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El brote más sólido de la primavera se desgarra
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GRAVE CRISIS POLÍTICA EN TÚNEZ TRAS EL ASESINATO DE UN LÍDER OPOSITOR

El brote más sólido de la primavera se desgarra

La cólera que desprendió el sacrificio hace un par de años del joven Mohamed Bouazizi incendió este viernes de nuevo la agitada conciencia tunecina. En la

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El brote más sólido de la primavera se desgarra

La cólera que desprendió el sacrificio hace un par de años del joven Mohamed Bouazizi incendió este viernes de nuevo la agitada conciencia tunecina. En la capital, miles de personas acompañaron el féretro del opositor Chukri Bel Aid, asesinado el miércoles a balazos, al célebre grito de “el pueblo quiere la caída del régimen”.  Al igual que ha ocurrido desde ese día, la policía tuvo que dispersar a cientos de manifestantes mediante el lanzamiento de gases lacrimógenos. La que se consideraba como la más modélica de las transiciones surgidas tras la primavera árabe se inmiscuye en un sinuoso camino de puertas falsas y misteriosas salidas.

No se producía una escalada de tensión semejante precisamente desde las revueltas que acabaron con los huesos del dictador Ben Ali en el exilio. La actividad del país quedó el viernes paralizada después de que la poderosa Unión de Trabajadores Tunecinos convocara la primera huelga general en los últimos 35 años. Las calles, por tercer día consecutivo, se convirtieron en un polvorín también en otras ciudades del país. Nadie ha reivindicado el asesinato del influyente líder izquierdista, pero los sectores laicos apuntaron desde el primer momento a los islamistas moderados que ostentan el Gobierno por tolerar el aumento del clima de tensión.

El partido dirigente Al Nahda condenó rápidamente el asesinato y poco después, el primer ministro, Hamadi Yibali, perteneciente a esta formación anunció que remodelaría el Ejecutivo al completo para formar un gabinete de tecnócratas. Pese a la oposición de su partido, el dirigente se ratificó en su empeño. El Ejecutivo interino tiene el objetivo de garantizar los trabajos de la Asamblea Constituyente, encargada de redactar una nueva Carta Magna, para la que no hay consenso. Las fuerzas laicas acusan a la mayoría islamista que se impuso en las urnas de tratar de imponer sus postulados en la Constitución, indispensable para elegir un nuevo gobierno estable.

Y al margen de estos movimientos políticos se sitúan las Ligas para la Protección de la Revolución, una suerte de grupúsculos radicales compuestos por corrientes salafistas y simpatizantes de base de los islamistas de Al Nahda. Los extremistas son sólo una minoría que, sin embargo, se han hecho fuertes por ejemplo en las universidades. Según un informe de Human Rights Watch, en los últimos meses los salafistas han perpetrados ataques contra “intelectuales, artistas, defensores de derechos humanos y periodistas”. La muerte de Chukri Bel Aid ha marcado un punto de inflexión, aunque no es la primera vez que ocurre desde la caída del dictador. En octubre del año pasado, el coordinador de un partido opositor en la provincia meridional de Tatauin, también fue asesinado.

El viernes los gritos que exigieron la marcha de Ben Ali se volvieron contra los nuevos inquilinos del Gobierno. La brecha entre islamistas y laicos, que habían convivido hasta el momento de una forma más tranquila que en sus países vecinos, se hizo más patente. Según el analista del centro Brookings, Shadi Hamid, que se encuentra en Túnez, la tolerancia del Gobierno con los grupos radicales ha creado un “estado de polarización, que era de esperar”.

Túnez se acerca a Egipto

Aunque no se hayan producido atentados políticos como el de Túnez, la deriva que emprende este país tiene una evidente referencia en Egipto. Las diferencias entre islamistas y laicos vivieron su momento más sangriento el pasado diciembre, cuando las manifestaciones por los poderes que se arrogó el presidente Mohamed Morsi y la excluyente redacción de la Constitución degeneraron en una batalla campal entre civiles, que dejó cerca de una decena de muertos, reivindicados al tiempo desde las trincheras de ambos bandos. Lejos de cerrarse, la hemorragia continúa con las protestas a las que se ha abonado la oposición, que han acabado con la vida de cerca de 60 personas en las últimas dos semanas.

Las diferencias entre los islamistas en el poder y los sectores laicos, que sólo han cosechado derrotas en las urnas, cada vez parecen más lejanas en Egipto. Pero tampoco existe un mayor consenso en los demás países que presenciaron las revoluciones. En Libia, los diferentes grupos políticos siguen intentando levantar un Estado con el insoportable lastre de las milicias armadas. En Yemen, pocos cambios se han producido hasta el momento. Mientras que en Siria continúa el derramamiento de sangre sin una solución a la vista, más allá de los infructuosos intentos negociadores.

La revolución tunecinasirvió para activar el efecto dominó en el resto de países. Después, cada uno siguió un camino que en la mayoría de casos ha situado a los islamistas en el Gobierno. Su transición pacífica y relativamente tranquila se consideraba un modelo para el resto, pero ahora las diferencias que afloran en el seno de sus seguidores, amenazan con instalarse también en el pequeño país árabe más cercano a Europa. Túnez se enfrenta a las dificultades de avanzar en una transición política no sólo con dos modelos enfrentados, sino con la escisión voluntaria de sectores radicales que amenazan la vertebración del Estado desde fuera del sistema.

La cólera que desprendió el sacrificio hace un par de años del joven Mohamed Bouazizi incendió este viernes de nuevo la agitada conciencia tunecina. En la capital, miles de personas acompañaron el féretro del opositor Chukri Bel Aid, asesinado el miércoles a balazos, al célebre grito de “el pueblo quiere la caída del régimen”.  Al igual que ha ocurrido desde ese día, la policía tuvo que dispersar a cientos de manifestantes mediante el lanzamiento de gases lacrimógenos. La que se consideraba como la más modélica de las transiciones surgidas tras la primavera árabe se inmiscuye en un sinuoso camino de puertas falsas y misteriosas salidas.