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Un día en Gaza: bombardeo contra niños
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MUEREN CUATRO MENORES EN UN ATAQUE ISRAELÍ

Un día en Gaza: bombardeo contra niños

"Ha sido terrible", cuenta el doctor con ojos llorosos, "hemos tenido que amputar las piernas a algunos y otros han llegado con metralla en la cabeza"

Comienza otro día en el paso de Eretz, la temida frontera que une Gaza con Israel. Los soldados patrullan las cercanías y detienen a los que se aproximan para pedirles su identificación. El ambiente está más tenso de lo habitual. Hace sólo un día que ha muerto aquí el primer ciudadano israelí en la nueva operación sobre Gaza. Un voluntario civil que traía víveres para los soldados de la frontera falleció tras recibir el impacto de un misil lanzado por las milicias de Hamás que cayó en las inmediaciones del paso.

Dentro de una cabina, una joven soldado confirma el permiso para cruzar la frontera. Un grupo de periodistas forma una fila para pasar el control mientras el capital Neer se acerca para dar unas indicaciones. “Tienen que moverse con cuidado y pongan siempre las letras ''TV' en la parte superior del coche”, explica. “Así los cazas sabrán que ése es un vehículo de prensa”. De pronto, un estruendo sacude la terminal. Un par de cohetes caen cerca de las instalaciones fronterizas y rompen varias de las ventanas. Los militares señalan al grupo, que corre a protegerse al refugio de la terminal.

Al abandonar el lado israelí, se abren automáticamente unas enormes puertas de cemento. Es aquí donde comienza el kilómetro de la entrada a Gaza. Un pasadizo de 1000 metros rodeado de socavones de recientes lanzamientos de cohetes. Al final del camino, ondea una pequeña bandera palestina. Al otro lado, unos funcionarios de Hamás esperan sentados en una mesa al aire libre. “¿Tienes “patrocinador”?, preguntan, mientras esperan la llamada del gazatí que garantiza esa entrada.

Las primeras calles del norte de Gaza, la interminable vía de Salahadin El Ayube, muestra los primeros destrozos de los recientes bombardeos. Montañas de escombros, viviendas arrasadas y enormes cráteres entre casa y casa. “Hoy no he dormido más de tres horas”, cuenta a El Confidencial Abu Ami mientras conduce, ojeroso, un Hyundai amarillo. “Por la noche es cuando los bombardeos pegan con más fuerza”, dice. Durante la pasada noche, los cazas que sobrevuelan la Franja han golpeado duramente Khan Younis, pero también varias zonas del norte que rodean la capital de Gaza.

Las calles de Gaza City están completamente vacías, apenas transitan por ellas algún coche, un taxi o un carro tirado por burro. Abu Ami recuerda que es Ramadán y que, además de la guerra, el ayuno mantiene a los gazatíes en el interior de sus casas. A lo lejos pueden verse largas columnas de humo y, conforme el coche se adentra en la capital, puede notarse el temblor de la caída de los misiles. Hasta el momento, según el Centro Al Mezan palestino para los derechos humanos, al menos 259 casas han sido demolidas y 1.034 severamente dañadas junto con 34 mezquitas y cuatro hospitales.

Masacre en el puerto de Gaza

En la entrada del hospital de Shifaa, el principal de la Franja, se amontonan familiares de heridos, policías y miembros del Ministerio de Información, que ofrecen las últimas cifras de muertos y de heridos. Cada cinco minutos llega un coche, una furgoneta o ambulancia con algún herido que es sacado con urgencia de su interior. Hasta el momento, según informa en su cuenta de Twitter el médico Ashraf Alqadra, portavoz de los servicios médicos de Gaza, 223 personas han muerto y 1.670 están heridas por las continuas hostilidades.

