de viviendas sociales radicalizado a través de mentiras difundidas por internet para a atraer a los jóvenes desocupados hacia la aventura de la yihad. Hay mucho paro juvenil en un contexto de liberación de la palabra racista por ambos lados”.

Paro juvenil, racismo, exclusión social e internet son factores que los expertos repiten continuamente como desencadenantes de la radicalización. El tópico dice, además, que Lunel es una tierra de tradición xenófoba y propensa a los rumores, como el que circula, contra toda estadística, de que los extranjeros son mayoría.

No quiero caer en el victimismo musulmán”, sostiene Jacques Choukroun, 'pied-noir' repatriado de Argelia en 1962 y residente en Lunel, “pero Lunel, a su manera, ha sido una fábrica de odio”. Choukroun cita algunos episodios históricos para justificarse: “Después de haber acogido a numerosos judíos españoles en la Edad Media, y muchos protestantes en el siglo XVII, se produjeron actos xenófobos durante la llegada de la migración italiana, a principios del siglo XX. Se habla de ‘partidas de caza’ al emigrante que venía a ‘robar’ el pan de los obreros agrícolas locales”.

"No es raro que la yihad eche raíces aquí"

No obstante, continúa Choukroun, “la época de mayor xenofobia se produjo tras la guerra de Argelia: hasta los años ochenta eran frecuentes los ataques racistas a magrebíes, cuyos cadáveres aparecían abandonados en los campos y en las obras en construcción, y las pintadas de ‘Muerte a los árabes’ invadían Lunel”. Quien más sufría el racismo era la comunidad 'harki', argelinos que habían apoyado a Francia durante la guerra de independencia del país. “Eran despreciados por los franceses y considerados como traidores y malos musulmanes por los inmigrantes argelinos que iban llegando”.

Desde aquello han pasado décadas, pero los descendientes de esos inmigrantes siguen sin sentirse integrados: “Una parte de los inmigrantes musulmanes, sobre todo los de segunda o tercera generación, que ya son franceses, se han creado un imaginario de la exclusión. A diferencia de sus padres, ya no aceptan insultos ni discriminaciones. No es raro que la yihad eche raíces en esta tierra”, concluye Choukroun. El héroe local es, significativamente, Charles Ménard, militar muerto en combate en Sudán Occidental (actual Mali) en 1892 contra las tropas musulmanas de Dioula Samory, que se habían rebelado frente a las fuerzas coloniales francesas. La estatua de bronce que lo representa pistola en mano campea en pleno centro de Lunel, donde las madres cubiertas con velo suelen ser mayoría entre los viandantes.

Una mezquita polémica

Por más que el alcalde haya negado la existencia de una red de radicalización yihadista en Lunel, muchos no están de acuerdo. El concejal socialista Philippe Moissonnier es uno de ellos. Conoció a dos de los jóvenes que se marcharon a luchar, y lamenta no haber previsto lo que ocurriría. Es uno de los pocos políticos locales que se atreven a romper el silencio: “¿Por qué en una ciudad como Lunel, que tiene problemas pero no más que muchos otros sitios, tantos jóvenes se han marchado a Siria? Tiene que haber algún catalizador o acelerador”.

En ese sentido, muchos apuntan a la mezquita Al-Baraka, situada en una zona comercial a las afueras de la ciudad, y financiada en parte por oscuras donaciones llegadas desde Argelia y Oriente Medio. El edificio, de arquitectura anodina, pasa desapercibido entre las edificaciones de la zona. Sin embargo, la sospecha de prácticas radicales ha planeado desde hace tiempo sobre la mezquita, donde se predican las ideas de Tabligh Jamaat, una secta islámica originaria de la India.

Muchos apuntan a la mezquita Al-Baraka, financiada con oscuras donaciones del exterior, como origen de las prédicas radicales

“Raphael y Ahmed (dos de los jóvenes fallecidos) formaban parte de un grupo de rezo organizado por dos ‘hermanos’ de Tabligh”, declaró en noviembre de 2014 al diario 'Libération' un converso llamado Adam, que frecuentaba la mezquita. “Explicaban en francés las palabras del Profeta. Visitaban en el hospital a los enfermos que estaban solos, cuyos nombres tenían en un cuaderno reservado para estas acciones. Compartían un sentimiento de fraternidad. Decían que el islam no se fija en la nacionalidad de cada persona. Insistían a los fieles en que hicieran las abluciones, pero sin agobiar. A veces pasaban la noche en la mezquita”.

El 6 de enero, un día antes de los atentados de 'Charlie Hebdo' y del supermercado judío de París, el prefecto de la región, Pierre Bousquet, visitó Lunel y dijo “estar preocupado por Al-Baraka”. Poco después, y tras haber subestimado la importancia del problema de los jóvenes yihadistas durante un tiempo, el alcalde mencionó el “enorme peligro” de que en Lunel hubiera “gente regresada de Siria tras haber sido entrenada para disparar y cortar cabezas”, y solicitó al entonces imán de la mezquita, Lahoucine Goumri, que aclarase en público su opinión sobre lo ocurrido.

La mezquita no tiene nada que ver con la marcha de estos jóvenes”, afirmó Goumri. “La decisión de partir a Siria fue individual. Nunca lo hablaron con el imán ni con la dirección de la mezquita. Los musulmanes que vienen son de Lunel y en la ciudad no hay ningún problema. Hay un problema a varios miles de kilómetros de aquí y no lo queremos traer a Lunel”.

