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Las pistas que condujeron hasta el enemigo número uno de EEUU
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UN CONFIDENTE FUE LA CLAVE PARA ENCONTRARLO

Las pistas que condujeron hasta el enemigo número uno de EEUU

Han sido años y, en los últimos tiempos, muchos meses de trabajo en el más absoluto y confidencial de los secretos, los  que han permitido por

Foto: Las pistas que condujeron hasta el enemigo número uno de EEUU
Las pistas que condujeron hasta el enemigo número uno de EEUU

Han sido años y, en los últimos tiempos, muchos meses de trabajo en el más absoluto y confidencial de los secretos, los  que han permitido por fin a Estados Unidos ajustar cuentas con su enemigo público número uno, el terrorista más buscado, vivo o muerto, de toda la tierra. 

Las pistas que han conducido hasta la lujosa madriguera de Osama Bin Laden en  Abbottabad comenzaron a tener fundamento el pasado mes de julio cuando los espías pakistaníes que trabajan a sueldo de la CIA localizaron un Suzuki blanco por las tumultuosas calles de Peshawar. Los espías, según explica con todo detalle el New York Times, apuntaron su número de matrícula y le siguieron. No por casualidad. En el interior del vehículo se encontraba el hombre clave que ha permitido localizar al terrorista más buscado del mundo, su mayor confidente y mensajero que, sin saberlo, les conduciría a través de la orografía pakistaní hasta un extenso complejo situado al final de un largo camino polvoriento y rodeado de muros de hormigón de 12 metros de altura. Ocho meses después, ése sería el lugar en el que 79 soldados de élite del Ejército norteamericano a bordo de cuatro helicópteros, llevarían a cabo la ejecución del líder de Al Qaeda.

Un enemigo del que, en un primer momento, solo tenían un cadáver ensangrentado, con barba  y con una bala en su cráneo a la altura de su ojo izquierdo que aún tenía que ser identificado.  Un miembro de la patrulla de los Seals le hace entonces una foto con su cámara y lo lleva a analizar a través de un programa de reconocimiento facial. Así se acaba, enterrado luego en el mar el culebrón que ha encogido a América por más de una década. Aunque la polémica en torno al destino final de su cadáver, del que Estados Unidos ha decido no difundir ni una sola imagen, promete seguir alentando las teorías conspirativas.

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Joe Biden abraza su rosario

Localizado el mensajero y confidente de Osama Bin Laden, los servicios de inteligencia de Estados Unidos interceptaron las comunicaciones telefónicas y los correos electrónicos de la familia árabe del mensajero y retrataron con todo detalle y vía satélite la mansión de Abbottabad donde presuntamente se alojaba Bin Laden para determinar el patrón de vida de sus inquilinos y la peligrosidad de una posible acción de asalto. En la sede del Pentágono y la CIA y en la propia Casa Blanca pasaron semanas de nervios a flor de piel por los posibles escenarios negativos que una redada así podrían conllevar.

Los funcionarios de la administración norteamericana estaban divididos entre los que apostaban por comenzar ya la operación, los que preferían esperar hasta que se tuvieran evidencias reales de la presencia de Bin Laden y los  que sugerían una bombardeo menos arriesgado de la mansión pero que habría dejado siempre la incógnita de poder identificar fehacientemente al propio líder de Al Qaeda. El presidente Barack Obama  finalmente descartó esta opción y apostó por el asalto en helicóptero, para lo que se determinó también que otros dos aparatos acompañasen a los dos primeros por si la operación se complicaba sobre la marcha. Todo, sin avisar a las autoridades de Pakistán.

El domingo por la tarde, conforme los aparatos cruzaban la frontera del país, el presidente y sus asesores se reunieron en la “Situation Room” de la Casa Blanca para monitorizar la operación. La mayor parte del tiempo, en silencio y con el propio Obama con un gesto pétreo. A un lado, su vicepresidente, Joe Biden, deslizando un rosario entre sus dedos. 

En busca de “Gerónimo”: “Lo tenemos”

El nombre en clave asignado a Osama era el de “Gerónimo”. El director de la CIA, Leon E. Panetta, narró para el presidente y sus asesores  desde las oficinas centrales de la Agencia y a través de videoconferencia lo que estaba pasando en tiempo real en Pakistán. “Han alcanzado la meta”.  “Tenemos una imagen de Gerónimo”. “Enemigo matado en acción”. Y después, un largo silencio hasta que el presidente le dio solemnidad al momento histórico, quizá el más importante de su mandato: “Lo tenemos”. 