‘Ha sido terrible’, cuenta a El Confidencial el doctor con los ojos llorosos, ‘hemos tenido que amputar las piernas a algunos y otros han llegado con metralla dentro de la cabeza’

De pronto, se escucha un intenso tiroteo en la zona de la playa cercana al hospital y una multitud de gente huye corriendo hacia el hospital. “¡Están disparando a niños!”, grita Walaa, una joven palestina. En el puerto de Gaza City, los buques israelíes han disparado proyectiles contra un grupo de niños que jugaba en la playa. Rápidamente los pequeños salieron corriendo pero un segundo ataque mató a cuatro de ellos, todos de una misma familia de pescadores del puerto de Gaza. Otros chavales, consiguieron huir y sólo tienen heridas leves. “Parecía que los proyectiles les estaban siguiendo”, dijo a Reuters uno de los testigos, Abu Hassera.

Minutos más tarde, varias decenas de hombres llegaron hasta la morgue del hospital, en la parte de atrás. Traían los cuerpos de los chicos ensangrentados. “Están intentando salvar a uno de los más pequeños sobre las mesas de la morgue”, cuenta a El Confidencial uno de los jóvenes que espera en la salida. Pronto, todos avanzan hacia el interior para ver morir al pequeño, de apenas seis años. Entre varios, envuelven mientras lloran el cadáver de uno de los niños. “Ha sido terrible”, cuenta a El Confidencial el doctor con ojos llorosos, “hemos tenido que amputar las piernas a algunos y otros han llegado con metralla dentro de la cabeza”.

En el otro edificio del hospital, se escucha el llanto de uno de los miembros de la familia de los pescadores Bakr, el padre de dos niños que han salido heridos del ataque en la playa. “Gracias a Dios mis dos hijos están bien, pero dos de mis sobrinos están en el cementerio”. A su lado, su hijo pequeño sangra en la camilla de urgencias, tiene varias heridas en la pierna y en el brazo. “Esta es la masacre de Israel al pueblo palestino”, grita el padre, “pero algún día ganaremos nuestra libertad”.

Ataques a hospitales

En el hospital de Wafa, al este de Gaza City, los médicos continúan dando tratamiento a los deficientes mentales y a los ancianos pacientes del geriátrico. Dicen que no van a desalojar el centro a pesar de que el Ejército israelí ha enviado varios avisos de sus intenciones de bombardearlo. Un drone sobrevuela esta zona; el zumbido puede escuchar incluso desde el interior del hospital. “Han atacado ya varias veces y hay restos de metralla en la parte de arriba”, cuenta a El Confidencial uno de los paramédicos mientras muestra la segunda planta del centro.

placeholder Pacientes del hospital de Wafa tras evacuarse el cuarto piso, en Ciudad de Gaza (Reuters).

Cristales rotos, restos de misiles y un gran agujero en la fachada. Desde las ventanas puede verse Israel, el hospital de Wafa está a unos 1.000 metros de la valla de la frontera. En una habitación de la planta baja, un grupo de activistas internacionales se turnan para proteger el hospital mientras hacen de escudos humanos.

Mientras cae el día, las calles se llenan de gente que salen a romper el ayuno de Ramadán. Hamás e Israel han aceptado un alto el fuego humanitario temporal solicitado por Naciones Unidas. Ambos bandos procederán a un cese de hostilidades durante cinco horas, entre las diez de la mañana y las tres de la tarde del jueves, para que los palestinos puedan acudir a los centros sanitarios y salir a comprar alimentos.

Comienza otro día en el paso de Eretz, la temida frontera que une Gaza con Israel. Los soldados patrullan las cercanías y detienen a los que se aproximan para pedirles su identificación. El ambiente está más tenso de lo habitual. Hace sólo un día que ha muerto aquí el primer ciudadano israelí en la nueva operación sobre Gaza. Un voluntario civil que traía víveres para los soldados de la frontera falleció tras recibir el impacto de un misil lanzado por las milicias de Hamás que cayó en las inmediaciones del paso.

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