El imán, no obstante, se negó a condenar lo sucedido: “¿Quién soy yo para juzgar a estos jóvenes? Solo Dios los juzgará. Si hay que condenar algo, lo haremos. Pero ¿por qué tenemos que condenar a los jóvenes que han ido a Siria a luchar contra una injusticia si las sinagogas no condenan a los franceses que se marcharon el verano pasado a matar bebés palestinos con el ejército israelí? ¿Por qué tiene que hacerlo una mezquita y no las demás religiones?”.

El imán tampoco cree deber advertir a los jóvenes que frecuentan Al-Baraka para evitar posibles viajes a Siria: “Si solo se ha marchado el 0,04% de los musulmanes de Lunel, no entiendo por qué tendría que enviarles un mensaje. Los demás jóvenes no se marchan, así que ¿por qué tendría que hablarles?”. Cuando se le pregunta si conocía a los muchachos fallecidos, Goumri responde: “Algunos venían a la mezquita; otros no. Eran educados y amables, y estaban integrados. Me extraña que se hayan ido”.

¿Y cómo se explica eso?, le preguntamos. “No hay nada que explicar. Se conectan a internet y compran un billete de avión”.

Acto seguido, Goumri pide dar su opinión sobre el problema: “La mayor filial yihadista es François Hollande. Estos jóvenes se vieron animados a marcharse a partir de marzo de 2011, cuando Hollande dijo que Bashar al Asad era un carnicero y un criminal. Los muchachos fueron a luchar contra una injusticia. Fueron bombardeados con vídeos de internet. Vieron cosas horribles y no aceptaron la situación que había”.

El ultra Frente Nacional, con el 49% de los votos en las últimas elecciones, pide acabar con las políticas 'que permiten a los inmigrantes imponer su cultura'

Las elecciones a la presidencia de la Unión de Musulmanes de Lunel (cuyo máximo dirigente suele ser también el imán de la mezquita Al-Baraka) se celebran cada dos años. Goumri no se presentó a los últimos comicios, celebrados pocos días después del atentado de 'Charlie Hebdo'. Le sucedió en el cargo Rachid Belhadj, propietario de un comercio en el centro de Lunel, y considerado como un musulmán más moderado que su predecesor. Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas se preparan nuevas elecciones. Belhadj ha dimitido tras recibir amenazas de muerte de varios fieles de la mezquita, y la tensión entre los diferentes sectores ha obligado a posponer el nombramiento de un nuevo imán.

Por su parte, el partido ultraderechista Frente Nacional, que obtuvo el 49% de los votos en Lunel en la segunda vuelta de las pasadas elecciones regionales, pidió “cerrar la mezquita e investigar sus actividades”. El diputado regional Guillaume Vouzellaud también exige que “se terminen las políticas nacionales que permiten a los inmigrantes imponer su cultura, en lugar de forzarlos a asimilarse y a mostrar una firme voluntad de ser franceses”. En menos de un mes celebrarán elecciones departamentales en Francia. Tras los atentados de París, el Frente Nacional se posiciona como primera fuerza en intención de voto en Lunel. ¿Cerrarán la mezquita en caso de ganar las elecciones?

"Era hijo de un judío. Le gustaba Led Zepelin..."

Para los expertos antiterroristas, uno de los rasgos más preocupantes del auge yihadista en Francia es la juventud de los candidatos dispuestos a atentar 'en nombre del islam'. En ello se puede ver un fracaso de las políticas de integración establecidas tras la ola de disturbios de 2005, cuando los jóvenes de las barriadas marginales de las principales ciudades francesas prendieron fuego a miles de automóviles en protesta por la falta de oportunidades y la exclusión social.

Taher Akermi es educador en un centro juvenil público de Lunel. Conocía a seis de los muchachos muertos en Siria. “Los jóvenes musulmanes tienen problemas en Lunel por el desempleo juvenil”, explica en un reportaje publicado por el 'New York Times'. “Pero no tener trabajo no significa que te vayas a poner explosivos o a marcharte para hacer la yihad”. No obstante, Akermi reconoce haber visto aumentar el interés religioso entre algunos de los que fueron a Siria, aunque nunca intuyó lo que podría suceder. “Raphael Amar (uno de los jóvenes yihadistas) era hijo de un ingeniero judío. Le gustaba tocar la guitarra y escuchar a Led Zeppelin. Al principio venía al centro a tocar música, pero cuando empezó a interesarse por la religión, dejó de venir”.

Akermi reconoce sentirse frustrado. “Llevo 25 años trabajando en esto, y después de lo ocurrido creo que he fracasado. Ya no sé qué hago aquí”.

Nourredine es monitor en una escuela de Lunel. También es un empleado musulmán “integrado y preocupado” por lo ocurrido, y por ello ha pedido refuerzos a los sindicatos de enseñanza de Montpellier. Cree que la marcha a Siria de los jóvenes fue impulsada por individuos “agitadores”: “Hay que actuar rápidamente y hacer limpieza. En los barrios hay agitadores que deberían ser expulsados. Son los que predican, los que meten presión y reclutan a los yihadistas. Los chicos de Lunel que fueron a Siria cayeron en una trampa sectaria. Murieron porque los engañaron. ¿Por qué? Pues porque los educadores y los medios de comunicación preferimos cerrar los ojos y mirar hacia otro lado”.

El ambiente en la ciudad es tenso. Al caminar por las callejuelas medievales del casco histórico, habitadas en su mayor parte por población de origen magrebí y donde muchos bajos comerciales están cerrados, las cámaras fotográficas despiertan desconfianza. Por aquí suelen deambular vecinos que han combatido en Siria. Un tipo de pantalones traídos desde allí es uno de sus rasgos distintivos, así como un símbolo de prestigio para el que los lleva. Los portadores de esta prenda despiertan admiración en algunos sectores de la ciudad.

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