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Venezuela ante las elecciones ¿del cambio?
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LA OPOSICIÓN DEBE SACAR MÚSCULO EN LA CALLE

Venezuela ante las elecciones ¿del cambio?

Por primera vez en años, las encuestas dicen que la oposición tiene una oportunidad real de vencer. Pero el camino no será fácil frente a un chavismo que ha jurado ganar las elecciones “como sea”

Foto: Opositores encadenados durante una protesta ante las oficinas de la ONU en Caracas, el 28 de abril de 2014. (Reuters)
Opositores encadenados durante una protesta ante las oficinas de la ONU en Caracas, el 28 de abril de 2014. (Reuters)

Venezuela es un país acostumbrado a las urnas. Entre elecciones presidenciales, regionales, parlamentarias y referendos, 19 han sido las veces que los venezolanos fueron a votar desde que el chavismo está en el poder. Dos años han pasado desde la última convocatoria, el 8 de diciembre de 2013, donde se elegía a alcaldes y gobernadores. La próxima cita es el 6 de diciembre para elegir a los diputados de la Asamblea Nacional. El contexto político y social ha cambiado radicalmente desde entonces y, por primera vez en años, las encuestas dicen que la oposición tiene una oportunidad real de ganar. Pero el camino hasta hacerse con la mayoría de curules no será fácil frente a un chavismo que ha jurado ganar las elecciones “como sea”.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV, partido de gobierno) inició la campaña con una caminata por la Cota 905, una zona popular del oeste de Caracas. “Poca gente, muchos medios y desconexión entre los candidatos y la gente”, comenta un periodista que prefiere mantener el anonimato. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD, conglomerado de partidos de oposición) lo hizo con un acto en un pequeño estadio en el este de Caracas. Mucho color y fanfarria, pero a puerta semicerrada.

Lejos del control de asesores de imagen, banderines y consignas, lo que marcó -o debería haber marcado- el arranque de la campaña fue el escándalo de los ‘narcosobrinos’. Estados Unidos interceptó en Haití a dos familiares de la primera dama, Cilia Flores, con varios kilos de cocaína, presuntamente para venderlas en el país del norte. Están presos y a la espera de juicio. Debería haberlo marcado porque el escándalo bien habría merecido una declaración oficial de la Justicia venezolana o del Gobierno. Pero han preferido refugiarse en el silencio o en comentarios poco afortunados. Desde la teoría de la conspiración y la “olla montada” por los medios de comunicación para desprestigiar a la familia Flores, la respuesta del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, que argumenta que los sobrinos están “secuestrados por el imperio”, hasta la del candidato a diputado por el PSUV (partido de gobierno) Elvis Amoroso, que dijo en un programa de televisión que “todos tenemos un familiar que ha podido caer en una situación de esas”.

La noticia tampoco tuvo impacto en la población. Dos días después de anunciarse, en la calle no todo el mundo lo sabía. Ayudó a eso un nuevo 'blackout informativo', ese que hizo que pocas emisoras hablaran del tema, que ninguna televisión lo hiciera y que diarios como 'El Universal' escribieran que habían detenido “a dos venezolanos” sin especificar el vínculo de estos con la familia presidencial. Las únicas excepciones, el diario 'El Nacional', el semanario 'Tal Cual' -que dedicó amplio espacio en sus páginas al tema- y los portales web. Pero en un país con una penetración de internet del 53% -61% según los optimistas datos oficiales-, los que mandan son los medios tradicionales, esos que han hecho que apenas se sepa de los 'narcosobrinos' y que ahora deberían transmitir la campaña electoral con equilibrio.

En un día escogido al azar de esta semana, Venezolana de Televisión, la estatal, dedicó el informativo de la noche a una transmisión del presidente Nicolás Maduro, con cuña de propaganda del PSUV incluida, y otro pase en vivo a un acto de Diosdado Cabello desde el estado de Monagas, donde es candidato a diputado. En el informativo de medio día reservaron un minuto para un candidato de la oposición, el único minuto en todo ese día dedicado a la otra opción de voto.

