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2012, el año en el que vivimos peligrosamente… por culpa de las urnas
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CITAS ELECTORALES EN RUSIA, FRANCIA, EEUU, CHINA…

2012, el año en el que vivimos peligrosamente… por culpa de las urnas

El año actual no sólo tiene reservados riesgos inversores de alto voltaje asociados a la crisis de la deuda europea y americana. O a la incertidumbre

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2012, el año en el que vivimos peligrosamente… por culpa de las urnas

El año actual no sólo tiene reservados riesgos inversores de alto voltaje asociados a la crisis de la deuda europea y americana. O a la incertidumbre energética, económica y geoestratégica de una posible contienda bélica con Irán o una intervención militar en Siria. Además, 2012 exhibe en su calendario citas electorales que no deberían pasar desapercibidas a la hora de definir las carteras de inversión. Entre otras cuestiones, porque la convocatoria de comicios (o de cambios de liderazgo) es especialmente intensa y afecta a naciones con especial peso en el orden mundial.

Para ilustrar la intensidad de esta agenda electoral, basta con desvelar algunos datos, que se han ocupado de analizar dos servicios de estudios, los de Citigroup y Goldman Sachs. Por ejemplo, que habrá convocatorias en seis de los socios del G-20; entre ellos, en Rusia, Francia, China y Estados Unidos, cuatro de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que acaparan el 40% del PIB y el 27% de la población global; a los que hay que unir procesos electorales en naciones como Egipto, Irán, India, Venezuela, México, Grecia o Corea del Sur, cuyos resultados tendrán notable influencia en los mercados y el flujo energético del planeta. En total, 59 elecciones.

Si a este cóctel añadimos los más de 40 comicios ya previstos para 2013 -entre otras latitudes, en Italia, en Japón o, de nuevo en Irán, en este caso, presidenciales-, las decisiones que emanarán de las urnas durante este bienio tendrán influencia sobre el 60% de la economía mundial. Y, todo ello, bajo un halo de alta volatilidad que parece haberse acomodado en las plazas financieras internacionales, sostenido por las cada vez mayores dudas sobre el dinamismo mundial, las dolorosas recetas de austeridad, las amenazas de suspensión de pagos soberanos, los movimientos de contestación social contra el capitalismo y, en general, la eclosión de un fenómeno, cada vez más visible, de paulatina pérdida de riqueza de la clase media, al menos, entre las potencias industrializadas, que ha desembocado en un fenómeno peculiar: sólo cinco líderes del G-20 -Dilma Rousseff, en Brasil; Cristina Fernández, en Argentina; Angela Merkel, en Alemania; Mario Monti, en Italia y Felipe Calderón, en México- mantienen un ratio de respaldo ciudadano a su gestión por encima del 50%.      

Por orden cronológico, estos son los cinco escenarios políticos de mayor relevancia, las grandes promesas electorales que hay en juego y los presumibles efectos económicos e inversores. 

Rusia. (Presidenciales, 4 de marzo). Los sondeos dan como vencedor a Vladimir Putin en unos comicios que, sin embargo, tendrán una especial vigilancia social debido a las masivas protestas por supuesto fraude electoral en las elecciones parlamentarias de finales de año. Putin, en caso de recuperar el Kremlin, pondrá en liza varias reformas de calado. En primer lugar, su Unión Euroasiática, de integración geoestratégica con el resto de las repúblicas ex soviéticas, y con la que pretende ejercer más contrapeso económico a Europa, elevar la rivalidad política y militar frente a EEUU y, en ambos terrenos, respecto a China. Además de un impuesto sobre las rentas más altas -la tasa de la vanidad- para incrementar la presión fiscal de los multimillonarios rusos y de una  ambiciosa agenda de modernización económica con más privatizaciones y atractivos para captar inversiones foráneas, sobre todo europeas. El objetivo: 200.000 millones para las arcas del país hasta 2015. Pero Kingsmill Bond, analista de Citi, concede más valor al riesgo interno. “La Bolsa de Moscú se contrajo más del 10% con las protestas urbanas de diciembre”, la primera rebelión en las calles desde la crisis financiera de 1999 que, lejos de evaporarse, “proseguirá más allá de las elecciones si Putin accede a su tercer mandato presidencial”, aclara. Todo ello, si no se producen acontecimientos extraordinarios como el intento de magnicidio, revelado esta semana por los servicios de inteligencia rusos, contra el propio Putin, ideados por la resistencia islamista de las repúblicas caucásicas, para después de las elecciones. 

