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El Kurdistán Iraquí: una tierra prometida que se disputan Occidente y los yihadistas
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GAS, PETRÓLEO Y UN CRECIMIENTO DEL 8%

El Kurdistán Iraquí: una tierra prometida que se disputan Occidente y los yihadistas

El enorme potencial del norte de Irak ha atraído a las principales multinacionales petroleras como Chevron, Repsol y Total, que han incrementado su presencia

Foto: Milicianos del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) instalan un puesto de control en la ciudad de Mosul, al norte de Irak. (Reuters)
Milicianos del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) instalan un puesto de control en la ciudad de Mosul, al norte de Irak. (Reuters)

Cuando el ejército de Estados Unidos abandonó Irak a finales de 2011, dejando el país en manos de milicias islamistas radicales, Washington no perdió a un viejo amigo, sino que ganó un nuevo socio: el Kurdistán iraquí. Mientras los atentados suicidas matan a cientos de civiles cada día y los yihadistas del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) avanzan peligrosamente hacia Bagdad tras haber tomado otras ciudades, las provincias norteñas de Erbil, Suleimaniya y Dohuk –que forman la región autónoma kurda– han experimentado un boom económico en los últimos años.

El Kurdistán tiene una de las tasas más rápidas de crecimiento económico en el mundo. El año pasado registró un crecimiento del 8%, impulsado por la explotación de sus reservas de gas y petróleo. El producto interior bruto (PIB) per cápita es alrededor de 6.000 dólares, un 50% mayor que en el resto de Irak.

El enorme potencial del norte de Irak ha atraído a las principales empresas multinacionales petroleras como ExxonMobil, Chevron, Repsol y Total, que en estos años han incrementado su presencia en el Kurdistán

Tras el alzamiento de los kurdos contra Sadam Husein, en 1991, que coincidió con la primera guerra del Golfo, se creó una zona de exclusión aérea en el norte de Irak, y el Kurdistán iraquí consiguió de facto su independencia. Los primeros años de absoluta autonomía estuvieron marcados por la pugna de poder entre el PDK de Barzani y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) del presidente de Irak, Jabal Talabani, hasta que ambos líderes firmaron un pacto de no confrontación entre las formaciones políticas kurdas. Desde entonces ha sido la región más segura, próspera y tolerante hacia las minorías religiosas de todo Irak.

Esta emergente región, alejada de la violencia sectaria que asola al resto del país, tiene unas reservas de 45.000 millones de barriles de petróleo, de 2,8 a 5,6 billones de metros cúbicos de gas natural, junto con los 57 yacimientos de gas y petróleo ya descubiertos.

Erbil, un oasis por explotar para las hoteleras

El enorme potencial del norte de Irak ha atraído a las principales empresas multinacionales petroleras como ExxonMobil, Chevron, Repsol y Total, que en los últimos años han incrementado su presencia en el Kurdistán iraquí. No sólo las reservas de gas y petróleo hacen atractiva está región a los inversores extranjeros, sino también las empresas constructoras: las cadenas hoteleras ven en Erbil, la capital kurda y tercera ciudad de Irak, un oasis virgen a explotar.

“La seguridad, en primer lugar, y, por supuesto, la nueva Ley de Inversiones han abierto el Kurdistán a miles de inversores extranjeros”, asegura a El Confidencial Ali Mudaris, un economista kurdo que no oculta su admiración por Mesud Barzani, presidente del Kurdistán iraquí.

Esta claro que Abu Bakr al-Baghdadi, máximo dirigente del ISIS, quiere erigir su emirato islámico sobre las fecundas tierras petroleras del norte de Irak y Siria

Debido a que la región autónoma del Kurdistán no es un estado, el Gobierno regional tuvo que adaptarse a nuevas políticas financieras que benefician a los inversores, y en 2006 se creó la Ley de Inversiones Extranjeras. “Gracias a esta ley, los extranjeros pueden tener la propiedad del 100 por ciento de sus acciones en el Kurdistán, mientras que en el resto de Irak tienen que tener socios locales como accionistas”, explica Mudaris. La ley también prevé exenciones fiscales aduaneras durante diez años en proyectos o servicios.

Las compañías extranjeras parecen estar dispuestas a plantar su bandera en el Kurdistán Iraquí. “Inversionistas de 20 países, con Turquía a la cabeza, seguidos de Países del Golfo, Estados Unidos, y Reino Unido muestran mucho interés”, indica el economista, antes de agregar que “unas 1.600 empresas extranjeras, junto a 11.000 locales, están ya operando en la región”.

“No sólo estamos buscando inversión financiera, sino también conocimiento, experiencia y la tecnología que pueda mejorar o proporcionar un servicio sostenible”, insiste. “Los incentivos son más altos en comparación con otros lugares de Oriente Medio, y hemos dado los mismos derechos a los inversores extranjeros y locales”.

