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El presidente de Ucrania tropieza con su propia 'Al Qaeda'
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SE ABRE UN SEGUNDO FRENTE EN LA GUERRA

El presidente de Ucrania tropieza con su propia 'Al Qaeda'

En la caótica guerra ucraniana se ha abierto un segundo frente. Un grupo ultraderechista, armado por Kiev para frenar al enemigo prorruso, se enfrentó durante días a las fuerzas de seguridad ucranianas

Foto: Un participante de una marcha organizada por el Grupo Pravy Sektor, en el centro de Kiev, el 3 de julio de 2015 (Reuters)
Un participante de una marcha organizada por el Grupo Pravy Sektor, en el centro de Kiev, el 3 de julio de 2015 (Reuters)

En los años ochenta el congresista Charles Wilson hizo historia al impulsar que EEUU armase a los fundamentalistas islámicos de Afganistán contra el Ejército Rojo. Eran los tiempos de la Guerra Fría y en las filas soviéticas, no tan lejos de Afganistán, en la República de Kazajistán, se encontraba haciendo el servicio militar un joven nacido en Odessa que hoy es el presidente de Ucrania: Petro Poroshenko.

La derrota soviética a manos de los muyahidines afganos (después considerados terroristas) fue el principio del fin de la URSS. Y el año pasado, Poroshenko, recién llegado al poder, no supo resistirse a la tentación de, una vez más, lanzar a los radicales que estuviesen disponibles contra los refuerzos colocados por Moscú en la sublevación de Donbás. Al fin y al cabo el ejército ucraniano estaba en un estado paupérrimo y en las calles de Kiev sobraban energúmenos armados tras las violentas revueltas que habían derribado al presidente prorruso, Victor Yanukovich.

Pravy Sektor, un grupo ultraderechista formado a finales de 2013, era el más disciplinado. Y sus integrantes sienten pasión por las armas, así que se las dieron. Pero, igual que las guerras de EEUU con intermediarios produjeron monstruos en Oriente Medio, Kiev ha terminado por tropezar en la misma piedra que usó para descalabrar al enemigo prorruso.

En la caótica guerra ucraniana, un segundo frente se ha abierto –al menos durante unos días–en el oeste del país. Integrantes de Pravy Sektor se enfrentaron el sábado pasado a las fuerzas de seguridad ucranianas en la ciudad de Mukachevo, enarbolando una supuesta lucha contra el contrabando en esa región fronteriza con Hungría. Pero estos radicales distan mucho de ser los "Robin Hood" que dicen ser.

Pravy Sektor, a diferencia de otros grupos paramilitares que tienen el apoyo de empresarios locales y que se han ido integrando en las filas del ejército, ha mantenido su agenda política sin más apoyo que el dinero que llegase del Gobierno y los trapicheos que el uso de la fuerza le permitan hacer en cada comarca donde se despliegan. "El Gobierno les dio autonomía, pero lo que estaban haciendo en esa zona fronteriza era seguramente luchar por el control del contrabando de tabaco a la UE",asegura el analista Mark Galeotti.

El enfrentamiento del fin de semana, en el que se usaron lanzagranadas y fusiles de asalto, dejó tres fallecidos y once heridos. Los choques tienen todos los ingredientes de un western: los radicales se ocultaron en el bosque y anunciaron que depondrían las armas si lo ordenaba su líder. Pero nadie ha reconocido allí la autoridad de Kiev. De la misma manera empezó la sublevación en el Este el año pasado.

Cuatro personas con signos distintivos de Pravy Sektor fueron detenidas el martes en el marco de la investigación del tiroteo en Mukachevo, una ciudad donde en todo caso el Gobierno tiene pocos amigos. Existe una importante presencia de la minoría húngara, y en general la población es muy contraria al nacionalismo ucraniano que ahora mismo rezuma por los pasillos el poder de Kiev. El contrabando con la UE, que está a medio centenar de kilómetros, pone más comida en el plato que las magras ayudas que llegan desde la lejana capital.

Por si acaso, Eslovaquia ha aumentado el número de patrullas fronterizas tras el tiroteo. Mientras,Poroshenko ha dicho que presentará un proyecto de ley que considerará terroristas a todas las personas armadas que no pertenezcan a las fuerzas del orden. Pero puede ser demasiado tarde. “Pravy Sektor cumple en Ucrania el rol que tiene Al Qaeda en Siria: un mal necesario que EEUU y la UE han apoyado porque son los que mejor pelean. Es una milicia ideologizada tipo Al Qaeda, están motivados para luchar y es muy difícil controlar a estos grupos”, explica Daniel McAdams, director del Instituto Ron Paul.

Sin salida en el frente

Hace un año Kiev pensaba que iba a ganar la guerra. Pero el resurgir de los rebeldes en un nuevo frente junto a la costa forzó al ejército ucraniano a ceder terreno. Hoy no hay victoria posible del Oeste sobre el Este salvo en los campos de fútbol, que sirven de válvula de escape a un odio fosilizado: el martes el Shakhtar Donetsk ganó por cuarta vez consecutiva la Supercopa de Ucrania al vencer 2-0 al Dynamo Kiev. Pero más allá del terreno de juego, la guerra que el país empezó el año pasado está estancada. Y, aun así, el Donbás sigue desangrándose en escaramuzas que afectan sobre todo a las ciudades que rodean Donetsk (en manos rebeldes) y a las que separan la ciudad portuaria de Mariupol (al sur y en manos ucranianas) de la frontera rusa.

Kiev ha denunciado hasta 100 violaciones del cese del fuego en Donbás en sólo un día. Pero son ambos bandos los que se acusan recíprocamente a diario de romper la tregua. Ocho soldados murieron y otros 16 resultaron heridos en las últimas 24 horas en los bombardeos más intensos registrados desde febrero en el Este separatista de Ucrania, anunciaron ayerlas autoridades ucranianas.

Desde el lado prorruso llegan datos de bajas civiles: una mujer murió y otra persona resultó herida debido a un bombardeo sobre la localidad de Gorlovka. El ejército de la autoproclamada república de Donetsk denuncia que el Ejército ucraniano bombardea estos días la ciudad con potente artillería. Kiev, por su parte, considera probado que Moscú sigue ayudando a los prorrusos porque en los ataques que vienen del este se emplean morteros, carros de combate y obuses. Según la ONU, el conflicto ha causado ya más de 6.500 muertos y ha obligado a más de 2,2 millones de personas a abandonar sus hogares y buscar refugio en otras regiones o fuera del país.

La única esperanza es que avance el proceso de paz, pero la parte de las reformas políticas se le ha atragantado a Kiev. Según denuncia el representante de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Denis Pushilin, la legislación adoptada el martes por la Rada Suprema sobre las elecciones locales no ha tenido en cuenta sus reivindicaciones. Pushilin exige la no participación de ciertos partidos políticos que, según él, propagaron el odio. Un odio de ida y vuelta que no deja que nada cicatrice en la exrepública soviética.

En los años ochenta el congresista Charles Wilson hizo historia al impulsar que EEUU armase a los fundamentalistas islámicos de Afganistán contra el Ejército Rojo. Eran los tiempos de la Guerra Fría y en las filas soviéticas, no tan lejos de Afganistán, en la República de Kazajistán, se encontraba haciendo el servicio militar un joven nacido en Odessa que hoy es el presidente de Ucrania: Petro Poroshenko.

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