Francia. (Presidenciales, 22 de abril y 6 de mayo). Doble cita por El Elíseo a la que sucederán unos comicios legislativos el 10 y el 17 de junio. Natacha Valla, de Goldman Sachs, observa tres focos de incertidumbre. El inicial, las dudas sobre los dos cabezas de cartel definitivos. En una terna en la que el candidato de centro-derecha, François Bayrou, y la aspirante del Frente Nacional, Marine Le Pen, pueden arrebatar la ínfulas presidencialistas de Nicolas Sarkozy, y su UMP, y del socialista François Hollande, que acaba de añadir una promesas de enjundia electoral, gravar con un 75% las rentas de los contribuyentes con ganancias anuales superiores al millón de euros, a su recetario, ya declarado, de crear una tasa sobre las transacciones bancarias, medida que se disputa con el actual inquilino de El Elíseo, quien amaga sin aprobar la decisión, y la advertencia a Angela Merkel de que renegociará aspectos esenciales del pacto fiscal y de austeridad del eje franco-alemán para Europa. El segundo interrogante tiene que ver precisamente con esta última variante: la posición de París sobre la supervivencia de los acuerdos europeos alcanzados por Sarkozy con Berlín, y por ende, del euro. Y la tercera, sobre la debilidad del ciclo de negocios a medio plazo de la segunda economía europea, “que amenaza el proceso de consolidación presupuestaria, los ajustes fiscales por los negros augurios del mercado laboral y de la actividad económica”, explica Valla, para quien el vencedor en las urnas se verá obligado a aplicar reformas estructurales y subidas de impuestos “ante una nueva oleada de tensiones de los mercados”, tras la que acabó, hace unos meses, con la pérdida de la máxima calificación –triple A- de la deuda soberana gala.          

India. (Presidenciales, julio). Contienda que ofrece como principales rivales al actual titular de la cartera de Finanzas, Pranab Mukherjee, del gubernamental Partido del Congreso, y al vicepresidente Mohamed Hamid Ansari, socialista. Sin menospreciar la opción de la alianza Democrática Nacional (BJP). El sucesor del actual primer ministro Manmohan Singh, acorralado por la corrupción y la inflación galopante del país, tendrá que dar nuevas respuesta a la política de proximidad con naciones que, como Japón y los tigres asiáticos, despiertan los recelos de su rival continental, China y fortalecer aún más los lazos con Estados Unidos ante la amenaza paquistaní, para seguir emergiendo como el socio ideal en Asia para contrarrestar el músculo financiero de Pekín. Y, como suele suceder en la cultura y la historia política india, nada, en ninguno de estos terrenos, está definido.    

China. (Cambio de jefatura del Estado, octubre). En China, el vicepresidente Xi Jinping, con una apretada agenda internacional en las últimas semanas, está llamado a ser el relevo de Hu Jintao. De su gestión e ideas de transformación en un gigante que empieza a dar muestras de cansancio económico, dependerá, nada menos, que la estabilidad de los mercados globales. El capital chino desea entrar en el mapa de  infraestructuras, transporte y energía de Europa, a cambio de ofrecer, como acaba de hacer en el G-20, nuevos respaldos monetarios para sus planes de rescate después de haber comprometido ya entre un 20% y un 25% de las reservas internacionales de divisas del Banco de China -que superan los 3 billones de dólares- en activos europeos; es decir, entre 480.000 y 600.000 millones de euros dirigido a instrumentos soberanos, preferentemente bonos alemanes, según Steffen Dyck, de Deutsche Bank. El obligado papel bipolar de China, junto a Estados Unidos, en el concierto internacional, se verá impulsado a dejar flotar el tipo de cambio del rinmimbi y a modificar el modelo de crecimiento basado en el exceso de inversión y de demanda externa, ante el riesgo de un aterrizaje brusco de su PIB, asegura Minggao Shen, de Citi. A su juicio, los costes de la liberalización –o revalorización- de la divisa china y los programas de privatización de su industria y servicios son lar armas para evitar turbulencias en el mercado chino.

