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Un "bosque loco", la historia del pueblo búlgaro que se enfrentará al Real Madrid
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¿De donde sale el Ludogorets de Razgrad?

Un "bosque loco", la historia del pueblo búlgaro que se enfrentará al Real Madrid

Un remoto pueblecito de Bulgaria recibirá al Real Madrid en Liga de Campeones. Esta es la increíble historia de una aldea que ya ha hecho historia

Foto: Los jugadores del Ludogorets celebran su victoria ante el Steaua Bucarest en la fase previa de la Liga de Campeones (EFE)
Los jugadores del Ludogorets celebran su victoria ante el Steaua Bucarest en la fase previa de la Liga de Campeones (EFE)

Si jamás había oído hablar del Ludogorets de Razgrad, no se preocupe: el resto del mundo tampoco. En 2009, todavía jugaba en la Tercera División de Bulgaria, como uno esperaría del equipo de una localidad de apenas 32.000habitantes. Su nuevo estadio, el Ludogorets Arena, sólo tiene capacidad para 6.000 espectadores (muy lejos de las 81.000 butacas del Santiago Bernabéu o las casi 100.000 del Camp Nou). Pero en cinco años ha pasado de ser una formación desconocida incluso para muchos búlgaros a prepararse para enfrentarse al Real Madrid en la Champions League.

Razgrad está en la región de Ludogorie, que significa “bosque loco”, y que dio al equipo local su primer nombre. Su historia es la de cientos de pequeñas ciudades en Bulgaria: de ser un centro urbano industrializado tras la Segunda Guerra Mundial –existen fábricas de porcelana y de piezas de repuesto para maquinaría, en creciente de estado de decadencia–, tras la caída del comunismo la localidad inició un proceso de pauperización a marchas forzadas que le hizo perder hasta un 10% de su población en la última década.

“Es un sitio muy pequeño, donde la gente no tiene nada de qué hablar”, explica Diana Simeonova, una periodista búlgara de Sofía que visitó el lugar en 2012. “Por eso, el éxito del equipo ha sido algo realmente grande, y me imagino que ahora lo será aún mucho más”, comenta.

La visita de Simeonova coincidió con el momento en el que el club acababa de subir a Primera División. “Fue una sensación, porque habían tenido un equipo durante muchos años, pero fue la primera vez en su historia que jugaban en Primera”, indica. “Era día de partido, y toda la ciudad estaba allí, lo que es extraordinario porque en Bulgaria la gente normal ya no va a los partidos. En los ochenta, se iba hasta con niños, pero ahora es peligroso. Hay peleas entre hinchas, y los encuentros ya no son demasiado interesantes. Ningún padre llevaría a su hijo a un enfrentamiento entre, por ejemplo, el Levski y el CSKA”, asegura.

“Pero aquí, antes y durante el partido, todo el mundo estaba dando vueltas por el estadio. Mujeres, niños en sillitas de bebé, gente paseando al perro, ancianos…”, relata la periodista. “La atmósfera era de fiesta”.

¿Cuál es el secreto del éxito meteórico de este equipo? La clave la tiene un hombre, Kiril Domuschiev, presidente de la compañía farmacéutica Huvepharma, que a finales de 2010 abrió una planta de productos biotecnológicos de última generación en Razgrad. Este hombre de negocios, que lidera una de las empresas más solventes de Bulgaria, decidió adquirir el equipo local e invertir en él.

El Ludogorets había tenido una actuación bastante competente durante la temporada anterior, por la que se ganó el ascenso a Segunda y fichó a un nuevo entrenador, el excentrocampistaIvaylo Petev. Pero fue la lluvia de millones de manos de Domuschiev la que obró el milagro, permitiendo la adquisición de fichajes internacionales y de una nueva gerencia.

Uno de ellos es el español Dani Abalo, de la cantera del Celta de Vigo y con experiencia anterior en el Gimnàstic de Tarragona y en el portugués Sport Clube Beira-Mar, antes de aterrizar en el Ludogorets en 2013. Los intentos de El Confidencial de contactar con Abalo han sido infructuosos, pero a juzgar por sus cuentas de Facebook y Twitter, el futbolista se muestra satisfecho, con mensajes como: “Gran victoria en un gran estadio con un gran equipo”, del 19 de septiembre, sobre el partido contra el Liverpool, o el del pasado 7 de noviembre. “Muy contento por la clasificación conseguida hoy!! Una pena no jugar ni un minuto, pero esto es fútbol!”. A finales de año, escribía: “Contentísimo por cómo acabo el año en el Ludogorets”.

Hoy, aproximadamente la mitad de la plantilla del Ludogorets la componen extranjeros como el francés Alexandre Barthe, el holandés Virgil Misiljan o los colombianos Brayan Angulo y Sebastián Hernández. En el banquillo hay representantes de Finlandia, Turquía, Rumanía, Eslovenia, Portugal y hasta de Madagascar. Y, como en bastantes equipos jóvenes, muchos brasileños, entre los que destacan Marcelinho y el delantero Juninho Quixadá. Esto ha permitido hazañas como la de lograr la victoria en la Liga, la Copa y la Supercopa búlgaras este mismo año.

No sin sobresaltos: la eliminación, el año pasado, ante el Dinamo de Zagreb en la primera ronda de la Champions League estuvo a punto de llevar a Domuschiev a tirar la toalla, según él mismo declaró: “Estuve pensando en dejarlo tras el segundo partido. Gastas dinero, intentas crear algo de la nada, y entonces pasa algo como esto”, dijo tras el desastroso encuentro. “Pero entonces reflexioné, y me imaginé que perder sólo te hace más fuerte. Así que voy a continuar trabajando por el futuro del Ludogorets, y con suerte nos haremos más y más fuertes”.

Y así ha sido. La clasificación para la Champions League de este año, contra el Steaua de Bucarest, fue una verdadera odisea: el partido empezó a hundirse para el Ludogorets cuando el portero, Vladislad Stoyanov, fue expulsado por el árbitro. Pero ante la imposibilidad de reemplazarle por un suplente, su puesto lo ocupó el defensa rumano Cosmin Moti, que logró parar nada menos que dos penaltis, lo que dio la ventaja decisiva a los búlgaros.

Tras esta victoria, la gerencia del equipo ha anunciado la construcción de toda una nueva ala del estadio, que se llamará “Tribuna Moti”. El espectacular progreso del Ludogorets le ha llevado a ser calificado por algunos medios británicos como “la Cenicienta del fútbol búlgaro”, y la épica del pequeño equipo lanzado a la batalla entre los grandes se ha ganado la simpatía del gran público, a medida que este va siendo conocido. Pero es poco probable que esto vaya a conmover al Real Madrid, que, de tener la oportunidad, volverá a convertir su carroza en calabaza.

Si jamás había oído hablar del Ludogorets de Razgrad, no se preocupe: el resto del mundo tampoco. En 2009, todavía jugaba en la Tercera División de Bulgaria, como uno esperaría del equipo de una localidad de apenas 32.000habitantes. Su nuevo estadio, el Ludogorets Arena, sólo tiene capacidad para 6.000 espectadores (muy lejos de las 81.000 butacas del Santiago Bernabéu o las casi 100.000 del Camp Nou). Pero en cinco años ha pasado de ser una formación desconocida incluso para muchos búlgaros a prepararse para enfrentarse al Real Madrid en la Champions League.