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Años de trabajo han permitido a la inteligencia norteamericana ir cerrando los profundos huecos que se cernían sobre este caso. En2005, una reestructuración interna de la CIA que puso en marcha la Operación Cannonball, desplazó a más oficiales sobre el terreno de Afganistán y Pakistán. De esta forma lograron dar finalmente con los huesos del confidente que se revelaría como pieza clave del misterio. A través de sus comunicaciones lograron desvelar su nombre completo y localizarlo en Peshawar el pasado mes de julio.

En otoño, los espías satélites aportaron abundante información sobre el complejo-mansión de Osama. No fue una tarea fácil. El líder de Al Qaeda vivía en una mansión sin teléfono y sin internet y sus inquilinos quemaban hasta su propia basura para no dejar ninguna pista en los contenedores exteriores.

Operación con los Seals

En febrero, la CIA comienza a planificar la operación militar. Y el 14 de marzo, Panetta expone en la Casa Blanca la situación. Los asesores de Obama están preocupados por las consecuencias que una posible intervención en Pakistán puedan tener en las relaciones con este país. Además, en ese momento, un soldado americano, Raymon Davis, está retenido por las autoridades pakistaníes por un tiroteo en la calle sucedido en Lahore. El día 16, Davis es liberado y se allana el camino hacia Osama. El día 22, Obama pide consejo a sus asesores. Su secretario de Defensa, Robert Gates, se muestra escéptico sobre un asalto en helicóptero, que podría ser muy peligroso. Días después se decarta la opción de bombardear la mansión. Harían falta 32 bombas de 2.000 libras cada una que dejarían un profundo cráter sin poder asegurar al cien por cien la muerte de Bin Laden.

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Mientras, los Seals comienzan a ensayar la operación. No serán informados hasta el final de cuál es su objetivo. El jueves pasado, después de difundir su partida de nacimiento, Obama se reúne con los altos oficiales de la Seguridad del Estado. Escrutan una y otra vez todos los posibles escenarios, valorando las posibilidades más negativas. Finalmente, el presidente habla: “No voy a decir ahora cuál es mi decisión. Voy a pensar un poco más sobre ello. Tomaré una decisión pronto”. 

Asalto y tiroteo

Dieciséis horas después, Obama aclara su mente y aprueba la misión. El domingo, los turistas se ven sorprendidos por el cierre total al público del Ala Oeste de la Casa Blanca. A las tres de la tarde, el director de la CIA comienza su narración y explica que los helicópteros han salido ya de su base de Jalalabad y han cruzado la frontera.

Las patrullas de los Seals aterrizan en el interior de la mansión y abren fuego. Un hombre toma a una mujer como escudo humano. Ambos son asesinados. En total, hay cuatro víctimas, entre ellas el propio hijo de Osama Bin Laden y el confidente que ha destapado el lugar de la guarida. Y en la tercera planta está el terrorista más buscado. Viste una túnica tradicional de la zona y un pantalón. La versión oficial dice que Bin Laden se resistió antes de ser disparado a la altura de su ojo izquierdo. El asalto dura 40 minutos.

Identificación y sepultura

 La versión difundida por la Casa Blanca dice que una de las mujeres de Bin Laden fue la encargada de reconocer el propio cadáver. Por otro lado, la foto tomada por el soldado dice que se corresponde con el terrorista en un 95% y el análisis de ADN da una compatibilidad del 99%. Todos celebran la misión cumplida. Y a partir de ahí comienza la parte más controvertida de la historia, también minuciosamente preparada de antemano.

Según ha explicado la administración americana, el cuerpo de Osama fue lavado, envuelto en una sábana blanca y trasportado en helicóptero. El otro se hace explotar porque no consigue despegar de la zona asaltada. El cadáver se trasporta hasta el portaaviones Carl Vinson y allí se celebra un breve oficio religioso según las costumbres musulmanas y traducido al árabe por un traductor. Y de allí, sobre una tabla plana, al fondo del mar en alguna remota e ignota zona del mar. El enemigo número uno de los Estados Unidos no tendrá una tumba a la que sus seguidores puedan peregrinar. Lo demás, los estallidos de júbilo y las reacciones a lo largo y ancho del planeta son conocidas. La captura ha sido todo un éxito. 

Han sido años y, en los últimos tiempos, muchos meses de trabajo en el más absoluto y confidencial de los secretos, los  que han permitido por fin a Estados Unidos ajustar cuentas con su enemigo público número uno, el terrorista más buscado, vivo o muerto, de toda la tierra. 

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