Estados Unidos. (Presidenciales, noviembre). Barack Obama ganaría, con más del 50% de apoyo social, a Mitt Romney o a Rick Santorum, los dos aspirantes republicanos con más opciones de ser el contrincante que entierre un segundo mandato presidencial del líder demócrata. Sin embargo, Obama se juega su reválida en la arena económica. Al fin y al cabo, Estados Unidos, origen de la crisis financiera global, presenta una deuda y un déficit superiores a los europeos: 94% de endeudamiento y 9% de desequilibrio de las cuentas federales en relación a su PIB en 2010, frente al 80% y el 6% de la Unión Europea. Tobias Levkovich, de Citi, recuerda que el cuarto año de una presidencia en EEUU “ha sido históricamente positivo para los mercados”. Pero, ahora, no es el caso. Entre otras razones, porque las rebajas fiscales de la Administración Bush, que expiran a finales de este año, y el techo de deuda que implica un ajuste de 120.000 millones de dólares que se iniciará en 2013, deja atado al actual inquilino de la Casa Blanca en su intento de devolver la riqueza a la clase media americana, con incentivos fiscales. Algo que, en su opinión, “los mercados tendrán en cuenta”. Un triunfo electoral de Obama, además, afectaría al valor de las empresas vinculadas a la Sanidad o la Energía y su derrota, a las de Defensa y las financieras; entre todas, representan el 40% del índice S&P 500. Un escenario que Dominic Wilson, de Goldman Sachs, cree que se trasladará a las plazas bursátiles mundiales con “graduales incrementos de la volatilidad”.      

Además de este recorrido electoral por estas cinco potencias globales, también van a jugar un papel determinante los recientes comicios parlamentarios en Irán, celebrados ayer, primer re-encuentro con las urnas tras el disputado segundo mandato de Ahmadineyad, de 2009, que se convertirá en un plebiscito sobre la legitimidad del régimen islámico, cuyo resultado tardará varios días en desvelarse; en Grecia, (abril) con el rescate, la crisis de la deuda y el final del ciclo tecnócrata de Lucas Papademos (el conservador Antonis Samaras lidera los sondeos) y la supervivencia del país en la zona del euro como grandes incógnitas; en Corea del Sur, cuyo vecino del norte, potencia nuclear, busca una victoria liberal frente al partido conservador, en el Gobierno, para ejercer su influencia con un gabinete más conciliador, o en Venezuela, cuarto productor mundial de petróleo y segundo en reservas, donde las incógnitas en torno a la salud de Hugo Chávez, el respaldo real que el Ejército concede al líder bolivariano y la unidad opositora en torno a Henrique Capriles, hacen aventurar una lucha sin cuartel. Una victoria opositora paralizaría la política de expropiaciones empresariales y nacionalizaciones emprendida por Chávez.   

El año actual no sólo tiene reservados riesgos inversores de alto voltaje asociados a la crisis de la deuda europea y americana. O a la incertidumbre energética, económica y geoestratégica de una posible contienda bélica con Irán o una intervención militar en Siria. Además, 2012 exhibe en su calendario citas electorales que no deberían pasar desapercibidas a la hora de definir las carteras de inversión. Entre otras cuestiones, porque la convocatoria de comicios (o de cambios de liderazgo) es especialmente intensa y afecta a naciones con especial peso en el orden mundial.