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Papas santos: ¿autocelebración de la Iglesia o reconocimiento de su excepcionalidad?
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CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO ii Y JUAN XXIIi

Papas santos: ¿autocelebración de la Iglesia o reconocimiento de su excepcionalidad?

La larga lista de obispos de Roma que han alcanzado la gloria de los altares tendrá este domingo dos nuevos integrantes: Juan Pablo II y Juan XXIII

Foto: Un tapiz muestra a los papas Juan XXIII y Juan Pablo II en una tienda de Roma, Italia (Reuters).
Un tapiz muestra a los papas Juan XXIII y Juan Pablo II en una tienda de Roma, Italia (Reuters).

El 14 de marzo de 2013, un día después de que Jorge Mario Bergoglio se presentara al mundo por primera vez desde el balcón central de la basílica de San Pedro vestido de blanco, el cardenal canadiense Thomas Collins, arzobispo de Toronto, era rodeado por un numeroso grupo de periodistas a la salida de misa en una pequeña iglesia del entorno del Vaticano.

Asfixiado por los micrófonos, este hombre algo retraído pero sin alergia a los medios de comunicación, un mal habitual en buena parte de los purpurados romanos, intentaba explicar por qué habían elegido a Bergoglio como Pontífice. Collins tenía un reto ante él, pues quería hacer entender por qué se habían ido “hasta el final del mundo” para buscar al nuevo obispo de Roma pero sin violar el secreto que acompaña a todas las decisiones y conversaciones que se producen en la Capilla Sixtina.

El cardenal Martini, arzobispo emérito de Milán, se habría mostrado parcialmente en contra de que Juan Pablo II sea proclamado santo. Entre otros motivos, lamentaba que se había rodeado de algunos colaboradores equivocados y que relegó a las Iglesias locales

Tras un largo circunloquio, atajó finalmente diciendo cómo era el retrato robot de buena parte de los purpurados de fuera de Europa para el sucesor de Benedicto XVI. Querían que tuviera experiencia pastoral, fama de santidad y capacidad para renovar la Curia romana y llevarle aires nuevos. Aunque fuera de Canadá pasaron casi desapercibidas por la multitud de declaraciones que se produjeron tras la elección de Bergoglio, las palabras del cardenal muestran hasta qué punto se ha introducido en los tuétanos de la Iglesia católica la idea de que los Papas han de ser santos.

La larga lista de obispos de Roma que han alcanzado la gloria de los altares tendrá a partir de este domingo dos nuevos integrantes: Juan Pablo II y Juan XXIII, quienes serán canonizados por Francisco en la plaza de San Pedro en una ceremonia en la que se espera una participación multitudinaria. Para la Iglesia se trata de un momento único, pues nunca han sido proclamados santos dos pontífices a la vez. Para completar el cuadro que da a la ceremonia un brillo histórico, se espera que acuda Benedicto XVI, el papa emérito, con lo que serían cuatro los obispos de Roma presentes en la canonización de una u otra manera.

Juan Pablo II habla con el turco Alí Agca, que intentó asesinarle en 1981 (Reuters).Las reticencias de parte de la comunidad cristiana

El golpe en el pecho que supone para la Iglesia elevar a los altares a su líder espiritual no acaba de ser bien visto por una parte de la comunidad cristiana. El cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo emérito de Milán, fallecido el 31 de agosto de 2012, se habría mostrado parcialmente en contra de que Juan Pablo II sea proclamado santo. Entre otros motivos lamentaba que se había rodeado de algunos colaboradores equivocados y que relegó a las Iglesias locales, pues favoreció en excesos a los movimientos eclesiales. Según se defendió Slawomir Oder, postulador de la causa del papa polaco, las palabras de Martini no hay que circunscribirlas a este proceso, pues deben ser entendidas en un contexto más amplio sobre la oportunidad o no de proclamar beatos y santos a los obispos de Roma.