“Crecemos más rápido que Dubai”

El cristiano Fahmi Mati Sulaqa ha visto crecer a pasos agigantados la ciudad de Erbil, capital del Kurdistán iraquí. Sulaqa ha sido el alcalde más antiguo de Ainkawa, el barrio cristiano de la ciudad. “Hace 18 años, cuando ocupé mi puesto, Ainkawa era una zona rural donde no había más de 1.700 viviendas. Hoy hay más de 10.000 y una población de 30.000 habitantes”, indica el ya exgobernador. “En 1991 no teníamos telecomunicaciones, infraestructuras, ni carreteras y sólo había un par de hospitales en todo el Kurdistán”, continúa Sulaqa, “la seguridad es realmente la clave para el éxito”. Ahora la región cuenta con 17 consulados y representaciones extranjeras, siete universidades y dos aeropuertos internacionales.

El Kurdistán tiene una de las tasas más rápidas de crecimiento económico en el mundo, de un 8% el pasado año, impulsado por la explotación de sus reservas de gas y petróleo. Es la región más segura, prospera y tolerante hacia las minorías religiosas de todo Irak

El barrio cristiano es el preferido por las legaciones diplomáticas y las organizaciones humanitarias que trabajan en el norte de Irak. En Ainkawa hay más licorerías y restaurantes occidentales que iglesias, factores que hacen más llevadera la vida de un occidental en Irak. “Este lugar está creciendo más rápido que Dubai. En cuatro o cinco años el Kurdistán logrará lo que Emiratos hizo en 20. Usted no será capaz de reconocerlo”, declara con entusiasmo Sulaqa.

Desde el barrio de Ainkawa hacia el aeropuerto internacional de Erbil, cuyas obras de ampliación terminaron en 2010, con un presupuesto de 400 millones de dólares, se abre un paisaje salpicado de grúas de construcción y nuevos complejos de viviendas de lujo. La enorme avenida 100 Meters Street albergará hoteles de lujo, viviendas multimillonarias y centros comerciales como el proyecto “Empire World”, diseñado por el mismo grupo que construyó de Dubai Burj Khalifa.

Hasta 1.200 obreros extranjeros y locales están construyendo este complejo, cuyas obras, valoradas en 2,3 mil millones de dólares, concluirán en 2017. El lujoso hotel de la cadena Marriot competirá con el del Grupo Divan, la primera inversión de la cadena hotelera turca en el extranjero. Este hotel de cinco estrellas, de 23 plantas y 228 habitaciones abrió el pasado mayo. El precio por habitación oscila entre 500 a 15.000 dólares por noche, y aspira a albergar el creciente número de viajeros de negocios que deseen invertir en esta próspera región.

El rápido crecimiento de Erbil se ganó el apodo de “la Nueva Dubai”, pero las autoridades locales prefieren que el Kurdistán iraquí sea conocido como “el otro Irak”, para destacar la estabilidad en la región frente a las matanzas sectarias y enfrentamientos diarios que asolan al resto del país.

El Kurdistán tiene sus propias fuerzas de seguridad, los peshmergas, quienes ayer recuperaron la importante ciudad petrolera de Kirkuk, después de que el Ejército y la Policía iraquí abandonaran sus puestos en la localidad ante el avance del ISIS, según un portavoz de los peshmergas. Dos nuevas brigadas han llegado para proteger la ciudad, disputada entre el Ejecutivo central y el Gobierno de Kurdistán. Kirkuk es una urbe con reservas de crudo ubicada justo en las fronteras de la región autónoma de los kurdos, que la consideran su capital histórica.

La relativa estabilidad ha convertido a esta región en un refugio seguro para los iraquíes que huyen de los islamistas radicales, que poco a poco van engullendo todo el país. Mientras, en Erbil, el cebo para atraer a inversores occidentales, siguen funcionando todos los atractivos de una ciudad moderna: siete centros comerciales con grandes marcas como Rolex o Armani, pizzerías, restaurantes japoneses, pubs y bares.

El Kurdistán iraquí se ha convertido en esa tierra prometida llena de oportunidades para los inversores extranjeros, pero también es una tierra que reclaman los compatriotas de luengas barbas que prosiguen con su sueño de un Estado Islámico desde la cuenca del Éufrates hasta todo el norte de Siria. Está claro que Abu Bakr al-Baghdadi, máximo dirigente del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), no tiene un pelo de tonto y quiere erigir su emirato islámico sobre las fecundas tierras petroleras del norte de Irak y Siria.

Cuando el ejército de Estados Unidos abandonó Irak a finales de 2011, dejando el país en manos de milicias islamistas radicales, Washington no perdió a un viejo amigo, sino que ganó un nuevo socio: el Kurdistán iraquí. Mientras los atentados suicidas matan a cientos de civiles cada día y los yihadistas del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) avanzan peligrosamente hacia Bagdad tras haber tomado otras ciudades, las provincias norteñas de Erbil, Suleimaniya y Dohuk –que forman la región autónoma kurda– han experimentado un boom económico en los últimos años.

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