Calle y artimañas

Con cada vez menos ventanas donde hablar y que la población venezolana los vea y escuche, y contra la movilización del PSUV, su maquinaria y la del Gobierno y Nicolás Maduro a la cabeza, la oposición debe sacar músculo en la calle, no solo con los candidatos, sino sacando a pasear a lo que pueden considerar su “cuarto bate”, usando analogías beisboleras. El dos veces candidato a la Presidencia y gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, anunció que hará gira por el país para promover el voto. Lilian Tintori, la esposa del dirigente preso de Voluntad Popular, Leopoldo López, también hace lo propio.

Con la ventaja de los medios y los recursos, el PSUV no tiene todas las de ganar. Según la última encuesta de Datanálisis, la aprobación de Nicolás Maduro está en un 22%, 8,5 puntos menos que dos meses atrás y 29 puntos menos que cuando ganó las elecciones presidenciales de 2013. La identificación con el partido es del 16%. A pesar de las malas cifras, esto no significa una victoria arrolladora de la oposición. Según esta misma encuesta, tiene un 40% de los simpatizantes y solo un 19% que se identifica con alguno de los partidos integrantes de la MUD.

Aunque de modo indirecto, quien más se juega en estas elecciones parlamentarias es el presidente; 2016 sella la mitad de su mandato, momento que la Constitución Bolivariana marca para poder convocar un referendo revocatorio que lo saque del Palacio de Miraflores. Para ello se necesita la petición del 20% del electorado. Aunque la Asamblea no interviene en este proceso, perder la votación -perder fuerza, capacidad para aprobar leyes habilitantes- podría hacer que bajara su ya mermada popularidad.

"Garantizar la victoria como sea"

Hace semanas, Maduro dijo en una alocución que están “resteados (entregados) para garantizar la victoria como sea”. La frase, la más repetida por el presidente en sus últimas intervenciones, se ha convertido en parte de una cuña del oficialismo para llamar a votar.

Y, al parecer, también en una práctica. En su más reciente 'En contacto con Maduro', emitido en la televisión estatal, dijo que aunque tenía prohibido hacer campaña electoral en su programa televisivo, “dirá lo que quiera decir”. Lo secundó el jefe de campaña del PSUV, Jorge Rodríguez: “Independientemente de lo que está en el reglamento electoral, nosotros podemos y debemos decir lo que queramos. El presidente no puede hacer campaña en TV, pero puede decir lo que piensa para desenmascarar a la derecha”.

Para todos, oposición y Gobierno, el reto es movilizar a la ciudadanía el 6 de diciembre. En las últimas elecciones parlamentarias, la participación fue del 56,2% (2000) y 66,45% (2010). En las de 2005, cuando el bloque opositor llamó a la abstención, solo votó el 25,26% del censo. Números bastante alejados del 80,56% que decidió entre Hugo Chávez y Capriles en 2012 o el 79,69% que lo hizo entre este último y Maduro. Y les tocará movilizarlos en un contexto en el que los venezolanos hacen cola, pero no ante las urnas, sino, principalmente, para conseguir pasta, harina, azúcar o leche y, ahora y desde la regulación de su precio, huevos.

Venezuela es un país acostumbrado a las urnas. Entre elecciones presidenciales, regionales, parlamentarias y referendos, 19 han sido las veces que los venezolanos fueron a votar desde que el chavismo está en el poder. Dos años han pasado desde la última convocatoria, el 8 de diciembre de 2013, donde se elegía a alcaldes y gobernadores. La próxima cita es el 6 de diciembre para elegir a los diputados de la Asamblea Nacional. El contexto político y social ha cambiado radicalmente desde entonces y, por primera vez en años, las encuestas dicen que la oposición tiene una oportunidad real de ganar. Pero el camino hasta hacerse con la mayoría de curules no será fácil frente a un chavismo que ha jurado ganar las elecciones “como sea”.

Nicolás Maduro
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