A Juan Pablo II los tradicionalistas le criticaron por su diálogo con otras religiones, mientras que a Juan XXIII le llegaron a decir que era comunista. También hay ahora a quienes no les gusta Bergoglio por su intento de sacar el cristianismo de las sacristías

El eminente teólogo que fue el arzobispo emérito de Milán no ha sido el único en criticar las canonizaciones, por considerarlas autocelebraciones de la jerarquía eclesiástica. Oder responde que la Iglesia “ha recibido el don de estos grandes papas, estas grandes figuras que han dado una señal de que tiene un papel insustituible que desarrollar en la sociedad”. Explica el postulador que “nadie nace santo” y recuerda una experiencia de Juan Pablo II al respecto: “Con 19 años, escribió una poesía en la que hacía una reflexión sobre Dios como alguien que esboza a los santos. Él fue esbozado por la Providencia. No le faltaron sufrimientos ni experiencias dolorosas que, en la escuela de la vida, tal vez son las lecciones más eficaces. Supo dar una respuesta de fe, respondiendo a estos dones de una manera que todos pudimos contemplar con nuestros propios ojos”.

¿El propio ejercicio del papado lleva a la santidad?

Roberto Rusconi, profesor de historia del cristianismo en la Universidad Roma 3 y autor de varios libros sobre la santidad de los papas, se pregunta si “tiene sentido” que desde que los obispos de Roma perdieron su poder terrenal con la Unificación de Italia casi todos ellos hayan sido beatificados, canonizados o estén en proceso de serlo. “En ese momento histórico emerge la figura de jefe de la Iglesia y resulta más fácil llegar a la santidad. Tiene mucho sentido que Martini se preguntara si resultaba idóneo”, apunta.

El gran número de pontífices que alcanzan la gloria de los altares podría tener dos explicaciones: o el Espíritu Santo elige muy bien en la cabeza de qué cardenal se posa cuando revolotea en la Capilla Sixtina o el propio ejercicio del papado lleva a la santidad. El cardenal portugués José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, recuerda que todos los bautizados pueden aspirar a convertirse en santos, ya sean papas, obispos, sacerdotes o laicos. “Cada uno tiene que ver cómo es su entorno, cómo es su trabajo y santificarse partiendo de ellos. Todos nosotros debemos aspirar a la santidad, tratando de perfeccionar nuestra vida cristiana en el trabajo cotidiano. Los papas que están en camino de ser beatificados o canonizados han trabajado muy bien. Su trabajo les respalda para lograr ese reconocimiento de la santidad”.

Juan Pablo II, Juan XXIII y el Papa Francisco, en una ilustración (Reuters).El profesor Rusconi recuerda lo que Juan Pablo I escribía respecto a este tema cuando era obispo de Vittorio Veneto: “Decía que en el Paraíso hay una multitud de santos que no habían sido canonizados por la Iglesia aunque habían sido muy buenos cristianos. Es la idea del Concilio Vaticano II de que todo el pueblo de Dios puede aspirar a la santidad”.

Querían que tuviera experiencia pastoral, fama de santidad y capacidad para renovar la Curia romana y llevarle aires nuevos

A su juicio, el hecho de canonizar a la vez a Juan Pablo II y a Juan XXIII responde en cierta manera a lo que hizo el papa polaco en el año 2000 cuando beatificó al mismo tiempo a Pío IX y Juan XXIII, los iniciadores del Concilio Vaticano I y el II. “Con aquel gesto redujo el peso de la última asamblea conciliar. Francisco ahora no podía detener las prisas para canonizar a Karol Wojtyla pero al hacerlo a la vez que a Angelo Giuseppe Roncalli pone el centro de gravedad del evento en el Vaticano II”, sostiene el historiador del cristianismo. Aglutina de esta manera a los admiradores de ambos y pone así cierta sordina a sus críticos.

El 14 de marzo de 2013, un día después de que Jorge Mario Bergoglio se presentara al mundo por primera vez desde el balcón central de la basílica de San Pedro vestido de blanco, el cardenal canadiense Thomas Collins, arzobispo de Toronto, era rodeado por un numeroso grupo de periodistas a la salida de misa en una pequeña iglesia del entorno del Vaticano.

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